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6: Orgulloso de mí

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Quizás ya he muerto.

Quizás este es el purgatorio, si no el infierno. Uno helado, donde el único sonido que se escucha es el casta?etear de mis dientes.

El Medic que me puso aquí ya no está, y el que está ahora no sabe que estoy aquí. Nadie lo sabe, excepto ese sádico Medic de BLU. No tengo idea de cómo puedo seguir vivo. O si lo estoy. Perdí la cuenta de los días y semanas, pero sé cuándo empieza un nuevo día. Este Medic tiene palomas. El anterior experimentaba con todos los seres vivos que podía encontrar, y los animales le rehuían. Este lo hace sólo con caballos y basura humana. Debí haber huido. O asegurarme de morir definitivamente.

Quizás ya enterraron mi cuerpo.

Quizás él experimentó con lo que quedaba de mí, hasta que no había nada más que pudiera llamarse mío. No siento nada debajo del cuello, porque no hay nada allí.

Quizás ya trajeron a mi reemplazo.

Quizás ya retiraron todos mis efectos de mi sala de fumar, y ahora hay otro de mi clase sentado en mi sillón, leyendo el diario con una copa de vino en la mano. Sin saber lo que hizo ese Medic de BLU.

El frío impide que lo que está aquí conmigo se descomponga a la velocidad que debería. Un par de contenedores tenían vida, y los vi morir despacio, a centímetros de mi cara. Algunos tienen cosas que se mueven todavía. Entre estas cuatro paredes, con suelo de rejilla, al menos estaba en el más alto y nada me podía caer encima.

Me habían prohibido fumar.

Era imposible sin pulmones, había dicho Medic, pero bien que podía hablar sin problemas. Quizás estuviera estudiando el efecto de privarme de mis cigarrillos, o sólo fuera una de sus formas de divertirse, pero el resultado era el mismo. Encerrado como un pedazo de carne, y con menos esperanzas de un futuro. Quizás cuando desconectasen la electricidad. O cuando esta heladera se descomponga y sólo quede la descomposición orgánica. No sé si será la muerte, pero será un final.

A veces duermo. A veces logro so?ar. A veces pienso que despertaré en mi cama, con el resto de mi cuerpo, y que esto será sólo una mala pesadilla de esas que al Medic de mi equipo le interesa escuchar. A veces hasta pienso que en cualquier momento Engie... Marcus me despertará con café recién hecho y un beso en los labios, diciéndome buen día con ese acento suave y la sonrisa que sólo me dedica a mí.

A veces sólo cierro los ojos pensando que aquí termina mi vida.

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La vibración y el oído son mis formas de saber lo que pasa fuera de esta caja helada.

Mi olfato ya no huele nada hace meses, mi vista se limita a lo que hay aquí dentro, y no sé si todavía tengo sentido del gusto. Tampoco por qué no he muerto. En ocasiones me digo que puedo morir, si lo deseo lo suficiente, aún sin mis dientes con cianuro, pero nada funciona. Por eso, prefiero mantener los ojos cerrados, para escuchar y sentir lo que sucede en el mundo de los vivos, allá afuera, tras la caja helada y las paredes de la base de BLU.

Algo vibraba raro.

Era de un ángulo que nunca era visitado por nadie, a no ser alguna que otra rata. No tengo idea por qué no han roído el cable hasta dejarlo inservible, quizás sea cuestión de tiempo, pero esos pasos eran de algo más grande. Algo que caminaba con demasiado cuidado, como si supiera...

Los pasos se detuvieron.

La puerta de la caja se abrió, y hubo movimientos rápidos a mi alrededor, demasiado.

Abrí los ojos.

Oscuridad.

Esto era, entonces. El final que tanto había esperado por fin había llegado. Cuando me dijeron que los Spy tenían muchas posibilidades de morir de formas extra?as, nunca consideré esta, pero ya he vivido bastante. Quizás Marcus ya me haya superado, y esté con alguien más. Espero lo trate como se merece. Espero merezca los abrazos cari?osos que tanto le gustaba darme. Espero vea la mano robótica de Marcus como la maravilla que es, un testimonio de su genio. Espero...

Ya no había una rejilla bajo mi cuello, sino algo sólido, plástico, como las paredes que me rodeaban. Una tapa se cerró sobre mí. No había luz, y cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, pude ver que estaba dentro de una de esas conservadoras, para mantener el frío de los alimentos. Y me movía.

Me estaban moviendo.

Agudicé el oído, sintiendo cómo, lentamente, mi piel recordaba lo que era sentir algo más que un frío constante. Quizás aceleraría mi descomposición y muerte. Había formas peores de morir, más en mi profesión. Pero no quería morir sin saber qué había pasado. ?Marcus había logrado infiltrarse, vestido del Pyro de BLU? ?O acaso me llevaban a la habitación de ese monstruo, para que eliminase todas las pruebas? ?Cómo habían logrado saber en dónde me encontraba? ?Había sido un descubrimiento casual? ?Estaban demoliendo la...? No, no tenía sentido.

Me movía, sí, algo me movía. Algo me llevaba, con cuidado, casi con delicadeza, a no sabía dónde. Esperaba fuera mejor que el eterno encierro en la heladera médica. Incluso el no tener nada al lado que se moviese, latiendo o expulsando algo, era una mejora. O quizás él había vuelto, y ahora me llevaba a un nuevo sitio, para poder experimentar conmigo. Quizás al fin tenía una idea de qué quería hacerme.

No me sacaría nada de información.

El movimiento se detuvo.

Luego, volvió a iniciarse, y escuché un sonido, lejano, de un búho nocturno. De esos que están en las cercanías de la base de RED, y que sólo se escuchan desde RED. El ulular se repitió, y entonces empecé a escuchar otros sonidos. Botas sobre el suelo, y el raspar de una pala. El martillear de metal contra metal. Un televisor. El acento de nuestro heavy, con ese ligero ceceo. Escuché, agudizando el oído, e intentando trazar una ruta posible, un estimado de nuestra ubicación, cuando escuché a nuestro Scout llamar a la cena. El único momento del día donde nos reuníamos en una sola habitación.

Me alejaba del sonido.

Mantuve la calma, pero el oírlos y luego sentir que se alejaban recrudeció mi malestar, alejándome del calor y recordándome lo helado que estaba. El movimiento fue hacia un lugar donde no se oían más que murmullos aislados, y entonces algo abrió el contenedor, haciendo que un tenue reflejo pálido entrase en el interior. Blanco. Malos recuerdos. Esperaba fuesen recuerdos.

Algo me tomó de los costados.

No pude evitar tensarme. Un par de manos, manos enguantadas y fuertes, me levantaron, despacio, y pude observar que estábamos en la enfermería. Nerea, la gata de nuestro Medic, estaba en un rincón, tensa, observándome con la cola levantada y empezando a erizarse. Una cabeza voladora podía causar ese efecto, sí. El movimiento volvió a empezar, esta vez hacia una... no era una camilla, no, era una cápsula como las que se usaban para tratamientos respiratorios.

Dentro estaba mi cuerpo.

Apenas con ropa interior, pero era de esperarse. Estaba conectado a una maquinaria que no reconocía, pero suponía era cosa de Marcus y Medic. Me invadió algo extra?o, porque no estaba conectado a mi corazón, pero la calidez igual me inundó, una interna. El agarre en mi cabeza cambió, y me encontré con una mano sosteniéndome a la derecha, y algo firme, más regular y grande a la izquierda. Como un torso, un torso plano, cubierto con ropa oscura. Olía a pólvora. Algunos botones brillaron, y la cápsula se abrió, dejando al descubierto mi torso y cuello. No quería mirar, pero no pude evitarlo.

Las manos volvieron a mis costados.

Estaba mirando hacia arriba, sintiendo la suavidad del interior de la cápsula, el sonido regular del medidor de pulsaciones cardíacas, el aroma a medicamento y limpio que siempre impregnaba la enfermería. No veía nada sobre mí, pero sentía las manos acercándome, hasta que algo se conectó. Como si todo mi ser estuviese helado y ahora volviera a recordar que estaba vivo, la calidez que sentía bajó por mi cuello, mi torso, mis brazos y piernas, y pude sentirlo, contra mi piel, todo lo que tocaba mi cuerpo.

Se me aceleró el corazón.

Se me aceleró la respiración al comprender lo que estaba sucediendo, y las máquinas empezaron a sonar distinto. Quería moverme. Quería moverme y correr, correr hacia el taller y abrazar a Marcus, porque esto era cosa de él, algo nuevo que había empezado a planear con nuestro Medic, pero sólo Marcus podía hacer algo tan...

Las manos no estaban.

Moví mis ojos, sin atreverme a girar la cabeza, y tampoco vi el contenedor en el que me habían traído, o a quienquiera que me hubiese traído. ?El Scout de BLU? No, era rápido pero para nada silencioso, y esas manos eran distintas a las de cualquier Scout. Heavy, tampoco. Los guantes no eran de Spy. Pyro, ni pensarlo. No olían como a Demoman. Medic, tampoco. ?Engie? No. Soldier era demasiado poco sutil. Entonces...

Una puerta se abrió.

Nerea fue hacia su due?o, maullando, pero Medic sólo me miraba a mí. Y mis ojos fueron enseguida a los que asomaban bajo un casco amarillo, no llevaba sus anteojos de protección, y sentí que mi boca se movía sola, temblando después de tanto tiempo de no tener ningún motivo para sonreír. Porque esto no era un sue?o, esto era la realidad, y las máquinas seguían pitando y Medic decía algo pero sólo percibía a Marcus, quien se movió hacia mí con pasos lentos, como dudando.

-Ho...- intenté -Mar...

Sus labios acallaron los míos.

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La noche del viernes la pasé en la enfermería.

Marcus no se alejó de mí.

Me costaba hablar y moverme, pero tenía toda la intención de volver a ser un cuerpo entero, y el tenerle a mi lado me hacía sentir calidez como nunca pensé que iba a volver a sentir. Hubo lágrimas de alivio y sensaciones que no pensé que iba a volver a tener. Por debajo del cuello. Podía vivir sin cigarrillos, porque Medic no permitía humo en su enfermería y menos en un equipo tan delicado como ese que me había mantenido con vida... o a mi cuerpo. Me daba igual. Estaba entero, estaba con Marcus, y estaba vivo.

El domingo a la noche, cuando por fin pude volver a levantarme y caminar, vino el resto del equipo. Soldier hizo un saludo militar y me felicitó por haber vuelto después de meses de haber estado capturado en la base enemiga. Scout no sabía cómo decirlo, pero se lo notaba contento de verme. Demoman sonrió de oreja a oreja, y más al ver a Marcus a mi lado. Heavy miró mi cuello, como entendiendo, y me dijo que tenía dos orejas libres. Pyro levantó las manos, feliz, sin tocarme por orden médica pero contento con mi regreso. Sniper recordaba nuestro saludo secreto, aunque me costó un poco mover el brazo.

El Spy nuevo no se dejó ver.

Estaba alrededor, observando, pero no se acercaba, no hacía conocida su presencia, no decía una palabra. Tampoco fumaba. Medic tenía una nariz especializada en detectar humo de cigarrillo, y en su enfermería no se fumaba. Nunca. Se fue poco después que el resto, dudaba que fuera a dormir, él y yo, pero tenía que recuperarme. Estaba de nuevo en la base. Con Marcus. Entero. Y fuera lo que fuera que viniese, estaba mejor preparado ahora que dentro de la pared de la base de BLU.

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Marcus entró el lunes a la ma?ana, antes de la batalla.

-Para la buena suerte- le dije, luego de besarlo, y salió con una sonrisa radiante.

-Y usted se queda aquí, míster Spy- me dijo Medic, serio -Tiene que recuperarse primero y después hablamos, y para que no se aburra, aquí tiene los ejercicios de hoy.

Suspiré. Mi cuerpo estaba sano, pero luego de meses de inactividad, tenía que volver a aprender muchas cosas. Medic y Marcus me habían movido, ejercitando mis músculos, con la esperanza que algún día volviera a estar entero, y ahora me tocaba a mí hacer el resto. Caminar. Tomar objetos. Comer sin ayuda. Ni hablar de volver a mis herramientas de trabajo, y menos que menos al campo de batalla. Ahora que estaba de nuevo a salvo, entre personas conocidas, podía concentrarme en mí.

Y en mi salvador.

Mientras caminaba, paso a paso, por entre las paralelas que había colocado Medic en la enfermería, dejé que las preguntas me inundasen. Había demasiado que no sabía. La pregunta principal era por qué. ?Por qué había decidido salvarme? ?Por qué había arriesgado tanto al entrar a la base de RED? ?Cómo sabía que mi cuerpo estaba aquí? ?El Medic anterior de BLU había cometido algún error? Porque sus acciones daban a entender que no quería que me encontrasen, por lo que quizás mi salvador tuviera algo en su contra. Pero incluso si eso era cierto, ?cómo me había encontrado?

Llegué al final del recorrido, me di la vuelta y volví a moverme.

Se sentía bien el moverme.

Se sentía bien el poder tener un cuerpo bajo mi cuello, sentir calidez, el peso de mis miembros, al moverme, el respirar y sentir mi tórax expandiéndose y contrayéndose. Mis músculos recuperando su estado, ese que había logrado con a?os de práctica, mientras que yo les decía, sin palabras, que me iban a obedecer y que iba a salir mejor de eso. Que lo iba a superar.

Otra vuelta más.

Durante la ma?ana, mientras la batalla se llevaba a cabo del otro lado de las paredes, yo luchaba la mía, con la vista fija en volver a estar en carrera. Por Marcus. Por mí. Por mi equipo, que parecía feliz de verme y de verme vivo. Que el Spy nuevo no apareciera si no quería, no me importaba. Un paso tras otro, llegar al final de las paralelas y volver a empezar. Seguir. Estirar los músculos, tomar objetos, usar esos juguetes raros que Medic tenía siempre por ahí y que resultaban ser para recuperar la movilidad y agilidad de las manos. Uno me recordó a mi cuchillo mariposa. Marcus lo tenía consigo, pero aún no podía usarlo como antes, así que le dije que se lo quedase, de momento.

Yo iba a seguir luchando.

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-?Qué intenciones tienes?

La voz sonó clara en la enfermería vacía. Yo acababa de cenar con el equipo y me quedé sentado, esperando, hasta que él captase y diera el primer paso. Miré hacia el espacio, que antes lucía vacío y ahora tenía a un Spy de RED, con la boca hacia abajo y los brazos cruzados. Algo más alto que yo, y mayor. Quizás en sus cincuenta y medios.

-?Quién quiere saberlo?- pregunté, inclinándome hacia atrás, los brazos sosteniendo mi peso sobre la cama.

-Tu reemplazo- dijo, con voz seria.

-Tengo todas las intenciones de recuperarme- dije, sin dejar de mirarlo.

-?Y luego?

-Eso ya depende de la Administradora.

-Este no es tu lugar.

-?No es ese el lugar de un Spy? ?Donde no debe estar?- sonreí.

-No necesitamos desviados.

Ah.

"Es mucho mejor abandonar a una mujer embarazada, con siete hijos, luego de dejarle otro en el vientre" pensé, pero no lo dije. No le iba a dar más información. No se la merecía.

-?Eso es todo lo que querías decir?- pregunté, en vez de eso.

-No debiste regresar.

-?Debo pedir disculpas por sobrevivir? Espera sentado.

Había más palabras por decirse, pero ninguno de los dos abrió la boca.

Al fin, el Spy regresó a su invisibilidad y se alejó, cerrando la puerta de la enfermería de un portazo.

-Encantador- dije, a nadie en particular.

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Fueron dos meses de trabajo intenso.

Dos meses en los que me movía, hacía los ejercicios, charlaba con mi equipo, mientras el otro Spy de RED me fulminaba con la mirada. Era de los simpáticos, parecía. El resto del equipo me comentó que a él le gustaba ensa?arse con el Scout de BLU, al punto que a veces les dificultaba el trabajo. No me sorprendía para nada. Conociendo la historia de ese hombre, historia que había logrado reunir pedacito a pedacito, era un padre horrendo y su hijo hacía bien en detestarlo, supiese o no quién era su padre.

Marcus había enviado la patente de la cápsula, y se la habían aceptado. A nombre de él y de Medic, porque había sido una colaboración entre ellos dos.

-Uno más para el retiro- me dijo, y reímos con ganas.

Se sentía bien el volver a tener futuro, una esperanza de eso, más aún con él. La alegría era generalizada, pero el otro Spy parecía asqueado. Era de la generación anterior. De esa que consideraba la mariconería como una enfermedad que se erradicaba a palos. Pero Marcus no parecía una nenaza, y yo tampoco. No lo éramos. ?ramos hombres, y nos amábamos. No hacíamos da?o a nadie. Cumplíamos nuestro trabajo. No le quitábamos ninguna mujer a ningún varón que quisiera estar con alguna. Y a veces servía para completar algunos objetivos, en especial si incluía seducir a otro varón. Era un potencial desperdiciado, una oportunidad menos. El talento estaba en todas partes, y el dejarlo de lado era una estupidez.

Quizás por eso aún no se había retirado.

Marcus me entregó mis herramientas de trabajo, como nuevas. Le sonreí: sabía que las había mantenido en buen estado desde mi desaparición, y la dedicación que le había puesto a guardar mis cosas decía mucho, sin palabras.

La Administradora me dijo que regresaría al campo.

Había habido algunos problemas con el Spy que me había reemplazado, el se?or simpatía, más que nada por cómo se concentraba en el Scout de BLU. Esa falta de profesionalismo no podía ser, no. Con algo más de amor en su vida, quizás las cosas hubieran sido diferentes, pero éramos adultos. Nuestro trabajo era peligroso. Teníamos que encontrar alivio donde pudiésemos. Había hecho su camino y ahora debía caminar por él.

Cuando pude salir de la enfermería, mi habitación aún estaba ocupada, así que Marcus me ofreció la suya. Tenía una cama extra, dijo, porque nunca se sabía cuándo iba a necesitarse, y a veces se quedaba dormido en su taller en vez de su habitación. Hacía frío en el taller, claro, y el calor mutuo era necesario. Un tema de salud, claro. El hambre que sentíamos era otro factor.

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-Te extra?é- su pecho subía y bajaba bajo el mío, sudoroso y desnudo.

-Yo también, querido- me pasó su mano ancha por la espalda, piel contra piel, mirándome con ojos dulces.

-El recordarte me salvó de la locura.

Lo dije de una vez, como para sacarme la piedra que me tapaba la garganta.

Su mano se detuvo por un segundo, y luego me envolvió el torso con los brazos.

-Nunca perdí la esperanza- sus ojos brillaban, húmedos -Y Medic tampoco. No se lo permití.

Dijimos más cosas, y cada una era como un bálsamo cálido que me desbordaba el corazón.

Y después no usamos más palabras.

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-Ah, mister Spy- dijo Medic, sonriendo y palmeando la camilla -por aquí por favor. Tenemos que ultimar detalles hoy.

-?Hoy?- Medic estaba sonriendo y Marcus no había dado se?ales de haber recibido malas noticias, pero quería saber.

-Oh,sí. Verás, ha habido ciertos... incidentes... en la batalla en las últimas semanas.

-?Desde cuándo?

-Desde le lunes posterior a tu regreso. Quizás el Spy te dijo algo...

-No se mostró muy feliz de verme.

-Antes no era mucho mejor, pero últimamente su desempe?o... ha sido desastroso.

-?Desastroso?

-Siempre hay días malos, eso lo sabemos. Pero él... durante el último mes, es como si todo el equipo de BLU fuera a por él. No ha logrado ni una sola muerte provocada, y ostenta el nuevo récord de muertes sufridas. Histórico. A nivel mundial.

Lo miré, con los ojos bien abiertos.

-Y no es que BLU escatime sus atenciones para con el resto de RED... sino un conjunto de factores para la tormenta perfecta. Y Spy parece estar en el centro de todo. Parece- bajó la voz. El otro Spy no estaba presente, pero nunca estaba de más prevenir -parece que está relacionado con el Scout de BLU, y no le cae nada bien el muchacho. Ni nuestro Scout, pero así son los jóvenes. Inexpertos. Con ganas de aprender. Y con un buen equipo alrededor, quién sabe cuánto podrán hacer esos jovencitos. Quizás nos superen, con todo lo que podamos ense?arles. Lo que debería ser el objetivo de todo padre decente.

Lo dejé hablar, escuchando, asintiendo de tanto en tanto.

-A la Administradora no le gusta la situación. Me ha dado permiso para comentártelo. Nadie quiere a ese Spy aquí, todos te quieren de vuelta. Si todo sale bien, claro. Y si sigues mis indicaciones médicas.

La mirada que me dirigió me hizo sentir como un insecto con un alfiler clavado en el medio del cuerpo, sujetándome a una plancha de cartón o telgopor. Asentí, rápido. Medic no toleraba que no cuidásemos nuestra salud, y por lo que había averiguado de él, era su costumbre dejar un equipo mejor de lo que lo había encontrado.

-Bien. Así que vamos, si me prestas tu brazo podemos continuar.

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Demoman estaba por explotar.

Parecía una de sus bombas, un segundo antes de estallar, por cómo se aferraba los brazos, como si tuviese frío. Apretaba los labios, que se volvían pálidos sobre su piel oscura, e intentaba esquivar cierta zona, que yo conocía muy bien: la sala de fumar y las habitaciones del Spy. Conociendo a Demoman, esperé con tranquilidad, viendo cómo todo RED parecía moverse distinto, con otra energía, como preparándose para algo.

Heavy solía acompa?ar a Medic a la parada del tren para ir a buscar suministros, pero ese día había un tercer integrante. Uno que llevaba su expresión alegre de siempre y una valija. El resto del equipo lo saludó, deseándole suerte, lo que sólo hizo que su cara se amargase más. Yo me limité a observarlo, de lejos, sin decirle nada. Dudaba mis palabras mejorasen algo su humor.

Vimos al tren legar.

Vimos a Medic y Heavy recibir los suministros.

Vimos a Spy subir.

Vimos al tren partir.

Cuando Heavy y Medic volvieron, empezó la fiesta.

-?Hombre!- dijo Demoman, explotando en sonrisas -?Hombre! ?No sabes lo que pasó!

-Cuéntame, entonces- le dije, interesado.

-Hombre, el Scout se lució en el campo de batalla. No podíamos creerlo. El muchacho es rápido, lo sabes, pero hoy... hoy ese chico volaba. Y por todo el campo de batalla. Y cada vez que disparaba hacia Spy, le acertaba.

-Bueno, sí, él fue la estrella hoy- admitió Scout -Que lo disfrute, pronto voy a lucirme yo para balancear las cosas. Aunque no sé cómo hizo eso del disparo a distancia...

-Soporte- dijo Sniper -El muchacho estaba muy motivado hoy, pero no era el único. Esos tres disparos fueron soporte del Sniper de BLU. Y cuando le dio en el pie, cuando estaba por clavarle el cuchillo mariposa por la espalda... Ese hombre tenía un objetivo claro hoy.

-Ni una muerte provocada. Ni una. Y cientos. ?Escuchas? ?Cientos de muertes sufridas! Nunca, y te digo que nunca, había visto algo así, y he visto cómo un equipo entero se concentraba en un sólo integrante del contrario, pero esto... hoy fue... wow- Demoman se llevó las manos a la cabeza, sonriendo -Fue un espectáculo.

-Y cuando no estaba el Scout, Pyro estaba allí- Soldier asentía -Eso fue un trabajo en equipo espectacular. Vamos a usar algunas de esas tácticas luego. El Sniper salió con todo, Scout también, y Pyro para cuando se escapaba de ellos dos, lo que pasó tres veces.

Pyro dijo algo, y todo el mundo se paró a escucharle. Scout asintió, con ganas.

-Sí, eso mismo. Vamos a dar vuelta la tortilla ahora, porque te tenemos de vuelta.

Sonreí. Lo sospechaba, pero era mucho mejor tener la confirmación.

-Oh, bueno. Tendré que estar a la altura para ganarle a esa tríada- dije, con aire despreocupado.

-Oh, claro que sí- sonrió Marcus -Y yo tengo algunas ideas para eso.

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El polvo y el calor eran sofocantes.

Estábamos ganando, de momento, pero BLU no nos daba descanso. Su Scout iba de aquí para allá, sonriendo de oreja a oreja, pero no me prestaba particular atención. Cuando me vio en el campo, pareció alegrarse, y luego me disparó. Falló, pero por poco. Me volví invisible y clavé mi cuchillo mariposa en la espalda de su Engie. Una espalda que palidecía ante la de Marcus, claro, porque ninguna estaba a su altura. Le disparé a su Heavy, que tenía la salud bastante baja, y luego a su Medic. Esquivé las llamas de Pyro y me escondí en un recoveco de unas escaleras, viendo cómo corría tras lo que pensaba que era mi rastro.

Se sentía bien estar vivo.

En un determinado momento, la batalla estaba en el otro lado del campo, pero yo tenía un objetivo claro en vista.

Subí las escaleras, hacia uno de los puntos ideales para quedarse a disparar a la distancia, pisando en las tablas que no crujían, deteniéndome de tanto en tanto. Mi invisibilidad duraría. Paso a paso, concentrándome en mis alrededores, avancé hacia el sitio desde el cual se oían disparos. Un casquillo cayendo. Otro siendo introducido en la cámara del rifle. Sonaba igual a como lo recordaba.

La puerta estaba entreabierta.

El Sniper de BLU estaba allí, con la vista fija en su mira telescópica, el ca?ón del arma apenas asomando por una parte de la ventana con el vidrio cortado. No roto, sino cortado. El ca?ón del rifle estaba pintado de un color opaco, para que no brillase a la luz del sol. Tenía ropas que le tapaban toda la piel, como si no quisiera exponerse al clima desértico.

Entré en la habitación.

Otro disparo, otro casquillo, una nueva bala en la recámara.

Avancé, lento, de a un disparo por vez, mientras el Sniper se movía para observar algo en el campo. Otro disparo. Otro casquillo. Otra bala en la recámara. Estaba a dos pasos, cuando apoyé el pie sobre el suelo, levantando mi cuchillo mariposa.

Una tabla crujió.

Me moví con rapidez, pero el Sniper fue más rápido.

En un momento me movía hacia él, listo para atacarlo por la espalda, y al siguiente él estaba frente a mí, agarrándome las dos manos con las suyas, sonriendo.

-Qué bueno tenerte de vuelta- me dijo, y en sus ojos había sinceridad.

Esquivó mi patada, y le apunté con mi revólver. O a donde debía de estar, porque frente a mí no estaba. Ni su kukri, noté, tarde, cuando lo sentí contra mi espalda.

-Qué bueno verte de una pieza. El anterior era una porquería, ?lo sabes?

-Sí- dije, y decidí arriesgarme -?Por qué?

-Porque él era una vergüenza de hombre, y Scout va a ser mucho mejor de lo que su padre jamás fue.

-No me refería- dije, sintiendo el filo contra mi espalda -sólo a eso.

-Eh, eres un desafío mayor- sonaba sincero. Sniper no solía mentir -Y nadie sabía que estabas allí, ni siquiera nuestro Medic. El anterior no dijo nada. Y eres más útil afuera, entero, que dentro de una heladera, como un repollo olvidado.

-Repollo- repetí, sintiendo que el filo se alejaba hacia un lado.

Giré, esquivando la hoja, tomando su brazo y levantando mi arma. Sniper esquivó el balazo, me golpeó la mano, pero no solté mi revólver. Se acercó a mí, hasta que estuvimos pecho contra pecho, y me rodeó el torso con los brazos, obligándome a bajar las manos. Llevé hacia atrás la cabeza, y él me imitó, manteniéndose alejado.

-Extra?aba dispararte, Spy- sonrió, y era sincero -Así que ve y has que tu Engie se sienta orgulloso, ?vale?

-Vale- le dije, entrecerrando los ojos, y le di un rodillazo entre las piernas.

Sniper se dobló, soltándome. Retrocedí unos pasos, hacia el interior de la habitación, y le apunté a la cabeza con el revólver. Se escuchó un disparo.

La forma de Sniper estaba en el suelo, desapareciendo despacio, y yo no podía creerlo. Me quedé allí por unos segundos, hasta que del australiano no quedó nada, y luego salí a todo correr del nido.

Primera muerte sufrida del Sniper de BLU.

Sonreí.

Iba a hacer que Marcus se sintiera orgulloso de mí.