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Amigos

El brazo de Link por fin había sanado, su paso por las aguas termales en Kakariko ayudó a la cicatrización y unos días después la llegada del doctor Borville con su tan ansiada pócima terminó el trabajo.

—Es una mezcla especial. —comentó el hombre mayor al entregarle la botella a Link quien la observó por un momento, a diferencia de la típica posición roja está era un tanto más clara, algo más bien rosa.

Mientras el anciano le enumeraba a Zelda los ingredientes que usó él simplemente abrió la botella y bebió todo el líquido.

A pesar del color su sabor era amargo aunque no tanto como el de la poción roja, sin embargo pudo sentir su efecto de inmediato.

Incluso con su vasta experiencia con líquidos mágicos y de dudosa procedencia Link nunca se acostumbraría a la sensación de hormigueo en su cuerpo seguido de un golpe de energía que culminaba con sus heridas cerrándose mientras él lo veía todo, esta vez se ahorró el último paso, pero la sensación de incomodidad persistió de todas formas.

—Al parecer no hubo secuela debido al dao de tus tendones. —dijo el doctor mientras examinaba su mano luego de que terminó su explicación. —Ninguno de tus dedos parece haber perdido rango de movimiento. Parece que no es mentira que las diosas te aprecian. —comentó con sorna ante lo que Link solo le ignoró.

Estaba demasiado contento como para pelear con aquel viejo.

—No tiene nada de que preocuparse princesa. —se dirigió a Zelda una vez terminó con Link. —El chico está bien, su brazo curó y sigue siendo tan comunicativo como siempre.

Tras el anciano el héroe puso los ojos en blanco para disfrute de la princesa.

Borville no era exactamente fanático de Link, probablemente tiene que ver con el hecho de que llegó a cobrarle y quizás amenazarle en su empeo de ayudar a Ilia con su memoria y por otra parte Link no apreciaba al anciano que no solo abandonó a Ralis a su suerte, sino que tampoco soportaba su actitud.

Lamentablemente para ellos, él era el único doctor y así mismo ninguno podía negarse a la princesa lo que les llevó a tener que soportarse aunque fuera para evitar la furia de Zelda, aunque en última instancia Link debía admitir que a pesar de ser gruón y despreciable el viejecito era bastante competente cuando se lo proponía.

Zelda cubrió su sonrisa con su mano en un gesto fluido y natural para centrarse en oír al doctor que le hablaba sobre el esfuerzo que le llevó crear aquella pócima fortificada mientras que el así llamado héroe del crepúsculo hacía gestos a sus espaldas.

No pasó mucho hasta que el hombre se volteó con mirada molesta solo para encontrarse que Link miraba el techo con inocencia.

La princesa prácticamente estaba mordiendo el interior de sus mejillas para no estallar en risas y una vez lo logró se encargó de agradecer y halagar al doctor por su labor mientras le prometía una cuantiosa remuneración cuya mención fue capaz de hacer que el hombre se olvidara de Link y sus travesuras.

— Qué? —preguntó el chico una vez en privado notó la mirada de reproche sobre él.

—Hacer muecas a espaldas de alguien En serio Link?

—Te vi reír, así que no tiene caso que me regaes.

—No es cierto. —negó.

—Puedes negarlo todo lo que quieras, pero sé que lo hiciste. —debatió risueo.

Zelda le dedicó su mejor mirada seria, sin embargo solo le hizo reír más

—Eso no va a funcionar hoy. —dijo mientras avanzaba hasta quedar a un paso de ella. —Además tengo que ir al entrenamiento Te veré al almuerzo? —preguntó con un pequeo deje de esperanza en sus ojos.

La expresión de la princesa se ablandó ante su visión y aunque le hubiera encantado responder positivamente, su agenda seguía impidiendo que compartieran más tiempo junto.

—No puedo, tengo un encuentro con emisarios zora, el príncipe Ralis los envío para comunicarme cierto asunto a tratar.

—Oh, ya veo. —dijo con decepción, aunque rápidamente la dejó. —Bien, entonces te veré a la noche.

La comisura de sus labios se curvó con ánimo ante sus palabras y esta vez no había forma que le diera un no, nunca nada podría quitarles esas horas que compartían tras el atardecer.

—Sin falta. —respondió dándole una mirada confidente.

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El octavo día de la luna del alba Link volvió a practicar con su espada y el júbilo que sintió con ello fue incomparable.

Los reclutas ya se sentían motivados con tener al héroe guiándoles y aconsejándoles durante sus prácticas, pero cuando le vieron unirse a ellos en sus ejercicios su ánimo se fue a las nubes, pero no fue solo eso. Link literalmente desbordaba pasión y alegría mientras blandía la Espada Maestra.

A mitad de la maana tomaron un descanso y mientras observaba a todos recuperar el aliento y beber agua una idea nació.

—Robert, —llamó volteando al caballero con una mirada amigable. —practica conmigo. —dijo lo suficientemente alto como para ganar la atención de los reclutas.

— Eh? —dijo el hombre sorprendido ante su petición.

—Vamos. —le animo Link al notar sus dudas. —Hay algo que quiero ensearles y necesito ayuda.

Robert asintió y Link sonrió victorioso.

Una vez aceptó, llamó a todos para que se volvieran a formar y prestarán atención.

Los caballeros de Hyrule eran entrenados en todas las armas por aos y cada uno tenía una predilecta, en este caso Sir Robert empuaba una espada bastarda al igual que el general.

—Generalmente ustedes han de cargar una espada y sus lanzas durante sus deberes en el castillo, pero en batalla la opción más recomendable es que lleven un escudo. —explicó el joven de verde mientras retiraba su escudo de la espalda. —Saber cuándo bloquear y cuando atacar es parte fundamental de una batalla, monstruos como los bokoblins son fáciles de abatir puesto son bastante tontos y tienden a atacar de frente siempre, pero seres más inteligentes como los bulblins o rápidos como los keeses tienden a los ataques sorpresa, por ello llevar un escudo es la mejor estrategia para prevenir tales escenarios, pero un escudo sirve para más que solo defender y quiero que aprendan eso.

Volvió su mirada a su compaero que ya estaba listo para luchar y le dio una seal para comenzar.

A diferencia de su duelo con el general Link no dio el primer golpe, sino que fue Robert quien inició con una estocada directa al pecho del héroe quien alzó su escudo y le detuvo para luego responder con su clásico tajo descendente que fue esquivado por el mayor quien se movió hacia la derecha y dio un giro rápido sobre su eje y contraatacó con un golpe lateral que Link esquivo con un salto lateral.

Robert sabía de lo capaz que era Link, le había visto luchar contra Ganondorf en la batalla más mortífera que había visto y así mismo le vio vencer a su superior y mejor guerrero del reino sin su escudo y estando herido, subestimarle no era una opción incluso si era una práctica amistosa con fines educativos.

Arremetió una rápida combinación de ataques los cuales fueron bloqueados por el escudo causando un sonido estridente y una vez que retrocedió notó que Link seguía con el escudo en alto, no iba a atacar. Algunos tomarían aquellos con un insulto o una cobardía, pero el rostro calmado de Link decía lo contrario, él ya había comenzado a atacar.

Abel les había comentado que la presión que podía causar aquel chico era surreal, pero solo hasta ahora pudo siquiera tener un atisbo de lo que se refería.

Avanzó nuevamente hacia él y lanzó un ataque en diagonal desde la izquierda es busca de eludir el escudo, sin embargo una vez su espada iba a medio camino literalmente vio al joven desaparecer frente a sus ojos.

Había esquivado el ataque rodando por el suelo para posicionarse tras él, el mayor se percató de esto y detuvo su ataque para voltear y alzar la guardia listo para recibir su ataque que como esperaba venía en camino, pues Link tenía su espada en alto listo para golpear, no obstante dicho golpe nunca llegó, no al menos como Robert lo esperaba.

Mantuvo su mano izquierda en alto y aprovechando que su oponente estaba concentrado en ella arremetió hacia adelante y le golpeó con el escudo.

Todos vieron con asombro tal movimiento y su efecto, pues Sir Robert que media fácilmente unos quince centímetros más que el héroe y pesaba al menos veinte kilos más sin contar la armadura retrocedió ante la fuerza del golpe perdiendo su postura y una vez quiso recomponerla la punta de la espada destructora del mal estaba apuntando a su cuello.

—Creo que eso es todo por hoy. —dijo Link con calma retirando el arma. —Buen trabajo Robert, tus golpes son bastante pesados.

El mayor agradeció el cumplido, pues sin duda era genuino, pero también le dejó un sabor amargo en la boca, pues ciertamente sus golpes eran pesados, pero la embestida de Link no solo le tomó por sorpresa, sino que se sintió cómo si chocara contra una muralla de piedra.

Su agilidad sin duda era de temer, es decir, se movía con gracia y esquivaba ataques con facilidad, pero la característica más aterradora del joven frente a él era su fuerza descomunal, ese golpe que le dio probablemente ni siquiera era todo lo que tenía y se las arregló para entumecer sus brazos de solo recibirlo, ni siquiera se quería imaginar que podría hacerle su espada si le golpeaba con toda su fuerza, aunque tenía una ligera idea.

—Bien. —habló nuevamente a los reclutas. — Entienden a que me refería? Un escudo sirve para bloquear ataques, pero contra oponentes más fuertes y grandes bloquear cada ataque puede agotarles más que esquivar o incluso atacar, pero hay otra posibilidad y esa es el golpe de escudo Requiere que pongan bastante fuerza de su parte y también es preferible usarlo solo cuando su enemigo está centrado en defender pues de fallarlo puede que no sobrevivan, ya que la embestida les deja bastante expuestos a los ataques desde los costados, pero si lo hacen bien van a ganar segundos preciados y créanme en medio de un combate cada segundo cuenta. —observó a todos asimilar sus palabras y luego de notar ligeros asentimientos de parte de los jóvenes, habló. —Quiero que desde maana entrenen con escudos, primero deben acostumbrarse al peso extra al igual que sus espadas, pero también deben aprender a recibir correctamente los golpes con él y una vez estén listos poner en práctica todo He sido claro?

— Sí seor! — respondieron al unísono.

—Bien, entonces es hora de continuar con los ejercicios. —dijo con ánimo mientras volvía a desenvainar su espada.

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Zelda caminaba con calma por los terrenos centrales del castillo en busca de Link, su reunión con los emisarios del príncipe Ralis había terminado antes de tiempo por lo que aprovechando que aún faltaba para la cena decidió en ir en busca de su amigo por dos razones, la primera era pedirle su opinión sobre lo que se le informó durante su reunión y el segundo, pues quería darle una sorpresa.

Avanzó en dirección a los campos de entrenamiento con Eleine y otra de sus criadas siguiéndole el paso, aún faltaban unas tres horas para la cena, pero tenía apetito para té y pasteles y probablemente Link también.

Cómo sabía que él estaba ahí?

Pues últimamente era donde más tiempo pasaba, incluso una vez terminaba el entrenamiento a medio día Link comía con los demás soldados porque Zelda le había comenzado a avisar sobre sus ausencias a mediodía, sin duda debía sentirse solo y aburrido como para buscar la compaía de alguien más específicamente humano, pues Link tenía a Epona para charlar como una vez él mismo mencionó.

Seguramente iba a encontrarle practicando con la espada, llevaba días diciendo cada noche cuánto extraaba practicar, pues era algo que hacía cada noche después de su trabajo en la granja y extraaba esa rutina.

Los vítores y exclamaciones de asombro que se hicieron audibles una vez estuvieron más cerca de su destino llamaron la atención de la princesa que aceleró su andar y una vez vio el origen de tal escándalo simplemente no podía creerlo.

En medio de la plataforma donde Link y el general lucharon había un círculo hecho de cal y dentro de él había un goron enfrentando a un hombre en un combate de sumo y para incluso más horror de Zelda dicho hombre era Link.

A un lado habían quedado su túnica y sombrero, dejándole con su cota de malla a la vista mientras usaba unas botas extraas.

El goron frente al joven mantuvo una postura ligeramente agachada y desde ahí alzó su pierna derecha y la estampó contra el suelo haciendo que la roca retumbara, Link repitió el gesto aunque pareció que le costó más elevar su pierna por alguna razón y una vez la estrelló contra el suelo un contundente ruido metálico se hizo presente.

Zelda observó todo sin decir nada hasta que un segundo goron dio un grito para dar inicio al encuentro.

Link se mantuvo con sus puos tocando el suelo en la postura que el alcalde Bo le enseó y desde ese punto se lanzó hacia adelante para embestir a su oponente.

La princesa se tapó la boca en un grito ahogado mientras la multitud de soldados y reclutas gritaron eufóricos.

Le había detenido, había detenido la embestida de un goron.

—Impresionante No cree? —dijo una voz a la derecha de Zelda.

Era Gor Coron junto a Abel y Ashei.

—No esperábamos verle aquí, su alteza. —comentó con calma mientras el trío le daba una reverencia. — Es la primera vez que ve sumo?

—Sí, había oído de él, que le usaban para resolver disputas y como deporte —respondió volteando a verles.

—Así es, para entrar a las minas el joven guerrero tuvo que aceptar mi condición de vencerme en el sumo. Fue una derrota total para mí, la segunda vez que lo intentó.

— Cuánto tiempo llevan haciendo esto?

—Todas las tardes después del trabajo. —habló esta vez Sir Abel. —Una vez las faenas terminan Gor Coron y su gente practican este deporte y no pasó mucho hasta que llamó la atención de todos.

—Muchos de los hermanos hylian con los que trabajamos han subido a intentarlo. —aadió el anciano. —Aunque por obvias razones ellos compiten con otros hylian.

— Y qué hay de Link? —preguntó rápidamente Zelda. — Por qué está ahí enfrentando a un goron?

El mayor rió.

—Eso es obvio, es porque él puede enfrentar a goron. —volvió su mirada hacia Link y agregó. —Nuestro pequeo hermano es fuerte, no solo me venció a mí sino que también a Darbus cuando estaba fuera de sí y antes de eso hizo lo suyo con Dangoro quien resguardaba el arco del héroe de antao. Puede que el joven guerrero sea pequeo, pero es fuerte y tenaz como un goron, prueba de ello es que este es su cuarto encuentro consecutivo.

El cuarto?

Esta vez incluso las doncellas tras ella dejaron salir un ruido de sorpresa.

Link había visto a los gorones durante días y muchas veces fue invitado a participar y siempre se negó, pero ahora que había sanado por completo no pudo evitar ceder a la tentación, además la única persona que podía reprocharle no estaba ahí o al menos eso creyó.

—Una vez lo ví intenté detenerle, —dijo Sir Abel. —pero él se negó diciendo que estaría bien y después simplemente me dejó sin palabras. l realmente es fuerte.

Zelda iba a responder más un súbito aumento en los vítores llamaron su atención.

Link estaba a punto de ser sacado del círculo.

Tanto sus manos como las de su oponente estaban aferradas a los costados de su pantalón y taparrabos respectivamente mientras ambos forcejeaban, pero la diferencia de fuerzas parecía comenzar a marcarse, el héroe estaba siendo llevado lentamente al borde y aunque intentó alejarse del peligro dando un par de golpes en la clavícula del goron este se resistió.

Los gritos de ánimo al joven se volvieron más intensos y Zelda solo veía en silencio como sus talones se plantaron de golpe contra el suelo antes de llegar al límite de este.

Lo que sucedió después fue algo que simplemente nadie esperaba.

Sus piernas se tensaron y ambos se detuvieron en seco y afianzando su agarre dejó salir un rugido descomunal mientras alzaba a su contrincante solo unos centímetros del suelo y aprovechando parte del impulso de su oponente al intentar forcejear giró rápidamente sobre su pie izquierdo enviándole de espaldas contra el suelo y a él encima de este.

Absolutamente nadie dijo nada, incluso Gor Coron al lado de Zelda se veía asombrado y la verdad es que no era para menos.

Qué en nombre de Nayru acabo de ver?

Link se puso de pie con lentitud y alzó sus brazos gritando victorioso y con ello todos estallaron en clamores.

— Pero qué mierda fue eso? —dijo Ashei ignorando que se encontraba junto a la princesa. — Acaba de lanzar a ese mastodonte? Es una puta broma?

—Increíble. —dijo Abel mientras comenzaba a aplaudir.

La estruendosa risa de Gor Coron se hizo presente.

—Nunca dejará de sorprenderme, es decir, le dejo usar esas botas de hierro para que sea relativamente justo, pero lo que acaba de hacer es sin duda lo más impresionante que he visto en mi vida.

La princesa no dijo nada, tampoco aplaudió solo mantuvo su mirada fija en él quien estaba saboreando su triunfo aunque claro una vez miró a su derecha y le vio toda su alegría desapareció.

Oh mierda.

Llevó su mano a su bolsa encantada en su cinturón y chocó los talones de sus botas haciendo que estas volvieran a ser las de siempre y luego de que recogió su túnica y sombrero caminó en dirección a la princesa.

— Te has cansado? —preguntó el anciano goron una vez estuvo frente a ellos.

—Me duele la espalda. —dijo con una risa nerviosa.

—Debería tener cuidado con eso. —habló de pronto Zelda. —Sería una lástima que volviera a sufrir una lesión. —agregó con calma, demasiada para el gusto de Link.

Asintió suavemente mientras miraba a la chica y en un intento de alejarse de terrenos inestables habló con su mejor rostro en blanco.

—Princesa no esperaba verla aquí Su audiencia con los emisarios del príncipe Ralis ha ido bien?

—Lo ha hecho y he venido en su búsqueda, héroe. Hay algo que me gustaría hablar con usted.

Link sabía que era lo correcto que ella le llamara héroe cuando estaban en frente de más gente, entendía que era el tratamiento apropiado tanto por cortesía como la diferenciación que debía existir entre ellos y sin embargo aunque creía que estaba molesta la sola mención de aquella palabra le incomodó.

Iba a responderle, pero ella alzó su mano y le detuvo.

—Le pido que vaya a mi despacho una vez esté preparado. —dijo dándole una sutil mirada al joven cubierto de sudor y polvo. —Le estaré esperando.

—Así será alteza. —respondió mientras inclinaba ligeramente su cabeza.

Zelda dio la vuelta y avanzó por entre sus doncellas que le abrieron el paso, sin embargo a mitad de camino se detuvo y solo girando la mitad de su rostro habló.

—Una cosas más. —dijo con calma haciendo que él alzará nuevamente el rostro.

— Si?

—Permítame felicitarle por su victoria, sin duda fue algo único de ver.

Los ojos del ordoniano se abrieron ligeramente ante la sorpresa pero rápidamente respondió con ánimo.

—Gracias.

La princesa se marchó y Link sintió el cuerpo ligero a pesar de estar agotado.

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Treinta minutos después Link iba de camino a ver a Zelda completamente aseado y vistiendo las ropas que le había dado, solo esperaba que no le hubiera hecho esperar demasiado.

Una vez estuvo frente a la puerta le golpeó dos veces indicando su llegada y una vez la voz la princesa le permitió el paso la puerta se abrió.

—Ha llegado justo a tiempo. —fue lo que dijo la chica mientras Eleine le entregaba una taza de té. —Por favor tome asiento.

Link obedeció y se sentó en el sofá en diagonal a ella, la criada no tardó en tenderle una taza con la bebida lo cual agradeció.

—Gracias Eleine. —dijo Zelda con suavidad. —Puedes retirarte. —agregó a lo que la mencionada asintió y se despidió con una reverencia.

Link estudió en silencio a la chica quien estaba agregando azúcar a su bebida, no era la primera que le miraba hacer algo tan mundano con tanta fijación, sinceramente no sabía si ella lo había notado, pero lo cierto era que muchas veces se veía absorto por la delicadeza de sus movimientos, quizás era porque era una princesa, quizás solo porque era Zelda y lograba que hasta las más triviales de las tareas se vieran elegantes.

Quizás era él.

Le miró absorto hasta que ella habló.

— Gustas de un poco de azúcar? —preguntó mientras aún sostenía las pinzas para tomar los terrones de azúcar.

Link asintió y Zelda le entregó las pinzas con las cuales agrego dos terrones a su taza y con la cuchara le revolvió.

— Cómo está tu espalda? —dijo después de un momento de silencio para probar su té.

La comisura de sus labios tembló levemente de solo oírle.

—Está bien, no ha sido nada grave. —respondió con calma. — Vas a regaarme por ser imprudente?

—Lo dices cómo si siempre te regaara.

—No como tal, pero siempre te preocupas por mí.

— Acaso está mal? No se supone que eso hacen los amigos?

Link solo sonrió.

Amigo era una palabra tan simple y común, pero cuando pensaba en lo que implicaba para alguien como ella, alguien a quien un solo error de juicio podría costar más que caro, que debe ser perfecta por el bien de todos y que a pesar de tener todo en el mundo estaba sola en un castillo lleno de gente.

Ser de la realeza era sumamente solitario, sin poder pasar tiempo con sus padres como lo haría todo nio, sin poder jugar libremente sin que le recordarán que era una princesa y debía actuar como tal, pasando los días en su torre leyendo sobre tratados e historia mientras el resto de chicas de su edad charlaba y se divertía.

Zelda recordaba la soledad de su posición y la aborrecía con todo su ser, pero ya no estaba sola, ahora tenía a Link quien le trataba como una persona pues la corona sobre su cabeza no era impedimento para que él riera con ella, se preocupara por ella e incluso se enfadara con ella.

Hay quienes dicen que para las personas de alta cuna un verdadero amigo es el mayor tesoro que pueden tener y Zelda comenzaba a creer en esas palabras.

—Tienes razón, —respondió el joven rubio. —mi amiga. —agregó dándole una inocente sonrisa que causó que el pecho de la chica saltara sin aparente explicación.

Zelda sintió que podía ahogarse con su té o peor aún escupírselo a Link ante tal sobresaltó, pero para su suerte él parecía ajeno a ello pues unas galletas en la mesa habían ganado toda su atención.

La princesa recompuso su compostura y carraspeó suavemente para llamar la atención de su invitado quien rápidamente alzó su mirada mientras comía una galleta y giró su cabeza hacia un lado.

La imagen de un cachorro vino de inmediato a su mente mandando a la basura toda la calma que había reunido.

— Sucede algo? -preguntó al ver que las palabras parecían habérsele escapado a la chica.

Dulce Nayru nunca vuelvas perspicaz a este hombre.

—No. —dijo con su mejor rostro en blanco. —Es solo que recordé la razón por la cual te pedí venir. El príncipe Ralis me ha enviado una solicitud o mejor dicho te ha enviado una solicitud.

La expresión relajada de Link se volvió seria y gélida al entender que la conversación se iba a tratar de algo delicado y esta vez el estremecimiento que sintió Zelda no fue tan agradable.

— Qué es lo que necesita? —preguntó esta vez completamente concentrado en ella.

—Han habido avistamientos de monstruos por las noches cerca del ascenso hacia el dominio zora.

— Qué clase de monstruos?

—Según lo que pudo describir una chica que tiene un negocio de botes en el sector, dijo que vio un par de duendes de aspecto oscuro cargando garrotes.

—Bokoblins. —dijo con amargura.

Zelda asintió.

—Lo tomó como un hecho aislado, pero cuando algunos zora también vieron a monstruos merodeando por las noches comenzaron a preocuparse

— Nadie ha resultado herido? Ningún zora o Iza?

—No, pero lo más extrao es que huyeron al momento que fueron detectados.

—Los bokoblins son estúpidos de remate, no saben de retiradas solo atacan a lo primero que ven. —refutó.

—Lo sé. —concordó Zelda. —Puede que…—titubeó al saber que lo que iba a decir no iba a ser para nada del agrado de Link e incluso lo tomaría mal —puede que alguien les esté comandando.

El firme golpe que sacudió la mesa una vez Link se puso de pie dejó en claro que ella tuvo razón.

—Me voy. —enunció con simpleza para luego dar media vuelta en dirección a la puerta.

— Qué? A dónde vas? —la princesa se apresuró en ir y tomarle de la mueca para detenerle.

—A buscarles Qué más? —respondió volteando a verle.

—No puedes, ni siquiera he terminado de decirte todo lo que sabemos y además pronto anochecera. —le debatió con ímpetu.

—Princesa hay monstruos merodeando y puede o no que alguien o algo les está organizando, no voy a quedarme aquí sin hacer nada, además es de noche cuando eligen movilizarse, ya sea para husmear en el dominio zora o para abarcar terreno como lo hacían durante el crepúsculo. Ahora es el mejor momento para salir y es exactamente lo que voy a hacer. —Link estaba hablando muy en serio prueba de ello fue que sin ningún hastío intentó liberarse del agarre de la chica con un brusco movimiento de brazo. —Déjame ir. —dijo con una mirada molesta al notar que ella se resistió.

—No irás a ninguna parte, Link. —respondió de la misma forma. —No hasta que te calmes.

— Calmarme? —repitió incrédulo. — Cómo podría calmarme? Hay gente que podría salir herida Es que acaso no te im…

— No te atrevas a decirlo! —le gritó Zelda mientras no solo le daba la mirada más fría que había visto en ella, sino que ahora estaba apretando su mueca con fuerza verdadera. —No te atrevas a decir que no me importa, porque incluso si eres tú nunca te lo perdonaré.

La princesa soltó su agarre sobre Link, mas él no se movió, simplemente se dio cuenta de sus propios actos.

No podía ver su rostro, había dado la vuelta y mantenía su cabeza ligeramente agachada.

Se acercó lentamente hacia ella.

—Zelda. —le llamó con suavidad y arrepentimiento mientras llevaba su mano derecha al hombro de ella el cual alejó justo antes de poder tocarle.

Incluso él entendía lo que eso significaba.

Obtienes lo que mereces.

Suspiró suavemente recomponiendo su ser y una vez más habló.

—Saldré maana al amanecer, iré a ver los zoras e Iza para recopilar información y luego iré tras esos monstruos. No volveré hasta que les haya encontrado. —fue todo lo que dijo para finalmente dejar la habitación.

Ella no habló, ni siquiera emitió un ruido, pero una vez escuchó el tono formal en él sintió que realmente podría llorar.

(…)

Dentro de las múltiples leyendas de Hyrule la mención de los héroes es recurrente, ya sea héroes zora, goron o hylian es bastante común oír como toda historia incluye a una persona que sortea pruebas y batallas mortales con tal de lograr un objetivo.

Pero dentro de todas estas historias hay unas que suelen destacar y esas son las de los héroes de verde.

Clásicos entre los padres y una dicha para los nios, las historias sobre los héroes vestidos de verde han sido traspasadas de generación en generación y a media que han pasado las eras más se han sumado.

Pero qué hay de cierto en todas estas historias?

Nios y adolescentes vestidos con una túnica y sombrero salvando el reino?

Luchando contra la representación del mal y hechiceros?

Salvando diosas y princesas?

Dejando el reino una vez termina su labor?

Siendo olvidados?

Mucho se ha dicho sobre los héroes de Hyrule y para comenzar solo hay dos cosas que puedo confirmar, la primera es que en efecto fueron capaces de todo lo que se dice y lo segundo es que sin duda ellos estaban malditos.

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Link dejó el castillo la maana siguiente como prometió, no volvió a ver a Zelda puesto no se presentó a cenar y se aseguró de despertar incluso más temprano de lo acostumbrado para evitarle.

Simplemente no tenía el valor ni los cojones para enfrentarle después de lo que sucedió.

Iba a mitad de camino cuando detuvo el galope de Epona y simplemente miró hacia la Montaa de la muerte.

El recuerdo de su conversación con Renado fue más amargo que nunca.

—Todos tienen su lugar y obligaciones en este mundo. —dijo en voz baja mientras volvía la mirada hacia el camino. — Todos, en especial yo.

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Habían pasado cuatro días desde la última vez que vio a Link.

Se sentía mal.

Ni siquiera estaba segura de cómo fue que todo se tornó de tal forma, pero lo que sucedió hace días en su despacho no estuvo bien.

No estaba enojada, pero si ofendida y también decepcionada.

De todas las personas que alguna vez pensó serían capaces de decir tal barbaridad, Link nunca fue una de las posibilidades, pero lo hizo, dudó de ella, no como persona sino como princesa y no podía permitirse pasar eso por alto.

No podía permitir que le consolara luego de que se atrevió a pensar en tales palabras, su orgullo no se lo permitía y sus sentimientos tampoco.

Qué clase de amigo pensaría así de ella?

Zelda no se creía particularmente sabia a pesar de su regalo divino, pero sí bastante inteligente y versada en diversos temas, con una excepción y esa eran las personas.

Comprendía que Link era extremadamente dedicado a lo que creía correcto y devoto a quienes le importaban, pero no comprendía de dónde venía esa desesperación que sintió el día antes de su partida, fue solo un instante, con la sola mención de monstruos y peligro él se volvió alguien distinto y no lo comprendía.

Qué era lo que había realmente en la mente del héroe?

Qué era esa sensación de alarma que sentía?

Incluso con todo lo que sucedió no podía negar que le importaba, él era importante para ella de formas que aún no comprendía, no al menos tanto como quisiera.

Diosas protejan a mi amigo.

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En cualquier otro momento Link habría sido feliz de cabalgar a toda velocidad por una llanura sin monstruos persiguiéndole, en cualquier otro momento menos ahora.

Era la noche del quinto día y su búsqueda por fin dio frutos, los bokoblins que vieron cerca del dominio zora eran exploradores, no cabía duda y no solo estaban merodeando cerca del dominio sino también de Kakariko.

El primer día luego de ir al dominio zora donde Ralis le recibió con alegría fue informado de toda la situación, no había un lugar aparente donde los monstruos se estuvieran escondiendo el camino hacia el dominio era uno y carecía de todo tipo de cuevas y el terreno era demasiado escarpado como para escalarle así que donde quiera que se escondieran debía estar en la provincia de Eldin y eso le llevó aquella noche a vigilar desde una de las laderas del camino norte hacia Kakariko.

Les vio husmear entre los accesos del poblado y avanzar con detenimiento por el río zora, buscaban algo, pero no era alimento como pensó la primera vez, sino rutas. El tercer día que les vigiló en la llanura hacia Kakariko lo confirmó y también confirmó las sospechas de Zelda.

Los bokoblins estaban recibiendo órdenes de los bulblins.

El cuarto día fue a Kakariko y le advirtió al chamán, le dijo que cerrara las puertas de la ciudad hasta que recibiera noticias de él y así mismo subió la montaa para pedir ayuda a los gorones. Darbus aceptó ir él mismo a vigilar que nada entrara a la ciudad.

Ahora solo quedaba una cosa, ir a por ellos.

Se mantenía oculto tras una roca y desde ahí vigilaba el horizonte pues si sus sospechas eran ciertas ellos vendrían desde el puente de Eldin.

El resonar de los cascos le dio la razón.

Se agachó por completo en la roca una vez vio a dos bulbos venir a toda carga a la lejanía.

Preparó su arco aprovechando que aún no era detectado y solo espero, espero a que los resoplidos y pisadas del animal fueran cada vez más cercanos y una vez la intensidad del ruido sintió era la correcta salió de su escondite y disparó.

Una, dos y tres flechas salieron disparadas en una sucesión veloz e impecable dando como resultado dos bulblins y un bokoblin en la llanura completamente muertos.

Los bulbos se detuvieron exactamente al inicio de la ladera donde se encontraba, se apresuró en llegar hasta ellos y revisarles, pero como creyó no había nada en ellos que le sirviera.

Si el Rey Bulblin estaba tras todo esto esta vez se aseguraría de matarle sin importar qué, pues si planeaban asaltar Kakariko o el dominio zora con sus bestias…

Espera.

Su línea de pensamiento se detuvo ante una revelación.

Los bulbos eran inmensos no podían acceder al dominio zora y así mismo no podían ocultarse en las cuevas de la cordillera del norte pues su tamao les impedía el acceso, pero sin duda venían desde ahí.

Desde el norte, donde podían ocultarse sin que nadie lo supiera.

Ocultos.

Estaban en la aldea oculta.

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La maana del sexto día la princesa estaba exenta de toda labor durante día, sin reuniones, sin audiencias, ningún edicto que firmar y por supuesto sin Link.

Irónico se quedaba corto, pero a falta de un mejor terminó fue lo primero que pensó al entender que el día por fin tenía tiempo libre la única persona con la que quería pasar su día estaba ausente y peor aún, en una situación compleja con ella.

Resoplar no era exactamente algo que hacía una dama, mucho menos una princesa, le regaaron hasta el cansancio cuando nia por ello, pero ahora sinceramente no le importaba, se sentía agotada, no había tenido noticias de Link en días y gran parte de su disgusto se estaba volviendo ansiedad.

Y si decidía no volver?

Y si simplemente marchaba de regreso a casa?

O a tierras lejanas?

Y todo por otro Malentendido? Por qué él estaba preocupado por la gente? Por su pueblo?

Nada tenía sentido, toda esa situación fue un sin sentido y sin embargo la culpa le carcomía, debió haber hablado con él, decirle que estaba molesta, que se sintió herida en vez de actuar como una princesa caprichosa y orgullosa.

No negarle la posibilidad de enmendarse justo como ella se quejó que él hacía.

Luego de un desayuno silencioso y solitario la princesa iba de camino a su torre a recluirse en su biblioteca en busca de algo que distrajera su mente de aquel torrente de pensamientos melancólicos que le asaltaban cuando los gritos alarmados de los soldados llamando a su nombre le hicieron detenerse.

— Qué es lo que ocurre? —preguntó con preocupación.

El hombre se detuvo tratando de recuperar el aliento y dejando todo protocolo de lado habló.

—Su alteza, es el…

El fuerte relincho de un caballo seguido de más gritos le impidió oírle.

Epona se abrió paso a todo galope entre los soldados incapaces de detenerle.

Zelda corrió hacia la yegua al momento que le vio y solo una cosa llenó su mente.

Dónde está Link?

Epona redujo la velocidad lentamente una vez divisó a la princesa hasta que se detuvo ante la chica que para su alivio notó que había alguien en su lomo.

Era él.

Inconsciente y con el cuerpo aferrado al cuello de la yegua, con su ropa chamuscada y manchada de sangre.

El caballo alzó su rostro hacia el de la princesa y con un suave bufido le llamó.

— Traigan una camilla ahora! —comandó mientras se acercaba a calmar a la yegua que aún se removía inquieta.

El grupo de hombres se apresuró en obedecer mientras Zelda solo susurró suaves palabras a la pobre Epona.

—Va a estar bien. —dijo mientras sostenía con amabilidad el hocico del animal haciendo que se centrará en ella. —No permitiré que nada malo le ocurra. —la yegua lentamente se calmó y una vez sus pezuas dejaron de repicar en el suelo Zelda le dio una suave caricia en el cuello. —Gracias por traerlo de vuelta. —apego su frente con la del animal. — Gracias por traerlo de regreso a mí.

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Por un momento Link pensó en volver al castillo e informar sus sospechas, quizás conseguir refuerzos y luego partir a enfrentar lo que sea que estuviera en la aldea sheikah, pero solo fue un momento y ese momento se vio eclipsado por el recuerdo de Zelda alejándose de él.

Suspiró con pesadumbre para luego llamar a Epona.

A veces, solo a veces extraaba el crepúsculo, cuando todo simplemente se reducía a ser miserable por cosas que escapaban de su ser.

Había cometido un error y lo sabía a la perfección, había insultado a Zelda y se merecía su desaire y más, pues aunque él mismo sabía que habló sin pensar no lo sentía como una excusa.

Nada justificaba el haber puesto en duda la preocupación de Zelda por la gente.

Nada.

Mucho menos él.

Cabalgó a toda velocidad tratando de despejar su mente, ni siquiera estaba seguro de que se iba a hallar en el pueblo abandonado, pero si era un campamento como el que halló en el desierto necesitaba estar al máximo de sus capacidades.

No pasó mucho hasta que cruzó el puente de Eldin, era poco más de la medianoche y una vez llegó hacia el paso montaoso donde se encontraba el acceso a la aldea desmontó.

—Quédate aquí, cualquier cosa te llamaré Entendido? —le dijo a Epona mientras le daba una suave caricia en su crin ante lo cual la yegua golpeteo sus cascos contra el suelo.

La última vez que estuvo en aquel lugar el acceso estaba vigilado por arqueros por ello decidió desenfundar su arco avanzar lentamente mientras mantenía una flecha lista para disparar.

Para su suerte y sospecha no había una sola alma en el lugar esperándolo e incluso el túnel hacia la aldea seguía abierto como Darbus lo dejó.

No hay ningún otro lugar donde puedan estar, aparte de esta provincia el único otro lugar con cuevas lo suficientemente grandes para albergar algo del tamao de un bulbo es el desierto y sin la magia de Zant es imposible que cualquier monstruo saliera de ahí.

Apretó el agarre sobre su arco y entró por el túnel oscuro, no quería levantar ninguna sospecha así que tuvo que caminar con cautela guiado únicamente por la tenue luz natural que había al otro extremo y una vez logró salir sus sospechas se confirmaron.

El pueblo estaba una vez más infestado de monstruos.

Bokoblins junto a un par de bulbos en medio de una hoguera al centro del lugar y varios bulblins posicionados en puntos de vigilancia en las casas abandonadas, justo como la primera vez.

Link se detuvo una vez les vio y con cuidado se puso a cubierto en el túnel, no parecían ser muchos, pero la última vez había varios ocultos dentro de las casas y nada le aseguraba que esta vez fuera distinto.

Lo mejor era ir con cautela y tratar de eliminar la mayor cantidad posible de enemigos con un solo ataque y para eso tenía exactamente cuatro flechas bomba.

Era un tiro relativamente lejano y en medio de la oscuridad, sin embargo su objetivo era claro, aquella hoguera que mantenían encendida.

Salió una vez más del túnel y está vez alzó su arco preparando su tiro, necesitaba que la flecha cayera directamente sobre el fuego, ya que contaba que con que la explosión acabaría con todos los bokoblins que a pesar de ser estúpidos podían ser una verdadera molestia en grupos.

Tomó una bocanada de aire buscando relajarse, sinceramente nunca había hecho un tiro de ese tipo, pero necesitaba el factor sorpresa y la desorientación que causaría la explosión. Apuntó hacia arriba prácticamente en noventa grados y una vez iba a disparar el inconfundible gruido de un lizalfo le hizo voltear y ver aquel ser reptaba listo para embestirle.

Mierda.

Fue lo único que llegó a pensar una vez soltó la flecha encendida a quema ropa.

La explosión le mandó a volar un par de metros aunque de alguna forma logró cubrirse el rostro, sin embargo, sus piernas, brazos y oídos se llevaron todo el castigo.

Se puso de pie solo por la adrenalina, no escuchaba nada más que un pitido y su visión estaban ligeramente borrosa, pero aun así logró sacar su espada y escudo.

Los bulblins le apuntaban con sus arcos y los bokoblins ya corrían hacia él, pero eso no fue todo pues a la distancia ahí donde no hace mucho halló a la pobre Impaz encerrada, dos lizalfos más se alzaban listos para luchar.

Había estado en situaciones difíciles tantas veces que prácticamente había olvidado lo que era sentir miedo a la muerte y no es que ahora estuviera pensando en su última voluntad, pero la imagen de Zelda alejándose de él fue lo último que logró mantener en su mente antes de ceder ante el instinto y cargar mientras gritaba a todo pulmón.

Qué estás dispuesto a hacer por Hyrule, héroe?

(…)

Se cree que los ropajes verdes que muchos jóvenes han usado nacen en inspiración a las ropas usadas por el primer héroe elegido por las diosas, aquel que surcaba los cielos en busca de la diosa terrenal, pero esto no es necesariamente cierto.

Más allá del reino vecino del noreste existe una fuente natural dedicada a la diosa Hylia, ahí donde una efigie de nuestra divina madre se alza, hay un mural que según lo que pude leer en él data de la era del caos pues habla del héroe de los cielos y la diosa.

Cuenta cómo en aquel lugar él recibió el mensaje de los dioses de antao y cómo ella se purificó en las aguas, pero lo curioso de este mural es que no habla del héroe como un alguien sino como un ente que ha vuelto a nacer.

"Es el espíritu del héroe aquel que buscaba a la diosa, pues es su destino enfrentar el mal y es su destino nacer una segunda vez."

La explicación de esto podía ser solo una metáfora, haciendo referencia a que el joven nace una segunda vez cuando asume su rol como héroe o una idea de paso a la adultez al enfrentar adversidades, así mismo la mención de su predestinación a enfrentar el mal puede ser solo una romantización típica de las leyendas en busca de enaltecer a su protagonista como alguien único en su clase.

Pero como ya dije los héroes de verde de Hyrule no son tan simples como se cree y su naturaleza tampoco es tan divina como se puede pensar y es el verde de sus ropas el recordatorio de esto.

Antes de que el héroe del cielo y la primera Zelda nacieran hubo otro hombre que vistió de verde que fue llamado héroe y él fracasó.

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Sus ojos se abrieron lentamente y lo único que logró ver fue el techo de piedra de su habitación.

Recordaba haber salido vivo de alguna forma de la aldea escondida, aunque no estaba seguro como, solo tenía destellos borrosos de él cortando sin piedad bokoblins y algunos bulblins mientras evitaba lo mejor posible a los lizalfos y las flechas en llamas que los arqueros le lanzaban.

En total fueron poco más de dos docenas de monstruos los que estaban ocultos y para su suerte no hubo rastro del Rey Bulblin.

Su cabeza dolía y se sentía agotado llevó su mano a su cabeza solo para comprobar que tenía una venda en su frente y el calor que sentía era fiebre.

Se reincorporó con cuidado, no le dolía nada aparte de su cabeza y hasta donde recordaba no fue herido por nada más que sus propias flechas bomba aunque al parecer le curaron con poción, pues no había rastro de las abrasiones en sus piernas y brazos.

Observó la habitación iluminada por las velas, sin duda era de noche y esperaba que aún fuera el décimo quinto día del mes porque no le gustaría que eso de perder el conocimiento por días se comenzará a hacer costumbre.

Lo segundo que notó fue la silla a la derecha de su cama, alguien estuvo ahí y realmente no necesitaba preguntar quién.

Aunque ligero el aroma de su perfume seguía presente.

Incluso después de todo vino a verme.

Sacudió las mantas lejos de él y se puso de pie, no era momento para sentirse miserable además necesitaba hacer algo con toda su fiebre, no era mucha, pero estaba todo sudado y sediento.

Agitó el cuello de su camisa tratando de refrescarse aunque al notar lo húmeda que estaba simplemente se la sacó y volteó en dirección al bao, no obstante antes de que pudiera llegar a la puerta está se abrió.

En cualquier otro momento se habría sorprendido de ver a Zelda con un cuenco con agua en su habitación en medio de la noche, en cualquier otra situación en la que su cabeza no retumbara y su visión fuera borrosa.

Siempre puede ser una alucinación.

Se tambaleó estando quieto por lo cual estiró su mano en busca de apoyo, pero no llegó a la pared como esperaba, no, Zelda le detuvo y sin decir nada le tomó del antebrazo para guiarle de vuelta a la cama donde le hizo tenderse una vez más

Entonces eres real.

Link solo le vio dejar el cuenco en la mesa de noche para luego sentarse y suspirar suavemente

—No deberías salir de la cama. —dijo sin un tono específico o al menos uno que no supo interpretar. —Has tenido fiebre todo el día y no fue hasta hace poco que logré que bajara.

Si su cabeza no estuviera matándole podría haber reído. Por supuesto que las primeras palabras que le dedicaría después de días sin verse serían de reproche por su conducta.

Tan encantadora como siempre.

Una fuerte punzada le hizo cerrar los ojos con incomodidad.

— Qué fue lo que pasó? —preguntó de pronto. —Llegaste inconsciente a lomos de Epona quien estaba fuera de sí.

Sonrió suavemente al oírle.

Nunca amaría lo suficiente a esa yegua.

—Estaban en la aldea escondida, cerca de una treintena, intenté sorprenderles en la noche, pero al final yo terminé siendo emboscado.

— Qué le pasó a tu ropa? Venía quemada, por no mencionar que tú también.

—Un mal tiro de flecha bomba.

— Y el golpe en tu cabeza?

—Más flechas bomba. Espero que Impaz no haya dejado nada de valor ahí, porque creo que queda menos de la mitad del pueblo en pie.

Ya le hubiera gustado a Zelda que esa fuera una de sus bromas, pero el estado en el que llegó era prueba de que realmente pasó un momento difícil al punto que se desmayó mientras montaba de regreso.

Por su parte Link solo quería que algo acabara con el dolor de su cabeza, iba a hablar y pedirle algo de agua a la chica cuando sintió que algo frío y suave se posó en su frente, abrió sus ojos y vio que era Zelda quien revisaba su temperatura.

Su mano estaba fría, muy fría o quizás su frente estaba demasiado caliente, de cualquier forma su tacto le relajó, su mano desnuda era tan suave y la forma en que le tocaba tan delicada, como si fuera frágil o algo preciado y no un granjero cabeza dura, no un hombre cubierto de cicatrices.

Le gustaba.

Podía ser necio y un poco distraído, pero incluso él podía notar la paz que sentía cuando estaba junto a Zelda.

Era un sentimiento cálido y agradable como estar en las aguas del manantial de Ordona o como cuando de nio Uli le abrazaba, era algo que había olvidado poder sentir.

Su mano se retiró para su decepción y solo le observó sumergir un trozo de tela en el cuenco y una vez este estuvo empapado lo alzó, estrujó y procedió a ponérselo en su frente.

Nuevamente el refrescante frío recorrió su ser, pero esta vez fue distinto, ciertamente era frío y le ayudaba con su fiebre, pero no le traía la misma sensación, no sentía la misma calma ni tampoco el mismo alivio.

—Eso debería ayudar. —dijo ella nuevamente en su asiento. —Marie me dijo que debía vigilar tu temperatura constantemente y que un pao húmedo en tu frente haría que la fiebre bajara lentamente.

—Gracias.

—No tienes que agradecer.

Una corta risa salió esta vez de él a pesar de que aumento su malestar.

—La princesa de Hyrule está cuidado de mí en medio de la noche, por supuesto que debo agradecerlo.

—Link. —le llamó con seriedad. —Mi nombre es Zelda.

Otra suave risa.

—Lo sé. —giró su rostro sobre su almohada y le miró fijamente. —Eres Zelda, la princesa de Hyrule y mi amiga, a quien le debo una disculpa.

Ella iba a responder, pero él fue más rápido y tomó su mano deteniéndole.

—No digas que no es así, porque es mentira, te ofendí y falte el respeto, no importa si estaba preocupado o me deje llevar por el momento, no es una excusa, no especialmente después de haber sido testigo todo este tiempo de cuánto te importa la gente de Hyrule. Por eso te pido que me disculpes, sé que mis palabras te hirieron y me avergüenzo profundamente de ello. Realmente lo siento mucho Zelda.

Su mano se deslizó lentamente de la suya y sus ojos volvieron a cerrarse, su dolor a pesar de ser menor persistía y mantener los ojos abiertos le hacía incrementar

—Hay muchas cosas que no sé. —dijo finalmente Zelda luego de un momento de silencio. —Tener amigos es una de ellas. —admitió al mismo tiempo que tomaba su mano ahora tendida en la cama. —Estaba molesta, herida y también decepcionada, pero tampoco debí haber actuado como lo hice y no porque sea una princesa y deba ser políticamente correcta, sino porque me importas, eres la primera persona que llamo amigo en toda mi vida y no quiero perderte por ser demasiado orgullosa como para aceptar tus disculpas. Te perdono Link y te pido que acabemos con los malos entendidos entre nosotros, no quiero pelear ni distanciarme de ti por cosas que podemos solucionar siendo sinceros, te diré cuando algo me moleste o no me guste y quiero que hagas lo mismo Está bien?

—Así será Zelda. —respondió con voz adormilada.

—Debes descansar, es lo mejor para la fiebre.

—Tú también debes descansar. —debatió un poco más lúcido.

—Y lo haré, pero una vez me asegure que tu fiebre se haya ido.

—Tan terca. —dijo suavemente.

Esta vez ella se rio.

—Al igual que mi héroe. —respondió dándole un suave apretón a su mano.

—Buenas noches, princesa. —Link finalmente se estaba rindiendo tanto a discutir con ella como al sueo.

—Buenas noches, Link. —respondió con calma.—Ten dulces sueos. —susurró suavemente mientras separaba sus manos para cubrirle con la manta y velar su descanso.

Había mucho que no sabían, mucho que aún tenían que aprender tanto de sí mismos como del otro, pero ya había una verdad innegable en sus corazones, una que aunque aún no fueran capaces de comprender su magnitud y a dónde les llevaría sin duda existía.


Notas del autor.

Awwww...si son buenos amigos.

Hola de nuevo.

Segundo capítulo del día ya que es navidad (en Japón)

Recuerdan lo de los malentendidos?

Bien porque esto va de la mano con eso y la idea de este capítulo es simple.

Decir que eres amigo de alguien y ser su amigo son dos cosas muy distintas.

Conocerse, agradarse, desarrollar un vínculo y sentimientos por alguien lleva tiempo y también trabajo, no es solo declarar algo y esperar que todo sea perfecto, si fuera asi no tendría gracia.

Por ello nuevamente una pelea, pero esta vez tiene un carácter distinto, porque ahora no había nada que malentender, fue una ofensa y una grave y cosas asi pueden marcar el fin de una relación/amistad, pero tambien pueden fortalecerla si quienes la viven saben como lidiar con ella.

Y sinceramente todos sabemos cómo van terminar estos dos (Cierto?) pero la pregunta es Cómo? Y seré sincero, no soy fanático de la idea de la predestinación, lo siento pero eso no va conmigo.

No niego que ese tópico bien construido puede ser una gran historia especialmente cuando le suman la idea de la intervención divina que se opone a ellos y su unión, pero aún así creo que puedo decir sin dar ningún spoiler que aquí tomaremos otra forma de abarcar el cliché de la princesa y el granjero, algo más "mundano".

Ahora respecto a aspectos específicos del capítulo.

El Link de TP es el más fuerte en cuanto a fuerza bruta y no me cabe duda, alza puertas de piedra, detiene embestidas de cabras y por sobre todo pelea con gorones y es este aspecto el mas claro ejemplo de esto.

Al ascender por la montaa de la muerte Link desvia la embestida de varios gorones y esto es posible por el peso extra de las botas de hierro y la inercia del movimiento de los gorones, sin embargo la fuerza en sus brazos es algo simplemente irrisorio, aguanta su peso por un instante y sin ningún artefacto mágico, así mismo aunque solo lucha con Gor Coron este le manda a volar de un golpe la primera vez asi que no es que sea débil por ser anciano sigue teneindo una fuerza descomunal y Link le da de palmadas hasta sacarlo del ring a pura fuerza bruta.

Por eso Link es fuerte como ninguno aquí.

Como curiosidad el movimiento que usa para sacar a su oponente del ring en este capítulo es un utchari y como pueden suponer es un movimiento real de sumo.

Bien creo eso es todo por hoy, dos capítulos en un día para celebrar, pelear con tu familia por los traumas de la niez y los terrenos de la abuela, ah y embriagarse, un buen día si me preguntan.

Espero que hayan disfrutado su lectura y como siempre les invito a dejar cualquier comentario, crítica, duda o consulta que tengan.

A menos que el espíritu navideo, mis bebidas energéticas y cigarrillos (no fumeís) me den un golpe de inspiración descomunal la próxima actualización debería ser hasta el próximo ao, pero quien sabe, todo puede pasar.

Les deseo felices fiestas y próspero ao a cada uno de ustedes y agradezco profundamente el que lean mi historia.

Gracias por todo.

Se despide atentamente.

Starrk00.