Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Hazbin Hotel son propiedad de Vivienne "VivziePop" Medrano.

Los personajes, trama y detalles originales de las creepypastas que se ocupen, serán acreditadas en la medada de lo posible.

Advertencias:

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, y contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

El desarrollo de esta historia parte de un FC (Fan character/personaje de un fan) creado por mí: Vivi.

Vivi es una bruja contemporánea, del tipo que lee cartas de tarot, juega con ouijas, hace "trabajos" para separar parejas, hacer amarres, mete ideas negativas, causa enfermedad y muerte.

La historia previa a su llegada al infierno se encuentra publicada aparte como "La bruja", tanto en Wattpad como acá.

IMPORTANTE

Vox es un personaje del canon que será bastante recurrente aquí, sin embargo, todo lo relacionado a él, con respecto al argumento que nos ocupa, es meramente producto del FC, no hay más información canónica que su estatus como overlord, su gusto por los avances tecnológicos y su rivalidad con Alastor, así como la posibilidad de que antagonice la trama original, por lo que, de este punto en adelante, su historia, motivaciones y poderes, es completamente ficción mía.

Dedicatorias:

?Esta es mi historia número 100! Y, por cierto, es mi cumplea?os.


Médium

Coquetear con lo sobrenatural nunca ha sido buena idea, pero si ya estás en el infierno, ?qué importa?


Candle Cove

"?Alguien recuerda este programa infantil? Se llamaba Candle Cove, yo tení a?os cuando salía. No he podido encontrar ninguna referencia sobre este programa, pero creo que salía en una estación local por ahí en 1971 o 1972. En ese entonces yo vivía en Iroton. No me acuerdo del canal, pero recuerdo que lo pasaban a eso de las 4:00 pm."

Candle Cove (Kris Straub, 2009)


El descubrimiento de lo costosa que era la vida en el infierno no fue realmente sorprendente. Al menos no después de darse cuenta de que no había criaturas monstruosas picoteando con tridentes a los pecadores atrapados en fosas de fuego.

Había fuego en todos lados, sí.

La lluvia llegaba a ser dolorosa, sí.

El agua tenía un sabor a azufre, y encontrar suministros accesibles era todo un reto.

El Infierno era aterrador, pero menos específico que todo lo que había escuchado alguna vez en la catequesis.

Había unidades habitacionales, parques, comercios, incluso televisores, programación específica para esos televisores, ?y teléfonos celulares con cobertura!

Tenía la certeza de que a ninguno de los demonios nativos le interesaba fastidiar a los pecadores, salvo que se metieran en sus asuntos, o tuvieran un mal día y buscaran desquitarse con alguien. Pero que hubiese un empleo específicamente para torturar a las almas caídas, al menos no encontró vacantes para ello.

En todo caso, charlando con algunos de sus vecinos, se enteró de que, pese a vivir en una ciudad considerada marginal, se estaba bastante bien, que tuvo suerte de no materializarse en alguna de las colonias caníbales de las tierras más salvajes, o caer directamente en los ríos de fuego. La mujer que regentaba la única tienda del barrio, le dijo que el indigente que pedía limosna dos calles abajo, se había materializado muy cerca de la rivera, donde en lugar de agua corría un tipo de ácido, y que por eso había perdido las piernas.

También le explicó que solo se podía morir en el infierno por dos medios: el ataque de un ángel, o la ira de un príncipe que, por ser ángeles, era básicamente lo mismo.

Fuera de eso, entre pecadores y demonios podían herirse, mutilarse, desmembrarse, pero no morirían, y dependía del poder de cada demonio el regenerar sus heridas, algunos lo hacían de un día para otro, y otros tardaban varios a?os.

Pensó en lo jodido que era el caso del indigente: pasar la eternidad arrastrándose, viviendo en la mendicidad en una ciudad que no brillaba por la caridad, y hablar de algún programa social era más ridículo todavía.

Alguna vez pensó en darle algo, al menos para comer, porque debía de ser espantoso tener hambre y no poder siquiera morir de inanición, pero le daba más miedo el cómo lo fuesen a tomar sus vecinos, o peor aún, sus clientes.

Aun así, a veces se las arreglaba para fingir que se le caía alguna moneda cerca de él, con la mala suerte de que a veces algún otro demonio saltaba sobre ella sin darle oportunidad de cuando menos estirarse.

Con sumo cuidado, debido a la inverosímil longitud que poseían sus u?as, convertidas en un tipo de garras imposibles de cortar, sacó la reja que tenía las mechas de las velas. Suspiró con alivio; ligeramente deformes y con el espantoso olor que dejaba el cebo, pero enteras y funcionales, había terminado justo a tiempo para la cita siguiente.

Ella siempre había usado velas de miel y otras perfumadas, pero conseguirlas en el Infierno resultaba en un costo inaccesible para su actual posición económica, e innecesarias para los fines que las requería.

Bien podía prescindir completamente de ellas, pero nadie contrataba a alguien que pareciera que no podía vivir de su oficio.

"Ante todo, el espectáculo", pensó, sacando de su caja la bola de cristal por la que había pagado más de lo que consideraba justo.

Alisó el mantel de la mesa, cerró las cortinas, aseguró la puerta que separaba esa estancia del resto de su departamento, encendió la radio sintonizando a un volumen muy bajo la única estación con música, y se sentó a esperar.

Faltando tres minutos para la hora acordada, finalmente llamaron a su puerta.

Tuvo un leve escalofrío al momento de poner la mano en el pomo, como si quien estuviera al otro lado, no fuese la persona que esperaba.

La cita la había hecho por teléfono una chica de voz aguda a nombre de su jefe, siendo muy específica al decirle que, si era un truco vulgar y corriente sin poder real, lo iba a lamentar.

Estaba acostumbrada al escepticismo, gajes del oficio, con todo y que era raro el tener esa postura de pensamiento considerando en dónde estaban y que ella era algo extra?o con garras, alas en la espalda, una cola que acababa en punta y que medía, de pies a cuernos, un metro con ochenta.

No podía cancelarle, su reputación estaba en juego.

Abrió la puerta encontrándose con sorpresa, un televisor:

—Buenas noches —dijo ese televisor —. ?La se?orita Vivi Leong?

Asintió, aún impactada por su primer contacto con lo que era un demonio/objeto. Habría jurado que todos eran animales o bichos, o algo clásico como las pegatinas de diablillos rojos.

—Buenas noches —respondió, cayendo en cuenta de que no había respondido el saludo —. Pase por favor, usted debe ser el se?or Vox.

—En efecto.

Lo condujo hacia la mesa, ofreciéndole la silla de invitados, y mientras él se acomodaba, se dedicó a encender las velas.

—La se?orita que agendó la cita —le dijo —, no fue muy específica respecto al trabajo que requiere.

—No es la gran cosa —respondió él —. ?Le molesta?

Vivi miró por sobre su hombro, el demonio le mostraba una cajetilla de cigarros. No estaba segura sobre si se había ruborizado, era la primera vez que alguien la trataba con tanta consideración. Si no fuese por las garras que el destino había tenido a bien darle, habría acabado violada y agonizante desde su primera semana. Pensó qué tan buena idea sería ofrecer algo de beber, aunque no estaba segura de tener algo a la altura de lo que claramente era un caballero bastante elegante.

?Qué le iba a dar? ?Agua de grifo?

—Siéntase con la confianza.

Terminó su labor con las velas y ocupó su lugar en la otomana, el único mueble que no resultaba ser un incordio para sus alas.

—Solo necesito transmitir algo allá arriba. Nada que no haya hecho por otros.

Ella asintió. En efecto, transmitir se había vuelto su modo de ganarse la vida (o no-vida, según se mirara), pero no supo qué hacer cuando él le entregó su teléfono, en el que empezaba a reproducirse un video.

Se trataba de un tipo de programa de marionetas de bajo presupuesto, o poco esmero. Una mu?eca de las que podían abrir y cerrar sus ojos según su posición, sostenía el timón de un barco con cara que parecía reírse mientras decía algo como: "Tienes que entrar ahí", y de la nada, otra marioneta saltaba en escena riendo macabramente.

"Voy a tener pesadillas con esto", pensó.

—Solo son cinco capítulos de treinta minutos —continuó explicando el demonio—, una transmisión de lunes a viernes por cuatro semanas, en el horario de las 4:00. Pensaba que fuera en alguna televisora local de Portsmouth, Ohio, en Estados Unidos, ?conoce la ciudad?

—Sí claro… pero como le dije a la se?orita, cobro por hora y radio de alcance. Normalmente, una sola casa, por una hora…

—Sí, me explicó eso —interrumpió él, agitando la mano con desdén —. Y para que no haya desconfianza…

Puso sobre la mesa un fajo de billetes que sacó del bolsillo interno de su saco.

Vivi quedó perpleja.

—Sin embargo —continuó con una voz mucho más grave y carente de toda la amabilidad que había ofrecido hasta el momento —, tengo que advertirle que soy muy exigente, y si no recibo un servicio con la calidad esperada, no tendré consideraciones.

Bajo otras circunstancias, Vivi solo haría su trabajo. Era buena en eso, desde que empezó, no había fallado una sola vez, quizás invirtiendo más esfuerzo en unas que en otras ocasiones, pero lo que este demonio estaba pidiendo era una locura.

Meditó muy bien sus opciones. Ya se había negado a aceptar trabajos cuando estos pasaban el límite de lo razonable, o simplemente no le interesaban.

?Podría realmente negarse?

Recargó los codos en la mesa, y el mentón en sus dedos enlazados.

—?Algo más?

—Pues sería maravilloso que solo los ni?os puedan verlo, menos de catorce a?os. Solo eso.

—Ah, ya entiendo, me imaginaba que querría que les indujera algún hechizo para matar a sus padres mientras duermen—dijo con sarcasmo.

El demonio mostró cierto escepticismo arqueando una ceja.

—?Puedes hacer eso?

Vivi se encogió de hombros, algo incómoda por el rumbo que estaban tomando las cosas.

—Pasan de las tres —dijo —. Y es lunes, ?quiere empezar hoy?

—Por eso pedí la cita a esta hora.

Vivi movió la cabeza, relajando sus hombros, sin poder evitar el sonreír. Sus dientes afilados, amarillentos y anormalmente largos, se dejaron ver por entre sus labios, repasados con un labial carmesí.

Tomó el teléfono para reproducir el video desde el principio, mirando atentamente cada espeluznante detalle para retenerlo en su memoria, ya que no se trataba de enchufar un cable HDMI, sino de proyectar directamente desde su mente.

Tuvo tiempo para verlo una segunda vez, antes de dedicar los últimos minutos a ubicar la zona geográfica. Comprendiendo que era imposible, al menos para ella, atrapar los miles de conexiones de televisión de forma individual, se concentró en piratear un canal.

Hecha la conexión, solo le quedó respirar profundamente para iniciar la transmisión.

Concluida la media hora, Vivi abrió los ojos con pesadez, se sentía terriblemente cansada, como si fuese a quedarse dormida en cualquier momento, además, estaba segura de que había perdido la se?al por unos segundos, y eso la puso nerviosa.

Hubo un momento de silencio antes de que el demonio frente a ella empezara a reír a carcajadas.

—?Esplendido! —exclamó —?Realmente espléndido! He hecho esta prueba a cientos de demonios con capacidad transmisora, pero muchos de ellos no logran cubrir el área, o no tienen la calidad suficiente para mantener la atención de los espectadores.

Vivi suspiró, aunque no por eso pasó desapercibido la implicación del comentario.

Fue ingenuo de su parte creer que era especial. Todo se resumía a que no había explorado suficiente territorio como para encontrarse a alguien con la misma habilidad que ella.

—Permítame ampliar mi presentación, ya que parece no estar demasiado familiarizada con la forma en la que se organiza el infierno—le dijo —. Soy el fundador, due?o y director general Vox's Multimedia, compa?ía de medios de la que seguramente ha escuchado por sus marcas: Voxtagram, Voogle, Voxflix, VoxTube, Vogitek, entre otras. Como notará, todas de comunicación.

La mueca de desconcierto en el rostro de Vivi se intensificó. Claramente le estaban tomando el pelo, ?qué hacía un sujeto tan rico e importante frente a una bruja de una ciudad marginal?

—Me ocupo de varias cosas, pero de entre todas, la más importante es el reclutamiento de ciertas piezas clave de la infraestructura. Se?orita Leong, quiero que trabaje para mí. Tengo varios demonios con la habilidad de comunicación, pero sería interesante tener a una bruja en la nómina. Tendríamos contenido bastante peculiar.

—Me niego —se apresuró a responder —, no voy a hacer ningún segmento de horóscopos o algo parecido.

Vox volvió a reírse.

—No me refiero a eso, sería un desperdicio. Lo que más me ha interesado fue el filtro de percepción, limitar la audiencia es algo que solo ha logrado alguien más… Me temo que no estoy siendo claro, mi oferta laboral sería para Voxflix, porque no solo distribuye material original del infierno, sino que ofrecemos contenido del mundo de los vivos, de ese modo, es como los habitantes del Infierno se mantienen al día con lo que pasa ahí. Es lo mismo que ha hecho hasta ahora, pero en sentido inverso. Lo complicado es seleccionar lo que se necesita de entre toda la basura que flota allá arriba, pero con la debida práctica, no tendría ningún problema. Lo sé por experiencia.

El departamento se sacudió un momento, Vivi supuso que hubo un cambio de voltaje en el edificio porque escuchó a varios de sus vecinos maldecir y chillar, y de pronto, la bola de cristal en el centro de la mesa resplandeció.

—Normalmente no hago cosas tan anticuadas, pero, es lo que hay.

Vivi hizo un mohín.

Por la bola de cristal había pagado un precio ridículo, pero no fue su primera opción. Ella había buscado algún televisor decente para poder mostrar a sus clientes los efectos de lo que estaba sucediendo en el otro lado, pero era mucho más de lo que podía permitirse y nada le garantizaba que los vecinos o cualquier malviviente de afuera, no se la fuera a robar cuando salía.

Sin embargo, su recelo se esfumó en cuanto vio, con toda claridad y nitidez, la transmisión de "Who wants to be a millionaire?".

—?Siguen transmitiendo eso? —preguntó. De verdad detestaba los programas de concursos.

—Necesito gente capaz de bajar contenido de alta calidad —continuó, inclinándose hacia el frente, pasando la punta de los dedos por la superficie de cristal nebuloso —. No creerá que hay satélites en el infierno, ?verdad? De alguna manera nos las tenemos que ingeniar. Algo primitivo combinado con la poderosa gracia infernal, y ya está.

Vivi permaneció impávida.

De todas las ofertas laborales que había recibido a lo largo de su vida, y luego de su muerte, esta era la más rara.

Exceptuando, tal vez, al tipo que le pidió una sesión fotográfica de sus pies, ya convertidos en garras.

—Entonces… usted necesita hackers.

—Elija el término que más le agrade, yo ya expliqué las tareas del puesto.

—Honestamente, nunca he hecho algo así.

La risa de Vox la interrumpió.

—Claro que sí, justo ahora lo ha hecho —le dijo —, solo es un proceso invertido. El pago es diez veces mayor al de su actual tarifa por hora, e incluye prestaciones como una nueva residencia en ciudad Pentagrama, y por supuesto, un refugio para el día del exterminio anual.

—?Y solo tengo que transmitir Who wants to be a millionaire?

—Ese programa ya lo tenemos, podríamos empezar con algunas películas, ya que tiene un buen nivel de definición tengo una lista que me interesa. Con el tiempo, podría aventurarse a las series.

Vivi no estaba siguiendo el ritmo de la conversación, se perdió en la parte de la paga por hora. Ni en sus más locos sue?os se había imaginado que podría llegar a cobrar eso.

Ya de entrada, consideraba que sus honorarios no eran para nada accesibles, además de que no eran servicios de primera necesidad. Básicamente ella encajaba en el sector del ocio, y eso por definición, en los sectores marginales, ni siquiera figuraban en el esquema económico.

Consideró bajarlos para hacerse de una clientela, compensando los ingresos con la cantidad, pero luego de pensarlo mejor, cambió la estrategia a promover las sesiones grupales. De ese modo, al menos una vez al mes, cuatro o cinco demonios se juntaban para hostigar alguna casa, responder sesiones de ouija, divirtiéndose a costa de la tranquilidad de esas personas, desternillándose de risa cuando llegaban los sacerdotes a hacer exorcismos.

Pero el verdadero servicio estrella, era el de vengarse de conocidos y parientes aun vivos.

Con la paga adecuada, no se limitaba a hacer que las víctimas escucharan voces amenazantes y vieran apariciones demoniacas, sino que podía mandar alguna enfermedad que ningún médico podría tratar.

El problema recaía en que solo atendía una o dos sesiones al mes. Salían las cuentas justas y no había tal cosa como los clientes frecuentes.

Y ahora de la nada, este peculiar individuo aparecía con la solución a todos sus problemas.

Era demasiado bueno como para ser verdad, sobre todo estando en el infierno, donde resultaba como mínimo, sospechoso.

Vox dejó una tarjeta de presentación sobre la mesa, junto a la esfera de cristal que aún seguía transmitiendo.

—No tiene que responder ahora, de cualquier forma, sí quiero que haga las transmisiones, con las mismas condiciones que hoy. Haré que le envíen los cinco archivos a su número personal.

Enseguida a eso, se puso de pie. Vivi lo hizo también por reacción, acompa?ándolo a la puerta.

Para cuando se quedó sola, sus pensamientos fluyeron de mejor manera, y la realidad de lo que implicaba aceptar un trabajo en el infierno la agobió con más dudas.

Sacudió la cabeza.

Tenía cuatro semanas para pensar bien todas las implicaciones, porque lo último que quería en la vida, era volver a involucrarse con alguien con delirios de grandeza, que era lo que parecía abundar en el Infierno.


Comentarios y aclaraciones:

Tengo algunas ilustraciones de Vivi, y su historia antes de llegar al infierno en mi perfil de Wattpad.

Por cierto, ?ya les dije que este es mi fic número 100? ?Y que es mi cumplea?os?

?Gracias por leer!