El esplendor del silencio

Título original: The Splendor of Silence

Historia ?Anica.

Personajes de Hannibal ?Bryan Fuller, basados en los de Thomas Harris.

Personajes de Valhalla Rising ?Nicolas Winding Refn.

Traducción ?Αγ?πη.


Traducción autorizada por Anica, prohibida su reproducción por cualquier medio y/o sin mi autorización previa.


Notas del(a) Autor(a): ?Por y para KoolJack1!

Me encantó su historia Humane —amé la idea de Un-Ojo y Will—, y ella fue tan amable de compartirlos e, incluso, revisar y corregir mi escrito.

Nota de la Traductora: Debido a que al traducir del inglés al espa?ol se pierde cierto sentido y/o el ritmo de Anica, la traducción no es 100% fiel, aunque respeté y mantuve la intención/contexto del original.


El inicio

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Will Graham soltó una risita mientras tomaba el palo del pitbull mestizo, volviéndolo arrojar por el sendero, se limpió la baba del perro en la chaqueta y metió la mano en el bolsillo, aunque el invierno estaba llegando a su fin, seguía entumeciendo sus manos.

Uno de los terriers más peque?os volvió con el palo, lo tomó y, con la mano libre, le rascó la cabeza.

—?Lista para volver a casa, peque?a? —Se giró hacia su hogar, a unos veinte minutos de distancia, lanzó el palo, los perros lo pasaron corriendo, se detuvo cuando contó seis, volviéndose, encontró a su más reciente adquisición, Winston, rascando el borde del camino—. Déjalo chico. —Silbó para llamar su atención, Winston no hizo caso, chasqueó la lengua, sin respuesta, suspiró—. Vamos, amigo, es hora de volver a casa y ver a papá beber un poco, ?eh? ?Qué…? —Jadeó al ver unas botas, al instante siguiente, estaba corriendo hacia Winston, preparándose mentalmente para encontrar un cadáver, no sería el primero y, si Jack se salía con la suya, tampoco el último.

Entre la maleza y la hojarasca yacía un hombre unos a?os mayor que él, sin camisa, con una larga gabardina y unos viejos jeans. Will volvió a jadear, estiró los dedos temblorosos hacia el grueso collar de cuero y metal en la garganta del hombre, no llegó a tocar la piel, su mano fue interceptada antes, tratando de alejarse, miró por primera vez al rostro del hombre: estaba lleno de cicatrices, el ojo izquierdo no era más que un amasijo de tejido, pero el ojo derecho, el ojo derecho abrasó a Will con tal intensidad que aceleró su corazón.

—Está bien. —Se escuchó decir—. Todo va a estar bien, te ayudaré. —El hombre parpadeó y el agarre en su mu?eca cedió—. Quédate conmigo. —Inclinándose sobre el hombre, le palmeó la mejilla y tiró de la manga de la gabardina—. Necesito que te mantengas despierto, ?vale? No puedo cargarte.

Logró que el hombre le pasara el brazo por un hombro y lo arrastró hasta que se puso de pie. En todo el camino a casa, mantuvo una charla constante, sin recibir respuesta, creyó que el hombre estaba guardando sus energías para no desmayarse. Siguió hasta la puerta del pasajero de su auto, abrió y prácticamente lo lanzó al interior. Un gemido escapó de su boca cuando el peso sobre su hombro desapareció. Se apresuró a la parte trasera, a las botellas de agua que siempre guardaba (un hábito adquirido al crecer en el abrasador calor del sur), e hizo que bebiera un poco antes de que se desvaneciera.

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Una vez que consiguió que cruzaran las puertas de la sala de emergencias, el personal se hizo cargo, los acompa?ó hasta donde le permitieron, después se dejó caer en una silla. Buscó a tientas el teléfono y marcó el número de Jack.

—?Will? —La voz del agente Crawford sonó ligeramente sorprendida, habían trabajado en un caso y creyó que no volvería a saber de Graham. Después de verse obligado a matar a Garret Jacob Hobbs, el Alcaudón de Minnesota, frente a su esposa e hija, Jack imaginó que tendría que recurrir a la culpa y a rogarle para seguir adentrándose en la mente de los asesinos.

—Sí, Jack —respondió Will, lamiéndose los labios con nerviosismo—, creo que tengo un caso para ti. —Le dio la dirección del hospital y se hundió en el asiento. Sin importar el resultado, iba a estar en deuda con Jack y, en un futuro cercano, terminaría trabajando para él. Desvió sus pensamientos hacia el brillo en el ojo bueno del hombre y en el fuerte agarre de su mu?eca, un escalofrío lo recorrió, aterrador, solitario y extra?amente estimulante, pero ninguna de las emociones le pertenecía.

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—Está hipotérmico y deshidratado —informó el médico con los ojos en el expediente—. La mayoría de las cicatrices son viejas, pero otras tienen un par de semanas o meses. Sus huesos se han roto y vuelto a soldar varias veces, especialmente los huesos de las manos, aunque alguien curó de sus heridas… —Guardó silencio y alzó la vista hacia los agentes—. Desconozco las circunstancias, pero es evidente que estuvo en cautiverio.

Will se debatió entre sentir compasión por el joven médico, que todavía no había experimentado lo peor del mundo, y la frustración por no tener a un galeno más experimentado.

—?Podemos verlo?

—Sí, lo hemos estado hidratando y ya debería estar despierto.

Cuando Will y Jack entraron a la habitación, el hombre de las cicatrices mantuvo la atención en Graham, en el momento que Jack se acercó sus músculos se contrajeron, haciéndolo parecer tenso. Aun en una cama, en bata de hospital y con la intravenosa en una mano, su presencia erizaba los vellos de la nuca, era una tremenda energía a punto de estallar. Por instinto, Will se interpuso entre el hombre y Jack, con la intención de darle tranquilidad, pero el repentino movimiento lo tensó más.

—Soy el agente especial Jack Crawford y él, es Will Graham, al que ya tuvo oportunidad de conocer, somos del FBI. ?Puede decirnos su nombre? —El silencio fue la respuesta—. ?Puede decirnos qué pasó?

El mutismo continuó.

Will se acercó a la cama.

—Sé que te acuerdas de mí —afirmó sin convicción—. Mi perro te encontró. Pesas más de lo que aparentas. —El hombre enarcó una ceja, Will sonrió, al menos lo entendía. Incapaz de mantener el contacto visual, enfocó la vista en las peque?as y finas cicatrices en las manos del hombre, las marcas en carne-viva de las mu?ecas lo hicieron fruncir el entrecejo—. Te obligaban a pelear —soltó sin querer, por lo que se obligó a levantar la vista, el hombre lo había imitado y mantenía la atención en sus manos.

—?Will? —llamó Jack.

Graham se enderezó, sin tener claro cuánto tiempo había pasado, se dirigió a la puerta, seguido de cerca por Jack. Afuera de la habitación, explicó:

—No sé para qué lo hacían pelear. —Negó con la cabeza—. Pero lo ha estado haciendo por mucho tiempo y dudo que lo hubieran dejado ir, así como así. No dirá nada y no creo que haya sido capaz de hacerlo desde hace mucho.

Jack asintió con la cabeza mientras pensaba en voz alta:

—Logró escapar, probablemente tras un sangriento encuentro. ?Crees que haya más?

—Sí. —Will se frotó la frente—. Creo que puede ayudar, pero… —Miró hacia la puerta de la habitación y respiró hondo—. No creo que quiera.

—Ni siquiera me miró. —Jack puso una mano en la cadera—. Es evidente que siente una conexión contigo, ?crees que puedas usarla?

—Haré todo lo que esté a mi alcance, Jack —contestó Will con los dientes apretados—, pero no "usaré" a nadie.

—Que amable* de tu parte.

—Lo encontré a unos veinte minutos de mi casa, al noreste, paseaba a mis perros, así que tal vez sea a un kilómetro y medio. —Suspiró al darse cuenta de que había exagerado—. No pudo haberse alejado demasiado.

—A menos que alguien lo llevara.

—No. —Will negó con la cabeza—. Pasó a?os en cautiverio, no confiaría en nadie.

—Está bien, enviaré a alguien a echar un vistazo. —Jack miró su reloj—. Vete a descansar, ?necesitas que te lleve?

—Traje mi auto. —Will miró a la puerta, luego a Jack—. Me quedaré un rato más.

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Graham se sentó en la silla junto a la cama, la cabeza del hombre se giró hacia él, la mirada que recibió fue tan intensa como la que le dio en el campo. Después de unos instantes, las manos del hombre se apretaron en un pu?o, el ojo bueno bajó la vista y volvió a enfocarse en él.

—?Quieres saber cómo supe que peleabas? —indagó Will, mirándolo a la cara. Los hombros del hombre se relajaron y él lo interpretó como una afirmación—. Tengo una cantidad abrumadora de empatía, puedo pensar como los demás, me enfocó en algo y reconstruyó lo que pasó en un determinado momento. —La incredulidad y el agotamiento ti?eron el rostro del hombre—. ?Hay alguien que te esté buscando? —De pronto, tuvo el impulso de alcanzar su teléfono e investigar, pero se dio cuenta de que, si el hombre no podía o quería hablar, no debía dejar de verlo.

Cada contracción facial y tic hablaban por él, eran leves se?ales, tan sutiles que Will estaba seguro de que la única razón por la que podía captarlas era porque el hombre así lo quería. Por ejemplo, en ese instante, las manos se tensaron y relajaron: No, nadie lo estaba buscando.

—?Se quedó alguien atrás? —El hombre desvió la vista, poniendo el hombro rígido—. Los encontraremos. —Sabía que su palabra no tenía peso para el hombre, pero no pudo evitarlo—. Descansa, estás a salvo.

Cuando el agente no hizo amago de retirarse, el hombre volvió a mirarlo, sin revelar nada, cerró con lentitud los ojos.

Will aprovechó el momento para contemplarlo: de facciones duras con cicatrices largas, pómulos afilados, barba incipiente salpicada de canas, el cabello largo, supuso, más allá de los hombros, lo hacían ver más grande de lo que, tal vez, era.

No tardó en retirarse. En el auto, se hundió en el asiento, frotó su cara y gimió. No podía apagarlo ni dejarlo ir. Hasta que no tuviera el panorama completo, caminaría con el peso del collar alrededor de la garganta, con una tensión constante en el hombro y lucharía por pronunciar cada palabra. Ahora, el hombre de las cicatrices formaba parte de él.

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No durmió bien esa noche, le dio la bienvenida al amanecer en el pórtico con una fuerte taza de café y una llamada de Jack, mientras observaba a sus perros.

No encontraron nada en la carretera —informó Crawford—, el equipo y yo nos encontraremos contigo, puede que los perros logren olfatear algo.

Will accedió, luchando contra el impulso de pedirle que se apresurara para poder irse al hospital.

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A unos pasos de la habitación del hospital, Will escuchó un golpe y se abalanzó hacia la puerta, llegó a tiempo para ver al hombre intentar ponerse de pie, en instantes estuvo a su lado y pasó un brazo del hombre por encima de sus hombros. El otro se tensó, pero ci?ó la mano alrededor de la cintura de Will y se incorporó despacio.

—No es momento de ser tímidos —bromeó Graham con una sonrisa—. No después de ayer. —Por el rabillo del ojo, captó una divertida mueca en los labios del otro. Llegando a una conclusión lo acercó al ba?o, cuando el hombre salió, parecía más estable sobre sus pies. Will se mantuvo cerca, mas no fue necesaria su asistencia. Una vez que ambos estuvieron sentados, Will en una silla y el hombre en la cama, profirió—: Llevé a Jack al lugar donde te encontré. ?Hay alguna probabilidad de que tengas idea de cuánto tiempo caminaste?

El hombre desvió la mirada, Will había aprendido a interpretarlo como un "no".

—No pasa nada. —Se encogió de hombros—. Lo averiguaremos.

Como respuesta, obtuvo un endurecimiento de los músculos.

Will se inclinó hacia adelante.

—Encontrarán los cuerpos de quienes te mantuvieron cautivo. —El hombre giró la cabeza hacia Will, la mirada intensa volvió a hacer mella en él, en vez de alejarse, hizo todo lo posible por reconfortarlo—: Ya no pueden hacerte da?o.

Por un segundo, pareció que el hombre iba a sonreír, pero se mantuvo imperturbable, así que Will tomó el control de la televisión.

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Will lo observó comer con entusiasmo la comida del hospital, si bien era delgado, intuía que no estaba desnutrido, un luchador débil era malo para el negocio, por lo que la comida debió haber sido suficiente para mantenerlo en forma.

—Si disfrutas de esta mierda, será muy fácil para mí impresionarte con mi comida.

El hombre se detuvo a mitad de camino al plato, un leve arqueo de cejas fue interpretado como cuándo y por qué probaría su comida, Graham se preguntó lo mismo. Probablemente, sería dado de alta por la tarde y sentía la necesidad de mantenerlo cerca. La llamada de Jack le dio la excusa perfecta para no responder y salir de la habitación.

Los perros perdieron el rastro —dijo Jack—. No encontramos nada en el bosque, pero creo que tenemos una pista. —Se escuchó el eco de los altavoces, mientras Crawford conducía—. Ayer, los lugare?os encontraron a un chico, les dijo que unos tipos lo tenían secuestrado.

—?Cómo es que lo sabes hasta ahora? —Los casos de secuestro de menores atraían la atención del FBI con rapidez.

La unidad de víctimas especiales estaba a cargo del caso, pensaron que era parte de una red de trata y no querían que tomáramos el caso. —El tono de voz fue mordaz, a veces la guerra para ver quién la tenía más grande entre el FBI y la policía local se interponía en lo que realmente importaba—. Hicieron que el chico hablara con su psiquiatra antes de creerle sobre las peleas en una jaula.

—?Para qué querrían a un ni?o?

Esperaba que me lo dijeras. ?Crees que lo estaban entrenando?

—Tal vez. —Will se encogió de hombros—. Si el chico está hablando, quizás deberías traerlo.

Ese es el plan, aunque primero quiero interrogarlo.

Will no le dijo al hombre sobre la nueva información, pasaron la mayor parte del tiempo en un cómodo silencio, que de vez en cuando él rompía.

Por la tarde, el hombre había empezado a caminar por la habitación, en lo que Will supuso era un intento por recuperar sus fuerzas o por el simple placer de hacerlo.

La puerta se abrió, Jack entró seguido de un ni?o rubio con el cabello sobre los ojos, no pasaba de los diez a?os, cuando su mirada se encontró con el hombre de las cicatrices, sus ojos se abrieron sorprendidos y se abalanzó sobre él. Los peque?os pu?os golpearon el abdomen del hombre, pero este no hizo nada por detenerlo.

—?Me dejaste! —vociferó el chico—. ?Fuiste demasiado rápido y no pude seguirte! —Golpeó tan fuerte como pudo—. ?Te fuiste! ?Me dejaste!

?Ey! —Jack hizo amago de tomar por el hombro al ni?o y apartarlo, pero el hombre fue más rápido, lo tomó por la mu?eca y la torció en un ángulo doloroso, con su mano libre puso al ni?o detrás de él.

—No iba a hacerle da?o —afirmó Will con suavidad, cayendo en cuenta de que sujetaba la mu?eca del hombre. La cercanía lo puso alerta, armándose de valor, alzó la vista—. Nadie va a lastimarlo.

El hombre de las cicatrices soltó a Crawford, el agente dio un paso atrás y se recompuso. Will mantuvo el agarre por unos instantes.

—No debiste haberme dejado —susurró el chico desde su posición.

El hombre le lanzó una mirada poco impresionada al rubio, en vez de intentar comprenderla, Will prefirió enfocarse en el ni?o.

—?Cómo te llamas?

El chico se encogió de hombros y salió de su refugio.

—Aaron, aunque ellos me llamaban "chico".

—?Quiénes son ellos?

—El Sr. M, el Sr. E y el Sr. K, así es como se llamaban entre ellos.

—Y ?cuál es su nombre? —preguntó Will, se?alando con la cabeza al hombre de las cicatrices.

—Un-Ojo —respondió Aaron, se encogió de hombros ante la mirada de sorpresa que el hombre le dirigió—. ?Qué? Necesitabas un nombre. —Se volvió hacia Graham—. No tenía nombre, así que le di uno.

Will miró a Jack, Crawford se encogió de hombros. Cuando interrogó al peque?o lo único que logró que le dijera era que conocía al tuerto, después se negó a hablar hasta que lo llevaran con él.

—?Para qué te querían? —indagó Will, temeroso de la respuesta.

—Para atender a Un-Ojo. —Aaron se apoyó en el hombre, que no lo alejó ni lo acercó—. Nadie se acercaba a él. A menos que estuvieran atados, nadie se acercaba a los luchadores.

—Creían que los luchadores no te harían da?o. —Will evitó decir "Y si lo hacían te reemplazarían"—. ?Cómo terminaste metido en esto, Aaron?

—Ellos me dijeron que mis papás me vendieron. —El chico se encogió de hombros, restándole importancia—. Pero no les creí, había varios ni?os que se robaron. No recuerdo cómo llegué ahí.

Will se giró hacia Jack.

—Tal vez pueda llevarnos a dónde los tenían secuestrados. —Se volvió hacia el ni?o—. ?Crees poder ayudarnos, Aaron?

El ni?o miró a Un-Ojo, después a Will con incertidumbre.

—No se meterá en problemas, ?verdad?

—?Qué hizo?

—Lo obligaron a matarlos, a la mayoría. —La voz de Aaron apenas fue más fuerte que un susurro—. No iban a dejarlo ir.

Después de asegurarle que todo estaría bien, Will, Jack y Aaron partieron. El peque?o era bastante parlanchín, Will no estaba seguro de si todos los ni?os eran así o si no había tenido con quien hablar en mucho tiempo.

—?Ha hablado alguna vez? —preguntó, mientras el ni?o los guiaba por las calles que había recorrido después de que Un-Ojo los liberó.

—?Un-Ojo? —Graham hizo una breve inclinación de cabeza—. Nadie lo ha escuchado hablar ni siquiera cuando estaba herido.

Curioso, Will no se pudo resistir:

—?Es bueno?

—El mejor. —El chico sonrió con orgullo—. Nunca ha perdido. —Y empezó a parlotear sobre las peleas, de cómo antes de cada encuentro los due?os de cada luchador revisaban al oponente y hacían pruebas para detectar drogas, la pelea era por la supervivencia y no por la rabia inducida por los esteroides. Los luchadores valiosos no peleaban hasta morir, pero si llegaba a suceder, bueno, era parte del juego—. Querían que las peleas fueran largas y que el público tuviera el espectáculo que pagó por ver. —La sonrisa de Aaron se ensanchó—. En cuanto los tenía cerca, ?Un-Ojo les rompía el cuello como si nada!, y el se?or M, el jefe, se ponía como loco.

Graham le lanzó una mirada preocupada a Jack, Aaron hablaba de la muerte de personas como si fuera mero entretenimiento, se preguntó si alguna vez llegaría a ser normal o por lo menos fingir ser normal.

El tono bajo y distante de Aaron lo sacó de sus pensamientos:

—Por eso recibía una paliza y, como no le importaba, empezaron a golpearme y dejó de hacerlo. —Hizo una pausa y se?aló un gran edificio al final de la calle—. Es ahí, ahí es donde nos tenían.

Aaron quedó bajo el cuidado de un oficial, Jack llamó a su equipo y Will recorrió la escena:

Duró a?os aislado, sin más compa?ía que la de un ni?o que hablaba sin parar, se mantuvo observando, esperando por el momento perfecto y todo acabó en un instante. Logró romper las cadenas con un trozo de metal que encontró y escondió, al primero que vino corriendo le quebró el cuello, los otros dos lo acorralaron con la intención de dominarlo, hubiera sido más prudente huir, pero su error fue su ganancia, los mató sin pausas, fácil y rápido, como lo imaginó por a?os; les quitó la gabardina, los jeans y las botas, abrió la puerta donde estaba el ni?o y corrió. Nadie lo perseguía, pero no podía parar, los sonidos de la calle lo abrumaron y continuó corriendo, en búsqueda de silencio y libertad.

Había sido calculado, pero no tenía un designio, sin miedo, sin ira ni pasión, Will solo vio el deseo de sobrevivir, lo que hacía a Un-Ojo más peligroso de lo que pensó. Si la escena hubiera sido un desastre, lo habría entendido, nadie lo habría culpado por destrozarlos, sin embargo, los mató a sangre fría.

Aunque podía sentir su deseo de vivir y la preocupación por liberar al chico, por lo que al informar a Jack y a su equipo no hizo mención de la falta de emociones —podrían creer que era demasiado peligroso y lo que menos necesitaba Un-Ojo era una nueva prisión—, en cambio, les habló sobre un hombre que no se dejó destruir, que se defendió hasta las últimas consecuencias y salió victorioso.

Por su parte, el equipo de Jack halló archivos y libretas codificadas, que estaban bastante seguros de poder descifrar.

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De regreso al hospital, Will no lo hizo solo, Beverly lo acompa?ó para tomar las huellas de Un-Ojo e indagar más sobre él. A pesar de la explicación, el hombre mantuvo sus reservas con la agente Katz, su mirada no se apartó de Will, ni siquiera prestó atención a lo que decían.

Cuando ella se fue, después de prometer que llamaría a Graham si encontraba algo sobre su silencioso amigo, Will dijo:

—Te conseguimos algo de ropa, aunque tuve que adivinar tu talla. —Mantuvo la mirada por encima de los anchos hombros del hombre—. Te darán de alta pronto y puedes quedarte conmigo hasta que todo se resuelva. —No se le pasó la mirada de confusión y aprehensión de Un-Ojo, Jack ni siquiera se había preocupado por interrogarlo, menos por darle un lugar donde quedarse. Si bien, Will apenas y lograba sonar razonable para sus propias consideraciones, no tenía más respuestas—. Espero que te gusten los perros.

Los hombros de Un-Ojo se tensaron, Will se mordió el labio inferior sin querer conocer el motivo, pero incapaz de detenerla, su mente le dio la respuesta: tenía tenues marcas de mordidas en los antebrazos, prueba de que había sobrevivido a algo más que a la vileza de los humanos. Graham esperaba que tuviera claro que los perros no tenían más culpa que él por las vidas que tomó, pero si no era así, lo entendería.

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Los perros se arremolinaron alrededor de ellos sin ser agresivos, para alivio de Will, la tensión en los hombros de Un-Ojo fue desapareciendo mientras le mostraba la casa.

Cambió las sábanas y preparó la cena siendo seguido de cerca por el hombre, en el momento en que se dio cuenta de que ya no estaba en la misma habitación lo buscó. Lo encontró en el ba?o, frente al espejo, inspeccionando el ojo herido, Will no estaba seguro de cuándo lo había perdido, pero de lo que sí tenía certeza era de que esta era la primera vez que se tomaba el tiempo para mirarlo.

—Te conseguiremos un parche —comentó con ligereza—. Hace unos a?os estuvo de moda, algo relacionado con Johnny Depp, creo. —El hombre no lució emocionado, Will bajó la mirada—. Lo siento, yo… solo intentaba… —Negó con la cabeza—. Puede que no lo hayas notado, pero soy bastante torpe socialmente. —Will lo escuchó respirar con fuerza, sintiéndose estúpido por la broma, no se atrevió a levantar la vista. El sonido de los cajones siendo abiertos anegó la habitación y, al momento siguiente, Un-Ojo estaba parado frente a él, demasiado cerca, extendiendo unas tijeras—. ?Estás seguro? —Su padre le había ense?ado a cortarse el cabello, si podía domar sus rizos, los mechones lisos de Un-Ojo no serían problema—. El cabello largo está de moda.

Un-Ojo se deshizo de la cola de caballo, tomando asiento en la tapa del inodoro, levantó el rostro y lo miró —supuso Will— con la paciencia dada a un cachorro o a un ni?o peque?o especialmente tonto.

Will no pudo evitar la sonrisa, hizo una pausa tratando de averiguar el color del ojo del hombre, tenía un tinte rojo en el ámbar. Por un segundo, las cicatrices ya no estuvieron y la imaginación de Will puso el ojo faltante.

?Sería bastante guapo?, pensó, ?de una manera exótica?. Parpadeó y las cicatrices volvieron. ?No lo hacen ver mal, son un recordatorio de lo que ha sobrevivido?. Con más seguridad, manifestó—: Haré lo que pueda. —Y dejó que su mano recorriera las hebras grises antes de cortarlas.

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Will cedió su cama al invitado y él se acostó en el sofá. Sin embargo, el sue?o tardó en llegar, repasando cada mirada que compartió con Un-Ojo, se preguntó sobre los motivos para tenerlo en su casa, sin llegar a una conclusión, por fin se quedó dormido.

Corría por el bosque, siendo perseguido por sombras, si lo atrapaban su destino sería peor que la muerte.

Will se enredó con las sábanas y cayó al piso, aturdido, medio dormido, sintió como lo levantaron, lo volvieron a poner en el sillón y acomodaron la manta alrededor de su cintura. Debió estar so?ando porque cuando extendió la mano en la oscuridad lo único que encontró fue la nariz humedad de sus perros, tratando de llamar su atención. Pronto volvió a dormirse.

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Nota de la Traductora: *En el original es "How very social of you" (que sociable de tu parte/que social eres), sin duda una referencia a la serie de Hannibal.

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