Pensamientos de la comandante.

Escucho los llantos de Taimi y sin darme cuenta las lágrimas también recorrían mis mejillas.

Nunca me había permitido llorar. Durante toda esta lucha contra los dragones, un dios y otros enemigos, he perdido a varios compa?eros, amigos, hermanos de armas y aun así no había derramado ni una sola lagrima.

Tybalt… mi mentor y amigo. Se quedó atrás, retrasando a los resurgidos para que el resto pudiéramos retirarnos y dar aviso a Tyria que habían tomado la isla de la garra y se acercaban a Arco del león. Fue su sacrificio lo que permitió que el pacto se forjara.

Desde ese momento mi guerra contra los dragones había empezado. Los compa?eros que perdería de ahora en adelante solo iría en aumento. Compa?eros que admiraba y que me admiraban, irían cayendo uno por uno.

Cuando Eir murió, fue un duro golpe para todos, sobre todo para Braham. Estaba lleno de ira. Su madre había sido arrebata cuando apenas estaban formando una relación, eso fue muy difícil para el e hiso que se alejara de todos.

Comprendía como se sentía, comprendía porque actuaba así. Yo en varias ocasiones también quería alejarme de todos, estar sola y gritar… pero no podía permitirme romperme. No podía quedarme atrás, debía seguir, el Pacto necesitaba de un comandante que no se detuviera a lamentarse, que se levantara y siguiera luchando por aquellos que cayeron y por aquellos que aún seguían en la lucha.

Pero esta vez era diferente, había perdido a mi amiga, compa?era, a nuestra última esperanza, pero principalmente, perdí a mi hija.

Un bebé Dragón que incluso cuando era un huevo ya se encontraba ayudándome, y cuando eclosiono no podía creer lo que veía, una linda y peque?a criatura, un bebe dragón de cristal, con enormes ojos amarillos estaba mirándome y cuando nuestros ojos se encontraron, el estrecho vínculo que se formó era incomparable. También fue en ese momento cuando supe su nombre… Aurene.

Después de un tiempo atravesamos las pruebas puestas por los exaltados, para ense?arle sobre la vida y la bondad, y sin poder evitarlo me encari?e cada vez más.

Poco después apareció Balthazar y las cosas no hicieron más que empeorar de ahi en adelante. Primero la muerte de Vlast, su hermano mayor.

Nuevamente alguien moría protegiéndome. Sin detenernos perseguimos a Balthazar hasta La Ribera del Elon, para solo encontrar nuevamente una derrota. Balthazar había acabado con mi vida y te había llevado. No recuerdo bien como, pero logré regresar de la niebla, volví a la vida y junto a mis compa?eros de la Guardia de la Eternidad y un ejército de no muertos de Yoko, marchamos para recupérate y a terminar con Balthazar.

Fue una difícil batalla, pero con la ayuda de la peque?a Aurene, lo logramos, vencimos al dios del fuego y de la guerra. Pero nunca nos imaginamos que, al derrotarlo, firmamos nuestra sentencia de muerte, Kralkatorrik había absorbido la energía de Balthazar y se había vuelto imparable.

- ?Qué aremos ahora? – la pregunta de Braham me helo la sangre, nunca unas simples palabras me habían causado tanto temor –…No lo sé -respondo.

Siento la mirada de todos, una mirada llena de sorpresa, preocupación. Ni yo lo podía creer… no había plan B.

Mientras camino hacia la salida de la cueva alguien me detiene – ?Comandante! …-, me volteo y observo a 2 soldados del pacto, una Asura y una humana. -… comandante... ?A dónde va? - me quedo un momento mirándolas en silencio -Kralkatorrik se ha ido y posiblemente empiece su ataque contra toda Tyria... tengo que avisarles–.

Tybalt – apatia la norn - braham pregunta que aremos ahora