MARTIN MISTERY NO ES DE MI PROPIEDAD, SUS DERECHOS ESTAN RESERVADOS PARA SUS CREADORES ORIGINALES MENSIONADOS CON ANTERIORIDAD.

Espero se estén pasando un buen inicio de diciembre, y recuerden que es una linda época para pasarla juntos, no solo con familiares sino también con amigos, y nunca es tarde para hacer nuevas amistades, se trata de pasar una navidad feliz y llena de alegría.

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En el centro comercial se respiraba un aire muy armonioso, el lugar estaba lleno de adornos navide?os incluso el joven rubio pudo ver una peque?a villa navide?a con juegos infantiles,

-no se alejen chicos- dijo su padre caminando entre varias personas, directo a la tienda que el buscaba,

-papá, ?podemos ir a la Villa? - lo que pareció una eternidad para el rubio se trataba de medio hora en la que Gerald compraba los artículos que le hacían falta,

-no lo sé Martin, aún hay cosas que hacer en casa- respondió el hombre mayor revisando un par de palomas blancas, Martin solo suspiro, al salir de la tienda un hombre casta?o de aspecto juvenil detuvo a el rubio mayor.

-he, Maestro Gerald cuanto sin verle- le toco suavemente el hombro,

-ha si Mac, de hecho ?Cuándo volviste al pueblo? -

-hace unos días, mis padres aún viven aquí-

El joven rubio dio un vistazo hacia donde se encontraba aquella villa navide?a que avía visto atrás, y al notar lo distraído de su padre, tomo suavemente la mu?eca de su hermanastra y camino hacia donde quería estar de verdad.

-Martin, no debemos alegarnos así- la casta?a lo miro con desagrado,

-van a estar ahí una eternidad, creme lo se -

-aúna si nos meterás en problemas- Diana le arrebato su propia mano y se detuvo rápidamente.

-mira, tu puedes volver si quieres, eso me pasa por querer ahorrarte un odioso momento de adultos- Martin siguió su camino, al ver la casta?a que no sabia en donde estaba ni veía a su padre por ningún lugar, siguió a su hermanastro.

- ?Martin ?- ella corrió detrás de él, hasta que choco con su espalda, al confrontarlo se dio cuenta que el ni?o se detuvo para contemplar el árbol navide?o que estaba en medio de la villa.

- ?pasa algo? - la casta?a se sobaba la cara, algo extra?ada,

-nada, no es nada- el rubio continúo, seguido de la ni?a la cual hacía sonar a cada paso el cascabel que colgaba de su abrigo morado, al llegar donde estaba el gran tobogán Martin le sonrió a la ni?a.

-a que no llegas hasta arriba- el rubio corrió hacia el juego, y Diana inflando sus cachetes no aguardo ni un segundo y aceptó el reto.

-bien supongo que te veré después Gerald- al despedirse, el hombre rubio recordó a sus dos acompa?antes, y no los encontró, miro a todos lados en busca de ellos,

- ?Martin!?Diana! -