Amor Prohibido - Capítulo 39

-Hemos llegado –anunció Yin.

La familia Chad finalmente había regresado a casa. Su hogar había quedado abandonado por semanas luego de todos los incidentes ocurridos. Lo que más demoró fue la recuperación de Yenny. Cuando fue dada de alta aún conservaba un yeso en su pierna derecha y varios vendajes en sus brazos, cabeza y torso. Se había acostumbrado al uso de muletas. Por otra parte, Yin había pasado todo aquel tiempo internada en el hospital. La mayor parte del tiempo se encontraba bien, pero repentinamente le llegaban los mareos y los desmayos. El hospital de Rodehove la mantuvo bajo vigilancia todo este tiempo.

Tras cruzar el umbral del hogar, nadie dijo una sola palabra. Parecía como si hubieran regresado desde un funeral. Debido a la rutina vivida en Rodehove, entre médicos y enfermeras, entre amigos y conocidos, no se habían percatado que poco se estaban hablando entre ellos. El sepulcral silencio con que la casa los recibía dejó en evidencia este problema. Cada quien cargaba con su propio peso.

Los padres habían decidido no decirles nada a sus hijos sobre el embarazo de la madre. Esperaban encontrarse en la tranquilidad del hogar para reunir a la familia. No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.

Yenny no podía acostumbrarse a vivir con aquel peso en el alma. Su pesar era tan grande como sus heridas. El cuidado de estas y el uso de las muletas eran algo completamente secundario para ella. Intentaba distraerse conversando con Susan por teléfono, y de vez en cuando le sacaba conversación a Jack. Nada podía quitarse aquel nudo en la garganta, que se posó para no volver a salir de allí. Aquella revelación salida de la boca de su propia madre le recocía las neuronas a fuego lento. Esto sumado al paquete de veneno para ratas que había visto con sus propios ojos completaba el nefasto panorama. Con esfuerzo, intentaba evitar largarse a llorar. Esperaba a la noche. El instante de paz y soledad. Solo ahí podía desahogarse. Cuál era el precio del amor de sus padres? Era tan grande y violento como lo percibía? Valía la pena existir si para eso se debieron romper tantas reglas inquebrantables? Cada día sentía que su vida valía menos.

Jacob tomó una actitud bastante hosca. Intentaba alejarse del grupo, evitaba hablar con todos. Se asfixiaba en su propia rabia. Peleaba a cada rato con Yuri, quien por su actitud impulsiva solía desatar su molestia hasta sin querer queriendo. Aunque a duras penas intentó tolerar los abrazos de su madre, siempre dejaba entrever que se sentía obligado. Era algo que en un principio sorprendió a Yin, y que esperaba solucionar apenas se encontraran en la intimidad de su hogar. Carl se percató rápidamente de la actitud de Jacob y lo dejó en paz. Sospechaba que una tormenta se contenía a duras penas en su interior. No quería provocar el retorno del bogart mediante la inestabilidad emocional del conejo.

Jimmy era quien se encontraba más tranquilo. Siempre la cercanía de Carl, le entregaba esa paz en medio del caos. Siempre intentaba estar cerca de él, y cuando estaban a solas comentaban el pequeo secreto que mantenían. También estaba consciente del denso ambiente familiar. Pudo comprobarlo cuando quedó en el fuego cruzado de la disputa entre Jacob y Yuri por un helado de camino a casa en el bus. l era el que siempre se interponía en medio de la trifulca de Jacob defendiendo a Yuri antes que alguien mayor viniera a poner orden. No se esperaba recibir ese papel, pero ahí estaba, cumpliéndolo estoicamente. También le temía al porvenir. El futuro se veía tan incierto que era imposible adivinar las sorpresas que pudiera traer el amanecer.

Yuri se ocultó tras Jimmy todo este tiempo. Su miedo creció y se albergó en su corazón. Este monstruo fue apagando poco a poco su actitud alegre. Bajo la antigua excusa de proteger a Jimmy, ella buscaba ser protegida por él. También se había acercado bastante a sus padres. Sus peroratas se fueron acortando poco a poco, al punto de simplemente acercarse a sus progenitores y abrazarlos largamente. Las últimas experiencias le habían enseado que por más que ames algo, se puede ir de tu lado el día menos pensado.

Jack era quien menos había cambiado después de todo. A pesar que entendía por todo lo que estaba pasando su familia, no podía evitar sentirse como si se la hubieran cambiado. Por lo pronto buscaba la forma de seguir siendo el mismo, en un esfuerzo por superar todos los problemas. Mientras, también hablaba mucho con Francesca por teléfono, quien logró contarle sus problemas con su nueva madrastra. La escuchó atentamente y le aconsejó que si no podía hacer nada, lo mejor era evitar oponer resistencia. También Susan habló con él. Además de ofrecerle disculpas reiteradas por el pleito con sus padres, le pidió que investigara qué ocurría con Yenny. Recién en ese momento prestó más atención a la actitud de su hermana. Durante su estadía en Rodehove no tuvo la oportunidad de preguntarle. Esperaba que ahora que finalmente habían llegado a casa pudiera conversar el asunto.

Yin se había tranquilizado con el paso de los días. La salud de sus hijos había mejorado. Gracias al tratamiento en el hospital su embarazo se estaba volviendo más manejable. Había comenzado los trámites para comprar una nueva Van. Acababan de llegar a casa. Todo estaba empezando a mejorar frente a sus ojos. Solo quedaba dar las buenas nuevas a sus hijos, y habría solventado otro obstáculo. Tenía la esperanza que aquel ambiente nefasto denso pudiera diluirse con un poco de tiempo.

Carl por su parte se sentía asfixiado frente al ambiente que se estaba viviendo. Sus traumas en los zapatos de Yang se habían acentuado. Solo los besos de Yin le daban un poco de paz y de culpa. No quería acostumbrarse, ni mucho menos imaginarse qué pasaría si se ella se enterara de quién era en realidad. Había recibido el aviso de Mónica de la marcas de inyecciones, cosa que lo preocupó aún más. A pesar de diagnosticar que el bogart no estaba en el anillo, ya estaba demasiado metido en el ambiente familiar como para poder salir de allí. O era por Yin? Quería convencerse de lo primero aunque fuera a la fuerza.

La cena de aquella noche fue abundante. La mayoría de la comida fue pedida a domicilio desde distintos restaurantes. Todo era para celebrar que finalmente estaban en casa. Yin lanzaba varios comentarios al respecto, intentando amenizar el ambiente. Jack solía secundarla. Cuando Yuri intentaba terciarla, Jacob lanzaba un comentario despectivo, y el intento terminaba por morir. Jimmy quería intervenir, pero por lo general no se le ocurrían las palabras. Yenny intentaba pasar desapercibida. Carl se mantenía distraído.

-Atención. Tengo un anunció importante que darles –dijo Yin luego de golpear su vaso de vidrio con una cuchara. Ya se encontraban en el postre. Frente a cada comensal había un plato con helado a medio comer.

El silencio se hizo presente. El ruido compuesto principalmente por golpes de cubiertos se desvaneció. Seis pares de ojos concentraron la atención en la coneja. Yin se aclaró la garganta y prosiguió:

-Sé que hemos pasado por días muy difíciles como familia. Es como si la vida se hubiera ensaado con nosotros. Pero me alegra que poco a poco lo estemos superando. Tengo la esperanza de que todo lo malo quede atrás, y que esta experiencia nos fortalezca. Nuestro camino jamás ha sido fácil. Desde que su padre y yo decidimos formar una familia, cada día se ha convertido en un desafío. Pero al verlos aquí, a todos ustedes reunidos, sé que valió la pena.

Les regaló una sonrisa a su audiencia y continuó:

-Quiero que sepan que independiente de lo que pase, los quiero a todos ustedes por igual. Cada uno de ustedes es el motor de mi vida. Son lo más valioso e importante que tengo. En estos días difíciles cada uno de ustedes me da el valor para enfrentarlo. De la misma forma quiero que sepan que siempre tendrán mi amor y mi apoyo, y daría mi vida de ser necesario por ustedes.

El eco de sus palabras fue seguido de un silencio sepulcral. Los seis conejos presentes quedaron petrificados sin saber exactamente cómo reaccionar, o cómo interpretar sus palabras.

-Mamá –Jack fue el primero en hablar-, la verdad tus palabras son muy hermosas. Me siento feliz y orgulloso tanto por ti y por papá. Ustedes se han sacado la mugre todos estos aos por cada uno de nosotros para que nunca nos falte nada. Me he estado dando cuenta lo difícil que ustedes lo han tenido. Nos han podido criar a nosotros cinco en estos días en donde se hace difícil criar apenas uno, especialmente con lo que han pasado Jacob y Jimmy. Y eso sin contar con lo que ocurrió con Yanette…

-Te acuerdas de lo de Yanette? –Yin lo interrumpió borrando su semblante alegre.

-Si –respondió Jack-, aunque era muy nio, pero me acuerdo de los detalles.

Al ver que el silencio comenzaba a ser incómodo, Jack intentó repararlo:

-Pero creo que no es momento de acordarse de las cosas malas. Es momento de celebrar que pudimos salir de una muy grande, verdad? –agregó esbozando una sonrisa.

-La verdad, lo que quería anunciarles tiene cierta relación con lo de Yanette –informó Yin.

Jack quedó de una pieza, mientras que el resto de sus hermanos seguía la conversación con atención.

-Lo que les quiero decir es que pronto van a tener un hermanito o hermanita –anunció mientras comenzó a frotarse el vientre.

La noticia costó ser digerida por los comensales. Carl observaba con atención cualquier reacción. La reacción estaba demorando en aparecer y eso le ponía nervioso.

-Dime que no estás hablando en serio –espetó repentinamente Jacob.

-Es en serio –Yin le respondió sorprendida ante la repentina intervención de su hijo-, de hecho ese ha sido el motivo de mis problemas de salud.

La mirada del conejo comenzaba a oscurecerse detrás de sus gafas, albergando una sombra que anunciaba un mal augurio. Antes de vociferar, Jack se le adelantó.

-No me digas que está pasando lo mismo que con Yanette? –dijo sin poder evitar ocultar su preocupación.

-No te preocupes –respondió Yin infundiéndole confianza con una sonrisa-, tengo fe de que esta vez será diferente.

-Y será nio o nia? –Yuri no se resistió a preguntar.

-Aún es muy pronto para saberlo –respondió Yin-. En un par de meses quizás lo sepamos.

La chispa acababa de encender hoguera.

Golpeando la mesa, Jacob se puso de pie.

-YA BASTA! –vociferó-. CMO TE ATREVES?!

Apuntando con su índice directo a su madre, gritó:

-ES QUE ACASO NO TE DA VERGENZA?!

-Ya basta jovencito! –intervino Carl en el mismo tono-. No voy a permitir que le faltes el respeto a tu madre!

-Y yo no aguanto más que nos sigan ocultando la verdad! –gritó de vuelta el chico-. Acaso no tienen idea de lo que están provocando? Por culpa de ustedes dos estoy condenado a tener esta vida miserable! Por culpa de ustedes estoy cargado con estas enfermedades! Mi vida no vale nada! NADA! Todo porque ustedes dos…!

-Ya basta! –Yin golpeó la mesa y se puso de pie. El enojo en su mirada pocas veces había sido visto por la familia-. No sé qué te ha estado pasando en este último tiempo, pero no permitiré faltas de respeto en esta casa. Estarás castigado sin postre y sin Internet por una semana. Ahora vete a tu cuarto! –le ordenó apuntando la salida con el índice.

El joven, quien de todas formas no quería permanecer en aquel lugar, se dirigió hacia la salida, no sin antes voltearse y lanzar una última advertencia:

-Va a llegar el día en que ese hijo que esperas deseará no haber nacido.

-Un momento! Qué dijiste? –Carl intentó detenerlo, pero el chico se fue corriendo. Yin retuvo a su pareja desde el hombro, evitando que se colocara de pie.

Yin logró sentir la bofetada que le acabada de lanzar su hijo, a pesar que no quería aparentarlo. Desde su último ataque Jacob no había sido el mismo. Sentía su rechazo y su desprecio. Más ahora había sido más directo que nunca. A pesar de todo, seguía atribuyéndoselo al complejo proceso de la adolescencia. Proceso que se estaba haciendo más duro por su enfermedad. Yenny y Jack estaban pasando por este proceso sin dificultades tan grandes como las vividas en aquella cena. Aunque igual ninguno de los dos había recibido alguna enfermedad de cuidado. Tuvieron un camino más fácil. Yin no podía responder de la misma forma que Jacob. Debía armarse de valor y paciencia. Debía, junto con Yang, ayudar a su hijo a atravesar este trago amago que acababa de empezar.

-Yo también me retiro –Yenny rompió el silencio. Con ayuda de sus muletas logró colocarse de pie con la agilidad que había conseguido con práctica.

-Yenny, está todo bien? –Yin logró notar la humedad en los ojos de su hija.

-Necesito un tiempo a solas –respondió hoscamente con voz temblorosa evadiendo la mirada de sus padres. Lo más rápido que pudo abandonó la habitación. Todos la siguieron con la mirada mientras emprendía la retirada.

Había sido una bomba que Yin jamás imaginó lo grande que serían sus consecuencias. Y eso que aún no terminaba de extenderse en su máximo apogeo. Ella se volteó y miró al resto de sus hijos. Todos la observaban en el más absoluto silencio, sin saber cómo reaccionar.

-Creo que debería ir a hablar con Jacob –insistió Carl, pero Yin no aflojó su hombro. La coneja volvió a sentarse en la mesa, intentando descifrar lo ocurrido.

-Yo… lo siento por lo que acaba de pasar –intervino Jack-. No entiendo qué le pasa por la cabeza a Jacob! Desde que salió del hospital anta insoportable! Ni mucho menos sé qué tiene Yenny. Ha estado rara todo este último tiempo.

-No te preocupes Jack –le respondió su madre-. Estos días han sido difíciles para todos.

-Pero no tiene derecho a tratarte así! –insistió Jack-. Ese mocoso me va a escuchar…

-Déjalo –le pidió Yin-. Después hablaré con él.

-Pero mamá… -insistió Jack.

-Ya basta –intervino Carl-. No sigas tú también.

Solo así Jack dejó su insistencia, pero no pensaba en dejar así como así lo que acababa de ocurrir.

-Estará todo bien? –de pronto Yin fue sorprendida por un abrazo de Yuri a la altura de su vientre.

-Te prometo que todo estará bien –Yin le respondió el abrazo-. Pronto podrás conocerlo y jugar con él –el abrazo de la pequea le estaba regresando el alma al cuerpo.

-Yo también quisiera conocer pronto a mi hermanito –Jimmy se acercó por el otro lado de su madre-. Cómo se va a llamar?

-Aún no hemos pensado en un nombre –respondió Yin mientras recibía el abrazo del pequeo.

-Aún piensan seguir la tradición de usar la jota o la ye? –preguntó Jack con curiosidad-. Si es así propongo el nombre de Yerko si es que es nio.

-Por qué Yerko? –preguntó Carl.

-No lo sé –respondió el muchacho encogiéndose de hombros-, es lo primero que se me ocurrió.

-Si es nia puede llamarse Jennifer? –propuso Yuri.

-Están proponiendo buenos nombres –respondió Yin con una sonrisa-. Pero eso lo veremos con el tiempo. Por ahora solo puedo decirles que su hermanito, o hermanita, está esperando el día para conocernos.

Una sonrisa se posó en cada uno de los presentes, finalizando el momento con un abrazo grupal.

En el silencio de su habitación, Yenny se encontraba acostada sobre su cama mirando el techo. Las luces del exterior se colaban por su ventana abierta espantando la completa oscuridad. La poca penumbra dejaba ver un lugar amplio y ordenado. Se podía apreciar el contorno de los muebles y lo que parecía ser un viejo televisor. También se podía apreciar los cuadernos apilados sobre el escritorio y las muletas apiladas junto al velador. La oscuridad esparcida sobre el techo era un telón perfecto en donde sus recuerdos de aquel encuentro podían ser proyectados.

La última noticia la había aturdido por completo, y los gritos de Jacob fueron, sin saberlo, su vía de escape. Si no hubiera quedado tan aturdida, le hubiera gritado exactamente las mismas palabras. Cómo se atreve? Atreviéndose! No les ha importado el incesto desde que eran muy jóvenes, por qué tendría que importarles ahora? Sabía que ellos serían capaz de matar con tan que nadie les impidiera conseguir su cometido. Era la única forma de haber llegado tan lejos con ese sacrilegio. Cuánta sangre derramada valía su vida? Realmente la valía? Era una de las tantas dudas que la carcomían.

De pronto cayó en cuenta de la situación. Jacob tenía motivos para gritarle así a mamá? Acaso Jacob lo sabía? Los pelos se le erizaron ante la posibilidad de que sus hermanos también se hubieran enterado de la verdad. Eso explicaría literalmente todo! Era su deber de hermana mayor protegerlos de todo esto. Tenía que sacar el valor de algún lado y encarar a sus padres. No era posible que todo esto siguiera ocurriendo mientras fingían que no ocurría nada. Se sentía sucia. Se sentía sin valor. Pero no, no iba a dejar que sus hermanos pasaran por lo mismo.

Había conseguido reincorporarse con cierta dificultad sobre la cama, cuando se percató de una sombra junto a su puerta. Un par de ojos violetas brillaron a través de la sombra oscura que contrastaba de la penumbra. Yenny dio un respingo, y sin pensarlo dos veces le lanzó sus muletas. Ambos proyectiles fueron desviados por la sombra. Uno de ellos cayó sobre un centro de mesa botando un retrato. El segundo cayó sobre un estante botando algunos libros. Solo en ese instante se le ocurrió encender su lámpara y pudo ver que se trataba de Jack.

-Jack! –le gritó sin poder escapar del miedo- Qué demonios haces aquí?!

-Nada! Yo… lo siento! –respondió nervioso-. Yo necesito hablar contigo.

-Cómo entraste?! Es que acaso no sabes ni siquiera tocar la puerta? –continuó recriminándole la coneja.

-Yo lo siento –se acercó titubeante-. Sé que no fue la mejor forma, pero en serio tengo que hablar contigo.

Con sus muletas fuera de su alcance y el conejo acercándose hasta sentarse a los pies de su cama, no veía otra alternativa al asunto.

-Bueno, dime qué quieres –respondió la chica cruzándose de brazos.

Jack no se esperaba llegar tan lejos. Tampoco era que fuera muy bueno con las palabras. En ese momento se lamentó no haber ensayado antes. Era un tanto complicado el asunto que quería tratar. Era su deber simplificarlo si no quería terminar sin palabras.

-Está todo bien? –comenzó.

-Si –respondió tajante-. Algo más?

-He hablado con Susan –continuó-, y ambos nos damos cuenta que eso no es así.

-Por qué lo dices? –preguntó.

-Bueno, no sé cómo decirlo –contestó-, te he notado triste.

-Y qué esperabas? –respondió secamente-. Con todo lo que está pasando!

-Lo sé, lo sé –Jack luchaba por controlar sus nervios. No le gustaban las situaciones serias, y últimamente había abusado de ellas-, pero lo del embarazo de mamá nos entrega una luz de esperanza…

-Cómo te atreves a decir eso? –lo interrumpió amenazante.

-Pero… qué tienes con eso? –preguntó Jack con los nervios a flor de piel-. Hablé con mamá y me aseguró que está teniendo el tratamiento médico más estricto que puede. Con eso ya no va a volver a pasar lo de Yanette, o al menos eso espero.

-Tú no entiendes nada! –le gritó su hermana ya molesta-. Tú no te darías cuenta de la verdad aunque te estuviera golpeando en la cara!

-Entonces dime cual es esa verdad! –exclamó Jack.

Yenny estaba a punto de soltarlo todo cuando su valor escapó llevándose su voz. Quedó frente a él con la boca abierta, y sin emitir el más mínimo sonido. Todo sería más fácil si el Maestro Yo hiciera su aparición ofreciéndole el mismo recorrido que ella. Las imágenes valen más que mil palabras. Las palabras se hacían pocas frente a la verdad.

-Yenny, qué tienes? –Jack soltó con una suavidad en su voz que no sabía que tenía.

-Déjame sola –le pidió mientras se acostaba volteándose hacia la pared.

-Yenny –balbuceó el muchacho. En ese instante hubiera deseado tener el poder de leer la mente.

Jack se quedó en medio de la indecisión entre quedarse y acompaarla o cumplir sus deseos y dejarla ahí. Al menos confirmó que había algo, un algo relacionado con sus padres, y que empeoró tras el anuncio del nuevo hermanito que venía en camino. Era información más que suficiente para una noche, más no era suficiente para él.

-Quiero que sepas que si quieres confiarle ese secreto que tanto te ha hecho sufrir a alguien, puedo ayudarte. Prometo no decírselo a nadie.

Yenny hubiera aceptado la propuesta de su hermano, si no fuera porque temía que fuera peor para él mantenerlo sobre sus hombros. Era mejor ser un feliz ignorante.

Antes de retirarse, Jack recogió las muletas que había lanzado y las colocó junto al velador. Esperaba oír alguna palabra de su parte en el intertanto. Una vez colocadas las muletas en su lugar, le dio una última mirada a la chica.

-Quisiera poder ayudarte, Yenny –le dijo tras un suspiro-, igual que como me has ayudado tantas veces.

Parecía que la respuesta era solo silencio, pero para él no lo era. Un leve sollozo llegó a sus orejas. Un sollozo ahogado. Una seal silenciosa de ayuda. l simplemente no aguantó y la acercó para darle un gran abrazo. Yenny no se esperaba aquel movimiento. En un principio se resistió, pero pronto se dio cuenta que era imposible. Se había hecho más fuerte gracias a su entrenamiento.

El sollozo se hizo más fuerte.

-Necesito ayuda –admitió.


Bueno, sé que el capítulo terminó algo triste, pero como no volveremos a actualizar hasta después de Navidad, aprovechamos de enviarles un patotástico saludo. Esperamos de todo corazón que puedan pasar una reconfortante Navidad junto a los suyos. Sabemos que no estamos en el mejor de los momentos. Al igual que la familia Chad, estamos pasando como humanidad por días oscuros. Encima el futuro amenaza con no mejorar. El mejor regalo que tenemos es nuestro presente. Aprovechémoslo para compartir con nuestros seres queridos. Utilicen esta Nochebuena para abrazar a quienes más aman, y ojalá no soltarlo en toda la noche. Un instante de paz, de alegría y de amor es lo que más necesita toda la humanidad en estos días.

Y nos volveremos a encontrar la próxima semana, siendo el último domingo del ao. Ya vendría siendo tiempo de mirar en retrospectiva y analizar todo lo que fue este 2020. Y al parecer el mayor secreto que oculta la familia Chad será revelado antes de que termine el ao. Para más detalles los invitamos a leer el próximo episodio que será publicado el próximo domingo si es que no surge un imprevisto.

Por lo pronto les damos un gran abrazo desde la distancia y esperamos que disfruten las fiestas de fin de ao junto con sus seres queridos.

Con amor.

Patito.