?

Bill Denbrough había estado afuera de la escuela esperando por ver a sus amigos luego de no haberlos visto el día anterior por estar en cama enfermo, sin embargo, no había visto a ninguno de ellos y pensó que, tal vez, su madre lo había llevado demasiado temprano ese día.

Decidió entrar a la escuela, esquivando a los demás muchachos que transitaban los pasillos de la escuela como locos, empujando a diestra y siniestra sin importarles mucho si tiraban los libros de alguien o incluso si tiraban a la chica de estatura peque?a y lentes de culo de botella de primer a?o a la que la mayoría siempre molestaba. Bill apartó la vista y siguió caminando a su casillero cuando un grito a sus espaldas lo detuvo.

Eran Eddie y Ben, este último venía con las manos bien puestas en un montón de libros, dando trotes torpes tratando de alcanzarlo y esquivando a la gente junto el peque?o hipocondríaco.

—Ch-Chicos, hola.

—?Cómo estás? –se apresura a preguntar el más bajito, poniéndose a su lado e inspeccionándolo de arriba abajo con la mirada. —?Por qué no viniste ayer a la escuela? ?Está todo bien?

Bill siente un peque?o mareo ante las rápidas palabras de Eddie, volteando a ver a Ben como quien voltea a ver a alguien pidiendo ayuda. Este solo se encoge de hombros con una sonrisa.

—E-Estoy bien, Eddie. Solo estaba un po-poco enfermo.

—?Enfermo? –pregunta, apartándose un par de pasos del tartaja. —?Enfermo de qué?

—F-Fue s-solo un dolor de estó-estómago. –dice, rodando los ojos al ver la cara de Eddie. —N-Nada contagioso, a-amigo.

—Qué bueno que estés mejor, Bill

—G-Gracias, Ben. –Bill le da un golpecito amistoso en el hombro y los tres siguen caminando hacia los casilleros, con un Eddie detrás de ellos sermoneándolos con la supuesta mortalidad del dolor de estómago de Denbrough.

El casillero de Ben estaba un poco alejado del de los demás, solo los de Eddie y Bill estaban a unos tres o cuatro casilleros de distancia. El muchacho se apresuró a ir por sus cosas y volvió a reunirse con los otros dos, cuando llegó, soltó una risita, viendo la cara cansada de Bill y a Eddie que aún seguía rega?ándolo por estar en la escuela "enfermo".

—...o también podría ser una infección y todos sabemos que eso no solo se cura de un día para otro, quizás debas ir a un doctor y quedarte en casa. No sabes cuándo podría...

Eddie se calló cuando escuchó la voz de Richie y Stan, que ya venían con sus cosas hacia ellos. Beverly se les unió casi de inmediato, con su mochila roída colgando de un hombro y su montón de pulseras en las mu?ecas haciendo ruiditos con cada paso que daba.

—Hola, chicos. –saluda la chica apenas llega. Los demás le devuelven el saludo y empiezan a caminar con dirección a sus clases.

Los perdedores le preguntan a Bill como se encuentra, pero contrario a Eddie, tan solo se alegran de que haya vuelto y esté mejor. Sin sermones.

Stan no ha preguntado nada, de hecho, ni siquiera ha volteado a ver al tartaja desde que llegó. Según sus horarios, las primeras dos clases las tiene con Richie, Ben y Bill, pero no hace amago de acercarse a ellos, ahora mismo van todos juntos y cree que por ahora está bien así.

Se quedó gran parte de la noche pensando sobre su relación con el chico en las últimas semanas. Estaba confundido porque, a pesar de que se repetía que la amistad con Bill era diferente porque este era el líder del grupo, la verdad era que últimamente no lo sentía así. Creía incluso que podría tratarse de algo más, pero claro, antes de llegar a un pensamiento definitivo su mente lo desviaba a otro pensamiento, como si no quisiera llegar a ese en específico. Además, la peque?a charla con su padre en la cena aun no terminaba de procesarla en su cabeza.

Stan tamborileaba sus dedos en sus piernas mientras caminaba más atrás que los demás, demasiado sumergido en todo el lío que se había formado en su cabeza, cuando la voz y la mano de alguien en su hombro lo hicieron pegar un brinco, volteando enseguida y encontrándose con la sonrisa de Bill. Sintió los colores subírsele a la cara en cuanto lo notó. Se sentía descubierto a pesar de que sabe que no es posible, de ninguna forma, que el chico supiera lo que estaba pensando.

Dios, ?Por qué? ?Es porque maté a tu hijo, no es así?

—S-Stan. Ayer lla-llamé a tu casa, pero tu p-padre dijo que estabas ocupado. –dice, haciéndose un mechón de pelo a un lado con un movimiento de cabeza y sin quitar aun la mano de su hombro.

Stan le quedó mirando. Bill tenía su cabello casta?o, pero con un poco de luz sus cabellos se veían rojizos, como en ese momento. Seguía atento a ello cuando escuchó a Bill hablarle otra vez.

?Mierda!

—Ah, sí. Claro. –quería darse un golpe en toda la cara, se sentía estúpido y, por Dios, solo era Bill. —Papá me lo dijo, pero ya era algo tarde para llamar de nuevo.

—N-No pasa nada. Yo solo q-quería avisarte que, bueno, es-estaba enfermo y no po... no podría acompa?arte. –hace una mueca al decir esto último, un poco avergonzado. Stan sonríe a medias al verle. —L-Lo siento.

—No te preocupes, podemos ir otro día.

—C-Claro.

Richie, frente a ellos junto a los demás perdedores, les lanza una mirada con una ceja arqueada mientras trata de escuchar un poco de la platica de ese par, sin embargo, no alcanza a escuchar nada. Solo los ve detrás de ellos, ahora platican mientras ríen entre ellos, chocando sus codos gracias a la cercanía.

Sospechoso.

Los demás perdedores también lo habían notado ,pero decidieron no darle mucha importancia y solo siguieron caminando a sus clases.

?

Cuando por fin pudieron salir de sus clases para tomar su descanso, el grupo quedó de encontrarse en la misma mesa de la cafetería que habían estado usando desde que empezaron a juntarse entre ellos. Era una mesa algo alejada del resto, cercana al ventanal y con un par de botes de basura cerca.

La mesa perfecta para el grupo de los perdedores de la escuela.

El primero en llegar fue Stan, quien había salido antes por terminar sus ejercicios antes de tiempo. Se encontraba sentado con su comida en una bandeja frente a él, aun no la tocaba pues iba a esperar a los otros. Alcanzó a divisar a Ben y Beverly en la fila del comedor, así que siguió jugando con la pajilla de su jugo de cartón mientras los esperaba.

Estaba tan ensimismado que no se dio cuenta de que alguien había llegado antes que los otros.

Era Bill.

Traía una bolsa de papel en la que seguramente traía su almuerzo y en la otra mano traía un cuaderno. Se sentó al lado de Stan y este solo le sonrió como saludo.

—Ayer hi-hice esto y q-quería mostrártelos antes de que vi-vinieran los demás. –Bill le pasa su cuaderno por debajo de la mesa, abierto justo en la página donde había dibujado el día anterior.

Stan tiene los ojos bien abiertos, observando con cierto brillo en los ojos los dibujos que tiene ahora entre las manos. Los reconoce inmediatamente, como el buen observador de aves que es.

En la mitad de la hoja izquierda hay un par de gorriones y un peque?o cardenal, la parte de abajo tiene lo que parece ser un azulejo dibujado a modo de caricatura con un "?Shiup shiup!" escrito debajo de este. Stan recuerda haberle dicho que el canto era algo parecido a eso; sonrió por ello. En la otra página, en grande, estaba el dibujo de un molobro. La peque?a y un poco chueca firma de Bill Denbrough adornaba la esquina de la hoja como toque final.

—Bill, es... Es increíble. –dice, aun mirando con emoción los dibujos. Una sonrisa abarca su rostro y Bill puede ver como Stan abre y cierra la boca, emocionado y sin saber que más decir. —?Cómo...?

—Georgie tiene una enciclopedia. –su tartamudeo es nulo cuando responde lo que seguramente preguntaría Stanley, pero siente como casi inmediatamente vuelve al querer formular la siguiente frase. —A-además, algunos de estos ya los he-hemos visto juntos.

Stan está por decir algo más cuando ve a Beverly sentándose al lado de Bill. Al alzar la vista ve a los demás perdedores llegando con ella y cada uno con sus almuerzos. Cierra la boca y agacha la mirada hacia el cuaderno aun entre sus manos debajo de la mesa.

—?De qué hablaban? –pregunta Eddie, sentado frente a Bill y sacando un par de recipientes con la comida que su madre le preparaba para almorzar.

—N-Nada, solo...

—?Qué es esto? –interrumpe Richie, asomándose debajo de la mesa y arrebatándole el cuaderno al judío. Stan le lanza un grito al sentir como este se lo quita, tomándolo por sorpresa sin saber que Richie los había estado viendo desde que estaba en la fila esperando por su charola de comida.

—?Regrésalo, Richie! –le dice, extendiendo su mano para que el de lentes se lo devuelva. Pero Richie no hace más que ajustarse las gafas, viendo detenidamente los dibujos.

—?Qué es? –Eddie a su lado asoma su cabeza, tratando de ver lo que Tozier. Beverly y Ben se voltean a ver sin saber bien el porqué del alboroto.

—?Qué rayos significa "shiup, shiup"? –pregunta, riendo un poco al pronunciar con tono extra?o lo que alcanza a leer en el peque?o dibujo. Eddie arquea una ceja, ahora con el cuaderno en la mano.

—Es como... Como el sonido de un pájaro ?no es así? –pregunta Eddie, alternando la vista de Richie a Stan y luego a Bill. Ve al judío suspirar, harto como siempre, pero Bill se adelanta a responderle.

—S-sí.

Ben se levanta un poco de su lugar para tratar de ver lo que hay en el dichoso cuaderno, Eddie lo nota y también se alza un poco para poder pasárselo.

—Wow, es genial. ?Qué es? –pregunta, volteando a ver a Bill. Sabe que él es el autor de aquellos dibujos, pero aun así no puede evitar girar un poco su vista para ver a Stan, sabe que el chico es un buen observador de aves; todo el club de perdedores está enterado de ello.

Stan se encoge de hombros, haciendo una mueca extra?a, pero es Bill quien nuevamente toma la palabra.

—S-Solo son av-aves, chicos.

—Me refería a si es alguna clase de proyecto. –aclara el chico, regresando su vista al cuaderno. Stan dirige una mirada expectante hacia el tartaja, Bill abre la boca como un pez, sin saber qué responder. Richie lo nota. —Es que, ya sabes, creí que a quien le gustaban las aves era a Stan.

—?Si! –Stanley alza la voz, sus amigos voltean a verlo. Stan casi nunca grita; a menos que esté muy asustado, o muy enojado con Richie. —Me está ayudando con un proyecto. ?N-No es así, Bill?

Bill lo voltea a ver algo confundido, no es sino hasta que siente la rodilla de Stan golpear la suya debajo de la mesa que asiente.

—Ah, sí. E-Es un proyecto de S-Stan. Lo est-estoy ayudando.

—Pues es genial. –esta vez es Eddie quien habla, viéndolo directo a los ojos mientras come de sus vegetales. Los demás asienten, de acuerdo con lo que su asmático amigo dice. —Tus dibujos son geniales, Bill y seguro Stan sabe mucho sobre pájaros.

—Si, hasta pudieran mostrarlo en clases como proyecto final de ciencias.

—?Ciencias? –pregunta Bill, arqueando una ceja ante lo último dicho por el bocazas.

—Si, ya sabes. Cuando hacen esa cosa de presentar proyectos con animales. La mayoría disecan sapos o hablan de mariposas y sus capullos. Ustedes podrían hablar de aves.

Por primera vez en mucho tiempo, Stan está casi que aplaude una idea de Richie. La idea suena bien, sin embargo, no menciona nada. Cuando va a responder algo, ve como Beverly le pasa el cuaderno a Bill y lo pone entre ellos.

—Si lo hicieran sería el mejor, estoy segura. –Beverly sonríe a Bill y el chico suelta una risita nerviosa. —Tus dibujos son hermosos, y creo que Richie tiene razón, podrían intentarlo.

—G-Gracias, Beverly.

Stan está al tanto de los movimientos de Beverly. La chica está cerca de Bill, tal vez demasiado; su cabeza está recargada en una de sus manos mientras lo mira directamente y le sonríe. Stan no puede dejar de verlos de arriba abajo, como expectante al próximo movimiento de alguno de los dos.

Richie también nota aquello.

—?Bien! Esta comida no va a comerse sola. El primero que acabe podrá recibir un enorme "Felicidades" de mi parte y, si ese alguien es Eddie, tal vez un beso. ?Vamos, Eds! ?Demuéstrales a esas coles quien manda!

Los chicos ríen tras lo dicho mientras comienzan a comer, olvidándose del tema de las aves y haciendo que Eddie reniegue por lo anterior dicho. Stan deja de sentirse extra?o cuando el ambiente en la mesa retoma su locura habitual y luego de un rato de burlas, ahora platican sobre el peque?o accidente que hubo en el laboratorio de química apenas unas horas atrás.

A una chica le había explotado sin razón aparente un tubo de ensayo y había tirado su contenido encima de un mechero Bunsen, provocando un peque?o incendio que, gracias al profesor encargado, logró controlarse. Habían sacado a los chicos del salón debido al humo que, no estaban seguros, podría ser tóxico. La clase de Richie que se encontraba al lado había salido a presenciar todo debido al bullicio.

Mientras todos le ponían atención a Eddie, que hablaba de los códigos de seguridad que seguramente la escuela no tenía para ese tipo de situaciones, Bill jugaba con una servilleta, volteando de repente a ver a Stan mientras éste ponía atención y de vez en cuando aportaba algo a la conversación.

—...como la vez que se prendió el cartón en el garaje de Bill. –terminó de decir Richie, apuntándole con una mano. —?Recuerdas eso, Gran Bill?

Pero Bill no había volteado a verlo. Tenía la espalda recargada de forma floja en el respaldo de la silla, la boca un poco abierta y con ambas manos debajo de la mesa, aun jugando con la servilleta.

Seguía viendo a Stan sin disimulo alguno.

No fue hasta que los ojos del chico se encontraron con los suyos que Denbrough apartó la mirada, pero claro, ya todos lo habían visto.

—Ah, sí. –acabó por decir, sin tener ni la más mínima idea de lo que le habían preguntado.

Stan empezó a sentir algo raro en el estómago. No sabía que era, pero por alguna razón no era del todo desagradable. Dejó lo que le quedaba de jugo en la charola junto a la basura que había dejado y se levantó, de nuevo, sintiéndose extra?o por las miradas de los chicos.

—Voy al ba?o. –dijo y salió con paso rápido.

La mirada de Bill se paseó de la mesa hacia el muchacho que abandonaba el lugar. Ahora la mesa estaba muy silenciosa.

—Bill. –fue la pelirroja la que rompió el silencio. —?Todo está bien?

—?Te sientes mal? –Eddie pregunta, juntando sus cejas en clara preocupación. Ben y Richie solo observan.

—E-Estoy bien. –dice, poniendo la servilleta por fin encima de la mesa y levantando la vista para ver a los perdedores. —L-Lo siento, yo... Ta-También iré al ba?o

Y sale corriendo ante la atenta e interrogante mirada de sus amigos.

—?No les parece que esos dos están actuando muy raro? Digo... No lo sé, parece que pasa algo. –es Ben quien se atreve a comentar, mirando a sus amigos como si tratara de encontrar una respuesta. Beverly se encoge de hombros, sin saber bien qué decir. Eddie lo piensa, frotándose sus manos por encima de la mesa.

—Creo que están saliendo sin nosotros. –dice Richie.

No es sino hasta que el bocazas suelta aquello en un resoplido que todos se giraron a verlo, con los ojos bien grandes por aquella declaración

—?Salir? –habla Eddie. —?Te refieres a salir como...?

?

Cuando Stan se está lavando las manos en el lavabo del ba?o, ve que la puerta se abre y entra un chico de grados mayores y detrás de este, entra Bill Denbrough.

—Hola, Bill.

—Hola. –no sabe cómo empezar, solo se acerca al muchacho y se queda ahí, esperando a que el otro chico salga del cubículo para empezar a hablar. Cuando lo ve salir, se gira al judío y empieza. —O-Oye, perdón si te incomode hace rato.

—Oh, eso... –la verdad era que Stan no sabía que había sentido por eso, sin embargo, apenas llegó al ba?o comenzó a verse en el espejo para ver si había algo mal en su cara. Se sentía como una chica. —No pasa nada. Creo que a veces uno necesita desconectarse cada que habla Richie. Como un descanso.

—Ya lo c-creo.

—Por cierto... –habla Stan, llamando la atención de Denbrough. —Dibujas genial.

—Gra-Gracias. –dice, rascándose la nuca. No sabe porque últimamente cualquier cumplido de Stanley le hace hacer eso. Como si fuera un tic. —Ha-Había pensado que c-cuando fuéramos al b-ba?adero po-podría llevarme un cuaderno p-para dibujar las que vea-veamos.

—Claro, sería bueno. De hecho, creo que papá tiene unas libretas peque?as. Puedo llevarlas.

—Yo t-tengo un par, no es pro-problema. –dice, negando. Stan le sonríe.

—Tampoco dije que era un problema para mí ?o sí?

—D-Dijiste que eran de tu padre.

Stan lo pensó un poco. Si, era cierto, pero estaba seguro de que no las necesitaría y si se las pedía diciendo que serían para él entonces no creía que se las negara.

—Bueno, papá no dibuja, tú sí. Por cierto, gracias también por seguirme la corriente con lo del proyecto.

—Qui-Quizás podríamos hacer un proyecto e-en serio en-entre los dos. S-Si tú quieres.

Stan sonríe, asintiendo.

—Claro, sería bueno, supongo. –Bill asiente, sobándose la nuca mientras ve sus zapatos. —Además, –continua Stan. —creo que sí ganaríamos. –ambos muchachos comenzaron a reír por la mueca triunfante del judío y en cuanto la puerta volvió a abrirse dejando entrar a más estudiantes, los dos salieron de ahí. —Todavía nos queda tiempo, volvamos con los demás.

—Cla-Claro.

?

Cuando Bill y Stan entraron al comedor, vieron que los chicos estaban hablando demasiado cerca y bastante bajo como para ser escuchados por alguien fuera de la mesa en la que estaban. Se dieron una mirada entre sí y sin saber que pasaba se acercaron un poco más a ellos.

—Estás loco, tú lo dijiste, no yo. –acusa Richie, apuntando a Eddie con una cuchara. Este solo se encoge de hombros haciendo una mueca. —Solo era una broma ?Saben?

—Además Piénsenlo, eso es imposible.

—?Qué es im-imposible?

Bill y Stan han llegado a su lado, apenas alcanzando a escuchar una peque?a parte de su conversación. Beverly se sonroja apenas un poco al sentirse descubierta, mientras que Ben y Eddie comparten una mirada extra?a. Richie empieza a reír, dejando aún más confundidos a los recién llegados.

—Eddie dice que seré un mal padrastro cuando me case con su madre, pero eso es imposible.

—?No empieces con eso! –grita Eddie, haciendo que los chicos en la mesa comiencen a reír. Stan y Bill vuelven a tomar asiento y la plática se torna divertida otra vez, por supuesto que no sospechan que la plática había sido sobre ellos y una supuesta relación a escondidas de la que los perdedores comenzaron a sospechar gracias a una broma de Richie.

Por supuesto que no lo sospecharían ni en un millón de a?os.

?

Hacía rato que la campana había sonado para regresar a clases después de almorzar, ahora mismo Bill y Richie se encontraban en su última clase del día; historia, y según recordaban, Eddie estaría en su clase de ciencias y Beverly, Ben y Stan estarían en la clase de la vieja maestra de literatura.

El profesor de historia era un hombre alto, de barba de candado y sonrisa bonachona que siempre se iba por las ramas mientras daba clase. Nadie ponía real interés en aquella clase y al hombre ni a los alumnos parecía importarles sino hasta el momento de dar y recibir calificaciones.

Richie participaba mucho en esa clase, más que nada, para decir cosas sin sentido como normalmente y hacer reír a unos cuantos en el proceso. Pero esta vez, Tozier estaba callado, viendo de vez en cuando al escritorio a su lado donde Bill Denbrough parecía tratar de entender el cuestionario que el mismo Tozier ya había terminado.

Richie pensaba.

Pensaba sobre la peque?a charla que hubo mientras Bill y Stan se habían ido. Por supuesto que no hablaba en serio sobre la supuesta relación amorosa entre ese par, era otro chiste sin sentido que salió de su gran boca, sin embargo, al ver las caras de los otros perdedores, tomándose tan en serio algo que él dijo lo dejo un poco... dubitativo.

Claro que él siempre bromeaba sobre todo y sobre todos, eso lo sabía la gran mayoría, era un bocazas y nadie podría negarlo. A veces incluso llegaba a hacer bromas sobre un enamorado Ben Hanscom frente a la mismísima Beverly Marsh, le daba una buena risa, pero después se arrepentía un poco al ver la cara colorada de Ben. Incluso llegaba a atacarse a sí mismo sin darse cuenta, hablando con Eddie y diciéndole lo bonito que era entre bromas para luego darse cuenta de que decía lo que pensaba en voz alta y dando gracias a Dios porque los chicos pensaban que eso era todo: una broma. Ahora, con la broma que soltó sobre Stan y Bill saliendo, por alguna razón, no sintió que fuese una broma, y parecía que el resto de los perdedores lo notó y lo tomaron de igual manera a él.

Había visto como Gran Bill los evadía en más de una ocasión para "hacer los deberes de casa", cosa que él sabía que Bill siempre evitaba. Además, llegó a encontrarse una vez a Georgie junto a la se?ora Denbrough de camino a casa y está le preguntó si Bill no estaba con ellos aun cuando esté dijo que iría a ayudar a su madre en quiensabequé. No lo había sobre pensado mucho, creyó que Bill querría irse y montar a Silver como un loco a solas y sin querer que su madre se enterara e hiciera un escándalo como siempre hacía cuando lo veía ir demasiado rápido en ese monstruo con ruedas, como ella lo llamaba. Pero no.

Dejo de pensar que eran casualidades cuando Stan Uris le había dicho por teléfono que no podría ir la tarde del domingo anterior con él al arcade porque tenía lecturas y después vio al se?or Uris hablando animadamente con una familia a fuera de la sinagoga cuando pasaba con Eddie y con Mike para ir juntos al Aladdin. Solo, sin Stan a su lado como normalmente hacían al ir a la sinagoga. Y más importante aún, justo el mismo día en que Bill le había dicho que no se sentía del todo con ganas para ir al arcade. ?QUE DEMONIOS! ?Quién no se sentiría con ganas de ir al arcade en una tarde de domingo?

Luego, cada que entraban a la escuela era lo mismo. Ellos entraban juntos, platicaban como grupo y, de repente y sin darse cuenta, Stan y Bill ya estaban unos pasos más atrás riendo bajito y platicando entre ellos con aura rosa. Richie podía llegar a ser muy observador y, ese día, se había dado cuenta de varias cosas más.

Sin embargo, apenas sonó la campana para irse a casa dejó todo eso de lado y se centró en la indescriptible emoción de por fin salir de esa cárcel llamada escuela para ser libre. Al menos por unas horas hasta tener que regresar al día siguiente, pero libre a final de cuentas.

—Vamos, Gran Bill. Te pasare las respuestas si quieres. –dijo Richie, recordando la cara de Denbrough mientras trataba de contestar el último ejercicio. Bill rio al escucharlo.

—E-Esta vez te lo agradecería.

Richie sonrió, acomodando su mochila hasta ponérsela frente a su pecho para hurgar en ella y sacar el cuaderno que acababa de meter en esta. Saco el rayado cuaderno amarillo que usaba para la clase de historia y se lo extendió al tartaja.

—Aquí tiene, se?or. –el chico negó con la cabeza, divertido al escuchar el acento de Richie. Aunque debía admitir que su imitación de voces sonaba cada vez mejor. —Prohibido dibujar avecillas, Denbrough.

Pero apenas Richie terminó de pronunciar aquella frase, la mente de Bill Denbrough se detuvo por apenas un segundo para luego comenzar a carburar lo más veloz posible para unir los eventos ocurridos ese día hasta tratar de llegar al momento en el que guardaba su cuaderno de dibujo después de mostrárselo a Stan y los demás. Pero no, ese momento nunca llegó a su mente por el simple hecho de que no había ocurrido.

Cuando él y sus amigos regresaron a clases nunca recordó haber llevado consigo su cuaderno de dibujo. Lo había olvidado por completo luego de volver con Stan y unirse a la plática del resto de los perdedores.

—Espera. –el Bocazas dejo de caminar en cuanto escucho a Bill y se dio cuenta de que no caminaba a su lado. —T-Tengo que regresar al co-comedor.

—?Para qué diablos?

—M-Mi cuaderno. –Richie iba a decirle algo, seguramente que no lo encontraría o algo así, pero antes de que el chico pudiera decir algo, Bill se le adelantó. —?Te v-veo con los demás en la salida!

Y salió corriendo.

?

Cuando Bill abre las puertas del comedor, se encuentra con el lugar solo y con un olor a limpio que le hace preguntarse porque huele tan horrible cuando todos entran a comer en las ma?anas si dejan tan limpio por las tardes.

No le importa mucho así que, volteando a ambos lados para evitar que alguien lo vea, entra despacio al lugar.

Las mesas están en su mismo lugar, pero las sillas están apiladas cerca de la enorme ventana cerca de los botes de basura. Sabe que es imposible que este ahí, pero aun así se asoma a todas las mesas para buscar.

No hay nada, su cuaderno no está ahí.

Quizá sus amigos lo hayan encontrado. En verdad espera que sí, porque imagina varios escenarios en los que aquellos dibujos se exhibían en medio de la escuela por una bola de idiotas como el grupo de Bowers o el de Greta Keene y ciertamente no le agradaba la imagen mental.

Realmente sería muy bochornoso que alguien lo encontrara.

Cuando salió del comedor, a lo lejos, alcanzó a ver a Eddie saliendo de uno de los salones. Corrió para alcanzarlo.

—?Eddie!

—Bill ?Qué haces aquí? Creí que estarías con los chicos afuera. –el tartaja negó, caminando a su lado mientras trataba de recuperar aire.

—Es-Estaba buscando mi c-cuaderno. –dijo y Eddie se detuvo. —Creo que lo de-dejé en el comedor, pero n-no estaba y no sé...

—?Bill, espera! –el chico se detuvo también cuando Eddie tomó la palabra. —Beverly tomó tu cuaderno.

—?Qué?

—Si, lo guardó en su mochila antes de entrar a clase. Te fuiste con Richie y lo dejaste olvidado en la silla donde estaba sentado Stanley.

Apenas acabó de escuchar a Eddie, Bill salió corriendo.

—?Espera, Bill! ?A dónde vas?

—?A b-buscar a Beverly!

—Pero...

—?L-Los veo en la entrada!

Eddie se encogió de hombros y comenzó a caminar a la salida. Ya casi no quedaba nadie en la escuela y pensó que tal vez la acción de Bill era algo estúpida. Podría encontrarse a Bev en la entrada con los demás, pero, bueno, realmente no sabía la urgencia así que solo suspiró y fue a reencontrarse con los demás perdedores.

?

Cuando Bill estaba por llegar al salón de literatura, rogando porque Beverly siguiera en este, alcanzó a distinguir cómo una cabellera rizada se asomaba apenas por el salón.

—?Bill?

—Hola, Stan.

—Creí que estarías con los chicos.

—Oh, n-no. Vine a buscar... a buscar a-algo.

—Entiendo. –Stan se ajustó la mochila al hombro y miro para todos lados, quizás ese podría ser buen momento para lo que había estado planeando decirle al tartaja. —Oye, Bill.

—?S-Sí?

—Estaba pensando en ir al ba?adero esta tarde y, no lo sé, pensé que, si no tenías nada que hacer hoy, podríamos... podríamos ir juntos para... –Stan paró de hablar en cuanto notó a Bill viendo detrás suyo y tratando de hablarle.

—Lo s-siento, Stan, necesito ir... –no terminó de hablar, tan solo apuntó, pero Stanley no se gira hacia donde este mira.

—Oh, claro, lo siento. –se disculpa, recordando que quizá no es el momento y que Bill llevaba prisa. —?Quieres que te acomp...?

No termina de formular su pregunta, cuando Bill vuelve a interrumpirlo.

—?Be-Beverly!

La chica va saliendo de su salón, aun guardando algunas cosas en su mochila cuando Bill la intercepta. Ben, quien iba junto a ella, tan solo se hace a un lado al ver a Bill tan cerca y, ambos muchachos no lo saben, pero a los dos se les ha revuelto el estomago casi al mismo tiempo al ver como Bill y Beverly comienzan una platica sin siquiera notarlos o incluirlos.

Hanscom suspira, ya acostumbrado a aquella sensación y tan solo se acerca a Stanley, quien sigue parado viendo la escena.

—Hey, vayamos con los chicos. –dice, chocando su mano con el brazo del judío. Este asiente, sonriéndole un poco.

—Si... Claro.

Sin dar un vistazo, pero escuchando apenas las voces de ambos muchachos, Stan comienza a caminar hacía la salida. Su estómago se contrae y por alguna razón se siente muy estúpido. Es una sensación parecida a cuando levantas la mano en una clase para dar una respuesta, pero alguien mas se te adelanta y le dan un punto extra que, por ser lento, a ti se te niega.

Si, es estúpido.

?

—Hola, Bill ?Qué sucede? –Bev cierra su mochila y se la lleva al hombro, esperando a que Bill hable.

—Y-Yo quería... Quería pre-preguntar... p-preguntarte... ?R-Rayos! –grita, desesperado por no poder formular la pregunta. Su tartamudeo había mejorado un poco, sobre todo cuando estaba con sus amigos, pero es en momentos en los que se siente nervioso o estresado cuando el tartamudeo incesante, ese que no le da tregua, regresa. Ahora mismo siente nervios. No sabe si Beverly hojeó su cuaderno o si solo lo guardó. ?Ni siquiera sabe si es verdad que ella lo tiene! Y es que no es que desconfíe de Eddie, solo está muy nervioso. Beverly lo nota y, con una sonrisa que busca tranquilizarlo, pone una mano sobre su hombro.

—Esta bien, Bill. Respira y ve lento, aquí estoy.

Bill suspira y le agradece la paciencia. Una vez calmado, se ríe un poco. Quizá estaba haciendo escándalo por nada.

—L-Lo siento, solo quería saber si t-tomaste mi cuaderno. Eddie dijo que tú lo te-tenías.

—Oh, claro. –rebuscó entre sus cosas y unos segundos después le entregó la libreta al chico. —Perdona, lo olvide por completo, estaba platicando con Ben cuando... bueno, lo siento.

Bill negó, sonriendo mientras guardaba el cuaderno en su mochila.

—No lo sientas, mas bien p-perdóname tu a mí por in-interrumpir su plática.

—?Qué significa ese tono, Denbrough? –dice, dándole un golpecito en el brazo, comenzando a caminar a la salida.

Bill sonrió, encogiéndose de hombros mientras movía sus cejas de arriba abajo haciendo sonrojar a la pelirroja.

Había notado desde hace un tiempo como la chica parecía querer pasar mas tiempo hablando con Ben, lo había animado a meterse al equipo de atletismo para desafiar al entrenador Woodleigh y, cada que estaban juntos, Beverly no paraba de mirarlo con cierta ternura.

No una ternura como la que se tenían entre amigos o la que siente una madre por su hijo, era de otro tipo y Bill lo había notado hace un tiempo.

Antes gustaba de Beverly, ella era muy hermosa y siempre sintió real apego por ella, pero ya hacia un buen tiempo que se dio cuenta de que la amaba de la misma manera en que amaba a sus otros amigos; un amor fraternal que sentía por Eddie, por Mike, por Richie, por Ben... Aun no estaba seguro si era lo mismo para Stanley, pero de lo que si estaba seguro es de que sentía una clase de orgullo cada que los veía mirándose como venían haciendo desde hace unos meses. Después de todo, todo el club de perdedores sabía lo que Ben Hanscom sentía por Beverly Marsh.

—Nada, Bev. N-Nada de nada.

—Bueno, yo lamento que te interrumpieras de hablar con Stannie por venir conmigo.

?Mierda! ?Stanley estaba hablando con él y...!

—?Oh, d-d-diablos! –gritó, tapándose la cara con ambas manos y sintiéndose miserable y horrible. Recordaba que Stan lo estaba invitando a algún lugar, pero pudo más su maldita preocupación por su estúpido cuaderno. Tenía que disculparse.

Se descubrió la cara apenas oyó la inconfundible risa de Beverly.

—Tranquilo, tigre. ?l entenderá.

—?T-Tigre? ?Qué qui-quieres decir? –el sonrojo que subió a la cara de Bill no pasó desapercibido para la chica, mucho menos cuando este subió hasta sus orejas, y aun así el tartaja parecía no darse cuenta de que a él le estaba pasando lo mismo que había descubierto en Beverly Marsh y que pronto la mayoría de los perdedores descubriría. Bev paró de reír y tomó el brazo de Bill mientras recargaba su cabeza en su hombro.

—Nada, gran Bill. Nada de nada.

Bill rodó los ojos al sentir sus palabras de vuelta y ambos chicos se dirigieron a la salida de la escuela, donde los chicos ya los esperaban para ir juntos a casa.

?

—?Dónde diablos se metieron esos dos?

—Ya te lo dije, Richie. Ya no tardan en llegar.

Richie siguió quejándose, aferrando sus pu?os al manubrio de su bicicleta mientras discutía con Eddie. Stan rodaba los ojos y Ben suspiraba de brazos cruzados.

—Ya cállate, Richie.

—?Oh, por supuesto! Defiéndanlos, pero cuando yo llegue tarde espero el mismo trato. –se quejó el bocazas, Stan volvió a girar los ojos. Estaba seguro de que si seguía así le iba a dar algo.

Estaba por contestarle algo mas cuando escucharon el grito de su amiga.

—?Chicos, chicos! –Stan arrugó el entrecejo apenas se giró a verlos, alcanzando a ver como deshacían el agarre en el brazo que tenían segundos antes. —Lo siento, ya podemos irnos.

—?Ya era hora, chica!

Bill no tardó en ir por Silver, para cuando volvió a unirse a los demás, alcanzo a ver a Stan cerca de Ben. No sabia que estaban platicando, pero quería que acabaran para poder acercarse.

Ben dijo algo que no alcanzó a oír y luego Stan se soltó a reír. Bill sonríe un poco también. Stanley Uris tenia una sonrisa muy bonita, se le hacia un hoyuelo en la mejilla derecha y sus ojos se achicaban haciéndole ver más bonito.

Se sonrojó un poco al darse cuenta de lo que pensaba, pero lo dejó pasar. Aceleró apenas un poco hasta ponerse a la par de Ben. Ambos chicos dejaron de reír y se giraron a verle.

—H-Hey, hola.

—Hola, Bill. –saluda Ben, sintiendo la mirada insistente del chico. —Bueno, Stan, hablamos luego. –y sin más, se adelantó. Stan suspiró.

—?Qué pasa?

—Y-Yo... S-Siento lo que pa-pa-paso hace un rato, yo n-necesitaba alcanzar a B-B-Beverly, ella t-tenía mi...

—Bill. –lo interrumpió. —Está bien, no tienes que estar siempre conmigo. Puedes ir con Beverly o con quién tú quieras sin darme explicaciones.

Bill no dijo nada. Stan continúo andando.

—F-Fue grosero. Y-Y-Yo fui grosero, Stan. Lo siento.

Stan agachó la mirada un momento, sintiendo como su propio agarre en el manubrio se volvía más tenso de repente. Cuando volteó a ver al tartaja mostró una sonrisa apenas visible y antes de seguir, soltó un: —No hay problema.

Bill iba a replicar cuando Eddie se detuvo de golpe.

—Eddie ?Qué ocurre?

—?Vamos, vamos! ?Escóndanse! –gritó, bajándose de su bicicleta y arrastrándola con él a un costado de la calle.

Los chicos no sabían que pasaba, pero ignoraron eso y tan solo imitaron sus acciones. Richie al lado de Eddie asomaba la cabeza detrás del arbusto en el que ahora se escondían y alcanzó a ver la razón por la que Eddie estaba ahora mismo a su lado a punto de tener un ataque de asma.

—?Richie, tú sabes qué pasa?

Richie se mordió el labio al escuchar la pregunta de Bev. Por supuesto que sabía lo que ocurría.

Una calle más arriba, Henry Bowers, Belch Huggins, Victor Criss y Patrick Hockstetter estaban montados en su auto, sacando a relucir un par de bates de beisbol por las ventanas mientras veían hacia todos lados.

Los buscaban.

—Estamos fritos...