—?Howl! —exclamó Sophie teniendo las manos una encima de la otra apoyadas en la punta de la escoba, sin dejar de mirar al perezoso mago sentado en el sofá.

—?Si, Sophie? —preguntó. Ella alzó la ceja, incrédula, recién se lo había dicho. ?l hizo un gesto con la cabeza—. Aja, me lo dijiste hace un momento —espetó—. Pero debes comprender que me encuentro muy agotado —hace solo unos momentos estaba realizando nuevo conjuros—. Hasta me he es difícil desplazarme hacia mi habitación.

Sophie bufó, sus palabras no le parecían más que patra?as.

—Puedes resoplar todo lo que quieres —dijo el mago—. Pero eso no cambiara el hecho de que me encuentro sin energías.

La mujer frunció el ce?o, al ver que hacia una cara de lo más moribunda. Sí que era dramático.

—Aunque... —empezó—. Conozco una forma para obtener más energía.

—?Y cuál es? —preguntó más que por curiosidad, así sabía lo que pediría este caprichoso mago.

—Dame un beso.

Las mejillas de Sophie no tardaron de enrojecerse por oír aquello salir de sus labios ahora curvados hacia arriba.

—?Qué? —preguntó como si no lo hubiera oído, pero su interrogante no era más que retorica—. ?Por qué?

—Para recuperar energía —dijo Howl—. Solo dame uno.

Sophie no dejaba de mirar sus ojos.

—?Me lo darás, Sophie? —ella suspiró, antes de contestar afirmativamente, con él no le quedaba de otra.

—Está bien —acercándose a él, quien lucía sorprendido por la rapidez de aceptación sintió como sus labios se pegaban en su mejilla izquierda.

Parpadeó.

—?Eh? —articuló el mago—. ?Yo lo quería en la boca! ?En la boca! —indicándole el lugar donde sus labios debían haber sido pegados.

—Creo que ese beso fue suficiente para tener un poco de energía y cumplir mi petición.

No es como si hiciera bien, cumplir cada uno de los caprichos del mago. Y si lo quería en la boca, pues hubiera especificado antes.

—No, no lo fue—denegó girando su cuello en tono ofendido—Si quieres que lo haga ?Dame un beso real!

—?Howl! —exclamó Sophie—. ?Vamos! Haz lo que yo te pedí.

—No —firme—. No haré lo que me pidas hasta que tú hagas lo que yo pido.

La muchacha, resopló.

—Pero, ?Si yo solo te estoy pidiendo que levantes los pies para poder barrer!