6 A?OS ATR?S…

Demelza miró la hora en su celular una vez más. Eran las 3:08 am. Le había quitado el volumen al teléfono y lo había cubierto con las sábanas para que Ross no se despertara con su reflejo. No había podido dormir nada. Durante la cena había comenzado a sentir una molestia, le había dicho a su esposo que se recostaría, que estaba algo cansada. Era normal cuando una estaba en el octavo mes de embarazo y más redonda que un globo terráqueo. Julia había venido a darle un beso de buenas noches cuando termino de cenar, a ella y a la panza, y Ross la había puesto a dormir en su habitación. "?Me vas a leer un cuento a mi también?" - le preguntó cuando entró en la habitación con el libro de cuentos de Julia todavía en su mano.

"Oh. Ya no se ni para que lo leo, me lo sé de memoria" dijo apoyándolo sobre el aparador que estaba junto a la ventana. "?Te sientes bien? ?Te da problemas ese ni?o?"

"Ya pronto nos dará problemas a los dos."

"Solo dos semanas…" Ross se sentó junto a ella en el borde de la cama y acarició su gran panza. El ni?o, como si fuera capaz de sentir a su padre a través de la piel de Demelza, se movió bajo su mano. Ross acercó sus labios sonrientes a los de Demelza y le dio un rápido beso, luego se levantó y comenzó a desvestirse. El parto estaba programado para dentro de una quincena, pero Demelza sospechaba que su hijo estaba ansioso por llegar al mundo y no quería esperar tanto.

Ross apagó la luz de la habitación, no era tarde pero hacía semanas que habían comenzado a irse a dormir temprano, a veces ella se quedaba dormida antes que Julia. Al principio Ross se burlaba de ella pero Demelza le había dicho que a él también le convendría acumular horas de sue?o ya que no dormiría mucho una vez que el bebé naciera. Ross, después de todo, había conocido a Julia con ya un a?o de vida y se había perdido los primeros terribles meses. Esta sería su primera experiencia con un bebé recién nacido y, por más que ya tenía práctica con Julia, estaba bastante ansioso y había aceptado su consejo. Con el celular en mano, Demelza se había acomodado de costado y Ross se había acurrucado detrás de ella, tapando a ambos con las mantas y rodeando su inexistente cintura con su brazo, su mano abierta sobre su enorme panza. "Buenas noches, cari?o." - había susurrando en su oído luego de besar su cuello un par de veces y se había quedado dormido de inmediato. Al parecer se tomaba muy en serio eso de acumular horas de sue?o.

Pero Demelza había permanecido despierta. Lo que empezó como peque?as molestias se convirtieron en dolores punzantes que aumentaban cada vez más su frecuencia. Demelza controló los intervalos y la duración de las contracciones con el reloj del celular y se esforzó por mantenerse callada y no despertar a Ross que dormía profundamente a su espalda. Para cuando se hicieron las tres de la ma?ana las contracciones eran cada cinco minutos, y ella ya quería comenzar a gritar. Era hora de ir al hospital.

"?Ross?... Ross."

"Mmmhhh…" Ross emitió un sonido y enterró su cara en su pelo.

"Amor, despierta. Ya viene."

"?Quien viene?" - balbuceó.

"Jeremy."

Le tomó un momento procesar a Ross quien era Jeremy aún cuando su mano estaba sobre él. Cuando se dio cuenta de quién hablaba su esposa, se sentó de un salto en la cama, el pelo revuelto peor que el de Julia por las ma?anas, no se había afeitado en toda la semana y ahora ya no habría tiempo para que lo hiciera.

"?Pero faltan dos semanas!"

"Nuestro hijo no quiere esperar tanto tiempo. Ross… Ufff toma mi mano, ahí viene otra."

Ross tomó su mano y Demelza la apretó con fuerza. La cara de dormido de Ross se transformó en una de pánico al ver a su esposa tener una contracción por primera vez. Luego, como si alguien le hubiera dado play en algún lugar de su cabeza, Ross recordó todo lo que había aprendido en las clases de pre-parto. "Respira, Demelza. Adentro y afuera." Dijo soplando rápidamente para que ella imitara su respiración mientras que masajeaba la parte baja de su espalda. Demelza lo observaba entre sus párpados entrecerrados. Su querido Ross, había estado tan nervioso los primeros meses cuando las náuseas matinales eran cosa de todos los días y él quería correr al hospital cada ma?ana. "?Crees que me ame como Julia?" le había preguntado una noche, su vientre se había hinchado de golpe, de un día para el otro, y Ross no le quitaba las manos de encima cuando estaba en casa. Y como si el bebé lo hubiera escuchado pateó por primera vez y los dos se miraron asombrados y sonrientes. "?Sentiste eso?" "?Te dolió?"

"No. Es una sensación extra?a, no sabría como describirla, pero no me duele. Es como si una mariposa estuviera alteando dentro de mi barriga… Creo que ya te ama, Ross." Ross la había besado, sin mover su mano de su peque?a pancita y con una dulzura que Demelza no había creído posible hasta ese momento. "Te amo, Demelza." Y desde esa noche Ross no le había sacado la mano de encima para dormir tampoco, aún cuando en las calurosas noches de verano Demelza quería un poco de espacio, al despertar en medio de la noche se encontraba rodeada por el brazo de su esposo.

"?Judas! Son cada vez más fuertes." Dijo cuando pasó el dolor. Ross la volvía a mirar petrificado.

"?Qué hago, Demelza?"

"Podrías llevarme al hospital." Le respondió ella y lo vio saltar de la cama, ponerse el pantalón, medias y zapatillas tan rápido que seguramente habría batido algún récord. Luego entró al ba?o y salió diez segundos después con el pelo atado en una colita y una remera limpia. Demelza tuvo ganas de decirle que se afeitara también, pero sabía que ya no había tiempo. Sentía la nueva contracción acercándose.

"Estoy listo." Dijo parado junto a la puerta y preparado para irse, Demelza aún estaba sentada en la cama, apoyada contra el respaldo en pijama, ni siquiera se había destapado.

"Ross… yo tengo que ir también. Ven, ayúdame a vestirme." Demelza se dio cuenta rápidamente que las indicaciones generales no funcionaban con su esposo. Tuvo que recurrir a órdenes precisas: ponme los pantalones de jogging grises, la remera negra de Mickey que está en el primer estante, la campera de cuero que está colgada con la tuya en el ropero. Las medias. Las zapatillas. "Ross ven, debes ayudarme a bajar las escaleras."

"?Oh! Lo siento." Demelza respiraba inhalando por la nariz, exhalando por la boca, como él se lo recordaba a cada paso que daban. "Ahora ve a buscar el bolso, esta junto a la puerta de la cocina. Solo asegúrate de que mi documento está en el bolsillo, y no te olvides del tuyo… y despierta a Prudie, dile que debe encargarse de Julia por la ma?ana." Ross volvió adentro con sus instrucciones una vez que Demelza estuvo sentada en la camioneta. El bolso con las cosas que ella y el bebé necesitarían mientras estuvieran internados estaba preparado hacía casi un mes. Ross le había comprado el bolso durante los primeros meses de embarazo, un bonito bolso y un cambiador para el bebé haciendo juego con dibujos de Winnie Pooh. Había sido su primer regalo. A Demelza le extra?ó que lo olvidara, ya que él había chequeado su contenido varias veces en los últimos días. Evidentemente estaba muy nervioso, Demelza esperaba que pudiera manejar. Ella no podría hacerlo.

"Ahora sí. Prudie ya sabe lo que tiene que hacer." En ese momento la vieja Prudie se asomó en la puerta de la casa, con una bata por sobre su camisón y le tiró un beso.

"?Judas!"

"?Qué? ?Qué sucede?"

"Cada vez son más fuertes…" dijo entre dientes, controlando la respiración y sujetándose fuerte del panel de la camioneta – "Oh Dios…"

"?Mi vida? ?Quieres que pare? Me detendré…"

"No Ross, tú mira el camino. Creo, creo que rompí bolsa." Eso o se había hecho pis encima, pero Ross no tenía porque saber eso. ?l la miró con cara de pánico.

"?La calle, Ross! Estoy bien, estamos bien… Es normal… Oh, ?Judas!"

Un rato después llegaron al hospital. Ross aparcó la camioneta frente a la entrada principal y se bajó corriendo a abrirle la puerta y ayudarla a bajar. Demelza lo escuchó gritar a alguien, pero justo estaba teniendo otra contracción y no le prestó atención. Un momento después un enfermero salió con una silla de ruedas y ayudó a Demelza a sentarse y la empujó por las puertas de vidrio. "?Ross?"

"?Si, cari?o?"

"El bolso."

"Oh, claro."

Ross se apresuró de vuelta a la camioneta y bajó el bolso. Cuando corría de vuelta hacia la clínica detrás de su esposa el guardia de seguridad que estaba en la puerta se le acercó y le dijo que no podía dejar el vehículo estacionado ahí. Ross sacó las llaves del bolsillo de su pantalón y las puso en sus manos "Muévala." - le dijo, y se apresuró a ir detrás de Demelza.

Jeremy Poldark nació a las 7.20 de la ma?ana, su padre estuvo presente en el parto. Con manos vacilantes había sido él quien cortó el cordón umbilical que lo unía a su madre y con brazos aún más temblorosos había sido el primero en cargarlo. Envuelto en una toalla, por un momento en que el tiempo pareció detenerse su hijo gritó por primera vez con todas sus fuerzas. "Hola bebé, hola Jeremy. Soy tu papá." Le había dicho, las lágrimas nublando su vista. Luego la enfermera se lo sacó de sus brazos para revisarlo, pensarlo, medirlo y limpiarlo. Ross observó por un momento a Demelza que parecía agotada después de todo el esfuerzo de las últimas horas. Sonreía mientras su pecho subía y bajaba agitado, sus cabellos color fuego completamente despeinados enmarcaban su acalorado rostro que se había vuelto más redondeado en los últimos meses… Ross nunca había visto a una mujer más hermosa que ella en ese momento, ni se había sentido tan orgulloso y tan agradecido. Su pecho le dolía de tanto amor que sentía por su esposa.

La enfermera volvió a poner a Jeremy en sus brazos y lentamente él se acercó a ella. Demelza pesta?eó al verlo acercarse con un bulto peque?o que Ross parecía cuidar como si fuera el más valioso tesoro acurrucado en sus brazos. "Te quiero presentar a alguien." Dijo el sentándose a su lado. Demelza se olvidó del cansancio en el instante que sus ojos se posaron en su hijo. De tez clara, sus manitos se movían acostumbrándose a su nueva libertad, la forma de sus cejas eran iguales a las de Ross, sus labios también se parecían a los de su padre. La nariz era igual a la de ella, pobre ni?o.

"Tienes suerte Jeremy, ella es la mujer más gentil, inteligente y hermosa que jamás conocerás. Es la mujer más importante en mi vida y también lo será de la tuya. Te presento a tu mamá, Demelza. Demelza, el es Jeremy, el segundo hombre más importante de tu vida." Demelza se río de su marido mientras el colocaba a Jeremy en sus brazos. Sus ojos también se llenaron de lágrimas. Demelza le dio un dulce beso en la frente y el bebé pareció reír. Sus padres dichosos de por fin estar viviendo tan esperado momento. Ross se acomodó a su lado y rodeó sus hombros con su brazo, con un dedo de la otra mano sujetaba la peque?a manito de su hijo que apretaba y soltaba su dedo. Ross acercó sus labios a su oído "Esta bien, puedes quererlo más a él por un tiempo." y besó su mejilla. Demelza giró la cabeza, quitando la vista de su hijo solo un momento para besarlo también.

Por la tarde, luego de que tanto Jeremy como Demelza pudieran descansar un poco, alguien golpeó la puerta del dormitorio de la clínica adonde habían quedado internados. Ross abrió la puerta y asomó la cabeza. Allí en el pasillo estaban Caroline junto a Dwight, su prima Verity, Jud sentado de brazos cruzados en una de las sillas de espera, y Prudie, quien cargaba en sus brazos a la otra personita más importante de su vida, Julia. La ni?a, de ya más de dos a?os, se escabulló de los brazos de Prudie y corrió hacia él. "?Papá!" - Ross la levantó en el aire y besó su frente, ella se aferró a su cuello. "?Adonde ta mamá?" "Aquí, ven. Vamos a verla." Ross miró al resto de sus amigos, quienes asintieron comprensivos de que la peque?a familia necesitaba un momento más a solas. Ross entró de nuevo a la habitación cargando a Julia, su regordetas piernas prendidas alrededor de su cintura. "?Mamá!" Exclamó la ni?a apenas vio a su madre, pero luego pareció darse cuenta de una presencia extra?a en la habitación. Ross no sabía si se había dado cuenta del bebé que descansaba en una peque?a cuna junto a la cama o quizás se asustó al ver a su madre recostada en un lugar extra?o, pero Julia lo miró seria, sus ojos se llenaron de lágrimas y sus labios se fruncieron a punto de largarse a llorar. "Ahí está mi hermosa ni?a." Dijo Demelza y estiró sus brazos hacia ellos, Ross volvió a besar su mejilla antes de que le cayeran las primeras lágrimas. Julia se movió incómoda en sus brazos pero se dejó llevar hacia donde estaba su madre. Demelza la esperaba con brazos abiertos, pero la ni?a se aferraba fuerte al cuello de Ross y por un momento temió que no quisiera ir con Demelza. Ross se sentó en la cama, "Ven Julia, te extra?é esta ma?ana." "Ve a darle un beso a mamá." Julia, luego de mirar alternadamente a su padre y a su madre, decidió bajar de la falda de Ross y gatear hacia Demelza. Ella la abrazó con todas sus fuerzas, dándole ruidosos besos hasta que Julia volvió a reír. "Te amo, mi princesa. ?Tu me amas?"

"Ti." dijo la ni?a asintiendo y tocó su rostro y besó su mejilla. Ross las observaba sin entrometerse. Fue entonces que Julia desvió la mirada a su vientre y lo tocó y quiso besarlo como hacía habitualmente. "Cari?o, tu hermanito ya no está más en mi panza." Dijo Demelza y dirigió una rápido mirada a Ross que se puso de pie de inmediato. "?Y adonde ta?"

"Aquí." Dijo Ross levantado a Jeremy de su cuna y acercándolo a sus ni?as. Con cuidado, se acomodó junto a su esposa y puso al bebé en su regazo. "Aquí está Jeremy, tu hermanito, Julia. Dile Hola." Julia vaciló un momento, sus padres sosteniendo la respiración, luego se puso de rodillas y se acercó al bebé, acarició su cara y besó su frente. Jeremy pareció estornudar y luego movió sus peque?os labios sonriendo, al parecer a él también le daba gusto conocer a su hermana mayor. Julia miró a sus padres con una espléndida sonrisa y los dos se echaron a reír. Pero Julia se llevó un dedito a sus labios y les dijo seriamente "Shhh… es tiquito." Y ellos rieron más aún.

Julia se acurrucó junto a Demelza, su manito sosteniendo la de su peque?o hermano y los tres se quedaron observándolo un largo rato.

"Demelza," susurró el junto a su oído, "gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Te amo, mi vida."

"Y yo te amo a ti, Ross."

Un momento más tarde Ross recordó que tenían visitas. Le ayudó a Demelza a acomodarse y a arreglar un poco su pelo, Julia ayudó también. "Ven Julia, vamos a decirle a los de afuera que ya pueden pasar a conocer a Jeremy." Ross la tomó de la mano y abrió la puerta, apenas salió, la ni?a los miró a todos y gritó contenta "?Tengo un hemanito!"