A veces Suzume sale al pequeo balcón del departamento que comparte con él, Daiki. Y se apoya en el barandal mientras un pequeo suspiro escapa de sus labios.

A veces, contemplando el manto oscuro y adornado de salpicaduras brillantes junto a una bonita perla inmaculada, ahí. Ella no puede evitar sonreír con nostalgia y recordar.

Recordar lo bonito y doloroso del primer amor.

No recuerda que su mamá le haya hablado del amor, menos su padre. Posiblemente porque ella no estaba interesada en el tema, con eso de pensar en sushi, el mar, peces y la estrella que vio ese día... Tal vez, también su padre agradeció que no le haya interesado ese tema. Y por ende, salió ignorante.

No... La verdad es que nadie sabe qué es el amor en sí. — pensó, mirando atentamente el cielo nocturno en busca de una estrella fugaz.

Existen diversos conceptos de qué es el amor para cada persona, pero, sabe que aquello no es la respuesta que busca.

Posiblemente, porque ella también tiene su concepto del amor. En base a sus vivencias.

No obstante, el primer amor, su primer amor, fue bonito. Bonito, un poco triste y corto.

Pero, no se arrepiente. Aun así, el primer amor no significa que sea el último, para nada.

Uno siempre puede volver a amar, otra vez. Las veces que quiera... Hasta dar con la persona indicada.

Aquella que será tu compaía y soporte en este camino llamado vida. Y sonríe.

Atesorará siempre su primer amor, sin duda, pero ahora, atesorará más, los momentos que tiene con su segundo amor.

Ese que la hace ser ella y la apoya. Que le dice las cosas sin tapujos y que la impulsa hacia adelante.

(De nombre, Daiki Mamura.)

Y cuando menos se lo espera, una sábana está puesta en sus hombros, haciéndola voltear con ligera sorpresa. Daiki la mira, tallándose un ojo, de forma perezosa.

— Es tarde y te vas a enfermar, tonta.

— Pero tú siempre estás ahí para cuidarme, Daiki. — pronuncia con una sonrisa, mirándolo a los ojos. — Sé que nada malo pasará, porque estás aquí conmigo.

l siente un rubor subirse a sus mejillas, y con una de sus manos trata de ocultarlo. Una maa que no se le ha quitado, incluso cuando ambos ya son marido y mujer.

— Ya es tarde y hay que dormir, o maana no rendirás bien en el trabajo. — la toma de la mano, con aparente molestia.

Más Suzume sabe, que eso sólo es una forma de ocultar su rubor y su timidez. Y también, es una forma que tiene él de demostrarle, que es importante.

(Que la quiere, la ama, y haría cualquier cosa por su bienestar. Y eso sólo hace que lo ame más. )

Y Suzume Mamura se siente bendecida por tenerlo a él en su vida.

Y eso dibuja una sonrisa en su rostro.