PEREZA

Se encontraban en la penumbra de la sala en casa de los Choi. Sentados a extremos opuestos del sofá, frente al televisor. Una tarde de películas como era ya su costumbre.

Había sido el turno de Saeran para elegir el género que verían ese día. Eligió horror. No era que le gustara especialmente ese género, a decir verdad lo eligió sólo porque sabía que Yoosung lo odiaba.

Yoosung veía la televisión, moviendo insistentemente una rodilla, un signo de su ansiedad y su patético esfuerzo de mantener la calma. El entrecejo fruncido, mordiendo su labio inferior, haciendo un esfuerzo sobre humano por no apartar la vista de la pantalla. Era evidente que le estaba constando mucho trabajo soportar la crudeza del film.

Saeran había perdido el interés en la película hacía ya un buen rato, recargando la espalda en el brazo del sofá, con las rodillas contra su pecho y los pies en dirección a Yoosung, observaba al rubio con atención.

?Cuánto más antes de que empezara a gritar de miedo o corriera a apagar la televisión? Impresionante, hoy estaba rompiendo récords.

Interesante cómo habían llegado a esto.

Yoosung pasaba casi todo su tiempo libre con él. Originalmente era a Saeyoung a quien visitaba, pero ahora que éste tenía esposa; Saeran había acabado heredando al cachorrito.

Yoosung se esforzaba sobremanera por agradarle y ser un buen amigo.

A Saeran no podía importarle menos.

Se limitó a seguirle la corriente. El rubiecito no hacía da?o a nadie y había terminado convirtiéndose en una fuente de diversión encantadora.

Tomó un pu?ado de palomitas y se las arrojó. A Yoosung le dieron de lleno en la cara y se sobresaltó, asustado.

—?Qué pasa?

— Se acabaron. — musitó sin emoción, remarcando lo obvio mientras le arrojaba el tazón vacío.

Saeran podría, sin problema; ir él mismo a servirse más. Era el único comiéndolas a fin de cuentas. Pero no quería dejar su lugar, estaba demasiado cómodo. Y para qué molestarse si tenía a alguien a quien ordenar.

Yoosung tomó el tazón, sin entender el mensaje.

— ?Y bien? Ve a por más— le ordenó. El rubio pasaba la vista del tazón a su acompa?ante, confundido.

— ?Qué? — cuestionó al fin, alzando una ceja, incrédulo.

— Ve a por más — le repitió, una ligera pausa entre cada palabra, en voz seria pero conteniendo una sonrisa.

— ?Eh? ?Por qué yo? Tú te las terminaste.

—No quiero levantarme. ~ — dijo, estirándose en el sofá, dando rienda suelta a su pereza.

— Pues tampoco yo— respondió, cruzándose de brazos.

— Ve — pidió de nuevo, empujándolo con sus pies.

—No voy a levantarme. — sentenció, haciendo pucheros. En parte por la pereza de ir a la cocina a buscarle más, en parte por el gusto de llevarle la contra.

— Estás en mi casa, mis dominios. Tienes que obedecerme.—Amenazó, alzando las cejas. Estirando las piernas, poniendo sus pies sobre el regazo de Yoosung.

—No funciona así — dijo entre risas — soy tu invitado. Tú deberías atenderme a mí~ — dijo en tono burlón, quitándose los pies de Saeran de encima.

Y ésa fue su se?al. Saeran esperaba cualquier pretexto para empezar a molestarlo. Su pasatiempo favorito prácticamente desde que lo conoció.

—Oh, ?quieres atenciones? ?Qué clase de atenciones necesitas?— su voz sonaba más grave y pausada. — ?Ah! Claro, claro. Los cachorritos necesitan muchos cuidados, ?es eso?~

—No me llames así — le pidió sin mirarlo.

Saeran solía llamarlo por apodos. Demasiados. Era muy creativo en ese sentido. Era muy fácil con una víctima como Yoosung. De todos, "cachorrito" era él que Yoosung más odiaba; naturalmente era el favorito de Saeran.

Yoosung se veía realmente ofendido.

Tal vez debía dejar de molestarlo.

Nah.

— Porque si es así puedo atenderte muy bien— Saeran continuó, alargando las palabras. — Puedo darte un lindo collar, con una larga correa, para sacarte a pasear ~

—Saeran, basta. Sabes que no me gusta que me llames así.

—Puedo darte un ba?o y cepillar tu pelaje

— Saeran, no estoy jugando. Ya cállate— apretaba los dientes, molesto. Saeran pudo ver su rostro encenderse.

— Puedo darte un duro hueso para roer.

— ?Ya! Iré yo — se levantó de un salto y salió de la sala. Pudo escuchar la carcajada de Saeran tras de sí.

Llegó a la cocina, tomó otro sobre de palomitas y lo metió al microondas.

Era injusto. ?l se esforzaba por crear una amistad y ?Qué recibía a cambio? Nada más que insultos y burlas

Descubrió su rostro en el reflejo del aparato, se encontró sonriendo. Debería estar molesto, sí, pero no lo estaba. Al contrario, le gustaba.

Disfrutaba los apodos, las burlas, los dobles sentidos, las humillaciones; que lo tratara como a una mascota o un esclavo.

Se rió. Sonaba ridículo. Era extra?o, pero comprensible.

El mundo de Saeran era muy limitado. Estaba atado a su casa, su hermano y su larga y complicada lista de cuidados.

Entre la RFA y su terapeuta, no había muchas personas con las que Saeran pudiera interactuar.

Yoosung desconocía los detalles, pero sabía que Saeran debía haber atravesado un infierno para llegar hasta aquí y reencontrase con su hermano luego de tanto tiempo separados.

?l necesitaba ayuda y Yoosung estaba decidido a dársela. Ya se había equivocado una vez en el pasado. Rika. Una persona muy importante para él había sufrido demasiado; sola y en silencio. No permitiría que la historia se repitiera con Saeran. Le daría todo el apoyo que fuera capaz de brindar.

Yoosung haría cualquier cosa por hacerlo olvidar, por escucharlo reír. El que fuera a costa suya no lo molestaba en lo más mínimo.

Además, se sentía especial.

?l conocía un lado de Saeran que nadie más veía. El lado relajado que hacía bromas, jugaba y molestaba. No se mostraba tan cómodo con nadie más. Siempre era distante y hablaba lo menos posible.

Con Yoosung era distinto. Como si hubiera decidido que era inofensivo y fuera seguro bajar la guardia a su lado.

Poco a poco había ganado su confianza. Eso hacía que Yoosung se sintiera especial, único. Amaba esa sensación.

Esa conexión especial entre ambos, por raro que parezca. Podría estar rebuscándolo mucho, pero bajo esos comentarios filosos había algo más...algo dulce. Tal vez con el tiempo lograra atravesar sus defensas de sarcasmo e insultos y llegar hasta ahí.

Tomó las palomitas e hizo el camino de regreso.

Encontró a Saeran recostado a lo largo del sofá.

— ?Y dónde me sentaré yo? — cuestionó

— Oh, toma asiento, no me molesta — Saeran respondió, dandose unas palmadas en el abdomen, como invitando a Yoosung a sentarse sobre él. Lo hacía para molestarlo. Le encantaba ponerlo nervioso y hacerlo sonrojar.

Yoosung le dejó caer el tazón sobre el vientre y se sentó en el suelo.

— Hey, no vayas a ensuciar mi alfombra... cachorrito. Gracias, Yoosung — Saeran hablaba con voz suave mientras bajaba una mano para acariciarle el cabello. — Eres un buen chico~

Tal vez con el tiempo lograra llegar hasta él

— ...Woof Woof