Mandalas Imaginarios

Advertencia: completamente basada en Orange is the new black, luego de la séptima temporada.

Habían sido semanas completas de procesar todo lo que había pasado y de reprocharse a sí misma por permitir que las cosas hubiesen terminado como lo habían hecho. Ya no era una adolescente hormonal y no debía resolver sus problemas de pareja simplemente acostándose con alguien más porque se sentía herida; no podía seguir intentando llenar el vacío de su ausencia con otras personas. No había dejado de amarla antes, y no tenía intenciones de dejar de hacerlo, por lo que era fácil suponer que difícilmente pudiera en el futuro.

—?Creer que le vaya a gustar a Neri? –preguntó su madre.

Estaba de completamente inmersa en sus pensamientos por lo que realmente era de poca ayuda para su madre quien le había pedido que la acompa?ara a comprarle un regalo de cumplea?os a la esposa de su hermano.

—Piper, ?estás escuchando? –llamó su atención.

La relación con sus padres había cambiado para siempre luego de la estadía en la prisión, y en realidad lo apreciaba bastante. Habían sido más de tres décadas de mantener las cosas bajo el tapete aun este hiciera un montículo que no dejara ver el horizonte.

—Lo siento, no... -admitió –y no creo que vaya a apreciar un regalo adquirido en un centro comercial el cual representa lo desalmado del capitalismo, la vulneración de las condiciones laborales y explotación de los trabajadores de la que ha demostrado ser parte por siglos la industria textil...

Estuvo a punto de mencionar su breve participación en dicho rubro, pero lo analizó mejor y eso podía generar preguntas, por lo que la mención a la experiencia adquirida durante esa etapa, prefirió reservársela. Pudo ver a su madre colocar los ojos en blanco, aceptando finalmente que estaba buscando en el lugar equivocado.

—Posiblemente deberías escoger algo en un anticuario y aquello que no considerarías llevar para ti misma ni en un millón de a?os –bromeó –o tal vez podríamos ir a algún God's Will... madre hay cosas de lo más interesantes por precios absurdos, ?quién lo hubiese pensado...?

Su madre se rio por el comentario y obvia burla a su estatus, y se rindió con la búsqueda con rapidez, y la invitó a un sofisticado café que estaba en las cercanías, buscando un lugar estratégicamente apartado, y luego de acomodarse y pedir lo que tomarían, ella fue directamente al asunto que le concernía:

—?Qué es lo que está pasando con Alex? -quiso saber.

Abrió sus ojos ante la sorpresa de que ella intuyera que las cosas no iban precisamente bien.

—?Por qué piensas que pasa algo con ella? –consultó asombrada.

—No la has mencionado últimamente, lo que es... extra?o –indicó.

Que su madre iniciara una conversación de ese tipo la tomó por sorpresa. Toda la vida se la había pasado intentado cubrir el sol con un dedo, por lo que fue impactante cuando menos estar viendo su rostro interesado, intentando enterarse de algo que bien podría incomodarle. Pudo haberle dicho algo distinto y no responderle con sinceridad, sin embargo, en realidad necesitaba hablar sobre ello y no era que hubiese una audiencia interesada en ella y sus problemas. Era la primera persona que le preguntaba cómo estaba en bastante tiempo...

Le contó sobre la ruptura, la transferencia a Ohio, la invitación de Zelda para ir a North Hampton, y sobre cómo había reaccionado cuando la madre de Alex había muerto, y fuera de los gestos de desaprobación que imaginó que haría, ella escuchó atentamente, haciendo que por primera vez desde que su abuela había fallecido, se sintiera acogida y considerada como un ser humano con sentimientos y preocupaciones por alguien de su familia.

—Si me lo preguntas a mí –habló luego de un momento -solo necesitas demostrarle que no te irás de su lado. Los hechos demuestran más que mil promesas, porque las palabras se las lleva el viento, querida.

Era lo más jodidamente obvio, y sin embargo no lo había considerado. Alex insistía en que ella no manejaba bien el caos emocional y que se terminaba yendo sin mirar atrás, y si lo pensaba con detención, quizá tenía razón... al menos eso le había demostrado a ella, y no era la primera vez que la calificaba de alguna forma sin estar de acuerdo con ello y resultaba estar en lo cierto luego...no podía invalidar su opinión.

—?No preguntarás sobre Zelda? –la interpeló extra?ada.

—?Para qué? Sería solo otro Larry en tu vida –se encogió de hombros –te atrae, es agradable y considerada, pero no es Alex, ?verdad?

?Qué pasaba con su madre que era como el oráculo de las respuestas certeras?

—?Y Ohio? –consultó.

—Hay vuelos a diario –respondió –solo tienes que hacer lo posible por venir a casa de vez en cuando, ?sí?

Ella lo había resuelto todo en minutos, sus conflictos parecían tener una solución mucho más simple de lo que había de lo estimado y se debió reflejar en su rostro la conmoción al percatarse de quién venían esos consejos.

—No te sorprendas tanto –le sonrió –cualquiera diría que pensabas que tu madre es una persona fútil e insulsa...

Salió de su consternación para dar paso a una risa muy genuina.

—Esto es grandioso –reconoció - ?por qué no pudimos conversar así antes?

—Porque luego de que terminaras en prisión y de tan solo pensar que podrías haber muerto, me replanteé muchas cosas, Piper –sostuvo seria –no fui una madre en la que pudieras apoyarte, y eres mi única hija... no puedo vivir o dirigir tu vida, pero sí sé que quiero ser parte de ella, e imponiéndote mis convicciones no va a hacer que eso pase...

La entendió, y no la cuestionó. Todos necesitaban su tiempo para comprender las cosas y ordenar sus sentimientos y a algunos les tomaba más. Quién era ella para juzgar, después de todo, siendo sus padres como eran, les otorgó de manera gratuita el estigma social de ser los progenitores de una expresidaria registrada. Era imposible que no tuvieran conflictos con eso, y aun así ella estaba tratando de lidiar con ello enfrentándolo y no evitándolo como hubiese esperado que lo hiciera.

—Gracias mamá –agradeció sinceramente.

—Nunca más intentes conformarte con algo que no sea lo que realmente quieras –le aconsejó –eso es estúpido y tú no lo eres, y no te haces más joven.

Su madre cambió drásticamente de tema y una llamada interrumpió la conversación mundana sobre el trabajo que sostenían, y la reunión se terminó abruptamente.

—Cari?o, tendré que irme –le avisó - ?ves? Al menos con Alex no tendrás que preocuparte de su closet, ella sabría qué escoger por sí misma. Los hombres son lo peor.

La dejó nuevamente sorprendida por el comentario y ligera aprobación a su relación y con una sonrisa y se despidió, antes dejando pagado lo consumido, lo que la alivió enormidad, porque la cuenta bien podría haberle costado medio día de trabajo. Un lujo que no podía permitirse y que ni siquiera buscaba satisfacer en la actualidad.

Carol tenía las cosas bastante claras, de seguro de esa manera lograba anticiparse y evitarlas infaliblemente en el pasado, y si se detenía a pensarlo, tenía razón en lo que dijo sobre Alex y la gran diferencia entre tan solo expresar una intención y trabajar para que se transformara en algo real, por lo que sin perder tiempo comenzó a averiguar lo necesario para un viaje de investigación a Ohio. Ya había perdido suficiente tiempo.

.

Estaba decidido que no iba a ir a North Hampton, pero que tampoco era necesario que se quedara en New York. Era un lugar vacío, lleno de recuerdos y vivencias que poco significaban para ella en el presente y parecía ser algo mutuo. Solo había bastado un a?o y medio y se sentía como si hubiese sido mucho más tiempo, era como si ya no hubiese un lugar para ella ahí.

Había tardado unas semanas, pero finalmente había podido ahorrar suficiente para un viaje a Ohio y arriesgándose a ser rechazada, se encontró a si misma rentando un auto con dirección hacia el recinto penitenciario en el que Alex estaba. Le había escrito pidiéndole que por favor la incluyera en el registro de visitas, y aunque no obtuvo respuesta, por lo que era posible que ni siquiera consiguiera verla, sin embargo, cuando se presentó en la recepción estaba inscrita, así que ahí se encontraba, esperando por ella que apareciera y no se negara a verla.

Ella estaba tardando y estaba temblando, sentía las piernas débiles y apenas podía controlar el nerviosismo. Solo podía esperar a que ojalá no se le reflejara en la voz.

—Piper...

Su voz profunda era un deleite para el oído. Volver a escucharla después de casi tres meses tuvo un efecto tranquilizante. Estar finalmente frente a ella, pudiendo ver sus ojos sin un vidrio de por medio, confirmó lo que ya tenía más que asimilado: solo podía ser ella...

—Alex... -respondió luego de un momento de observarla con detención.

Ella se veía bien, lucía grandiosa incluso con ese uniforme: el azul le sentaba con su pálida piel. Se miraron por unos segundos y luego se sonrieron, no sabía bien por dónde empezar, sin embargo, no le pareció un silencio incomodo, sino uno nervioso y de reconocimiento.

—?Andabas por aquí por el vecindario? –preguntó burlonamente Alex levantando una ceja.

Una sonrisa inevitable se formó en su rostro, amaba su humor, como a ratos también le parecía difícil de manejar que no pudiera evitarlo en situaciones que precisamente no lo ameritaba.

—Sí, casualmente pasé por acá y se me ocurrió pasar a saludar... -contestó rápidamente –Te extra?o, Al.

La sonrisa de Alex desapareció, y miró al suelo, y no pudo evitar preguntarse si tal vez había cometido un error al ser tan directa, luego de todo lo que había acontecido, pero no podía permitirse el lujo de no decirle lo que realmente sentía.

—?Podrías mirarme? –solicitó casi suplicante.

Ella hizo una mueca con la boca y finalmente volvió a fijar su mirada en su rostro, notando que los tenía acuosos.

—De verdad creí que no volvería a verte –dijo Alex con la voz entrecortada y apenas audible.

Había sido ingenuo de su parte pensar que algo como la distancia iba a apartarla de su lado. Ni con el tiempo había conseguido alejarla de su cabeza, simple tierra de por medio no iba a lograrlo. Recuperarla era su causa, y la más importante de todas.

— ?Te alegra o te pone triste? No logro identificar tus emociones justo ahora –bromeó.

— ?Me estás jodiendo? –preguntó de regreso.

—Sí –afirmó.

Alex estaba contenta de verla, no tenía que decírselo, pero quería oírlo. Necesitaba una confirmación, pero ella se le adelantó.

— ?Qué estás haciendo acá, Piper? –interrogó ella –?a seiscientas millas de distancia o si prefieres el sistema métrico, a novecientos kilómetros de tu casa...?

Había ido a verla porque quería saber cómo estaba, si iba todo lo bien que fuese posible su vida en ese lugar, y tenía un discurso elaborado con la intención de no abrumarla, pero las palabras que salieron de su boca no habían sido las que durante todo el viaje había pensado que le diría, cuando ella infaliblemente quisiera conocer los motivos de su visita.

— ?Te están tratando bien? –quiso saber - ?es posible que esto sea peor que la máxima de Litchfield?

—Sorprendentemente es bastante mejor –reveló –hay caras conocidas, los guardias son medianamente razonables y ninguno ha tratado de meterme contrabando por la garganta; me he mantenido fuera de problemas pasando todo lo inadvertida que puedo.

Si era honesta, poco pensaba en Litchfield luego de que Alex fuera trasladada, pero le resultaba inverosímil que la misma bestia que la forzó a tragar algo así estuviera a cargo de todo. El sistema estaba jodido, y al parecer ella tenía una estrategia de sobrevivencia asimilada.

—No me explico cómo podrías pasar tú inadvertida –se burló.

Era una mujer altísima, hermosa y jodidamente sexy, ?cómo siquiera era posible que pudiera pasar desapercibida por alguien?

— Pipes... pasé meses observándote en el campus, y tú nunca me notaste hasta que te hablé –confesó –Laura Ingalls Wilder...

Recordó instantáneamente la noche que la conoció, y como la había llamado también de esa forma ese día.

— ?Así es como me decías? –la interrogó riéndose –?así te referías a mí?

Alex le confirmó la información, y se rieron juntas de su apariencia puritana de ese entonces.

— ?Y tú? ?Cómo estás? –la interrogó curiosa.

Sus ojos claros se posaron nuevamente en ella, buscando saber si realmente le diría la verdad, evaluando su postura y gestos, como un polígrafo, pero más creíble e infalible.

— Estoy bien. El trabajo es aburrido y poco demandante intelectualmente, pero no tengo demasiadas ofertas, ya sabes que los empleadores no se mueren de ganas de contratar exconvictos registrados, y de momento tengo el lujo de decidir mis propios horarios, por lo que no me quejo... –contestó sonriendo –y he estado pensando en que me gustaría a volver a estudiar...

La miró buscando saber qué pensaba sobre eso y parecía que lo aprobaba.

— Eso es genial, Pipes... ?ya sabes qué? –profundizó el tema.

Realizó un gesto con la mano que le indicó que aún estaba trabajando en ello. Tenía una idea, pero no terminaba de analizar los pros y contras, costos asociados, y algunos otros aspectos antes de finalmente tomar una decisión concreta.

En un instante hizo una pregunta impertinente, directa y con solo tres posibles respuestas.

— ?Aún me quieres? –indagó con impaciencia.

La escuchó carcajear ante su impulsiva pregunta, pero su respuesta no se hizo esperar.

— Sí –afirmó.

Necesitaba corroborarlo tanto casi como sus pulmones le exigían aire, y finalmente, la tensión abandonó su cuerpo, cosa que por supuesto Alex percibió porque eso era lo que ella hacía: leer a las personas.

— ?Está tu ego más tranquilo ahora? –la cuestionó mofándose.

— Sí, pero también mi corazón...–respondió.

Hizo un gesto de incomodidad por lo que había oído y no pudo evitar reírse. Sabía que la cursilería barata le daba urticaria, pero era lo cierto. Se sentía aliviada y renovada.

— ?Y tú? –interrogó Alex enseriándose.

Su mirada penetrante se clavó en sus ojos, haciendo que no pudiera apartarlos. Ella hacía eso también, si debía hacer una analogía, posiblemente así se sentiría un animal a punto de ser cazado... mierda, cuánto le asustaba y le gustaba a la vez el poder que tenía sobre su persona...

— No me interesa conocer a nadie más, y cuando me imagino que podrías dar vuelta la página conmigo... -declaró.

Un día Lorna le había dicho si se escuchaba a si misma hablar y desde entonces trataba de tener más cuidado con sus respuestas, pero solo pensó en eso después de analizar lo que le contestó.

—Eso se debió escuchar horrible –reconoció –soy una persona terrible, te estoy diciendo que te quiero y aun así lo hice parecer como algo egoísta.

Miró su rostro y pudo ver cómo le había causado gracia su disputa personal. Ella por supuesto tenía pleno conocimiento de eso, porque si había alguien que conocía los aspectos más oscuros de su persona, era precisamente quien la miraba escrutadoramente.

—Estoy completamente bien con que seas tu persona más importante, Pipes –evidenció –lo prefiero así, de hecho.

Trató de buscar algún indicio de burla, no obstante, no lo encontró. Hablaba en serio.

— ?Por qué? ?por qué preferirías a alguien así? –averiguó confundida.

Quería saber por qué escogería a alguien intrínsecamente egoísta, y ella se tomó un momento para argumentar su respuesta.

—Porque de esa forma yo puedo estar tranquila sabiendo que siempre harás lo que sea más beneficioso para ti –soltó con seguridad –y no necesariamente eso resulte en algo que yo comparta o estime conveniente para mí, por lo que me digámoslo así, me intrigas, me atraes... y mierda, me inquietas también.

La miró fijamente y entendió lo que quería decir: sin importar la situación saldría bien parada de ello, por lo que simplemente ese rasgo de su personalidad le acomodaba, le gustaba y le asustaba.

—Vaya... -contestó extra?amente halagada.

—Soy egoísta también –admitió –todos lo somos...

Ella le pidió que le contara un poco de su vida en esos meses, y a grandes rasgos ambas se actualizaron sobre la otra. La observó mirar a todos lados, y notando que nadie les estaba prestando atención, extendió su mano en su dirección. con la clara intención de que hiciera lo mismo. Fue un toque breve, y no fue ni remotamente sexual, pero se sintió mucho más íntimo que eso y sin atreverse a desafiar la suerte, la soltó. No quería meterla en problemas, sin embargo, aún segundos después todavía podía sentir un hormigueo donde ella la había tocado...

—?Dos minutos! –alertó uno de los oficiales a cargo de la vigilancia.

?Tan pronto tendría que irse? No quería, se sentía como si hubiese llegado hacía tan solo uno.

—Mierda –se lamentó –el tiempo transcurre rápido...

—En mis circunstancias eso es algo completamente positivo –evaluó ella.

— Sí, es verdad –estuvo de acuerdo –no lo pensé en esa forma.

—Lo sé... -aceptó –te estaba jodiendo, yo también quisiera estar conversando más tiempo...

Sin perder otro segundo, se animó a decirle lo que había pensado durante el viaje.

—Alex, no voy a presionarte ni a exigirte –dijo en un tono más bajo –pero quiero que sepas que, si de pronto quieres llamar o escribirle a alguien, o si necesitas algo, como nueva graduación de anteojos o lo que sea... siempre será un buen momento para mí...

Quería que supiera que de verdad podía contar con ella, y que estaría feliz de que se decidiera a aceptar el ofrecimiento, porque además no podía dejar de preocuparle el hecho de que literalmente ella no tenía a nadie más. Ella asintió y prometió que lo haría.

—?Despídanse! –gritó el guardia.

—Hombre –se quejó –?no puedo creer que esos fueran jodidos dos minutos!

—Esos no fueron ni treinta segundos –confirmó molesta Alex.

Era evidente que ninguna de las dos quería despedirse.

—Piper... –llamó su atención –gracias por venir, estoy realmente feliz de verte. Agradezco que deposites a mi cuenta, aunque eso no es necesario...

—Yo sé que tu demanda de hilo dental es bastante alta –se burló –solo quiero estar segura de que puedas cubrirla. Al, cuídate... vendré pronto a verte nuevamente.

Ella la miró extra?ada luego de decir lo último, y sin dejar de ver hacia atrás hasta que desapareció tras una pared, aunque justo antes articuló un silencioso "te amo", esperando a que ella hubiese logrado captarlo a esa distancia.

Solo habían sido cuarenta y siete minutos, contra más de cinco horas para poder verla, y eso sin contar el viaje de regreso, y no podía imaginar una mejor inversión de su tiempo y dinero, y si había tenido alguna duda, ya esta se había disipado: Columbus, Ohio, sería su nuevo lugar de residencia, no obstante, no se lo diría a ella hasta cuando ya estuviera instalada. Cual fuera su opinión sobre eso, esa era su decisión y no dejaría que nadie influyera en ella.

.

Alex cumplió con lo prometido, y la llamaba en cada oportunidad que podía. Hablaban cosas triviales de sus días, de anécdotas, libros y lo que fuera que ameritase ser mencionado, aunque no era del todo sincera porque le ocultaba el hecho de que literalmente estaba arreglando todo para mudarse de estado. Tenía visto el sector al que se trasladaría (luego de analizar un lugar conveniente y la distancia de la prisión), miraba las ofertas laborales con flexibilidad horaria y analizaba posibles lugares donde estudiar, y la mayor conclusión era que Iba a necesitar un automóvil propio, lo que le complicaba ya que exigía más inversión.

Ya teniendo todo casi listo, solo quedaba una cosa por hacer. Tomó aire, y sin pensarlo mucho más, golpeó la puerta con suavidad para alertarlo de su presencia, y fue directo al grano una vez que él la invitó a pasar.

—Papá –le habló –vengo a entregar la carta de renuncia con dos semanas de anticipación, como se exige.

Solo justo después exhaló el aire extra inspirado antes de cruzar la puerta, cuando finalmente se armó de valor para contarle a su padre lo que había resuelto para su futuro. Las discusiones con él acerca de las decisiones que tomaba en la vida se habían detenido luego de varias charlas brutalmente honestas, pero su expresión de sorpresa le indicó que aquello no lo había visto venir.

—?Encontraste un mejor trabajo? –quiso saber.

—En realidad, no -admitió

Le indicó con un gesto que se sentara frente a él para conversar de ello y luego de agradecerle la oportunidad de trabajo y explicarle sus motivos, él no se vio convencido en lo absoluto.

—?Ohio? –quiso corroborar.

Ningún miembro de la familia, incluido el distante Danny, vivía muy lejos del nido, por lo que era claro que no terminaba de comprenderlo.

—?Qué hay en Ohio que no haya en Nueva York? –quiso saber.

La respuesta era evidente que no le iba a gustar, no obstante, no iba a ocultarlo, y porque además ya estaba decidido que eso era lo que quería.

—Sé que no te agrada Alex –explicó –crees que me hizo da?o y que lo continuará haciendo... pero papá yo no soy ningún premio de la lotería. Le he hecho cosas que no he podido perdonarme a mi misma... no soy una buena persona, no he sido una buena novia; ha visto lo peor de mí y aun así ella me escogió para ser su familia... la amo, papá y sé que es mutuo...

Su padre se llevó la mano al rostro, dejándola ahí unos segundos. No estuvo segura de cuál sería su reacción luego de oír eso.

—?Entonces, cuál es tu plan? –la interrogó.

De seguro no era fácil para él estar escuchando que había escogido lo contrario de lo que esperaba de ella –nuevamente-, pero fue respetuoso y no trató de disuadirla o decirle que estaba equivocada.

—Voy a rentar un peque?o apartamento amoblado. Tengo una tele-entrevista en un trabajo que promete flexibilizar mis horarios para que pueda compatibilizarlos con mis futuros estudios, por lo que espero obtenerlo, y cuando sea horario de visita en la Máxima, visitaré a mi exesposa sin faltar, porque quiero que confíe en mí y que me vuelva a elegir.

En un micro resumen, básicamente era ese el plan.

—?Vas a volver a estudiar? –preguntó asombrado.

—Sí –confirmó –te hablaré más de ello cuando esté todo listo... aún hay cosas que arreglar, lo primero es obtener ese trabajo, u otro, porque voy a necesitarlo.

—?Y tienes dinero para todo esto? –la interrogó.

Había aprendido a ahorrar comprando la ropa estrictamente necesaria y siempre que estuviese en oferta o con importantes rebajas, adquiriendo todo lo posible en Dollar Tree o Jack's, evitando salir si no era estrictamente necesario, y de viernes a domingo atendía mesas. Hasta cupones de descuento utilizaba si podía. Había sobrevivido a la austera vida de la prisión cuando lo mejor del día podía ser una simple tostada, por lo que no fue algo difícil, y había resultado bastante efectivo como sistema de ahorro. Había aprendido a valorar cada centavo luego de que su hora de trabajo por meses costara tan solo once.

—Sí –contestó –voy a tener que rentar un automóvil al menos mientras me acostumbro y aprendo sobre el lugar, tiempos y distancias, pero voy a estar bien. Sobreviví a tres diferentes prisiones... Ohio no puede ser más complejo que eso.

Su padre se rio algo incómodo por la referencia y asintió completamente de acuerdo.

—De eso estoy seguro, Piper –indicó –comprenderás que nunca nada me preparó para el día que tuviera que ver a mi hija ir a prisión, y no pienses por un segundo que es por lo que piensen los demás. Algunos miden el éxito de sus hijos, en su nivel educacional, con nietos y logros económicos, contigo desarrollé un nuevo parámetro y es en que confío en que estarás bien a pesar de cualquier circunstancia.

Entendió que probablemente en algún momento se cuestionó el grado de responsabilidad personal en que ella hubiese terminado cometiendo un crimen, y aunque haber sido criada en un hogar donde el cinismo era casi palpable, y sí le había afectado a ella y a sus hermanos en la concepción de cómo debían tratarse las relaciones interpersonales y los conflictos, sus padres le habían entregado las herramientas y le habían indicado el camino adecuado, que no lo escogiera era otro cuento.

—Las cosas que he hecho bajo ninguna circunstancia son responsabilidad tuya –aseguró con firmeza.

Comprendió luego de bastantes desencuentros, lo afortunada que había sido al crecer con todas las comodidades y oportunidades que sus padres fueron capaces de otorgarle, de haber podido estudiar y no tener ninguna deuda. Su vida sí había sido más fácil que la de la mayoría, y lo seguía siendo incluso en sus circunstancias, porque literalmente podía ir donde lo estimara conveniente y cuando lo quisiera, porque no había nada que la atara para hacerlo.

Su padre seguía luciendo disconforme con la situación.

—No estoy planeando desaparecer de tu vida, papá –agregó con suavidad –vendré a verte, y cuando sea posible y estés listo me gustaría que conocieras a Alex, sería importante para mí, pero si no puedes, lo entenderé. No colocaría a ninguno en una situación incómoda. Fuera de lo que creas, lo que sientas y pienses sí me importa...

—Pero no te quedarás si te lo pido, ?cierto? –cuestionó.

Negó con la cabeza, y aceptó que no había nada que hacer si él no podía dejar de culpar a Alex por algo que, a ella, como directa implicada, ya no le importaba en lo más mínimo.

—?Qué es lo tan grandioso sobre esta mujer que no puedes dejarla ir? –preguntó con apreciable resquemor.

De solo pensar en todo lo que le gustaba de ella podía sentir una estúpida y obligatoria sonrisa formarse en sus labios.

—Es la persona más inteligente que he conocido –confesó –es divertida y luce increíble.

Podría agregar tantos otros adjetivos calificativos para explicar por qué le gustaba tanto, no obstante, estaba completamente segura que su padre preferiría que no se los dijera.

—Suena como que es el paquete completo –sostuvo incrédulo.

—Sí, lo es –aseguró sonriendo –al menos para mí lo es...

Hubo un momento que le pareció eterno donde no hubo interacción y no sabía muy bien sobre si decir o hacer algo, o solo esperar a que él decidiera hablar nuevamente.

—Acepto la renuncia –dictaminó luego de unos segundos –podría darte una recomendación, pero no creo que sea muy efectiva viniendo del propio padre de la futura empleada en cuestión.

—Gracias papá –sonrió –y no te preocupes por la recomendación, no voy a necesitarla.

—Hasta que terminen las dos semanas estaré esperando el mejor desempe?o de tu parte, como hasta ahora –exigió su padre cambiando de tono –y aún tienes trabajo que hacer, por lo que tengo entendido.

Asintió y con un gesto le indicó que iría a encargarse inmediatamente de sus labores, y fuera de lo inquieta que pensó que estaría, se encontró a si misma ansiosa por ir a vivir una vida que intuía ya no se sentiría como si fuera prestada...

.

—No quiero que me malentiendas –solicitó Alex como preparando el terreno–es bueno verte, pero, ?no estás gastando demasiado tiempo y dinero viajando todo el tiempo?

Había pasado un mes desde que iba a las visitas semanales sin faltar, por lo que era natural que ella comenzara a sospechar o al menos notar algo.

—No es tanto tiempo, ni tampoco tan costoso –negó.

—Es al menos medio día de viaje por una hora de visita –calculó –me parece que sí es bastante inversión, si me lo preguntas a mi...

—No, son treinta y nueve minutos de venida y otros cuarenta y dos de regreso y tan solo unos veinticinco dólares de combustible extra, solo por si acaso –explicó –nunca he llegado a gastarlos, pero no voy a tentar mi suerte en algo tan verdaderamente estúpido.

En su cabeza calculadora aquellas cifras no calzaban y se apresuró a explicarle antes de que empeorara la situación.

—Hay algo que no te he dicho –reconoció.

—?Qué cosa? –dijo completamente seria - ?qué te mudaste a este estado de mierda? Porque de otra manera no me explico cómo puedes estar aquí semanalmente...

Ahí estaba, sin necesidad de confirmarle la información ella ya sabía la respuesta y pensó que posiblemente algo en su semblante la delató, porque no le dio ni un segundo para responder.

—?Estás jodiéndome? –preguntó nuevamente alzando un poco el volumen.

Su expresión era severa. De algún modo intuía que la noticia no sería bien apreciada, por lo que la había mantenido en secreto más tiempo del que había planeado en un comienzo.

—?Estás enojada? –quiso saber.

—No sé cómo me siento –contestó secamente –volviste a mentirme.

—Te lo oculté, pero no te mentí –se defendió.

Una sonrisa sarcástica adornó su rostro. Aquello no la convencía.

—No voy a presionarte, Alex –insistió nuevamente –si realmente resulta que no podemos estar juntas cuando salgas no voy a culparte por haberme venido hasta acá. Hacerlo fue mi decisión porque soy yo quien te necesita. ?Hice lo que tenía que hacer para yo estar bien!

Escuchó un murmullo en espa?ol que entendió con claridad y aunque estaba un tanto alterada no pudo evitar reírse: "jodidas tortilleras intensas" miró a Alex que también había logrado traducir el mensaje, y no pudieron rehuir de la gracia que les causó aquella opinión tan sincera.

—Hay expresiones tan viscerales que no necesitan traducción –explicó encogiéndose de hombros –y tiene razón... estamos siendo irrespetuosas...

Ella ya no lucía molesta, aparte de mirarla sin detener sus ojos en los de ella, parecía concentrada pensando en algo.

—?De verdad te mudaste, Pipes? –preguntó con una voz más suave.

Había sido un poco más duro de lo que imaginó despedirse de sus padres cuando llegó el momento, pero eso sería todo, y si era honesta no despertar con los llantos de su sobrina no podía considerarlo sino algo bueno, además de que era libre de si quería comer carnes procesadas o lo que fuera que le apeteciera en el recipiente en que eso viniera, ya no había nadie le colocara restricción alguna porque estaba en su propio espacio, por otra parte el trabajo era sencillo, y el apartamento era cómodo y más acogedor de lo que se había alcanzado a apreciar en las fotos, en realidad el traslado no había sido nada traumático, incluso lo consideraba una de las cosas más positivas desde que había recuperado el poder de decidir por su persona. Con sinceridad podía decir que no extra?aba una sola cosa de su pasado.

—Sí –afirmó y coquetamente le sonrió–por lo que te pediré que despejes tu agenda y me reserves algunos días...aun no conozco a muchas personas y admito a estas alturas de mi vida que nunca fui, no soy, ni seré popular...

"Algunos días" era un eufemismo para en realidad ocultar que esperaba fueran todos y cada uno de ellos, pero lo intentaba tomar con calma y, por otra parte, además, Alex seguía apreciablemente algo descolocada con la noticia, aunque contestó favorablemente.

—Trato –aceptó –mierda... no vi esto venir...

—?A mí no me viste venir? –preguntó algo desconcertada e incrédula - ?de verdad?

—Sí –admitió –no tan lejos al menos.

Alex definitivamente estaba más preparada para dejarla ir que para aferrarse a ella, era su naturaleza, sin embargo, le había prometido que la esperaría, y cuando lo dijo, lo hizo en serio. No fue algo que dijera por la emoción del momento y de verdad creía y anhelaba un futuro en el que podían estar juntas...

—Piensa en mí como en tu groupie –propuso sonriendo y cerrándole un ojo.

A Alex le gustaban los juegos de roles, y como era esperado, había captado la intención oculta en su proposición.

—Eso completamente podría funcionar –aceptó asintiendo.

Literalmente, ya estaba todo dicho. Solo le quedaba esperar a ver qué ocurriría en esos dos a?os y cinco meses, aunque no podía evitar sentirse optimista.

—?Dos minutos!

Una hora nunca sería suficiente, pero era lo que tenía y lo disfrutaba; era tranquilizador saber que podría volver a verla pronto.

—?Es presuntuoso de mi parte pensar que también vendrás la próxima semana? –le preguntó levantando una ceja con tono burlón.

—Oh, más bien sería iluso de tu parte creer que no sería así –replicó ella con la misma inflexión.

Había pretendido que se riera, no obstante, ella no sonrió y simplemente solo asintió y se levantó, ella la imitó y cuando estuvo a un tris de finalmente despedirse, escuchó un golpe y todo lo que pudo ver fue que había unas reas en el suelo, golpeándose y a todos los guardias corriendo hacia allá.

—?Inclínate! –escuchó.

No habiendo tenido una sola pista de su intención, porque se distrajo con la disputa como casi todos los presentes, Alex la sujetó de la ropa y la acercó bruscamente, entendiendo que estaba usando esa distracción en su beneficio, la besó. Fueron escasos segundos antes de que otro guardia menos inepto, exigiera el inmediato desalojo del lugar por parte de los visitantes y fuera empujada por una persona que la pasó a llevar sin querer.

—?Alex! –verbalizó sorprendida y sobresaltada.

Sin alcanzar a decirle otra cosa, ella se despidió con un gesto y la observó yéndose con un perceptible buen humor apreciable en su forma de caminar. Eso había sido muy arriesgado, pero mierda, no podía reprochárselo y tal como lo había hecho ella en su primera visita, se volteó antes de cruzar la pared y pudo leer claramente un "te amo", proveniente de sus labios, confirmando que en esa ocasión pasada ella la había visto.

Había sido bastante tiempo desde que no se sentía así de satisfecha con sus circunstancias y regresó a su automóvil sonriendo, enérgica y optimista, por fin sintiendo que ya no vivía una vida prestada, sino que era due?a de la suya. Se habían acabado las construcciones de mándalas metafóricos finalmente...

Gracias por leer hasta acá y por su tiempo.

(Historia que publiqué anteriormente en wattpad bajo otro pseudónimo, quiero aclarar para que no se preste para malos entendidos)