Fandom: Final Fantasy VI (Square-Enix)

Personajes: Kefka Palazzo, Terra Branford

Prompt: Doing something hot (once again, be sure to tag if you make it extremely NSFW!)

+ Esta noche, esta noche +

Aquella noche iba a ser especial. Una noche para el recuerdo, al menos entre los dos para él.

Podría decirse que incluso favorecida por la gran noticia llegada desde lejanas tierras, superada la franja de mar que separaba los continentes principales. Gracias a una insistente labor de investigación consistente en varias visitas al frío pueblo de Narshe habitado por gente de carácter igual de áspero y desagradable como el clima reinante cierta información de valor para el Imperio había sido obtenida. Rumores entre mineros cuyo esfuerzo en quitar importancia por los lideres imponía el deber de adentrarse a las minas. El equipo escogido para tal misión compuesto por un grupo de soldados bien preparados más la participación esencial de Terra Branford. Un orgullo que implicaba un notable sacrificio para el mago, tan acostumbrado a su presencia cerca.

Las ropas de tejidos normalmente más resistentes, pensados para ser usado durante entrenamientos o combates habían sido cambiadas por unas cuyo material se amoldaba a su cuerpo delicadamente, con una suavidad que denotaba la calidad de las sedas adornadas por el a?adido de bordados con hilos de oro en los pliegues de mangas, cuello y falda. El incremento de joyería otro detalle a tener en cuenta reposando sobre su clavícula un colgante conformado por varios redondeados rubíes a juego con los incrustados en la pieza que conformaba sus pendientes pero aún más notable era la variación en su peinado, generalmente limitado a una coleta alta sostenida por una peque?o circulo de metal dorado con algunas bolitas rojas. Un poco por encima de sus parcialmente cubiertas orejas, unos finos lazos de igual color a su vestido habían sido atados separando cada serie de rizos rubios cayendo sobre sus hombros lo que le confería un aspecto doblemente ani?ado. En su despejada frente, indudablemente la corona que la mantenía cual títere humano estaba a plena vista.

Desde su posición al otro lado de la sala sentado a la mesa, el mago apretó sus labios antes de que las comisuras se curvaran creando así una gran sonrisa de complacencia ante lo que sus ojos le mostraban, su rostro había permanecido apoyado sobre el dorso de la mano más cercana a su mejilla izquierda durante su obnubilación. Sirvientes desplegados alrededor de la alargada mesa iluminada por varios candelabros de oro estaban a la espera en cauto silencio de una indicación de su se?or para comenzar con su labor. Pesta?eando, retiró su cara de la mano que sería usada para indicar con una exagerada elevación que la joven rubia avanzase, recobrando una postura más erguida al tiempo que la mano izquierda descansaba sobre la solida superficie de madera bajo el mantel encarnado que la envolvía. Como impulsada por unas manos invisibles sobre su espalda previo descenso para hacer una reverencia, la muchacha así se movió, recordando a una mu?eca de cuerda carente de llave causando clara incomodidad entre los presentes, uno de ellos apresurándose para ayudarla a acomodarla en el asiento pertinente, sus zancadas resonando en el suelo compuesto por lisas baldosas. Los ojos de su se?or penetrándole al otro lado, careciendo de importancia su genero hasta que su sencilla tarea finalizó.

Dando golpecitos con las yemas de sus dedos, Kefka lanzó una mirada al encargado de traer y servir los platos, estático y rígido como una estatua humana que recobrando viveza asintió con la cabeza inclinándose antes de abandonar la sala, su compa?ero en cambio tragó saliva antes de encaminarse hacía su se?or con una botella de vino y un abridor. En el transcurso de los a?os ese se había convertido en la principal comunicación entre el mago y todos aquellos a su servicio, muertos de hambre que no servían nada más que para cubrir las necesidades de los ricos y poderosos, temerosos al igual que desmerecedores de su palabra, a excepción de ser aleccionados o reprendidos. Nada que la muchacha no hubiese acontecido desde que su custodia acabase enteramente en las manos de Kefka. De retorno, el individuo iba cargado con una bandeja de plata llena de sabrosos platos cubiertos por el humo que los alimentos recién salidos de cocina rezumaban.

-?Por la captura de un nuevo Esper! -El rubio brindó, poniéndose en pie y alzando su copa llena del oscuro liquido hasta la mitad.

Gesto imitado al mismo tiempo por la se?orita en inquietante silencio. Sus labios despegándose sin conseguir emitir palabra o sonido claro, algo de vino cayendo sobre el mantel a causa de la poca finura en el acto. Sólo el extravagante se?or de la cámara mantenía la sonrisa ante semejante visión.

La cena sucedió en silencio. Sólo el golpeteo de cucharas llenándose del liquido primer contenido en los platos saturaba la inmensidad hasta que la sopa fue totalmente consumida y cambiada por el segundo plato, requiriendo cuchillo y tenedor. La carne emplatada junto a una generosa guarnición de puré a base de patatas cayó entre dos o tres largos tragos de vino, obteniendo una favorecedora serie de mms, no obstante el postre nunca demasiado grande para satisfacer la galguería del mago presentado en una copa de cristal lo que ganaba un quejido. Afortunadamente para el camarero que retiraba los platos el buen humor de Kefka perduraba.

Finalizada, era hora de abandonar la sala, sobre la larga mesa los restos quedando a la espera de ser retirados.

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Quizás en anteriores a?os, sintiendo menor efecto del artefacto rodeando su cabeza cual fino adorno, la muchacha siempre se encontraba maravillada ante tanto resplandor. En ese momento sus pies se limitaban a llevarla hasta el interior abierta la puerta, siendo posible dicha acción, por su propio due?o cuyos ojos la seguían con igual interés que un depredador animal. Alcanzado el centro cubierto por una espaciosa alfombra de parecido patrón, color y material a las telas y tapices colgados en las paredes principales. A pocos metros la gran cama frente a ellos mas avanzando, notando como cada paso se convertía en una zancada al disminuirse la distancia entre ellos cerrada la única conexión entre su habitáculo y el resto de la dependencia, dejando manifestarse una risa excitada se detuvo a muy escasos metros de Terra cuyo acto apenas alteró. Su respiración era estable, su corazón bombeando sangre con tranquilidad. Nada parecía afectarle, ni la proximidad del otro ni la inspiración del peque?o espacio que separaba sus narices de su cuello siendo disponible al apartar uno de los tirabuzones rubios o el descenso de la otra al posarse sus labios rojos en su piel.

Cualquier acción sintiéndose poco para apaciguar la inquietud que acarrearía la falta de su presencia y la privación de experimentarla mediante sus sentidos, la fragancia, el tacto e inclusive el sabor de su piel. Con la intensificación del poder de su corona ya había tenido que renunciar a escuchar su voz pero había valido la pena si podía tenerla para él solo.

Necesaria la participación de ambas manos para separar la tela tapando su espalda, la que había tirado con suavidad del enroscado mechón cercano al rostro de su mu?eca acudió presta, no sin antes deslizarse por el hombro derecho de la rubia arrastrando la corta cortísima manga, apremiándola a caer hasta el antebrazo. Con un sencillo encogimiento de hombros y alzamiento de brazos, éste quedó totalmente liberado.

-Eres un encanto ?lo sabías? -Susurró Kefka contra su oreja, su aliento cálido mientras rodeaba con ambas manos la pronunciada cadera de su compa?era para girarla en un rápido tirón dándose así un encuentro entre sus miradas. Azul penetrando el suave tono agua marina de los irises de Terra. Tras eso, sus manos la tomaron por el cuello y sus labios se fundieron en un beso cargado de intenciones. -Hazlo otra vez, querida mía. -La incitó siendo repetido sin pesta?ear con el otro brazo.

Extremadamente complacido, el mago volvió a reír, risotadas que no encajaban con un adulto sino con un pícaro ni?o jugando con sus juguetes, todo entusiasmado. Manos unidas antes de que su sonrisa se alargase pero sin decir palabra, imponiendo su cuerpo al de ella diese comienzo a una nueva serie de pasos, pasos hacia delante lo que obligaba a la chica a progresar hasta caer sentada a la cama. Era hora de desvestirla por completo lo que conllevaba una serie de pautas y en cada una un tiempo de recreación. Tantas como partes del cuerpo había por destapar…

Cuan caballero, bajó quedando arrodillado a sus pies, una rodilla contra la suave superficie de la alfombra mientras la otra se mantenía flexionada. Extensos dedos apoyándose sobre la tela amoldada al cuero del resto del botín y avanzando hasta los cordones de oro, siendo todo el primer pie elegido inclinado hacía delante. Liberado tras deshacer el principal nudo, el calzado fue dejado a un lado. Cada dedo bajo la fina media albergando el groso y forma perfecta, Kefka lo comprobaba posando primero sus labios y luego su lengua que retozona se colaba además en el espacio separándolos. La malla empapándose de su saliva. Igual entretenimiento se dio siendo el siguiente pie desprovisto de su botín. Cualquier dama no hubiese podido contener la risa, agitando sus pies pero los de Terra apenas se movían. Sus labios ascendieron, prodigando atención al empeine, a sus tobillos y al resto de la pierna dejando una marcada linea colorada por la zona pasada. La falda siendo retirada con una de sus habilidosas manos. El calor que desprendía su piel haciendo mella en el varón, transpirando contra las piezas de ropa puestas, su deseo incitándole a meter su cabeza entre sus piernas, por el contrario optó por retirar las medias, facilitando el contacto real con su piel. Sacando su mano del interior de la falda y posándola en el abdomen de la rubia, se lanzó contra la blanda superficie, quedando tumbado de medio lado junto a su compa?era quien se encontraba yacente boca arriba casi inexpresiva de no ser por la perenne curvatura de sus labios, sus bucles cayendo alrededor de su cara. Entre risas, el vestido era removido, requiriendo solamente la elevación de su trasero al girar la mano antes sobre su vientre.

Haciendo uso de la fineza de sus u?as, rasgo en la introducción de algunos dedos la última prenda en mantener a salvo su integridad. O lo que podía quedar de ella. descubierta por su lengua y sus dedos poquito a poco, a lo largo de los a?os. El roce por tan sensitiva zona causando que se marcase contra el tejido facilitando el atisbar del órgano, dispuesto a revelar su interior. Suavemente tirando de la delgada cinta rosada por encima, esa pieza al desmoronarse era descartada siguiendo el proceso de anteriores.

Bajo la capa de su maquillaje, el rubor se intensificaba, el calor demandando el afloje de su cuello rodeado por apretados pa?uelos rubí bajo el grueso verdoso del que sus dedos por debajo del conjunto tiraban. Chispeantes ojos se lanzaban a arriba y abajo, ávidos e indecisos en con que pieza entretenerse antes de la figura de su juguete, colocado a horcajadas encima. La respiración perceptible inclinado casi hasta pegar su cabeza era la única se?al de vida en ella, ni el final del pa?uelo ni de los ondulantes mechones que caían la sacaban de su estado.

-?Oh! -

Brotó de sus labios al desunirse, dándose cuenta de que no era necesaria una elección y riendo amoldándose al espacio entre sus redondos pechos, introdujo lentamente sus dedos uno a uno dentro de ella, apreciando como las paredes carnosas parecían contraerse contra ellos. Peque?a muestra de lo que su falo haría después con la peque?a diferencia de que con cada uno podía moverse ya fuese de arriba a abajo o circularmente. Yendo delicado, suavemente o variando la presión y rapidez según se le ocurriese. Antes creando así una melodía conformada por espasmos y jadeos, resonando en ese momento fantasmalmente sólo en su cabeza oyendo los cambios de palpitar en su corazón. Dedos de la otra mano agarrando el seno izquierdo, sin rendirse en la principal fuente de estimulación que siempre eran, acariciando y lamiendo el rosado pezón en su centro a igual ritmo.

Gotas de sudor empezaban a mezclarse con el componente de la pintura sobre su rostro haciendo que el color blanquecino perdiese dicho pigmento, exponiendo el propio tono de su piel mas el pase de sus manos emborronaría las figuras realizadas con otros colores. El rubio resopló, siendo tal contrariedad lo único en privarle de su diversión momentáneamente. Arrugando su frente, Kefka se retiró del ardiente cuerpo de Terra a fin de desprenderse de algo de su ropa. El pringue en los dedos que habían salido del interior de Terra trajeron de vuelta una sonrisa, incluso los chupó cual delicioso sirope.

Manifestación de una fruición que acentuó al masculino tomando la solida forma de un notable bulto entre sus piernas, experimentado bajo las claras y turbadas manos de Terra más de una vez cuando acaramelada coacción bastaba.

Presumido abalanzándose nuevamente, como si ciertamente los ojos de la rubia estuviesen puestos en él, concediéndole completa atención, liberó poco a poco de su prisión de tela rojiza su miembro bullente, impaciente por adentrarse dentro de ella. Dulce molestia cuya mente nublada no experimentaba o de lo contrario un peque?o quejido se haría audible mientras descubierta piel se pegaba contra piel en un vigoroso abrazo. Delgados brazos siendo puestos al rededor de su cuello, elicitando la prolongada pero frágil fantasía de reciprocidad entre titiritero y marioneta humana ya dándose el caso de que sus manos pendiesen lánguidas en el aire. ?l siendo quien se acomodaba a ella, al espacio que su cavidad alojaba en vez de ser ella quien se moviese para amoldarse al grosor de él, con cada movimiento un gemido era exclamado, la intensidad variando al igual que la moción. Incontables eran los jadeos en su repetir en busca de la exaltación del gozo, el alcance del éxtasis. Una llama por agrandar y duplicar hasta convertir en incendio. Su pene envuelto en los últimos restos de la jugosa sustancia originada lo que hacía que practicamente se deslizase facilitando cada introducción y retirada, entretenido, hallando excitación en el contraste de temperatura fuera y dentro. La estrechez igualmente favoreciendo el incremento de esa sensación. Bajo su tranquila cara, contra su cuello, los gemidos cambiaban sonando a alaridos o a causa de la agudeza de su timbre elevándose, a aullidos llegando la culminación, obteniendo su orgasmo. Una explosión de fluido lechoso tras la agitación de su rígido sexo, casi a punto de estallar... Hasta que efectivamente estalla, arqueándose hacia atrás.

Pesadamente, se desplomó encima de ella. Su cabeza reposando sobre su seno derecho. El latir de su corazón asemejándose a una efectiva nana mientras sus parpados tapaban enteramente sus ojos. Una placida e incluso inofensiva sonrisa continuaba en sus labios arqueados, aún habiendo perdido gran parte de la extensión elaborada con la pintura de igual color que las sabanas que debían cobijarles.

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El inicio del siguiente día lo traían finas líneas de luz, haciéndose paso a tráves de las sombras, traspasando la tela de densas cortinas del predominante tono rojo y avanzando hasta la cama, la luminosidad incidiendo en el rostro del varón que aún a rega?adientes, a pesar de sus intentos por soportar el efecto apretando los ojos, pesta?eando se rendía y acababa por abrir los ojos hasta quedar entrecerrados pues la única luz en dicho reino de oscuridad era notablemente molesta.

Todavía en medio de la linea que separaba la realidad del ensue?o, el rubio alzó gran parte de su torso mientras miraba a su alrededor. La mano que colocó por encima de su frente, dorso impregnándose de la combinación remanente de maquillaje y sudor, pronto fue retirada retomando la posición en la que había permanecido toda la noche, sintiendo el calor y suavidad de la piel en vez de la seda. Contra su oreja igual que un reloj, un corazón humano palpitaba. Como si eso no bastase para asegurar dicha presencia, él levantó su brazo en busca de un rostro que sostener en su mano, femenino y embellecido por la luz que continuaba sobre ellos. Agregando su cabeza al movimiento, sus claros ojos se quedaron fijos en la apreciación de tal detalle. Más arriba, por encima de sus finas cejas, el artilugio emitía mayor resplandor, acentuándose la propiedad dorada del material al que bien se asemejaban de igual manera sus rizos repletos de reflejos dorados. Girando delicadamente tan bello rostro, el mago no contuvo el arrebato de tocar sus labios con los propios, alzándose otra vez la parte superior de su cuerpo alcanzando así sus rosados labios. Un beso que pretendía ser largo y duradero hasta que el golpeteo de la puerta causó el ineludible final, siendo separadas sus labios, apretando los superiores con los inferiores irritado frunció el ce?o y dirigió su cabeza hacia la apartada superficie de madera.

El mago era plenamente conocedor de lo acarrearía abrir la boca mas guardar silencio originaría una nueva serie de toques, insistentes en la obtención de una respuesta desde el interior. Expulsando aire en un sonoro resoplido, cerró los ojos y carraspeando se hizo oír. Invitación para abrir la puerta, girando el dorado pomo desocupando la mano más próxima, dejando todo el peso de la bandeja para la otra e introducirse en la habitación.

Manteniendo la cabeza baja consciente de los ojos que la seguían, apenas levantando la vista, en cuyo caso la función de dicho atrevimiento era detecta obstrucciones a lo largo del camino. Fue dejada en la mesita de noche, procurando que los objetos de porcelana dentro no propasaran el borde, cayendo con sonoro estropicio. Conservando el silencio, se alejó para descorrer las cortinas, siendo ésta su última tarea hasta que el cuarto fuese desocupado. Según el humor del se?or llevaba mayor o menor tiempo de espera.

El cuidado de la se?orita Terra, afortunadamente le había sido confiado a otras sirvientas, jóvenes al comienzo de la vida de la valiosa chica en común con Lord Kefka y cuyas funciones se ampliaron gradualmente. El perdurar de su deber había sido a costa de un prolongado guardar de secretos, no obstante, justamente como el que debería guardar la joven saliendo del dormitorio del compartido amo.

Cuando nuevos golpes sonaron, el mago aunque malhumorado ya había comenzado a prepararse, luciendo al abrirla él mismo un aspecto conveniente, aseado y habiéndose ocupado de rehacer su maquillaje una vez cubierto su cuerpo por la totalidad de sus ropas, cuyas figuras se apreciaban sobre la blanca superficie vibrantes, sin mechones que distrayesen al observador y la curvatura de sus labios parecía nuevamente extensa ofreciendo una gran enga?osa sonrisa que contrariaba la emoción en sus ojos. La hora de que Terra regresase a su propio cuarto había llegado como le comunicó la encargada más valerosa en reclamarla. No necesitaba tensar más al hombre o acabaría siendo el foco de desahogo de toda esa rabia contenida.

Tomando sus manos entre las suyas, tiró suavemente de la joven rubia que se incorporó a medida que su dócil cuerpo era cuidadosamente impulsado hacia delante, ojos cerrados abriéndose recordando a las cuencas de cristal de una mu?eca de porcelana. Consciente de la necesidad de su cuerpo por algo de arropo previa entrega, recogió del suelo la prenda de menor tama?o, dicese su ropa interior, para envolver su torso y realizando un lazo la fijó quedando adherida a su exquisita figura. Ayudándola a ponerse en pie, cubrió el resto mediante el uso de un holgado batín similar a una capa de primoroso algodón color vino. Dirigiéndola hacia la puerta, sólo abrió la boca para indicar que el resto de su vestimenta sería recogida por la doncella anterior. Descruzando los brazos, la mujer asintió y aproximó una de sus manos para sostener una de las de la rubia que imitó el gesto cual autómata, a medida que se alejaban resonaba su voz dirigiéndose a su acompa?ante, maternal dulzura se distinguía en su tono.

Así, pasada la celebración debía dar comienzo la organización de dicho proyecto, su participación en la mencionada altamente activa, elaborando y revisando estrategias en el despliegue de los soldado por la peque?a urbe contando con sus propias fuerzas de asalto al instante de percibir sus intenciones...