Heeeeey, aquí Hero, descansado y recuperado del corona, jeje.

Estuve mucho tiempo sin escribir, pero esta semana la inspiración volvió y, sin nada más que hacer, me puse a escribir y escribir, y finalmente puedo traerles el capítulo 8. El cual, para ser honestos, contiene la escena que visualicé en mi mente y a partir de la cual comencé a pensar en la trama de la historia. Así que estoy contento por poder haber escrito esto tras tanto tiempo.

Como siempre, agradecimientos especiales a los lectores que dejan sus agradables comentarios:

Leo 23: Jajajaja, quizás la adopción sea más común de lo que creemos. No hay otra explicación lógica y razonable. A menos que… En fin, Carol es un misterio y Sam por supuesto que siente algo hacia Luna, siente mucho cari?o y respeto amistoso :) Me alegro que te haya gustado!

Mauro Loud: El capítulo anterior fue el más largo de esta historia, pero sí he escrito cosas mucho más largas en otras. Ahora este es el nuevo capítulo más largo, jeje. Sobre los conocimientos arquitectónicos, la verdad traté de simplemente describir una casa de gente rica jajaja No había más intención que esa. No sé bien a qué partes puedes estar refiriéndote como relleno pero es muy probable que sea cierto, después de todo soy un mero amateur. Y como bien dices, esta historia tiene conflictos emocionales más que violentos, así que la resolución será más bien emocional. Pero aún así habrá un peque?o espectáculo de poderes, así que espero que resulte entretenido para todos.

daglas99: Muchas gracias como siempre con tu actitud tan positiva jajajaja

Sylar Diaz: Por DIOS, esa idea de Luna matando a su madre es HOSHIBLE jajajaja Ya veremos cómo este capítulo afecta tu mirada sobre Carol y sobre Sam. Y no sé por qué tratas a Luan como una villana, si simplemente es una ni?a del club de teatro que tiene algunos problemas en casa… En fin, ya nos acercamos al final y todas estas cosas se irán explorando.

Rigerhit047: Todo el mundo lee mis capítulos cuando ya no dan más de sue?o jajaja quizás eso explica la recepción positiva lol Me encanta que pongas música de fondo para leer, yo hago lo mismo y es genial para darle ambiente. Supongo que ya veremos más adelante qué opinión tenía Luan de sus padres adoptivos, pero sí, su vida era claramente mejor antes de que los enviaran a prisión. Y en efecto, Lincoln también fue adoptado por los McBride. ?Gracias por leer!

Chaotix: Muchas gracias por todos los reviews y me alegro que te haya gustado la historia y Caroluna jajaja Sabía de entrada que era una pareja que iba a tener que trabajar duro para venderle a la gente, así que me alegra que te haya acabado gustando. ?Gracias por leer!

Luna PlataZ: Es que la idea original era solo invisibilidad y para las historias futuras como que me quedaba muy pobre en cuanto a poderes jajaja Pero me encantó tu explicación, quizás Lisa en algún momento llegue a explicarlo de esa forma. Y vaya que tus poderes de videncia parecen obsesionados con Sam. Veremos en este cap si mejoras o empeoras tu promedio de predicciones. Eso, que Carol la esté influenciando, y que Luna se reencontrará con el hombre que mató a su madre. Vamos a llevar la cuenta de las predicciones jeje.

ziggsbomb: Tus comentarios son la bomba :) ?Gracias por leer!

Guest misterioso: ?Gracias hermano! Yo también suelo preferir historias con Lincoln como protagonista pero me alegra que esta te haya gustado.

Luis Carlos: Ahora que tú y otros lectores lo mencionan, es cierto, es curioso que tanto Lincoln como Luna y Luan sean todos adoptados… ?Qué coincidencia! Sobre lo que dices de Luna, sí, claramente está siendo muy dura consigo misma. Es parte de lo que tendrá que aprender. Y ya veremos qué hace tan peculiar a la madre de Carol.

andres888: ?Gracias por el comentario! Ya se acerca el final.

Misugi: Es cierto, el origen de Luna y Lincoln es muy similar. Lo diferente es que mientras que uno se inspiró para convertirse en héroe, la otra hizo todo lo contrario, ocultando su verdadera identidad y odiando a los metahumanos. Lo que dices sobre la saturación de emociones es muy probable que sea cierto. Quizás debería haberle dado más espacio para respirar a las distintas revelaciones. Estoy tratando de escribir capítulos más cortos y pues claramente no es mi fuerte jajaja O me voy por las ramas con la cuenta de palabras o las cosas pasan demasiado rápido, no tengo punto medio :v Sobre tus teorías, no puedo decir mucho sin spoilear todo, pero digamos que eres un ávido y atento lector jajaja Sobre lo que preguntas, algunas de las hermanas no tendrán sus propias historias, pero sí serán co-protagonistas en otras historias. Ya veremos cuáles con el tiempo.

Jairo De la Croix: Sii, lo sé, soy terrible como siempre para escribir lento. Todo el mundo sospecha de Carol lol ya veremos qué es lo que anda tramando. Y sí, como le dije a otro lector, hay muchos paralelos entre Luna y Lincoln, y es por eso que elegí esta historia como la segunda en el Heroverse.


Capítulo 8:
When there was me and you.

—Prepárate —me advirtió con cierta molestia—. Mi madre es… peculiar.

No sé qué fue con lo que esperé encontarme tras la advertencia de Carol. Traté de visualizarla a medida que el sonido de sus tacones altos se acercaba, anticipando su llegada como tambores de guerra mongoles.

Probablemente era una mujer de negocios recibiendo llamadas cada cinco segundos, vistiendo ropa ejecutiva y mirándome con desprecio en cuanto oliera mi perfume barato o viera mis zapatillas gastadas. O tal vez una mujer obsesionada con el horóscopo y el Feng Shui, criticando la falta de armonía de los colores de mi ropa y mi cabello corto. De una forma u otra, estaba segura de encontrarme con una mujer extravagante que rápidamente encontraría algún motivo para despreciarme.

Ni mi más loca previsión me hubiera preparado para lo que sucedió.

—Carol, querida, me alegra verte —dijo, curiosamente, antes de verla, mientras abría la puerta del estudio y caminaba dentro.

La madre de Carol se veía… como una madre normal. Su rostro y su largo cabello rubio eran casi idénticos a los de su hija, apenas con alguna arruga que delatase las pocas décadas que le llevaba. Era un par de centímetros más peque?a que Carol, pero sus caderas y piernas eran más anchas.

?Es así cómo se verá Carol en unos a?os? Oh por Dios...— pensé, tragando saliva e intentando desesperadamente de pensar como una buena Cristiana, alejando pensamientos impuros.

Llevaba puestos unos altos tacones de aguja, unos jean blancos que acababan justo por encima de sus tobillos, y una blusa celeste lo suficientemente corta como para dejar a la vista un impresionante collar de plata y unos brazaletes sospechosamente dorados. No tenía ningún arete y apenas mostraba un modesto anillo plateado en sus manos. Su rostro, tan parecido al de Carol, fue como una ventana para apreciar cómo se vería su hija en plena felicidad, mientras nos sonreía tanto a ella como a mí de oreja a oreja.

—Buenas tardes, madre —dijo Carol, asintiendo suavemente con las manos tras la espalda, como si estuviera hablando con un inspector sanitario.

—Ay, ya te dije que no me digas así, me haces sentir vieja —se quejó la mujer, sacudiendo una mano como si pudiera alejar la edad de su cuerpo con un gesto. Su mirada se posó en mí, y en seguida caí en cuenta que aún estaba sentada frente al piano que, según Carol, pertenecía a su madre — ?Oh, querida, no creo haberte visto antes! ?Es un placer conocerte! ?Llámame Jeanine!

Acortó la distancia entre nosotras en un instante y extendió las manos. Me puse de pie tan rápido como pude y traté de extender una mano para estrecharla, pero me tomó por los hombros antes de que pudiera reaccionar y tiró de mí para darme un fuerte abrazo.

Carol suspiró y se cubrió el rostro con las manos, sacudiéndolo de lado a lado. Mientras tanto, todas mis neuronas iniciaron una reacción en cadena masiva que llevó a la casi autodestrucción de mi sistema nervioso central. Durante un segundo dejé de respirar y de procesar estímulos, permaneciendo congelada en mi lugar hasta que comprendí que debía de, al menos, responder al gesto.

Así que con mucho cuidado, como si estuviera desatornillando un toma corriente con un cuchillo, moví una de mis manos para darle dos suaves palmaditas en la espalda. El absurdo gesto pareció satisfacerla, y en seguida me soltó y dio un paso hacia atrás para mirarme con cuidado.

— ?Cómo dijiste que te llamas, querida? —Me preguntó, juntando sus manos delante de su pecho como si estuviera rezando.

—Uh, yo, eh…

—Luna. Se llama Luna.

— ?Qué nombre tan bonito! Y perdóname, pero no recuerdo haberte visto en las fotos de la clase de Carol. ?De dónde se conocen?

—Somos compa?eras en la orquesta de la escuela —respondió Carol, quien a diferencia mía, podía hablar como una persona normal.

— ?Ooh, por eso están aquí! —Dijo Jeanine, golpeándose la frente con un dedo y haciendo una cara como diciendo "?Qué tonta!"— Imagino que tocas el piano, ?no?

—S-Sí, se?ora —respondí, asintiendo con energía.

—Jeanine —me corrigió.

—J-Jeanine —rectifiqué.

—Es una excelente intérprete —a?adió Carol, dedicándome una suave sonrisa—. Deberías escucharla tocar.

Oír a Carol dedicarme semejante cumplido frente a su madre llenó mi estómago de mariposas, como una taza de chocolate caliente en una tarde de invierno. Le sonreí con timidez mientras mi pie derecho se arrastró hasta colocarse detrás de mi otro tobillo.

Jeanine desvió su mirada de mí hacia Carol, luego de regreso a mí, y finalmente hacia Carol una vez más.

—Esperen un minuto —dijo, entrecerrando sus ojos, colocando sus manos en jarra en su cintura, y sonriendo malignamente a su hija—. Carol, ?estás tratando de ocultar que son novias?

Parte de mí quiso tomar la taza de café que había dejado en la mesa ratona y llenar mi boca del líquido ya frío, sólo para retratar mi estupefacción al escupirlo a lo largo y ancho del estudio. Dejé también escapar un peque?o grito, pero fue tan agudo y suave que sólo los perros de la manzana deben de haberlo oído. Quería desaparecer, alejarme corriendo hacia la terraza y saltar desde allí sin importar cuán alto estaba o qué me esperaba en el suelo.

Pero aunque hubiera intentado hacerlo, mi cuerpo no habría reaccionado, pues lo único que atiné a hacer fue tensar cada uno de los músculos de mi cuerpo, detener mi respiración, y voltear a ver a Carol mientras el pánico se apoderaba de mí.

— ?MADRE! —Dijo Carol, su rostro ruborizándose más rápido y fuerte de lo que jamás había visto a nadie hacerlo, al tiempo que dio un pisotón y comenzó a mover sus manos de lado a lado— ??C?MO SE TE OCURRE DECIR ESAS COSAS?!

—Oh, vamos, ?chica bonita que no conozco, toca el piano y que traes a casa a ensayar? —Dijo, se?alándome con una mano de arriba a abajo— Nunca traes a ninguna de tus otras amigas a casa. Y a mí no me enga?as, ni a tus compa?eras del conservatorio les dejabas usar mi piano.

— ?ES QUE…! ?ELLA…! ?T? NO…! ?YO…!

Carol no parecía estar en mucho mejor estado que yo. Su nerviosismo era evidente, desde su ya mencionado rostro pintado de carmesí hasta sus respiración errática y la violencia de cada uno de sus peque?os movimientos. Jamás la había visto tan consternada o exaltada.

Yo, por mi parte, decidí que era mejor quedarme callada y sencillamente esperar a que esta peque?a pesadilla acabase.

Por supuesto, el destino no quiso darme ningún descanso, por lo que Jeanine volteó a verme una vez más con una gran sonrisa.

—Sé que mi Carol puede ser un poco tosca y cerrada con sus sentimientos, pero créeme que detrás de esa cáscara de nuez hay una dulzura esperando ser descubierta —dijo, haciendo que su hija volviera a cubrir su rostro con sus manos y diera enfadados pasos en su lugar, como un bebé haciendo un berrinche—. En fin, no quiero interrumpirlas. Veo que ya merendaron. Avísenme si necesitan algo. Luna, ?un placer conocerte! ?Ojalá la próxima vez que vengas te encuentres con más ánimos de hablar!

—Y-Yo, uh, yo no…

—Ya, ya, no las molesto más. ?Hasta luego!

Y sin más, Jeanine dio media vuelta y se alejó caminando con una gran sonrisa en su rostro, cerrando la puerta del estudio tras de ella.

Carol y yo nos quedamos a solas, y nos llevó varios segundos recuperarnos de… lo que fuera que acababa de ocurrir. Durante varios segundos, permanecimos de pie, frente a frente pero desviando la mirada hacia esquinas opuestas del estudio, no atreviéndonos a que nuestros ojos se encontrasen. Yo todavía trataba de normalizar los latidos de mi corazón y de detener el temblor de mis piernas, y ella parecía estar a punto de implosionar, sus pu?os cerrados y agitándose como un reactor nuclear inestable. Sus labios estaban presionados en una línea tan fina que un cabello no podría haber pasado, y su rostro estaba aún ba?ado del color de su rubor.

En parte sentí pena por ella, pues siendo que se trataba de su madre, su vergüenza debía superar a la mía en creces. Así que, apiadándome de ella, decidí romper el hielo con un comentario inocuo y sencillo.

—Es increíble lo mucho que se parecen —comenté, tratando de sonar casual.

No pareció que lo tomara como un cumplido, pero por lo menos la sacó de su estupor para gru?ir con rabia y sentarse en el asiento junto a su cello, cubriendo su rostro con sus manos.

—Esa mujer no sabe tener conversaciones con gente fuera de la familia —comentó, hablando contra sus palmas.

Me senté una vez más frente al piano, buscando una excusa para no tener que mirarla directamente.

—Parece muy… amigable.

—Luna. No intentes defender a mi madre.

—Ya. Lo siento.

—Está demente. No sabe de lo que habla.

—...no te preocupes. Entiendo —dije, tratando de ocultar la peque?a punzada de dolor que aquellas palabras me producían.

— ?O sea, sí, es cierto, contigo es diferente al resto de mis amigas! —Admitió como si nada, obligándome a voltear a verla una vez más— ?Pero, o sea, no puede andar diciendo esas cosas! ?Ugh! Como si creyera que le ocultaría alguna novia o algo así, ?quién se cree? Siempre tan dramática.

—Bueno… los padres suelen ver cosas donde no las hay —dije, tratando de sonar diplomática—. Quizás deberías… ya sabes… ?aclararle que eres hetero?

Carol levantó la mirada, encontrándose con la mía, y pude ver una sombra de arrepentimiento cruzar su rostro.

—Yo… no soy hetero —dijo.

Fruncí el ce?o.

—Pero la otra vez, en el juego…

Carol carraspeó y se sentó más derecha.

—Dije que me gustaban los chicos —explicó, asintiendo con suavidad—, pero nunca dije que… bueno, que sólo me gustasen los chicos.

—Oh.

—Sí. Lo siento si, uh, te di la impresión equivocada. No te conocía tan bien en aquel entonces, y no me gusta hablar de mi vida privada.

—No, no, estás en tu derecho. Yo no debería haber preguntado. No era de mi incumbencia.

Carol suspiró, tomando su cello y arrastrando distraídamente la yema de sus dedos a lo largo de las cuerdas.

—Aún así, yo… No fui del todo honesta. Traté de sonar terminante a propósito. Fue muy malo de mi parte. Lo siento.

— ?A qué te refieres? —Pregunté, no comprendiendo a lo que se refería.

—Yo… ya sabes… Me pareció que estaba siendo demasiado abierta con alguien a quien no conocía tan bien —explicó, con una mueca de reproche a sí misma—. Me dejé llevar, y no debería dejar que eso me pasara. Tengo… Ok, suena mal, pero tengo una imagen que mantener, ?entiendes? No puedo andar hablando de mi vida privada, o mi sexualidad, o esas cosas.

Asentí, pero de inmediato me arrepentí. Traté de morderme la lengua para no hablar, pero como siempre, mi mal genio me traicionó, pudiendo más que mi sentido común.

—Lo siento pero no, no entiendo —le dije—. Entiendo no querer compartir cosas personales con gente que no conoces, pero ?a qué te refieres con eso de mantener una imagen?

Carol suspiró. Mordió su labio inferior durante unos instantes antes de mirarme con cierta tristeza en sus ojos.

—Tengo toda mi vida planeada, Luna. La familia de mi madre tiene una larga tradición de músicos súper talentosos. Mi tío es un profesional. Desde peque?a supe que tenía que seguir sus pasos, ?pero tienes idea de lo difícil que es? Todos entraron a Juilliard y se graduaron con honores. Entrar a ese conservatorio es extremadamente complicado. Lo visité una vez cuando tenía seis a?os, y nunca olvidé cómo eran todos allí.

— ?Cómo eran?

—Perfectos. En todo sentido. Vestían perfecto, hablaban perfecto, no se distraían con nada. Estar en Julliard es más que talento, se trata también de la imagen, de cómo te presentas, de lo que le muestras a los demás, de quiénes te rodeas. Es algo que construyes.

—Una mentira —murmuré, sin poder contenerme.

Carol frunció el ce?o, pero no parecía particularmente enfadada.

—No es una mentira. No finjo ser alguien que no soy, o que me gusten cosas que no me gustan. Es sólo ser selectiva sobre qué partes de mí muestro a los demás. Todo el mundo lo hace, Luna. ?Acaso no tienes tú secretos que no le cuentas a nadie más?

No supe cómo responder a eso sin sentirme como una hipócrita. Probablemente yo guardaba el secreto más grande de toda la escuela, ocultando mi verdadera naturaleza de metahumana. Así que sencillamente me quedé en silencio, asintiendo para darle la razón.

—No tiene nada de malo. Pero aún así… no lo sé, ya te lo dije, pero contigo me siento diferente. Como si no temiera mostrarte la Carol que oculto a los demás.

Dejó escapar una risa un tanto irónica, antes de acomodar con su mano un mechón de cabello.

—Es raro, ?no?

—Un poco —admití, tratando de sonreír—. Pero no me quejo. Creo que esa Carol es cool.

Ella sonrió también.

—Deberíamos seguir practicando —dijo, volteando a ver las partituras—. ?Cómo era esa escala pentatónica que tocaste?

Traté de alejar de mi cabeza todos los sentimientos encontrados que aquella conversación me dejaba para poder concentrarme al cien por ciento en la música. Carol también se enfocó, y durante el resto de la tarde, las dos fuimos auténticas en nuestra pasión por la música.


Los días pasaron, y antes de darme cuenta, la fecha del musical estaba casi sobre nosotros. Carol y yo continuamos ensayando en su casa, reuniéndonos hasta cuatro veces por semana, lo cual fue un sue?o hecho realidad. Me subía a su auto y ella conducía desde la escuela hasta su hogar, donde pasaríamos un par de horas concentradas en la música que componíamos juntas, y luego nos permitiríamos tener un rato para hablar sobre la vida. Llegamos a conocernos mucho más de lo que jamás habría imaginado. ?Carol me dio su número de teléfono! No hablábamos demasiado fuera de nuestros horarios de ensayo, pero tener su número guardado y poder enviarle un mensaje en medio de la clase para preguntarle si podíamos reunirnos luego de la escuela se sentía maravilloso.

Tras unas tres o cuatro reuniones, logramos acabar las partituras revisadas, y cuando se la mostramos al se?or Budden, lloró. Estábamos muy orgullosas de lo que habíamos logrado, y en el primer ensayo que lo tocamos para el resto de los talleres, la respuesta fue abrumadoramente positiva.

Mi vida era perfecta. Todo parecía estar saliéndome bien, y desde que me despertaba hasta que cerraba los ojos con la cabeza en la almohada a la noche, una sensación de felicidad me acompa?aba a cada paso. Chunk volvía a darme espacio, Tabby no parecía guardarme rencores por hacer que Sam la desalentara de usar sus poderes, no hubo nuevos ataques en la escuela. Era como si las estrellas se hubieran alineado en un camino de paz.

Al día siguiente de su hospitalización, Mazzy volvió a la escuela totalmente recuperada y sin ninguna secuela, y entre Sam y yo logramos que lentamente volviera a ser la misma de antes. O, bueno, la misma pero soltera. Sully no se acercó a hablar ni conmigo ni con Sam de nuevo, lo cual consideré como algo positivo en principio, pues Mazzy no necesitaba distracciones sino recuperarse de las profundas heridas emocionales que él le había causado.

Con respecto a Sam, algo en la parte trasera de mi mente me decía que no estaba del todo bien. ?ltimamente se veía distraída, un tanto olvidadiza. Muchas veces durante nuestras conversaciones tenía que repetirme o llamar su atención para que respondiera. Era como si estuviera constantemente pensando en otras cosas, pero cada vez que le preguntaba si algo le ocurría ella me aseguraba que todo estaba bien, que sólo estaba un poco distraída.

Lo atribuí al estrés de los exámenes de medio término que ya casi estaban sobre nosotros, y decidí no molestarla demasiado al respecto. ?ramos mejores amigas, si fuera algo que realmente le preocupara, me lo diría sin dudar.

En resumen, todo en mi vida parecía estar saliéndome bien. Por lo que probablemente debería haber comprendido que toda esa felicidad y positividad no eran más que la antesala del desastre devastador.

Todo empezó un viernes, tres días antes del musical. Mazzy, Sam y yo estábamos sentadas en la cafetería. Saber que la fecha tan esperada se encontraba cada vez más cerca había comenzado a incrementar mi nerviosismo, haciéndome extender mi verborragia y mi entusiasmo.

En aquel momento, me encontraba relatando las últimas novedades en la relación absoluta y completamente profesional entre Carol y yo.

—Ayer me envió un mensaje preguntándome si estaba viendo ese reality show de cocina. ?Cómo se llama?

— ?"Dessert Storm"? —Dijo Sam sin mirarme a los ojos. Tenía la cabeza apoyada sobre una de sus manos, mientras con la otra usaba su tenedor para revolver la comida en su plato, sin siquiera probarla.

— ?Ese, sí!

—El que odiamos —agregó, apu?alando un bocado antes de llevarlo a su boca sin demasiados ánimos.

—Bueno, no es que lo odie —aclaré—, nunca lo vi. Sólo, ya sabes, no creí que fuera de mi estilo.

— ?Pero ahora que Carol lo mencionó, sí te interesa?

—Le dije que no me llamaba la atención, y empezó a hablarme de los distintos participantes y pues, siendo honesta, suena mucho más divertido de lo que creía.

—Vaya. Supongo que empezarás a verlo, ?no? Me alegro que tengan tantas cosas en común de repente.

— ?Lo sé, jamás lo hubiera imaginado! —Dije con evidente alegría, tomando un sorbo de mi Baja Blast.

Sam me sonrió, aunque todavía se la veía distraída, como si no estuviera del todo enfocada en los maravillosos avances de mi relación con Carol. La cual era profesional, por supuesto. Sí, se?or. Sólo dos compa?eras de la orquesta entablando una relación de cercanía para mejorar la confianza al tocar. Nada raro o romántico en absoluto.

Al menos Sam estaba lo suficientemente atenta como para responder a lo que decía, incluso si no se ponía tan feliz como yo asumí que se sentiría si no estuviera distraída con otras cosas. No podía decir lo mismo de Mazzy, quien ni siquiera había tocado su almuerzo ni había hablado en todo el rato que llevábamos allí sentadas en la cafetería.

—Oye, ?todo en orden? —Acabé preguntándole, ya preocupada por su largo silencio.

El cual continuó, sin que me respondiera. Sam me miró, alzando una ceja, y movió una mano frente a los ojos de Mazzy.

—Tierra a Mazzy, ?estás allí? —Preguntó, chasqueando los dedos justo frente al flequillo de nuestra amiga.

Eso pareció despertarla del trance en el que se encontraba, sentándose más derecha y dedicándonos una breve mirada de disculpa.

—Oh, lo siento, chicas. Estoy un poco… distraída hoy.

— ?Algo que quieras compartir con tus dos hermosas amigas, siempre tan observadoras y preocupadas por los sentimientos de los demás?

Sonreí, sacudiendo ligeramente la cabeza. Sam siempre decía las cosas más locas.

Mazzy tomó aire antes de dejarlo salir todo en un gran suspiro. Empujó la bandeja de la cafetería lejos de sí y comenzó a tamborillear la mesa con sus dedos.

—Supongo… que debería comentarlo con ustedes —dijo, más para sí misma que para nosotros—. Pues… Sully me habló anoche.

Había vuelto a abrir la botella de Baja Blast para beber un nuevo trago, pero de inmediato la cerré para voltear sobre mi asiento, enfrentando a Mazzy de frente. Sam también dejó su almuerzo a un lado, y las dos dirigimos nuestras más preocupadas miradas a nuestra amiga.

— ?Te llamó, o por mensajes? —Preguntó Sam.

—Me llamó.

—Oh, vaya.

— ?Qué te dijo? —Quise saber, los nervios creciendo dentro de mí.

—Lo mismo que me escribió tantas veces —dijo en voz baja—. Que se arrepiente. Que sabe que lo que hizo fue pésimo. Que sabe que me traicionó y que no hay nada que pueda hacer para que me duela menos o algo así.

—Por lo menos no trata de defenderse —se?aló Sam, negando con la cabeza.

—No está poniendo excusas —continuó Mazzy—. Sabe que lo arruinó todo, y que ni siquiera esa zorra de Chelsea es más culpable que él. Creo que se odia a sí mismo incluso más de lo que yo lo odio.

—Como debería.

—Y pues… me dijo que me extra?a demasiado. A ustedes también. Que no cree que algún día pueda amar a alguien más como me ama. Y… me pidió que le diera otra oportunidad.

Sam y yo tomamos aire y retrocedimos ligeramente, impactadas por haber oído esas palabras. Me mordí los labios, no queriendo decir lo que pensaba al respecto.

— ?Y qué le dijiste? —Preguntó Sam.

—Que lo pensaría.

— ?Pensarlo? —Dije, incrédula— Pero Mazzy… ?Tan pronto?

—No es cuestión de tiempo. Yo todavía lo amo, y sé que pese a… lo que hizo… él también me ama. Ninguna de esas dos cosas van a cambiar pronto. Es sólo, bueno, preguntarme si puedo perdonarlo o no. Y no sé qué hacer. O sea, lo que hizo fue terrible. ?l lo sabe, yo lo sé, ustedes lo saben. Eso no está en discusión. Sólo… tengo que decidir si la infidelidad es algo que se puede perdonar.

Se cubrió el rostro con las manos, dejando escapar un gemido de cuasi dolor, como si su corazón sangrara por el simple hecho de pensar en esos asuntos. Sam y yo nos miramos tratando de hablar sin palabras para decidir quién debía opinar primero. Traté de rogar con la mirada que ella lo hiciera, pues intuía que el consejo que tenía para ofrecer no sería del agrado de Mazzy. Desafortunadamente, Sam tampoco parecía determinada a opinar en aquel momento, por lo que pensé con cuidado mis palabras antes de que salieran de mi garganta.

—Mazzy… La decisión será tuya al fin y al cabo. Pero si me lo preguntas… creo que hay cosas que no se pueden perdonar.

Ella apoyó las manos sobre la mesa, la mirada fija en el suelo.

— ?En serio crees eso? —Me preguntó con un hilo de voz— ?En serio crees que no se puede perdonar a alguien que realmente se arrepiente de lo que hizo?

—Hay veces que el da?o es demasiado grave —comenté, un gran sentimiento de culpa y dolor apoderándose de mí—, y ninguna disculpa que hagan puede sanar la herida que dejaron.

—Pero tal vez lo que sana no sea su disculpa sino que nosotros los perdonemos —contraatacó—. Lo que pasó ya no se puede cambiar, pero… No sé, Sully no es perfecto. Nadie lo es. ?Vale la pena que lo que teníamos quede arruinado para siempre? Nunca tuvimos ningún otro problema, y él nunca me presionó para que hiciéramos algo con lo que no me sintiera cómoda. Si le diera otra oportunidad… si de verdad pudiera perdonarlo, quizás todo el esfuerzo y trabajo que le pusimos a nuestra relación no serían en vano.

—Suena a que ya lo perdonaste pero quieres nuestro permiso para decírselo —dijo Sam, con una mueca que denotaba las conflictivas emociones que chocaban dentro suyo.

Mazzy no comentó al respecto. Yo sólo atiné a suspirar.

—Si lo quieres perdonar… pues hazlo, es tu decisión. No tienes que pedirnos permiso para hacerlo.

— ?Pero me apoyarían, o creerían que soy una tonta?

—Nosotras siempre te apoyaremos —le aseguró Sam—. Y ninguna de nosotras dos sabe lo que es estar en su lugar, así que nunca creeríamos que eres una tonta. Sólo… piénsalo bien y haz lo que sientas que es lo mejor para tí. ?No es cierto, Luna?

—Por supuesto. Eres nuestra amiga, Mazzy. Sólo queremos que seas feliz.

Mazzy sonrió y estiró sus brazos para tomarnos de las manos.

—Gracias, chicas. Son las mejores.

—Sí. Lo somos.

Las tres reímos ante el comentario de Sam, y volvimos a atacar nuestros almuerzos, conscientes de que pronto tendríamos que volver a clases.

—Y sólo por si acaso —dijo Sam tras unos largos segundos de silencio, mirándome con una intensidad insospechada—, creo que no hay nada que no se pueda perdonar. Ni siquiera las cosas que causaron mucho dolor. Todo se puede perdonar si la persona acepta responsabilidad. Y a veces, perdonando es que se puede superar el trauma.

Mazzy canturreó con la boca cerrada, como dando su tentativa aprobación mientras reflexionaba al respecto. Por supuesto, ella no entendía que Sam estaba hablándome a mí, refiriéndose a un secreto y una tragedia que nunca podría ser perdonada. Desvié la mirada, no queriendo tener una repetición de aquella discusión tan trillada.

—Excepto patear un perro —dijo Mazzy finalmente, asintiendo para sí misma—. Esa gente nunca merece perdón.

—Oh, definitivamente —dije, sonriendo con malicia—. Alguien con tan poco corazón como para patear un perro jamás debería ser perdonado.

—No hay castigo en el infierno lo suficientemente doloroso para acabar con sus almas putrefactas.

Las tres comenzamos a reír.

— ?Y qué hay de las personas que escuchan K-Pop?

—Oh, no me hagas empezar acerca de esos herejes...


El viernes tuvimos nuestro último ensayo antes del día del estreno, y por segunda vez, realizamos el ensayo no en la sala de la orquesta sino en el mismísimo auditorio donde estaríamos tocando en tan sólo tres días. Los miembros de la orquesta nos colocamos en nuestro foso mientras los chicos del club de teatro se apoderaron del plató, con escenografía y vestuario incluido.

El se?or Budden se colocó en la posición del director de orquesta, y la Se?orita Bernardo en una butaca en medio de la sala, ocupando el lugar de un espectador promedio. La única otra persona allí presente era Sam, quien desde el ataque a Mazzy no había dejado de asistir a mis ensayos para asegurarse que estuviera a salvo. Además, me había invitado a que fuera a su casa tras el ensayo para ayudarla a te?ir el mechón cian de su cabello, pintar nuestras u?as y pasar un buen rato. Hacía varios días que no nos reuníamos en soledad fuera de clases, por lo que accedí sin dudar.

El ensayo resultó maravilloso, y pude notar el entusiasmo de todos y cada uno de mis compa?eros de orquesta. Sus emociones impregnaban cada nota que tocaban, corriendo rampantes y determinadas, permitiéndome leerlas como libros abiertos. Había nervios, sí, pero también una confianza que no recordaba jamás haber sentido en mis compa?eros. No dudaban, no sentían miedo al error. El ánimo de todos había aumentado con creces durante las últimas semanas. Todos estábamos esperando con ansias y grandes expectativas la fecha de estreno, y los miedos que solían inundar a mis compa?eros se habían canalizado en una imperiosa necesidad de mostrarle al resto de la escuela lo que con tanto esfuerzo habíamos preparado.

Lo mismo podía decirse de los actores. En cada canción pude notar la confianza y deseo de mostrarse frente al resto de la escuela en su faceta más artística. Supongo que es normal que personas que se unieron al club de teatro para montar una obra disfrutaran de la idea de mostrar sus habilidades al resto del mundo. Era prácticamente un requisito del arte, ?no?

Desafortunadamente no pude leer las emociones de Luan, puesto que su papel no cantaba en la obra, pero sin utilizar mis poderes y apenas pudiendo ver cuanto me era posible desde mi lugar en el foso de la orquesta, pude notar que ella sí parecía sufrir por los nervios. No cometió ningún error en sus líneas, pero sus movimientos eran rígidos y robóticos, y pronunciaba sus diálogos como el traductor automático de una computadora, sin inflexiones ni sentimientos.

Su actuación… no fue estelar, he de admitir. Ninguno de sus compa?eros pareció molestarse, sin embargo. Una vez más, no pude evitar sentir que todos creían que no valía la pena darle una devolución sincera ni ayudarla a mejorar. Como si pudieran tolerar que su actuación no fuera tan buena como la del resto, pues su rol era peque?o y no influía demasiado en la historia. No podía confirmarlo, pero una parte de mí no dejó de sentirse molesta por el trato que le daban.

Para cuando el ensayo acabó, ni siquiera la parte más cínica de mí podía negar que, para una obra de teatro de secundaria, teníamos una muy buena obra en nuestras manos. Todos aplaudimos y nos felicitamos a nosotros mismos, los profesores liderando la carga con sus cumplidos y palabras de apoyo.

— ?Alan Menken moriría por tener su nombre en esta obra! —Dijo el se?or Budden, aplaudiendo tan fuerte que las palmas de sus manos se pusieron rojas, llorando a viva voz con lágrimas cayendo a cántaros.

— ?Mi visión ha sido realizada! —Celebró también la Se?orita Bernardo, de pie en su butaca con ambas manos extendidas al cielo como si estuviera canalizando el poder de Thor— ?Los idiotas de la Junta Educativa se comerán sus palabras y deberán financiar mis proyectos! ?La gloria será mía!

Continuó riéndose como una maníaca y el se?or Budden continuó llorando de emoción. Ninguno de los dos dio por finalizado oficialmente el ensayo, pero los miembros de los dos clubes decidimos tomar la decisión ejecutiva de retirarnos. Los ánimos estaban en su punto más alto, y mientras nos preparábamos para volver a nuestros salones a recoger nuestras cosas (y en el caso de los chicos del club de teatro, quitarse los disfraces), las alegres conversaciones se entremezclaron.

Carol fue la primera en acercarse, caminando en línea recta hacia mí mientras continuaba acomodando mis partituras.

—Excelente trabajo —me dijo, apoyando las manos sobre la cola del piano.

—Tú también estuviste excelente—agradecí, colocando las hojas bajo mi brazo y poniéndome de pie, dándole una mirada un tanto juguetona—. Como es de esperar de una dulzura con cáscara de nuez.

Carol cerró los ojos y suspiró, negando con la cabeza mientras una traicionera sonrisa se extendía en su rostro.

—Después del musical voy a tener que matarte —comentó con tranquilidad—. No me dejas alternativa. No puedo permitir que eso se haga público.

— ?Vas a apu?alarme con el arco de tu cello?

—Voy a conducir hasta un precipicio y saltar del auto a último momento, dejándote en el asiento trasero.

Me reí en voz alta, colocándome a su lado mientras comenzábamos a subir por el pasillo hacia la salida del auditorio.

— ?Y por qué estaría en tu auto después del musical? Ya no tendremos que practicar.

Por un instante, Carol frunció el ce?o, como si aquella idea no se le hubiera cruzado por la cabeza. La confusión o sorpresa abandonó su rostro de inmediato, sin embargo, volviendo a mostrar una sonrisa.

—Sólo te diré que tengo boletos para Mick Swagger —acabó diciendo, encogiéndose de hombros.

—Me conoces demasiado bien, Pingrey.

—A mí también me gusta Mick Swagger —dijo una voz a mi derecha, haciéndonos voltear.

Luan se había acercado sin que la viéramos, casi como si se hubiera teletransportado a mi lado. Atrás había quedado su disfraz, vestida ahora con sus ropas casuales como si nunca hubiera formado parte del ensayo. ?ltimamente se sentía con más confianza como para acercarse a hablarme antes y después de los ensayos, aunque siempre con pocas palabras y sin compartir demasiado acerca de su vida personal. Era la primera vez sin embargo que me hablaba si es que Carol o alguien más estaba a mi lado. Normalmente solía esperar a que estuviera sola para hacerlo.

Noté que se veía un tanto nerviosa. Sus manos no dejaban de moverse, frotándolas como si estuviera lavándolas con agua y jabón antes de comer. Su barbilla casi tocaba su pecho, pero tenía la mirada alta para poder vernos a Carol y a mí.

Si hubiera tenido que adivinar, diría que quería decir algo pero no lograba ser lo suficientemente valiente como para hacerlo. Así que, con eso en mente, le sonreí cálidamente para ayudar a relajarla mientras las tres continuamos caminando hacia la salida.

— ?Luan! ?En serio te gusta Mick Swagger? ?Es mi artista favorito!

—Sí, yo… Bueno… No conozco todas sus canciones, pero he escuchado algunas y… es bueno.

—No sólo es bueno. Es el mejor músico de todos los tiempos.

— ?Todos los tiempos? —Preguntó Carol, alzando una ceja— ?Mejor que Bach o Chopin?

Puse los ojos en blanco, sonriendo ante el obvio intento de Carol de molestarme.

—El día que Bach y Chopin escriban canciones con más de trescientos millones de reproducciones estaré dispuesta a tener esa conversación —respondí.

— ?Oh, vamos, eso no significa nada! —Dijo ella, sacudiendo la cabeza como si mi argumento fuera un sacrilegio— ?Desde cuándo las visitas equivalen a calidad?

Iba a responder con una provocación, pero Luan se me adelantó.

—No lo hacen, pero ?importa ser bueno si nunca nadie te presta atención? ?De qué sirve el talento si eres ignorado por todos?

El peque?o aire de inocente rivalidad que habíamos generado entre Carol y yo se disipó de inmediato, siendo reemplazado por un obvio velo de preocupación por Luan.

—Bueno, no es como que Bach y Chopin sean ignorados —dijo Carol con suavidad.

—Sí. Pero, por ejemplo, Van Gogh murió pobre e ignorado en su época pero hoy en día todo el mundo reconoce que fue un genio, ?no? —Agregué.

Luan sonrió, pero fue la sonrisa más triste que jamás había visto.

— ?Y de qué le sirvió a Van Gogh?

Ni Carol ni yo supimos cómo responder.

La incómoda pausa se habría extendido mientras continuábamos caminando en silencio de no ser por un carraspeo a mi derecha. Las tres volteamos para ver a Sam, quien se encontraba sentada en su asiento con los pies sobre el respaldo de la butaca que tenía frente a sí. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y me miraba con una sonrisa un tanto forzada.

No pude evitar sentirme culpable por casi haber pasado de largo de ella. No es como que me hubiera olvidado de mi mejor amiga, sólo… Ya saben, la conversación con Carol y Luan me distrajo, y no miraba a dónde me dirigía. No era nada grave. Sam entendería. Aún así, me sentí terrible y decepcionada conmigo misma, por lo que traté de enmendar mi error.

— ?Sam! —La saludé, quizás con demasiado entusiasmo— Ven, únete a la conversación.

Mi amiga miró primero a Luan, luego a Carol, y finalmente a mí. La vi tomar aire como si estuviera preparándose para lanzarse de clavado desde el trampolín más alto de la piscina comunal. Luego sonrió una vez más, poniéndose de pie con las manos en los bolsillos de su chaqueta y acercándose lentamente hacia las tres de nosotras.

Luan dio un paso hacia atrás, permitiendo que Sam se colocase a mi lado. La tensión en el aire era casi palpable.

—Ejem… Bueno, creo que nunca las introduje formalmente, ?no? —Dije, tratando de romper el hielo— Carol, Luan, ella es Sam, mi mejor amiga.

—Mejor amiga desde la infancia —a?adió, como si se tratase de un doctorado—. Ya saben, el tipo de amiga a la que le cuenta todo y a quien nunca ignora.

Si trataba de ser sutil con el hecho de que estaba ligeramente enfadada, pues no lo estaba logrando.

Luan permaneció en silencio, desviando la mirada, visiblemente incómoda por la situación. Carol logró controlarse, aunque noté cómo se paró con la espalda más derecha, y su actitud relajada se transfiguró en la pétrea pantalla de estoicidad con la que solía dirigirse con el resto del mundo.

—Un gusto conocerte, Sam —dijo, agachando la cabeza suavemente—. Luna habla mucho de ti.

Sam rió por lo bajo.

—Lo mismo podría decir de ti —comentó sin demasiado entusiasmo, dirigiendo de inmediato su atención a mí—. ?A dónde ibas con tanta prisa? Creí que iríamos a mi casa.

— ?Sí, claro! —Dije, apresurándome para explicar la situación— Por supuesto. Sólo estábamos, ya sabes, hablando. Me distraje un poco.

—Ajá. Ya veo.

—Sí, no es nada. No te preocupes.

—No estoy preocupada. ?Parezco preocupada? —Le preguntó a Carol, se?alándose con un dedo y riendo.

—Sam…

—De acuerdo, de acuerdo, quizás exista la peque?ita, chiquitita, diminuta posibilidad de que me hubiera preocupado porque tú y Pingrey quisieran hacer un ensayo de último momento. ?Lo cual es más que entendible! El musical es en tres días y sólo han ensayado juntas unas doce mil quinientas veces en las últimas dos semanas.

Debería haber intervenido allí mismo y, con firmeza pero amabilidad, haber acabado con las dudas y miedos de Sam. Noté que estaba nerviosa y, por algún motivo, muy a la defensiva. Debería haberla tomado de la mano, mirado a los ojos, disculpado por la distracción, despedido de Carol y Luan, y alejado de allí junto a mi mejor amiga, asegurándole que mis prioridades estaban claras. Incluso en ese momento pude sentir que debía hacer algo así.

Sin embargo, la confusión me paralizó por más de lo necesario, y ante mi silencio, fue Carol quien se vio en necesidad de aclarar.

—Oh, no, creo que Luna y yo tenemos nuestras partes bien aceitadas. No tengo intención de robarle otra tarde. Además, ya tengo un compromiso con otras amigas.

—Otras amigas —repitió Sam, asintiendo suavemente mientras miraba a sus pies, arrastrando una bota contra el suelo alfombrado—. Dime, ?cómo están tus amigas porristas? ?Se recuperaron bien del ataque?

Una vez más, vi las se?ales de humo en la distancia, pero en lugar de apagar el incendio cuanto antes, lo dejé crecer.

—Sam…

—Están bien —respondió Carol, sus manos cerrándose con fuerza alrededor de la manija del estuche de su cello—. Se recuperaron bien.

— ?Y qué hay de Chelsea?

— ?Sam! —Dije, dando un paso para colocarme entre ella y Carol— Creo que ya es suficiente. ?Nos vamos?

—Sé que suena muy feo, pero honestamente, no me molestaría que no se hubiera recuperado del todo —dijo, mirando por encima de mis hombros hacia Carol.

— ?Ya basta!

— ?Sabías que tu amiga se acostaba con el novio de nuestra amiga? —Le preguntó, ya con visible enfado y un tono acusatorio— ?No te molestó? ?O no valía la pena arruinar tu reputación?

La tomé por los hombros y la hice retroceder un paso.

— ?Carajos! ?Tranquilízate!

—Debería irme —se apresuró a decir Carol, su voz sonando sin emoción—. Nos vemos en el musical.

—Carol, espera, yo…

No esperó a que terminara las disculpas que iba a ofrecerle en nombre de Sam, alejándose a paso rápido hasta salir del auditorio.

Quizás exageré. Quizás mi respuesta no fue la mejor. Quizás debería haber dejado que Sam y Carol se dijeran lo que tuvieran que decirse, que arreglasen o no sus diferencias por su cuenta, y mantenerme al margen. Después de todo, ?no me había dicho Carol hace tiempo que ninguna de las dos era responsable por lo que hacían nuestras amistades?

Y sin embargo, al verla alejarse claramente afectada por las palabras de Sam, sentí que gran parte del progreso que había logrado en mi relación con Carol se escurría por la alcantarilla. ?Cómo podía distanciarme de los dichos de mi mejor amiga? Amaba a Sam como a una hermana, no podía pretender que lo que ella decía estaba totalmente distanciado de mí. En cierta forma, tenía que tomar partido en la discusión, y la elección de qué lado apoyar no era una decisión que estaba dispuesta a tomar en aquel momento.

Me dejé llevar por la frustración y la incomodidad del mal momento que acababa de pasar, y sin detenerme por un segundo para calmarme y reconsiderar mis acciones, volteé con enfado hacia Sam.

— ?Qué demonios fue eso?

— ?Qué? ?Es que nunca se te ocurrió preguntarle si sabía acerca de lo que le estaban haciendo a Mazzy?

— ?Si estás enfadada ve y desquítate con Chelsea, no metas a Carol en esto!

Sam levantó sus manos y cerró los ojos, sacudiendo la cabeza y con sus brazos temblando como si estuviera a punto de estallar.

—No puedo creer que la estés defendiendo. Traté de apoyarte, Luna, en serio. Sé que has tratado de convencerte que Pingrey no tiene nada que ver con lo que Chelsea hizo, pero ?en serio vas a decirme en la cara que ella es inocente?

—Ella… no es tan cercana a Chelsea como crees —dije, con más dubitación de la que hubiera deseado.

— ?Ugh! No hay peor ciego que el que no quiere ver.

— ?Ciega, yo? ?Tú eres la que sólo se deja llevar por estereotipos!

— ?No, eres tú la que no ve lo que pasa a su alrededor! —Me recriminó, dando un paso hacia delante y golpeándome en el pecho con un dedo— ?Eres tú la que no se da cuenta que Mazzy se siente traicionada por todo el tiempo que pasas con Pingrey!

El enfado que estaba construyendo dentro de mí se desplomó en una nube de escombros. Tuve que tomarme unos segundos para comprender la bomba que Sam acababa de lanzarme.

—Espera, ?qué?

— ?Sólo hablas de ella! ?Carol esto, Carol lo otro, y nunca se te ocurrió pensar en cómo eso afectaría a tus amigas! ?Crees que le hace gracia a Mazzy que pases tanto tiempo con una de las amigas de Chelsea? ?Eh? ?En serio crees que ella no tenía idea de lo que estaba pasando? ?En serio crees que ella es inocente? ?O es sólo más fácil ir a su casa y hacerle ojitos si te convences que no tuvo nada que ver?

—Yo... No sabía que… ?En serio Mazzy…?

—Por supuesto que no lo notaste —se quejó, mirando hacia un lado, con el ce?o fruncido y su labio inferior temblando.

— ?P-Pero estás equivocada! ?No conoces a Carol, ella…! ?Ella siente que tiene mucha presión, no está…!

— ?Oh, eso lo cambia todo, tiene "mucha presión"! —Dijo, haciendo comillas en el aire con los dedos— Si por lo menos fueras honesta, si tan sólo pudieras admitir que sabes que estuvo mal pero te gusta demasiado, si al menos tuvieras la decencia de discutirlo con ella, estoy segura que Mazzy te perdonaría y te daría su bendición para que sigas adelante con esta relación. Pero ni siquiera eres capaz de hacer eso.

—No hay ninguna relación. Sólo somos…

— ?Amigas? Sí, claro. Nosotras somos amigas, pero hace mucho tiempo que no me sonríes como le sonríes a ella.

Una vez más me encontré a mí misma sin palabras. Esa última frase había sonado totalmente despojada de enfado, transmitiéndome en cambio una gran tristeza. De repente, la expresión y los gestos de Sam parecían no estar reflejando irritación y frustraciones que había embotellado durante días, incluso semanas. Ahora entendía que más bien parecía estar luchando por contenerse y no dejar salir otro tipo de emociones, unas que la siempre-positiva Sam solía hacer todo lo posible por no mostrar.

Todavía estaba enfadada por la escena que había hecho con Carol, pero Sam era, como ella había aclarado, mi mejor amiga desde la infancia. Verla en ese estado me preocupaba, y mi corazón no sabía si prestar más atención al enfado o a la simpatía. Y como si fuera poco, existía también un tercer elemento que se sumaba a la confusa nebulosa de emociones: sabía a la perfección a qué época se refería Sam. Una no muy lejana, tan sólo siete meses atrás, cuando ella era la principal causa de mis sonrisas y la receptora de todas mis canciones de amor. El hecho de que lo mencionara, incluso indirectamente, levantó banderas rojas en mi mente.

—Sam… ?es esto realmente acerca de Mazzy? —Pregunté, bajando un poco la voz— ?O es acerca de ti?

Suspiró. Agachó la cabeza por unos segundos y luego la levantó nuevamente para mirarme con evidente dolor en sus ojos.

— ?Sabes? Acabo de recordar que tengo que ir a hacer algo lejos de ti y por mi cuenta, así que voy a tener que cancelar nuestros planes esta tarde. Nos hablamos luego.

— ?Sam, espera!

En cuanto comenzó a voltear, estiré una mano para tomarla por el hombro, pero ella reaccionó más rápido y me dio una bofetada en la mano. Dejé salir un peque?o alarido por el breve dolor que sentí y froté la zona donde me había golpeado. La miré con sorpresa e indignación.

—Déjame sola.

Sin más, se alejó a paso rápido, empujando las puertas con más fuerza de la necesaria y desapareciendo de mi vista, dejándome de pie mientras el eco de sus pisadas en el pasillo se desvanecían.

Me olvidé de todo a mi alrededor. No sabía si el resto de las personas se habían percatado o no de la escena que acabábamos de armar. Ni siquiera me preocupé por dónde estaba Luan, quien en algún momento debía de haberse alejado pues ya no la veía a mi lado. Lo único en lo que pensaba era en mis mejores amigas, y en el extra?o comportamiento que últimamente habían demostrado.

?Era ese el motivo por el cual Mazzy y Sam se veían distraídas cada vez que les hablaba de Carol? ?Mi amistad con ella las molestaba? ?Las había estado hiriendo sin darme cuenta?

Mi primera reacción fue pensar que no, que debía haber otro motivo. No era posible que no notase algo tan obvio como mis mejores amigas sufriendo por mi culpa. Debía haber otra explicación. O al menos eso deseaba, porque la alternativa era que le había fallado a las personas más cercanas a mí, y esa alternativa no me agradaba en absoluto.

Sacudí la cabeza. No importaba si no me agradaba, tenía que enfrentar la realidad. Quizás la situación no era tan grave como Sam lo había hecho parecer, quizás no se sentían realmente traicionadas sino que faltaba comunicación entre nosotras. Si era así, quizás aún estaba a tiempo de remediar las cosas, o por lo menos, evitar que escalara a más.

Sin perder más tiempo, eché a correr tras Sam. La encontré alejándose a paso rápido por el camino que llevaba al estacionamiento, y grité su nombre para detenerla. Se frenó de seco, y vi cómo rápidamente se frotaba el rostro antes de voltear en mi dirección.

—Te dije que quiero estar sola —me recordó en cuanto me detuve lo suficientemente cerca de ella—. Necesito calmarme.

—Y yo necesito saber si estás bien.

Di un paso hacia delante, pero ella dio uno también hacia atrás. Comprendí el mensaje y me quedé en mi lugar.

— ?En verdad sienten que las traicioné?

—Deberías preguntarle a Mazzy.

—Te lo pregunto a ti.

—No me traicionaste. Puedes reunirte y enamorarte de quien quieras, no soy nadie para meterme en eso.

—Eres mi mejor amiga. Lo sabes, ?no?

—Por supuesto que lo sé —dijo, bajando un poco la intensidad de sus respuestas—. Tú también eres… la persona más importante para mí. Pero eso no me da derecho a decidir con quién pasas tu tiempo. No, no me siento traicionada.

— ?Entonces qué te hice? Sam, lo veo en tus ojos, te conozco muy bien. Puedo ver que… que hice algo muy mal. Quiero solucionarlo, pero no sé cómo hacerlo si no me dices qué te ocurre.

Ella volteó hacia un costado, colocándose de perfil a mí.

—En serio no quiero hablar de eso. Quiero ir a mi casa.

—No quiero que te vayas sintiendo que no me importas.

—Nunca dije eso.

— ?Entonces qué es? Necesito saberlo —le rogué—. No voy a dejarte ir sin que solucionemos esto.

Creí que era un pedido razonable para hacer, pero eso sólo pareció hacerla enfadar más.

— ?Te dije que no quiero hablar! Déjame en paz. Quiero ir a mi casa y dormir hasta olvidarme de todo esto.

—Tus problemas no se van a solucionar si sólo los ignoras.

— ?En serio? ?Vas a sermonearme sobre cómo enfrentar mis problemas? ?Tú?

Mis pu?os se cerraron con fuerza.

— ?Qué se supone que significa eso?

—Luna, llevas a?os culpándote por lo que pasó con… ya sabes. Y cada vez que Chunk o yo intentamos tener una conversación contigo al respecto, te cierras y no dejas que lo discutamos. ?En serio vas a tratar de decirme que tengo que enfrentar mis problemas, luego de a?os de empujarme cuando trataba de ayudarte?

No aprecié que utilizara la muerte de mi madre como un escudo para desviar la conversación.

— ?Esto no es sobre mí! —Grité, ya no preocupada por mantener la calma.

— ?Pues tal vez lo…!

Lo que fuera que hubiera estado a punto de decir se perdió cuando las dos oímos un sonido como alguien accionando un perfume, y de repente Sam comenzó a toser, cerrando los ojos y llevándose un pu?o cerrado a la boca. Se encorvó y las piernas le fallaron, tambaleándose por uno o dos pasos antes de caer de rodillas al suelo, donde continuó tosiendo como si uno de sus pulmones hubiera colapsado.

— ?Sam? —Pregunté, dando un paso hacia ella— ?Qué te…?

— ?No te… no te acerques! —Me gritó con desesperación entre su ataque de tos, levantando una palma. Me detuve de inmediato.

— ?Qué ocurre? ?Qué pasa?

—Es… es el gas —dijo, tragando saliva y respirando con dificultad, levantando la cabeza para verme con terror en los ojos.

Aquellas palabras me paralizaron. ?El gas? ?La droga que habíamos visto en los videos de seguridad? Pero eso significaba… Volteé a mi alrededor. Estábamos solas, sin nadie en las cercanías, o al menos nadie a quien pudiera ver. Sólo estudiantes a treinta o más metros de nosotras.

—Luna… Luna, vete, déjame —me pidió, tratando de arrastrarse lejos de mí.

Volteé una vez más para verla. Ya estaba dejando de toser, pero noté que todo su cuerpo comenzaba a temblar y que parecía estar sudando. Ya había sido testigo en dos oportunidades de lo que le ocurría a mis amigos, y el da?o que podía causarles. No iba a permitir que Sam pasara por eso.

—No voy a dejarte.

Aguantando la respiración, me acerqué hacia Sam y la tomé por debajo de las axilas, ayudándola a moverse lejos de donde el gas supuestamente la había afectado. Quise llevarla más lejos, pero ella comenzó a retorcerse, y mis brazos no eran lo suficientemente fuertes como para cargarla.

— ?V-Vete! —Me pidió, mientras sus manos se dirigían a su cabeza y comenzaban a mover su cabello, quitándose el gorro de lana que siempre llevaba puesto.

— ?No! ?Voy a ayudarte! —Le dije con seguridad.

Y lo decía en serio. No iba a dejar que nada malo le pasara a Sam. Lo primero que tenía que hacer era conseguirle ayuda para evitar que su condición empeorara, por lo que rápidamente tomé mi teléfono y llamé a la policía, advirtiendo de inmediato que había habido un nuevo ataque en la escuela, y les di mi ubicación. Les pedí que avisaran a los policías y paramédicos estacionados junto a la entrada.

Trataron de mantenerme en línea, pero corté tan pronto como les transmití la información que necesitaban. Una vez que aseguré que enviaran ayuda, me concentré en no permitir que la condición de Sam empeorara.

—No te preocupes, la ayuda viene en camino —dije, abrazándola y acariciando su espalda para tratar de calmarla—. Sam, ya vienen a ayudarte, todo estará bien.

Ella se quejaba como si todo el cuerpo le doliera, y cuando noté que había comenzado a llorar, mi convicción y serenidad se desmoronaron. Traté de mostrarme segura y valiente, pero lo cierto es que estaba aterrada. La idea de que Sam pudiera resultar herida… me aterraba como pocas cosas en el mundo lo hacían, y el pánico comenzó a apoderarse de mí.

Mi corazón estaba latiendo lo suficientemente fuerte como para que me fuera imposible ignorarlo, y mi respiración se entrecortó como si acabara de salir del gimnasio. Estaba cayendo presa de los nervios, y eso era lo último que las dos necesitábamos. Debía calmarme para poder ayudarla.

Y en cuanto pensé en ello, supe lo que tenía que hacer. Miré a mi alrededor, y pese a que parecía que algunos estudiantes en la lejanía estaban comenzando a fijarse en nosotras, estábamos lo suficientemente solas como para intentar utilizar mis poderes.

Además, esto era acerca de salvar a Sam. Si mi secreto debía volverse público para hacerlo, ese era un precio que estaba dispuesto a pagar.

Me acomodé para arrodillarme frente a ella y tomé su rostro en mis manos. Ella abrió los ojos entre sus gritos de dolor, y los noté rojos, llorando a cántaros y dejando ver cada una de las venas que envolvían sus iris azules como raíces sangrientas. Me partió el corazón, pero también me dio el último empujón que necesitaba para decidirme.

Por un segundo, pensé en todas las buenas y felices memorias que Sam y yo habíamos compartido. Sentí esa calidez y tranquilidad inundando mi interior, y me concentré en esas emociones, preparada para controlarlas con mi voz y transmitirlas a mi mejor amiga.

Come stop your crying it'll be alright.
Just take my hand, hold it tight.
I will protect you from all around you,
I will be here, don't you—

— ?No cantes! —Gritó ella, moviéndose más rápido de lo que esperaba, tomándome por los hombros y empujándome hacia atrás.

Mi espalda chocó contra el césped, y antes de que comprendiera lo que estaba ocurriendo, Sam estaba sobre mí, sus rodillas a cada lado de mi torso, y sus manos tomándome por el cuello de mi camisa. Continuaba llorando a viva voz y sus manos temblaban mientras me inmovilizaba.

— ?S-Sam, suéltame, tengo que…!

— ?Tus canciones lo arruinaron todo! —Gritó, sacudiéndome ligeramente.

Fue entonces cuando noté que sus pupilas estaban dilatadas y que no parecía estar enfocada en mí realmente, como si tuviera la mirada perdida. Comprendí de inmediato que no era ella quien hablaba, sino los efectos de la droga.

Abrí la boca para cantar cuanto antes, tratando de calmar sus emociones, pero su mano derecha dibujó un gran arco en el aire, impactando de lleno en mi mejilla. El ruido seco del impacto no hizo justicia a lo mucho que me dolió, dejándome la vista negra por un instante, y silenciando cualquier intento de canto.

— ?Solías cantarme y yo sentía tu amor! ??ramos felices! ?Nunca me había enamorado de nadie como tú! —Gimió ella, llorando más fuerte— ?Y de repente un día tus canciones ya no tenían amor! ?Me cantabas baladas, pero ya no me querías! ?Tu amor por mí se fue!

Volteé la cabeza con miedo y también horror por lo que acababa de escuchar.

?Mis canciones ya no tenían amor? ?Es que…? ?Acaso ella había sentido cuando dejé de quererla románticamente? ?Yo lo había transmitido sin darme cuenta?

—S-Sam, yo no…

?SLAP!

Una vez más, en la misma mejilla ya maltratada, Sam me silenció con un golpe. Moví mis manos para tratar de cubrir mi rostro, pero ella me tomó por las mu?ecas y estiró mis brazos a cada lado de mi cabeza, evitando que me moviera.

Oí lo que parecía ser una voz familiar en la distancia gritando nuestros nombres, pero mi mente no podía procesar nada que no fuera Sam o el ardor en mi rostro.

— ?No te atrevías a decírmelo, pero lo sentí! —Lloró, y su voz comenzó a temblar, como si pronunciar cada palabra estuviera lastimándola peor de lo que ella me lastimaba a mí— ?Quise ahorrarte el problema y mentí diciendo que ya no sentía la misma química entre nosotras! ?Yo terminé contigo, pero nunca dejé de amarte!

El dolor de mi mejilla, la cual estaba casi seguro que debía estar comenzando a ponerse morada, fue nada en comparación con lo que sentí en mi corazón. Fue como si alguien lo partiera en dos mitades, lanzándolas lo más lejos posible una de la otra.

Jamás se me había cruzado por la cabeza que Sam aún tuviera sentimientos románticos por mí. ?Ella había sido la que me dijo que quería volver a ser sólo amigas! Sólo… sólo que ahora entendía que lo había hecho porque sabía lo que yo sentía. Ella no le había puesto fin a nuestra relación, yo lo había hecho. Ella sólo me evitó el problema de admitirlo.

Imágenes y memorias bombardearon mi mente, una tras otra. Pensé en todas las bromas que Sam hacía acerca de cuánto yo la amaba. Bromas acerca de volver a estar juntas. De cómo yo no podía vivir sin ella, de que sólo era cuestión de tiempo para que le pidiera matrimonio. Bromas que ocultaban lo que ella realmente quería. Lo que en verdad sentía.

Y luego pensé en lo que había hecho durante las últimas semanas. Reuniéndome con Carol cada vez más seguido. Comentándole a Sam cada momento que compartía con esta nueva chica, y cómo cada vez me sentía más cercana a ella. Traté de recordar el rostro de Sam, sus expresiones, tratando de ver si es que su dolor era obvio, pero lo único obvio fue lo ciega que había sido para no verlo.

Por un segundo traté de ponerme en su lugar, de pensar en cuánto debía de haberle dolido, y lo difícil que debía de haber sido mantener las apariencias. ?Y por qué? Sólo por mí. Para que yo pudiera dormir tranquila creyendo que todo había salido bien y que las dos estábamos donde queríamos.

Me uní a ella en el llanto, dejando caer lágrima tras lágrima, la mitad de ellas arrastrándose por mi mejilla lastimada.

—Sam…

— ?Sabía que te gustaba Carol, pero nunca creí que ella te correspondería! —Me gritó, fuera de sí, antes de apoyar su frente contra la mía, dejando que nuestras lágrimas se mezclaran— ?No debía funcionar! ?Tú debías intentarlo, ella te rechazaría, y yo estaría allí para consolarte! ??Por qué funcionó?! ??Por qué son tan cercanas?! ??Por qué no me amas más?! ??Qué hice mal?! ??No te quise lo suficiente?! ??No fui lo suficientemente atenta?! ??Por qué?! ??Por qué?!

—T-Tú no hiciste n-nada malo, Sam —le dije, con mi pecho y hombros temblando al ritmo de mi llanto—. No f-fue tu culpa.

Ella lloró un poco más, pero de repente soltó mis mu?ecas y se tomó la cabeza para gritar de dolor.

Mis brazos, mi rostro, incluso mi pecho me dolían, pero encontré las fuerzas para levantar una temblorosa mano y apoyarla con suavidad en el rostro de mi amiga, mi primera novia.

—Lo siento… Sam, lo…

Se sacudió, quitándose mi mano de encima. Rugió como una bestia, y cuando me miró, noté que no había ningún rastro de Sam en sus ojos. Consumida por los químicos que la afectaban, ya no tenía control sobre su cuerpo. Levantó un pu?o cerrado, preparada para golpearme con violencia, y yo sólo atiné a cerrar los ojos, preparándome para el impacto.

Unas rápidas pisadas fueron la única se?al que tuve antes de que alguien tomara a Sam y me la quitara de encima. Ella rugió y comenzó a patalear, golpeándome en la rodilla. Abrí los ojos y me encontré con Sully, sujetando a Sam por los brazos y tratando de controlarla. Antes de que pudiera decir algo, Mazzy se arrodilló junto a mí y trató de sentarme, llenándome de preguntas.

Todo se fue al demonio demasiado pronto. Dos policías se acercaron a toda velocidad, ayudando a Sully a mantener a Sam bajo control. Poco después, paramédicos se acercaron para darle una inyección que pareció desmayarla. Tanto la policía como los médicos trataron de hablar conmigo, de asegurarse que estuviera bien, pero no lo estaba.

Nada estaba bien, pensé mientras vi cómo llevaban a mi mejor amiga en una camilla custodiada por la policía.

Nada estaba bien, y todo era mi culpa.