Prólogo

Monte Taikyoku

Taiitsukun observaba con impaciencia a las estrellas guerreras de Suzaku y Seiryuu, lo que estaba por contar, iba a cambiar sus vidas, o en el caso de la mayoría, su eterno descanso después de la muerte.

— Taiitsukun, dinos, ?Qué estamos haciendo aquí?— Preguntó Nuriko.

— ?Eso!— Exclamó Tasuki— Has interrumpido mi fiesta sorpresa del cumplea?os de Genro, espero que sea importante.

Taiitsukun suspiró.

— Os he traído aquí porque vuestras sacerdotisas os necesitan. Corren un grave peligro.

— ?Yui también?— Preguntó un preocupado Suboshi. Puede que hubieran pasado muchos a?os, pero el seguía perdidamente enamorado de su sacerdotisa.

— Es obvio que sí, de otra manera no se hubiera atrevido a despertarme de mi descanso.— respondió Nakago. Taiitsukun fijó su mirada en él entrecerrando los ojos.

— En efecto, Yui también. No me importa si he interrumpido vuestro descanso, fiesta o lo que sea. Vuestro deber es proteger a la sacerdotisa, por lo que deberéis viajar al mundo de Miaka y Yui.

Esto sorprendió a todos.

— Se te olvida que algunos de nosotros estamos muertos.— Dijo Soi con desprecio.— No podremos ser de gran ayuda.

— Bueno, es verdad, sí, pero en realidad solo estáis muertos en este mundo.

— ?A que te refieres?— Preguntó Chichiri.

— Tengo el poder de poder transportaros a su mundo, como visteis con Tamahome, por lo que podré traeros de nuevo a la vida para esta misión. Cuando vuestra misión acabe, volveréis a la normalidad.

Pero antes, debo advertiros.— Volvió a mirar a Nakago.— Os estaré observando, a si que no quiero nada de planes sobre ser un dios, conquistar planetas o luchar entre vosotros, no lo toleraré. Deberéis integraros a su sociedad y ayudarlas.

— Vale, todo eso lo hemos entendido. ?Pero cual es peligro que acecha a nuestras sacerdotisas? No creo que seamos de gran ayuda si no sabemos a que peligro nos enfrentamos.— Preguntó Chiriko, tan astuto como siempre.

— Oh, es verdad, se me había olvidado. Esta vez a quien tendréis que proteger no es exactamente a vuestras sacerdotisas, si no a sus hijas.

—??Hijas!?— Exclamaron todos al unísono.— Lo siento Taiitsukun, pero no pienso hacer de ni?era.— Dijo Tasuki.

—Sí, sus hijas. Pero no son unas ni?as, Tasuki. La hija de Miaka y Tamahome se llama Hikari, tiene 17 a?os, y la hija de Yui y su marido Tetsuya, tiene 16. El caso es que todavía no os puedo revelar cual es el peligro, pero el foco está en esas dos chicas. Deberéis protegerlas como sus padres no podrán, y así salvareis a vuestras sacerdotisas. No necesitáis saber más, de momento.

Acto seguido, las nyan nyan entraron en escena y abrieron un portal de color blanco.

—?Espera!— Exclamó Hotohori.— Ni siquiera sabemos como son sus hijas. ?Como las identificaremos?

— He hablado con las dos sacerdotisas. Saben que vais a ir a la tierra para protegerlas, lo que no saben es que corren peligro, a si que ni se os ocurra mencionar el tema. El portal os conducirá a un lugar donde Taka os espera y Tetsuya os esperan.

Con esto, todos comenzaron a cruzar el portal, quedando último Nakago.

—Nakago.— Llamó Taiitsukun.

— ?Sí?

— Debes tener especial cuidado. A ti te observaré más que a ninguno, y la amenaza que acecha a esas chicas estoy segura de que estará pendiente de ti. Esta es tu oportunidad de ser perdonado.

Nakago observo a la divinidad, asintió y cruzó el portal.