TU ROMEO, TU JULIETA

Por: Escarlata

Precure pertenece a Toei.

El plot es mío.

ACTO FINAL

Pudieron hablar poco y nada del asunto en realidad.

Apenas tuvieron tiempo de cambiarse la ropa y salir del peque?o camerino, se unieron a sus compa?eras para ordenar toda su utilería. Todo se quedaría en la bodega del teatro para algún futuro uso, o que alguien más lo ocupara si lo necesitaba, no tenían problema con ello. Tuvieron que esperar hasta que terminó la presentación del Club de Música Ligera para poder quitar sus fondos y oficialmente dar todo por terminado.

Todas se reunieron en el salón como Shiho lo pidió y las chicas finalmente tuvieron oportunidad de felicitarse mutuamente por su gran trabajo. La pelirroja no tuvo empacho en resaltar la gran actuación de la pareja protagonista, pareja que, por cierto, comía el yakisoba que los chicos les habían llevado.

─?Todas hicieron un gran trabajo, amigas! ─dijo Shiho con viva emoción─. ?La música, las luces, los escenarios, todo estivo genial...!

─?Lo de la silla y el rodillo fue fantástico!─agregó una de las chicas y todas rieron ante la mención. Un error que resultó mucho más cómico y adecuado de lo esperado.

─Pero creo que todas sabemos que nuestro par de estrellas brillaron bastante ─Rina tomó el turno y sonrió a sus compa?eras, todas se miraron entre sí, ya sabían a quiénes se referían. Miraron a sus actrices principales.

─Nagisa ─Shiho retomó la palabra─, Yukishiro. La dos hicieron un magnífico trabajo, gracias por esto y por apoyar mi idea como las protagonistas de la obra ─y en se?al de sincero agradecimiento, se inclinó totalmente ante el par antes de aplaudir. El resto del grupo pronto se unió al aplauso.

El gesto tomó totalmente desprevenido al par, Nagisa estaba con el bocado de yakisoba en la boca, Honoka también. Nagisa casi se atora y acabó tosiendo un poco, Honoka tuvo que tragar su bocado para no sufrir el mismo destino que Nagisa. Ambas se pusieron rojas mientras se componían, sin saber qué decir ante el agradecimiento de su recia directora y sus compa?eras de clase.

─Sabes que... Ah ─la deportista se llevó una mano a la nuca─. Sabes que lo hice con gusto, Shiho, fue un trabajo de todas, no sólo de nosotras dos.

─Nagisa tiene razón, lo hicimos todas juntas ─fue el turno de Honoka de decir algo─. Me esforcé porque todas se estaban esforzando también y... Bueno ─tragó saliva, se sintió más roja aún pero no tenía problema en sincerarse─. Disfruté mucho trabajar con todo el grupo y espero que podamos ser buenas amigas de ahora en adelante.

Nagisa sonrió ampliamente al escuchar eso, ?Honoka de verdad estaba dispuesta a seguir tratando más con el grupo! Saber eso no sólo la puso feliz a ella, también al resto de las chicas, quienes le dirigieron sonrisas y dulces palabras en respuesta. Lo que ninguna de las dos agregó, esos pensamientos que se quedaron en sus cabezas, fue que gracias a esa obra se habían conocido entre sí y descubrieron cosas en alguien en quien jamás imaginaron encontrar a una amiga. A alguien tan afín a pesar de ser totalmente opuestas.

A alguien que les hacía latir el corazón como nunca antes, sentir una calidez y una emoción que eran incapaces de describir a momentos. A alguien con quien habían compartido un primer beso fugitivo frente a todos, un beso del que nadie se dio cuenta y del que todos fueron testigos al mismo tiempo.

De momento compartían sonrisas, uno que otro gesto suave y recibían las felicitaciones entre una mezcla de vergüenza y alegría, los temas personales podían dejarlos para cuando tuvieran tiempo y privacidad. Y ambos factores les hicieron falta luego terminar de quitar sus fondos y dispersarse para disfrutar el tiempo que quedaba del festival.

Iban juntas y eso no les ayudó a pasar desapercibidas en lo absoluto. La voz se corrió sobre la grandiosa obra, y quienes no la vieron en directo disfrutaron más de una escena gracias a quienes habían grabado con sus teléfonos la puesta. Grabaciones hechas por el equipo de lacrosse y las fans de Nagisa.

No estaba de más mencionar que las partes que más eco hacían eran el beso en el cementerio y la pelea de la pareja contra los soldados. Y de eso justo se estaban enterando mientras estaban nuevamente en el Maid Café en la sección de chicos disfrutando de los postres prometidos. Ambas estaban rojas por culpa de tanta felicitación que recibían, tanto de clientes como de los chicos. No pasaron solas ni un sólo momento, y juntas tampoco porque el equipo de Lacrosse pidió la presencia de Nagisa y Shiho y Rina se la llevaron sin que ésta pudiera oponer resistencia.

Apenas si tuvo tiempo de terminarse su rebanada de pastel y su té.

─Andando, Nagisa, el resto del equipo quiere felicitarte ─dijo Rina alegremente y tomó a Nagisa por un brazo.

─?Hey! ?Yo quería comer más pastel, muero de hambre! ─se quejó Nagisa, pero tampoco que peleara mucho si tenía a cada una por un lado.

─Te compraremos comida en el camino, ?andando, andando, andando! ─Shiho le mandó una enorme sonrisa a Honoka─. Te la devolvemos en un rato, Yukishiro. ?Vamos!

Y el trío desapareció entre risas y prisas. Honoka se quedó con un gesto confuso antes de sonreír y reír dulcemente, aún tenía que terminarse su té y el medio emparedado de fruta que le habían preparado sus amigos. Y hablando de sus amigos, notó que seguían junto a ella. ─?No deberían estar trabajando? ─su brusca respuesta hizo reír a ambos, era obvio para los futbolistas que se sentía apenada y quería lidiar en privado con su vergüenza.

Su trabajo como amigos y hermanos mayores era quitarle presión y estrés para que se sintiera más compuesta y pensara con claridad. Y casualmente ya eran libres de sus deberes en la cafetería, así que podían salir con ella a caminar un rato. Era el plan.

─Ya terminamos nuestros turnos ─dijo Shougo, que todavía vestía su lindo uniforme rosa al igual que su mejor amigo. Llegó un momento en el que dejó de pensar en su pomposa ropa─. Vamos a los juegos de destreza, anda.

Honoka suspiró hondo, conocía lo que la mirada de ese par quería decir. No se los quitaría de encima, no ésta vez. ─De acuerdo, vamos. Tienen buenos juegos, ayer los vi con Nagisa y...

Cerró la boca al ver que esos dos tontos tenían una sonrisa mucho más grande. Se sonrojó y fijó su atención en su sandwich. ?De verdad se habían dado cuenta o sólo eran sus nervios los que la hacían pensar demasiado? Los miró de reojo. No, no eran sus nervios.

─No se te ocurra escapar, regresamos contigo apenas nos cambiemos la ropa ─advirtió Kimata. El par se retiró a la zona de trastienda para ponerse su uniforme escolar.

La científica sabía que esos dos eran totalmente capaces de ir a buscarla si se escapaba. Y a decir verdad, si tenía que ser sincera consigo misma, le vendría bien hablar con alguien sobre eso que se le estaba revolviendo en la cabeza y el pecho. Podían ser tontos pero Shougo y Kimata la amaban y sabía que, cualquier cosa que le dijeran, lo harían desde el fondo de su corazón y pensando en su bienestar. Podían ser tontos, pero confiaba ciegamente en sus dos hermanos.

Por su lado, Nagisa era felicitada por sus compa?eras del equipo de lacrosse, y de paso aprovecharon para ponerle de nuevo su camisa con la publicidad para los algodones de azúcar. Aún quedaban un par de horas para que finalizara el festival y tenían que terminar con el kilo de azúcar y el colorante que aún les quedaba. Nagisa no tardó mucho en sonreír gracias a las sonrisas de sus amigas, ésta vez no había burlas ni bromas como el a?o pasado, eran felicitaciones sinceras por un gran éxito.

─Ahora ve y deja que todos vean tu camisa, Nagisa ─indicó la capitana luego de darle un brusco cari?o en el cabello y un algodón de azúcar completamente rosa─. Ustedes dos tomen un descanso también ─dijo a Shiho y a Rina y también les dio a cada una un algodón─. Sólo vengan a ayudarnos a levantar todo cuando termine el festival. Hicieron un gran trabajo en su obra, merecen un descanso.

El trío asintió al mismo tiempo y se fueron entre bocados y sonrisas. Nagisa estaba bastante contenta comiendo lo suyo cuando sintió que sus amigas la abrazan por los hombros, caminaban bastante juntas y sólo frunció el ce?o. Sabía lo que eso significaba, de nuevo la iban a interrogar. Quizá, pensó, no sería tan malo tratar de hablar con alguien más. Shiho y Rina eran sus mejores amigas, ?o no? Podía confiarles algunas de sus intimidades si quería, casi nunca lo hacía ahora que hacía memoria de ello, nunca les contó que tuvo un intenso crush con Fujimura Shougo, siempre lo admiró y suspiró a solas por él. Y aunque ellas la vieron triste varios días, no les dijo que fue porque se corrió la voz de que el futbolista tenía novia y que incluso los vieron salir juntos en el centro de la ciudad.

Pero si no pudo contarles sobre su enamoramiento con un chico, ?estaba bien decirles que sentía algo por una chica? Y por Yukishiro Honoka ni más ni menos.

De pronto sintió una presión en el pecho. Eso no era lo normal, a pesar de aceptar que Honoka le gustaba en serio, que Honoka y ella lo sintieran y lo supieran, no era lo mismo a que alguien más estuviera al tanto de la noticia. Quería a sus amigas, confiaba en ellas pero un súbito miedo la abordó, ?qué tal si a Shiho y Rina se les hacía rara la idea? La misma Nagisa todavía no creía del todo que acabara de tener su primer beso con un inesperado Romeo en la obra, frente a todos y a escondidas al mismo tiempo.

?Y si Shiho y Rina no se sentían cómodas con esa idea? Que Nagisa recibiera muchas cartas de chicas sólo era una inocente broma, que mencionaran lo popular que era con alumnas incluso de grado superior solía ser una manera de hacerla enfadar y nada más. Pero ahora el asunto era en serio y no estaba segura de que...

Nagisa se bajó de su tren de pensamiento como jalada por algo. Sintió un abrazo un poco más apretado, firme, y finalmente levantó la cara. No se veía a sí misma, pero sus amigas sí, y cuando la novata maravilla del equipo entraba en un trance de pensamientos que normalmente acababan en pánico mental, se le notaba bastante. ?sta vez Shiho y Rina supieron leerla, se le notaba en la cara, más clara no podía ser.

─?Ella te gusta, verdad?

Fue la pregunta simultánea de parte de los hermanos de Honoka y de las mejores amigas de Nagisa.

Por su lado, Honoka respingó. No esperaba que soltaran la pregunta a la primera, lo normal era que primero la hicieran enfadar pero ésta vez fueron más gentiles y al menos buscaron relajarla primero. Fueron a los juegos de destreza y le regalaron uno de los premios que ganaron, una caja de goma de mascar. Los tres compartían una orden de yakitori, Honoka casi se atoró con su bocado cuando los chicos le soltaron la pregunta.

─Ah... Yo...

Shougo sonrió al verla sonrojarse de manera intensa. Para no apenarla demasiado, volvió su mirada al frente. Kimata hizo lo mismo. Estaban sentados en la banca de uno de los patios traseros, contaban con una relativa privacidad. Honoka sentada entre los dos.

─Puedes decirnos si quieres, y si no, sabes que lo respetaremos ─dijo Kimata con una sonrisa, ésta vez su cari?o en el cabello de la chica fue gentil.

─Nunca te habíamos visto tan animada ─Fujimura no la tocó, pero sí le hablaba suave, bajo─. Pensamos que era porque habías hecho una amiga, pero podemos sentir algo más.

─Es porque hay algo más en mi pecho... Digo, no lo hemos hablado apropiadamente, es reciente ─explicó Honoka en baja voz─. Me gusta estar con ella y desde el principio sabía que no era normal lo que yo estaba sintiendo, pero no podía evitarlo. No pude evitarlo. Y ese beso...

─?Fue real? El que se dieron en la obra ─preguntó Kimata y ambos chicos sonrieron al verla asentir.

El beso fue tan real que sus labios se unieron en una única y tierna caricia que convirtió ese par de segundos en una eternidad. Por ese breve momento olvidaron que estaban frente a centenares de personas, frente a sus familias y amistades, propios y extra?os vieron y no vieron su beso. Un beso parte de una obra y nada más, pero ellas lo subieron un escalón extra. Su primer beso. El sólo recuerdo la hizo sonrojar más y sentir que la cara completa le ardía.

─Lo ocultaron bien, todos dijeron que estuvo muy bien actuado ─aclaró el otro futbolista y la escuchó suspirar de alivio─. Si me permites decirlo, ella también parece estar cómoda contigo ─imposible no notarlo─. Si te correspondió en ese momento ─durante el beso─, entonces es seguro que sienta lo mismo por ti.

─Hablaremos luego de que termine el festival ─contó la joven científica, un poco más relajada. Decirlo le quitaba peso de los hombros, suspiró hondo─. Irá a comer a mi casa, la abuela preparó algo para celebrar la obra.

─?Podemos saber qué le dirás? ─preguntó Kimata con una sonrisa amplia, su contento crecía conforme el gesto de Honoka recuperaba su serenidad de costumbre.

─Lo que mi corazón quiera.

Ya una vez le comentó algo parecido a la misma Nagisa, si tuviera algo qué decirle, lo haría de frente o al menos le pondría su nombre a la carta. Rió para sí misma al recordar eso. Nagisa recibió sus atenciones, la misma Nagisa le dio a saber de alguna manera lo que quería y pudo percibirlo, pudo entenderla. Sólo tenía qué decirle lo que quería, ?verdad?

─Pase lo que pase, puedes contar con nosotros, ?de acuerdo? ─dijo Fujimura luego de darle un cari?o más a Honoka─. Y no es por estar de entrometidos, en serio queremos que esto salga bien para ti.

─Lo sé ─respondió Honoka con una sonrisa.

─Has como siempre y no te guardes nada, Misumi en serio te acepta, podemos notarlo ─Kimata hizo una suave presión en la cabeza de Honoka─. Lo mantendremos en secreto, no creo que nadie más percatara que ese beso fue de verdad.

─Bueno... Incluso si lo creyeran, todos pensarán que fue parte de la obra y que las dos son buenas actrices ─agregó un Shougo pensativo─. Pero sí, mantendremos esto en secreto, nosotros te cubriremos de ser necesario.

─Gracias, chicos ─a manera de pagar por todo ese cari?o, tomó a cada uno de la mano y les dio un cálido apretón. Y era curioso como esas fuertes y grandes manos, aunque cálidas, no se sentían como las de Nagisa. El calor era distinto, la textura era distinta, todo con Nagisa era único a su manera y nadie más se asemejaba. Sentir esas grandes manos le ayudó a acomodar el resto de sus ideas. Sí, le diría todo a Nagisa, ya después verían cómo arreglárselas─. Les mando mensaje por la noche ─y sus amigos estuvieron de acuerdo.

Por su lado, Nagisa seguía petrificada por culpa de la pregunta tan directa. Le cayó un poco de raro que no fueran a los poblados pasillos de la escuela donde todo mundo podría ver su camisa con la publicidad de los algodones de azúcar, más bien caminaron por uno de los pasillos donde una que otra alumna se apresuraba a llevar lo que hiciera falta en su respectiva actividad. Demasiado silencioso, demasiado privado.

Lo hubiera agradecido de no ser porque la pregunta la sintió más como un golpe. Se puso roja, se tropezó incluso y no cayó de cara al suelo porque sus amigas la sujetaban, por fortuna. Y su reacción hizo al par sonreír y mirarse entre sí. Que Nagisa las quisiera mucho pero que no les contara todo lo que pasaba por su cabeza dura era algo que ya sabían, a pesar de que su amiga era expresiva y llena de energía, también sabían cuando callaba cosas ya fuera cambiando el tema o cerrándolo abruptamente. No solían insistirle porque todos tenían derecho a guardar sus propios secretos, pero era imposible no notar cuando algo la afectaba de manera importante.

Vieron algo así cuando supieron que Fujimura Shougo tenía novia, no indagaron más porque Nagisa evadió sus preguntas curiosas, pero tampoco que necesitaran investigar mucho para adivinar su humor en general. ?sta vez todo era demasiado evidente, los gestos de Nagisa lo decían todo, sus comportamientos con Yukishiro eran lindos de muchas maneras. Era obvio lo que sucedía.

─Si no quieres decir nada, está bien, pero recuerda que somos amigas y siempre estaremos para ti ─dijo Shiho con una sonrisa amplia.

─Lo sé, sólo ─Nagisa sentía la lengua adormecida, pero un hondo suspiro la ayudó a recuperar el control necesario para poder hilar ideas sensatas─... ?No creen que es raro?

─No, para nada, es la persona que te gusta y ya ─respondió Rina con una sonrisa que buscaba calmar las ansias de Nagisa, era normal que le preocupara ese peque?o asunto de que las dos fueran chicas─. Yo creo que hacen una linda pareja. Una pareja dispareja mejor dicho, pero en serio se ven bien juntas ─eso último lo dijo riendo. Sus diferencias seguían saltando a la vista y el sólo escucharlas hablar bastaba para confirmarlo.

─?En serio? ─eso último obligó a Nagisa a levantar el rostro─. Aún no hablamos de esto, lo haremos al rato, así que... Ah... Ma?ana les puedo decir si decidimos algo o... O no...

Decía y no decía mucho, Nagisa en serio era adorable en ese estado pero fue un gran paso el que se sincerara con ellas de esa manera. Al parecer, no sólo Yukishiro fue afectada por la presencia de Nagisa, la misma Nagisa cambió un poco, quizá sin darse cuenta. ─Si tú estás feliz, nosotras nos sentiremos felices por ti, Nagisa. Además Yukishiro es grandiosa ─asintió Shiho varias veces.

─Y gracias a ti pudimos conocerla mejor ─agregó Rina, asintiendo con propiedad─. Cuando hables con ella no tengas miedo, ?de acuerdo? Es obvio que Yukishiro siente algo fuerte por ti.

Y de nuevo, el gesto de Nagisa pareció iluminarse. ─?De verdad lo creen?

─Sí, desde el principio se notó que le agradabas más, y no sabemos qué hicieron cuando ibas con ella a su casa a ensayar, pero siempre se les veía más animadas ─y con eso, Shiho no trataba de dar a entender nada fuera de lugar, esa amistad parecía haber escalado de manera acelerada y ahora veían el porqué: el sentimiento nació e hizo erupción conforme descubrían más la una de la otra.

Al parecer, había personas que realmente nacían para conocerse y unirse sin importar sus diferencias.

─Cualquier cosa que necesites, puedes llamarnos, ?de acuerdo? ─confirmó Rina con un gesto más suave.

─Gracias ─respondió Nagisa con un suspiro muy hondo.

─Ahora vamos a que comas algunas golosinas más, van por nuestra cuenta ─y las tres rieron, listas para disfrutar el poco tiempo que quedaba del festival.

~ o ~

Eran cerca de las cuatro de la tarde y Nagisa y Honoka iban camino a casa de ésta última, la abuela seguramente ya les esperaba con la comida. Además, Nagisa alcanzó a su padre y éste le prestó la cámara de vídeo para que Honoka pudiera copiar el archivo y enviarlo a sus padres. No pudo presentarlos porque los alcanzó con prisa antes de que se fueran. Nagisa prometió volver a casa en un par de horas y presentar a Honoka como era debido en la visita prometida del fin de semana. Una increíble ventaja de vivir relativamente cerca.

No iban sobre la bicicleta, Nagisa la sujetaban mientras caminaban en silencio. Llevaban así un rato pero ninguna de las dos encontraba incómodo el silencio. Se notaban sus nervios, pero no era molesto y tampoco tenían ganas de esconder la cabeza en la tierra por la pena.

Y en un sincronizado movimiento, ambas suspiraron hondo, muy hondo.

Se echaron a reír a la par, aún no sabían porqué tenían esos gestos simultáneos, pero muchas de sus reacciones armonizaban de manera natural. Era algo lindo si lo pensaban de esa manera.

─Juro que tenía muchas cosas en la cabeza para decirte, pero justo ahora no me llega ninguna ─confesó Nagisa con los restos de una sonrisa en sus labios, no podía llevarse las manos a la nuca como solía hacer porque guiaba la bicicleta por el manubrio con ambas manos.

─Yo también, siento como si se me hubieran escapado las ideas ─dijo Honoka antes de suspirar de nuevo, más breve y más quedo.

Nagisa enrojeció, no miraba a Honoka, no se miraban entre sí y era como si no lo necesitaran. Nagisa sabía que Honoka veía ligeramente al suelo y tenía sus manos muy juntas mientras sostenía su mochila. Suspiró por igual, tragó saliva y dejó salir un peque?o gru?ido de cansancio. ─Es como si no necesitara decirte nada.

─Tengo esa sensación también ─la joven científica miró a Nagisa, sonrió de dulce manera al verla con el rostro hacia el cielo mientras tenía ese gesto de disgusto que no era de enojo, más bien uno que le decía que no tenía idea de qué hacer en ese momento─. ?Recuerdas que una vez te dije que si tenía algo qué decir, te lo diría de frente?

─Sí, o que por lo menos le pondrías tu nombre a la carta ─respondió Nagisa en automático, y al decir eso se soltó a reír─. ?Tienes una carta para mi o algo qué decirme?

─Más bien una petición.

─De acuerdo, te escucho.

Honoka se adelantó unos pasos y se colocó frente a Nagisa con toda la firmeza que pudo reunir, ambas se detuvieron. Tomó aire de nuevo, incluso su pecho se infló. ─Sal conmigo. Me gustas ─le dijo cara a cara, seriamente y con el rostro, las orejas y el cuello rojo.

Nagisa enrojeció mucho también. ─?Eso te lo quería pedir primero cuando llegáramos a tu casa!

Honoka respingó. ─?Y yo te lo quería decir aquí junto a la ribera!

─?Diablos, Honoka, al menos me hubieras esperado!

─?Y cómo iba yo a saber qué ibas a declararte?

─No puedo creerlo ─la deportista refunfu?ó de nuevo y se aclaró la garganta─. También me gustas, y sí, quiero salir contigo... Y no como... Como amigas... Digo, somos amigas, me gusta ser tu amiga pero no me molesta para nada la idea de ser algo más ─su voz comenzó a temblar de graciosa manera, se tropezaba con sus propias palabras─. Somos dos chicas, no es lo normal, pero... En verdad me gustas y yo... Ah... Por eso quise que me besaras en la obra.

Honoka finalmente sonrió, era tierno verla así de nerviosa. ─Yo también quise besarte de verdad, entendí tus gestos en la escena y ─tomó aire─... ?Puedo besarte de nuevo?

─??Eh?! ?Honoka, estamos en plena calle! ─reclamó una tímida y escandalizada Nagisa con el rostro más ruborizado.

─?No dije que aquí! ─alegó una igualmente ruborizada Honoka.

─?Sé más específica! ?Aaah, no puedo creerlo! ─montó su bicicleta y acomodó ambas mochilas en la canastilla frontal─. Anda, falta poco para que lleguemos a tu casa, sube ─se sintió arder todavía más al sentir que ella se sujetaba de su cintura. No era nuevo pero ahora lo sentía por completo. Y el que se recargara en su espalda no ayudaba.

─Al menos en casa nadie más que Chuutaro nos puede escuchar alegar ─comentó Honoka con cierto alivio y otro suspiro─. Por lo que me cuentas, tendremos que contenernos un poco cuando vaya a la tuya y decidamos gritarnos cosas la una a la otra.

El nuevo tema de conversación que tomó Honoka hizo reír a Nagisa. ─Oye, ?te parece si visitas mi casa éste sábado y vamos al parque el otro fin de semana?

─Me gusta la idea. Quiero conocer a tu familia como es debido y agradecer a tu padre por el vídeo. Está mejor enfocado que los vídeos con móvil que grabaron los demás. El sonido no era bueno ─la científica hablaba con menos nerviosismo.

─Papá trabaja en una agencia de publicidad, así que sabe sobre tomar vídeos y todo eso, la cámara es profesional ─y la llevaba justo en la mochila y lo último que quería era da?arla. Les tomó menos de diez minutos llegar a casa de los Yukishiro, donde un alegre Chuutaro y una sonriente abuela les esperaban con la comida recién servida.

El que se declararan de esa torpe e informal manera ayudó mucho a calmar sus ánimos, y la comida, por supuesto, era lo mejor para sosegar el espíritu según palabras de Nagisa... O al menos así lo interpretó Honoka, Nagisa estaba hablando con la boca llena y más de una vez le acercó agua para que no se atragantara. No negaba que Nagisa era particularmente torpe, pero incluso esa torpeza tan de ella también le gustaba.

─Hicieron un gran trabajo en la obra, me gustó mucho ─comentó Sanae a media comida.

─Trabajamos todas juntas para que saliera bien y todo salió bien al final, nunca me había divertido tanto ─dijo Honoka entre bocados. A pesar de lo que comió en la escuela, aún tenía espacio en el estómago para el banquete de la abuela. Y en todo caso, la barriga sin fondo de Nagisa haría un buen trabajo terminándose mucho de eso, ?su abuela preparó demasiada comida!

─Lo noté, cari?o, has estado muy sonriente desde que comenzó lo de la obra ─la mayor dio un sorbo a su té─, incluso te hiciste de una gran amiga ─el par respingó a la par y entretuvo su boca con comida─, me siento muy feliz por ti cari?o ─miró a Nagisa con dulzura─. Gracias por estar con mi peque?a Honoka.

─No soy peque?a ─murmuró Honoka en tono de reproche con la taza de té contra los labios. Estaba sonrojada y sin ningún otro argumento para defenderse. Su abuela sólo rió.

Nagisa también reía, pero con claro nerviosismo. ─Soy yo quien... Quien debe agradecer también, Honoka es grandiosa... Yo ─lo siguiente lo dijo sin pensar─, me siento muy feliz de conocerla mejor...

─?Nagisa! ─esas palabras fueron extremadamente efectivas, Honoka tuvo que taparse la cara para esconder su pena. Tenía que admitir que no estaba del todo acostumbrada a escuchar palabras así de parte de alguien que no fueran sus tontos hermanos. Y que se confesaran que se gustaban no tenía nada qué ver con decirse lanzarse flores de manera indiscriminada─. No digas eso...

─Pero es cierto ─murmuró Nagisa entre labios, con las mejillas aún ardiendo. Por supuesto, no tardó en imaginarse en el escenario opuesto y que fuera Honoka la que dijera esas palabras ante sus padres. La sola idea la hizo arder─. ?Ni se te ocurra decir algo así cuando te presente a mis padres!

─?Las diré para que sepas lo que se siente!

Y su graciosa discusión hizo reír a la abuela. Hacía mucho que no había tantas risas en la casa y sin duda Nagisa llegó en el mejor de los momentos, eso pensaba Sanae. ─Terminen de comer y tomen un descanso, deben estar agotadas luego del largo día.

─Lo estamos. Gracias, abuela ─dijo Honoka, ya calmada.

─Le tomo la palabra, estoy cansada, prometí volver a casa antes del anochecer ─comentó Nagisa, retomando su ataque a la comida que todavía quedaba en la mesa─. Papá me prestó la cámara de vídeo para que Honoka saque una copia de la grabación.

─Se la mandaré a mamá y a papá hoy en la noche, espero que les guste ─comentó Honoka, emocionada con la idea.

─Les encantará, lo sé. Y si el a?o que viene hacen otra obra, no dudes en que vendrían a verte si se los pides ─comentó Sanae. Sabía que su hijo y su nuera no dejarían pasar más tiempo sin estar en esos momentos importantes con su hija.

─La haremos, créame, montamos una obra desde hace un par de a?os, pero éste es el primero donde todo sale bien ─contó Nagisa de manera jocosa. Terminó de comer, ella fue la última, y dio las gracias por la comida junto con Honoka. Miró a su compa?era y asintió─. Le ayudamos a limpiar la mesa.

─Oh, no, dejen que yo lo haga, ustedes vayan a descansar.

─Pero...

─Insistir no funciona, créeme, llevo a?os intentándolo ─dijo Honoka con un gesto de derrota. La terquedad era hereditaria.

El par se retiró del comedor camino al cuarto de Honoka. Lo primero que hizo Nagisa fue tumbarse de cara en la cama de Honoka. Suspiró y hasta ese momento percibió el aroma de Honoka en la manta. Se sonrojó mucho, y más cuando Honoka se tumbó de espaldas a su lado y soltó un suspiro por igual. De verdad estaba cansada como para tirarse de manera descuidada. Sonrió y tomó su mano.

Honoka abrió los ojos al sentir eso y giró su rostro para mirarla. Se sonrieron con singular alegría.

─Buen trabajo en la obra, Nagisa, fuiste una magnífica Julieta, te veías hermosa ─eso se lo quería desde desde que hacía un rato, pero en privado era mejor.

─También hiciste un gran trabajo, Honoka, tu Romeo fue genial, casi haces que se me salga el corazón ─básicamente le sucedía desde el inicio de los ensayos, pero no quería quedar más en evidencia─. ?No te duele? ─se?aló con la vista donde la golpearon por accidente.

Honoka tuvo que soltarse de Nagisa, se levantó el suéter y la blusa para mostrarle su costado. Por las prisas y otros asuntos no pudo ir a la enfermería pero tampoco fue necesario. Nagisa sonrió al ver limpia la piel de Honoka. ─?Ves? Ni un moretón.

─Me alegra ─y en ese momento Nagisa notó algo más. Sin la intención de ser descarada, levantó sólo un poco más el suéter hasta ver algo que colgaba de la falda de Honoka, sonrió─. Tu amuleto de la buena suerte, ?verdad? ─tenía el estuche con el teléfono de juguete.

─?Qué puedo decir? Realmente me da calma ─literalmente, podría decir, y se sintió confiada en mencionar lo siguiente por primera vez─. Cuando era ni?a, podía escuchar una voz que me decía que no llorara, que no me dejaría sola ─sonrió y tomó el infantil estuche con cari?o─. Fue después de que mis padres me dejaran aquí con mi abuela.

Nagisa sonrió por igual. ─Debió ser duro.

─Lo fue. Entonces mi abuela me dio éste peque?o teléfono ─soltó una risa─. Nunca intenté desarmarlo, por cierto. No funciona, no tiene espacio para baterías, pero tenerlo en mis manos y bajo mi almohada me ayudaba a dormir ─aún lo hacía─. Escuchaba esa peque?a voz que me decía que no perdiera la esperanza. Hace mucho que no la escucho, quizá porque crecí.

─O porque dejaste de sentirte sola, ?no lo crees? ─supuso Nagisa y Honoka en serio consideró esa respuesta, su gesto pensativo era lindo. Sonrió.

─Debió ser por eso. Comencé a jugar más con Chuutaro, mi abuela salía con nosotros a jugar al río, aprendí a leer y comencé aprender más ─no fue incómodo contarle eso a Nagisa. Se giró hasta quedar de costado y con su otra mano volvió a buscar contacto con la de Nagisa. Sonrió al sentir que ella le estrechaba la mano.

Nagisa correspondió el gesto con dulzura. Sus manos encajaban bien, debía admitirlo. Su calor, su tacto, la forma en que la presionaba era agradable de muchas maneras. Esa chica en serio la hacía suspirar. Y suspiró. ─Entonces...

─?Uh?

─?Ya somos novias o algo así? ─preguntó de pronto y frunció el ce?o de graciosa manera cuando Honoka se soltó a reír─. ?Oye! Es una presunta seria.

─Lo sé, lo sé ─rió un poco más, el gesto de Nagisa le pareció lindísimo─. Yo... Creo que sí lo somos. Somos novias ─la joven científica enredó sus dedos con los de Nagisa. La sensación era linda, era plena. No había manera en que otra mano encajara tan bien con la de ella. No que hubiera tocado muchas otras manos antes, pero estaba muy segura de esa sensación.

─?Oh, genial! ─la deportista se sentía contenta, un poco nerviosa aún, pero no eran nervios malos ni paralizadores. Estaba realmente contenta justo como se encontraba en ese momento: junto a Honoka y tomando su mano.

Y en ese momento, sin que nadie lo dijera, se miraron a los ojos y buscaron los labios ajenos en dulce y breve beso. Un único beso antes de tomar una siesta, sin soltarse de las manos. Treinta minutos bastarían para recuperar energía y Nagisa no llegaría tarde a casa. Procuraron poner una alarma en ambos teléfonos para despertar a tiempo.

~ o ~

Era de noche, el cielo estaba claro y era posible ver muchas estrellas. Tanto Nagisa como Honoka ya estaban duchadas, cenadas y miraban el cielo mientras enviaban mensajes a sus cercanos. Nagisa avisó a Shiho y a Rina que Honoka y ella ya eran novias. El par prometió guardar eso en secreto y la felicitaron mucho. Lo mismo hicieron Shougo y Kimata cuando Honoka les contó que las cosas salieron bien con Nagisa y que ambas tenían los mismos sentimientos románticos por la otra. Los futbolistas estaban contentos por ellas, imposible no sentirse felices por saber que Honoka había encontrado a una persona con quien se entendía a la perfección a pesar de ser tan dispares.

Honoka justo se despedía de sus hermanos por mensaje cuando le llegó otro. Era de Nagisa.

[Nagisa:

Honoka! Que haces?]

[Honoka:

Miro el cielo con mi telescopio, ésta noche habrá estrellas fugaces.]

[Nagisa:

Hare lo mismo, la semana pasada me las perdi]

[Honoka:

?Pedirás un deseo?]

[Nagisa:

Te puedo llamar?]

Y en cuanto Honoka respondió un "sí", su teléfono sonó. Por supuesto que era Nagisa, le respondió de inmediato. ─Buenas noches, Nagisa.

─?Buenas noches, Honoka! ─respondió una animada Nagisa mientras se acomodaba en su balcón y miraba las estrellas─. Sobre tu pregunta... Soy mala para pedir deseos ─le contó entre risas─. Una vez pedí un parfait de chocolate ─rió más al escuchar a Honoka reír.

─?Conseguiste tu parfait? ─preguntó Honoka con jocoso tono.

─No, tuve que ahorrar y lo pude comprar una semana después ─la deportista se pasó una mano por el cabello. Tenía las mejillas rojas y no necesitaba que nadie la mirara. Si tenía que ser sincera, por mucho tiempo se imaginó a sí misma en una situación así: hablando por teléfono con el objeto de su afecto, sintiendo precisamente sus mejillas arder por la emoción y poniendo cara de tonta por la simple alegría de escuchar su voz. Si alguien le preguntara y ella se viera forzada a responder, diría que se imaginaba haciendo eso con Fujimura, el chico por el que tanto suspiró en secundaria.

Era gracioso que sí pudo cumplir su fantasía de enamorada, pero no con el futbolista, si no con la hermana menor de éste. Y estaba perdida por esa chica, lo aceptaba, le sorprendía y lo disfrutaba por igual.

─Algunas cosas se consiguen con trabajo y no porque algo te lo mande desde el cielo, ?verdad? ─la científica sentía el calor hasta las orejas. El hablar así, con la persona que le gustaba por teléfono, riendo como tonta, con un obvio calor en sus mejillas y una sonrisa en la boca que no podía borrar... Nunca lo imaginó, no para sí misma.

Nadie le había despertado ese calor en el corazón, lo sintió hasta que fijó su atención en Misumi Nagisa. Y aún después de sentir la chispa en su pecho, tampoco pensó llegar tan lejos con ella, nada más allá de uno o dos saludos. Conformándose con simplemente admirarla de lejos, pensó que así estaba bien, que nadie perturbaría su calma, que nada le movería el piso y no porque sus estándares fuesen altos, simplemente no estaba activamente interesada en estar con alguien.

Y llega Misumi Nagisa a la ecuación y ahora estaba hablando como la tonta adolescente que podía llegar a ser, por teléfono y jugando con un mechón de su propio cabello. No podía dejar de sonreír. No podía borrar esa estúpida sonrisa de su boca.

─Supongo que no, aunque no sería mala idea ─dijo Nagisa entre risas─. Ya sabes, que algo te caiga del cielo y que te dé un regalo que no esperas.

─No es mala idea, lo que llega de improviso tampoco es tan malo, uno nunca sabe lo que puede encontrar ─no tenía problema en seguir la conversación. Era fácil hablar con Nagisa. Tenía la mirada en el cielo, así que vio la primera de lo que prometía ser una lluvia de estrellas fugaces─. ?Ah! ?La viste, Nagisa?

─?Sí, pude verla! ?Pediré un deseo, pero es secreto! ─rió─. Te marco cuando termine.

Sólo escuchó lo último de una risa de Honoka antes de colgar, juntar sus manos y apretar los ojos. Más estrellas seguían cayendo. ─Estrellas, cumplan mi deseo ─murmuró entre labios─. Quiero tener una gran aventura con Honoka en el parque de diversiones, quiero conocer más de ella. Deseo que esto que tenemos sea algo increíble.

Apretó los ojos, fuerte, y luego los abrió. Ya había dicho su deseo. Volvió su vista al cielo y notó cuando una estrella comenzó a hacerse más grande.

─?Uh? ─aguzó la vista... ?Esa cosa estaba yendo en su dirección! No pudo ni gritar por la impresión. Sus reflejos le ayudaron a evadir el peque?o bólido. Calculó que era apenas más grande que una pelota de lacrosse, su entrenamiento le ayudaba a saber esas cosas a simple vista o bien de reojo.

La estrella fugaz entró a su cuarto, era brillante y se movía de manera extra?a. Rebotó en el techo, en los muros, casi la golpea hasta que finalmente quedó en el suelo mientras sacaba una especie de vapor. Cuando por fin pudo ver con más claridad al objeto, abrió los ojos con sorpresa. ?Era igual al teléfono de juguete de Honoka, pero en rosa! Tenía cartas también, algunas volaron por el cuarto.

─No puedo creer esto ─Nagisa tragó saliva y usó su red de lacrosse para empujar un poco el teléfono. Y al hacer eso, el teléfono volvió a brillar y se abrió. No le sorprendió el interior, tenía los mismos botones y la ranura para deslizar las cartas, justo como el de Honoka... ?Pero una peque?a cabeza amarilla se asomaba en la zona de la pantalla!

─?Mepo, mepo! ─el peque?o ser dentro del teléfono tenía una voz extra?a, pero inequívocamente masculina. Nagisa estaba con la boca abierta sin saber qué decir, no soltaba su red. La criatura miró a la chica─. ?Eres humana-mepo?

─?Waaaah! ?Hablas! ─gritó Nagisa con horror. Sus padres salieron a comprar algunas cosas y su hermano se daba una ducha, nadie acudió a sus gritos.

─?Sabes dónde está Mipple-mepo? ?Llévame con ella-mepo! ─exigió el ser amarillo y eso bastó para sacar a Nagisa de su pánico.

Que le diera miedo que un ser extra?o del espacio le hablara era una cosa muy normal, pero que esa criatura comenzara a darle órdenes era algo muy distinto. ─?Oye! ?No sé qué eres y no tengo porqué hacer lo que dices! ─reclamó con enojo.

Y para sorpresa de Nagisa, la criatura amarilla, que de alguna manera tenía un tierno aspecto, puso un gesto de lloriqueo que rozaba en lo infantil y exageraba de dramático. La deportista puso un mal gesto, tenía cierta debilidad a esas caras. ─Por favor-mepo... Realmente necesito encontrarla, es importante-mepo...

─Ugh ─Nagisa se llevó una mano a la frente.

Por su lado, Honoka rió al escuchar que Nagisa necesitaba privacidad para pedir su deseo. No estaba segura de qué era lo que iba a pedir, pero los deseos a las estrellas siempre debían ser privados, eso lo respetaba. Ella misma juntó sus manos para pedir su deseo. Cerró los ojos y suspiró.

Los deseos de Honoka solían ser los mismos: que sus padres volvieran a casa, que su siguiente experimento no explotara, que pudiera descubrir algo emocionante. ?ltimamente pedía menos por sus padres, no podía ser egoísta con ellos cuando estaban trabajando tanto. Lo de las explosiones no sería necesario si no se emocionara de más... Y lo de los descubrimientos era sincero. Había cosas que se conseguían trabajando, pero muchos de los descubrimientos más increíbles se lograron por accidente, sin esperarlos, por una obra del azar que una persona con suficiente luz en la cabeza supo describir y estudiar.

Eso quería ella, seguir descubriendo las maravillas de ese mundo, comprenderlas y ser testigo de su belleza. También pidió por seguir conociendo más de Nagisa y pasar grandes momentos con ella. Sólo dos deseos esa vez. Los repitió una y otra vez hasta que terminó su rezo. Tomó aire de manera honda y miró al cielo de nuevo con una sonrisa.

No tuvo tiempo de pensar más, escuchó que Chuutaro comenzaba a ladrar, pero hacia el interior de su dormitorio. ─?Uh? ?Chuutaro, qué sucede? ─su mascota estaba lo suficientemente educada y entrenada para no meterse a la casa a menos que se le diera permiso, sobretodo en invierno y época de lluvia. Si ladraba hacia el interior de su cuarto, algún insecto u otra cosa debió haberse metido. Esperaba que no fuera un ratón.

La idea de que fuera un ratón la puso alerta y de inmediato entró a su cuarto, pero no era un roedor, otra cosa había llamado la atención de su perro. Ladraba hacia la cama, algo brillaba debajo de la almohada de Honoka. La chica se alertó, lo que estaba debajo era el teléfono de juguete, de inmediato fue a revisar. El teléfono brillaba, el estuche completo de hecho.

No experimentó ninguna sensación de alarma, la curiosidad la invadió por completo, tomó el teléfono en sus manos, sin miedo. Sintió ese calor familiar, como cuando era peque?a y lloraba a escondidas por sus padres, lejos de la vista de su abuela para no preocuparla. Tragó saliva, sonrió cuando el teléfono rebotó en su mano y quedó sobre la cama. Abrió los ojos, grandes, cuando una criatura de color rosa tomó forma ante ella. Parecía un peluche.

Más que asustada, estaba fascinada. Sonrió al ver sonreír a la peque?a criatura.

─Hola ─fue el primer saludo de Honoka, su gesto entusiasmado lo decía todo.

─Hola-mipo ─respondió la peque?a criatura rosa.

Por su tono de voz, Honoka se arriesgaba a calificarla como de género femenino, aunque siempre podría estar en lo incorrecto. Lo mejor era preguntar ya que hablaban el mismo idioma, ?acaso la criatura se acoplaba al mundo donde estaba? Era una gran posibilidad. ─?Puedo preguntar qué eres y cuál es tu nombre?

─Me llamo Mipple, soy la Princesa de la Esperanza-mipo ─se presentó la peque?a con esa linda voz.

La joven científica en serio sentía familiar esa voz. No que la recordara con claridad, pero podría jurar que era la misma que escuchaba cuando ni?a. Sonrió. ─?Qué es lo que buscas? Has estado aquí mucho tiempo y es la primera vez que te veo de ésta forma.

─Me gustaría contarte, pero ahora mismo me urge encontrar a mi compa?ero Mepple-mipo. ?Me llevas con él? Puedo percibirlo cerca-mipo.

Y Honoka, dejándose llevar por su emoción por las cosas nuevas sin medir consecuencia alguna, aceptó la petición de la peque?a criatura. De la peque?a Mipple. Y se arriesgó a salir sin avisar a su abuela, ella ya estaba dormida, tampoco le pasó por la cabeza contarle sobre la criatura que se escondía en el móvil de juguete. Cada vez le llegaban más preguntas, pero de momento quería ayudar a la princesa con su objetivo: encontrar a su compa?ero.

Sin saber que sus pasos las llevaban al mismo sitio, Nagisa y Honoka corrían hacia la zona centro de la ciudad. Honoka tenía a Mipple en sus manos, sin miedo y apurada por ayudar a la peque?a. No desconfiaba de ella, alguien que le había ayudado mucho de peque?a, y que a su vez ayudó a su abuela durante toda su vida, no podía ser una criatura malvada. Confiaba ciegamente en la peque?a.

Por su lado, Nagisa llevaba el móvil dentro de su red de lacrosse, no quería tocarlo, ?qué tal si era radioactivo? Vino del espacio después de todo. Y tanto Nagisa como la criatura amarilla se quejaban.

─?Llévame con cuidado, soy el Héroe Mepple-mepo!

─?Entonces ve tu solo si te sientes tan poderoso, héroe!

Mientras, Honoka y la peque?a Mipple hacían buenas migas.

─?Vamos en la dirección correcta?

─Sí, justo por éste camino, todo recto. ?Muchas gracias-mipo!

El par se percató, cada una por su parte, que iban camino al parque Angel Land. Nagisa vio que el parque ya estaba a punto de cerrar y tuvo que acelerar el paso. Los últimos visitantes del día iban de salida y esa cosa llamada Mepple no paraba de decirle que era en esa dirección. Al menos ya no tendría que trepar otra barda ni irrumpir en propiedad privada.

─Ya van a cerrar y nos van a sacar de aquí ─informó Nagisa, malhumorada.

─Esto es raro-mepo, puedo sentir algo pero no es Mipple-mepo.

─?De qué estás hablando?

Pero Mepple no tuvo tiempo de responder, una poderosa voz que hizo respingar a Nagisa los obligó a levantar el rostro. Sobre uno de los juegos mecánicos estaba un tipo de peinado y apariencia francamente ridícula, o al menos eso pensó Nagisa. Tenía un cabello blanco demasiado frondoso, un maquillaje extra?o que le recordaba el de kabuki y ropa ajustada. A pesar de la apariencia extra?a, ese tipo le daba muy mala espina. Mepple sólo confirmó sus sospechas.

─?Ten cuidado-mepo! ??l es de la Dusk Zone!

─No sé de qué hablas, pero creo que tenemos que irnos ─ésta vez, Nagisa tomó a Mepple con una mano, y con la otra sujetó bien su red de lacrosse.

─?Ustedes no irán a ningún lado! ─exclamó el malvado─. Entrégame a esa criatura y no te pasará nada, ni?a ─incluso estiró su mano hacia ella dándole a saber que hablaba en serio. Pissard no tenía tiempo qué perder y no quería lidiar con humanos.

Mepple miró a Nagisa con horror, con verdadero pánico. ─?No me entregues, por favor!

─?No te voy a dar nada! ?No sé qué sucede, pero si alguien como tú quiere hacer algo malo contra algo tan peque?o, no me quedaré de brazos cruzados! ─Nagisa estaba aterrada, sus manos temblaban, pero no iba a permitir que algo malo le pasara a Mepple. Sí, acababa de conocerlo, pero no le daba mala espina, al contrario, realmente quería encontrar a su princesa.

─?Te lo advertí, ni?a!

Pissard levantó las manos y Nagisa no sabía lo que estaba haciendo, al menos hasta que bancas metálicas y pesados botes de basura comenzaron a flotar en el aire. Como si estuvieran en un dibujo animado, o sólo así lo pudo comparar Nagisa, el tipo dirigió los objetos hacia ella con una peligrosa velocidad. Nagisa pudo evadir los primeros ataques gracias a su entrenamiento de lacrosse, pero uno de los botes casi le da y sólo pudo apretar ojos y dientes.

Estaba lista para recibir el golpe, pero sintió que algo la abrazaba y la empujaba al suelo. Rodaron un poco. Al abrir los ojos, lo que tenía encima era a Honoka. Su novia tenía un gesto aliviado, se le veía igualmente nerviosa.

─?Estás bien? ─preguntó la científica, poniéndose en pie y ayudando a Nagisa a incorporarse─. ?sta peque?a me trajo aquí ─le mostró su móvil y de ahí se asomó la peque?a cabeza de Mipple.

─?Ah, eres igual a él! ─exclamó Nagisa con sorpresa. El par de seres se sintieron y reconocieron de inmediato, se les notaba aliviados, felices.

─?Mipple!

─?Mepple!

Mepple y Mipple tomaron de nuevo esa forma similar a la de un peluche y se abrazaron, pero no tuvieron mucho tiempo para saludarse y menos festejar su reencuentro. El enemigo seguía ahí pero ésta vez se le notaba complacido. ─?Ya no tendré que buscar al otro, puedo capturarlos a ambos y llevarlos con mi amo! ─miró a las humanas─. Es su última oportunidad, ?largo de aquí!

─?No! ─respondieron ambas a la vez mientras se tomaban de la mano, quizá por inercia, quizá por buscar un poco más de valentía al menos en su compa?era, el asunto fue que ambas se posicionaron frente al par de peque?as criaturas.

─Ustedes lo pidieron, humanas estúpidas ─levantó su mano y el cielo se tornó oscuro de la nada.

─?No dejaré que le hagas nada malo a Mipple, ella me ha ayudado mucho, ha ayudado a mi familia! ─exclamó Honoka sólo con una pizca de saludable miedo, el suficiente para saber que estaba en una situación peligrosa, pero la chica solía pecar de temeraria.

─?Y yo ya te dije que no dejaré que le hagas algo malo a alguien tan peque?o! ─Nagisa sí estaba atemorizada de muy sana manera, pero su instinto de ayudar a los débiles rayaba en lo tonto y se olvidaba de su propia seguridad.

─?Peleen con nosotros-mepo! ─el héroe de inmediato notó los corazones en clara armonía y la compatibilidad de ambas chicas. Eran ellas, tenían que ser ellas.

De nuevo otro ataque con objetos pesados y potencialmente peligrosos. Con un movimiento coordinado, Nagisa y Honoka evadieron, pero no percataron en qué momento los peque?os volvieron a sus formas de teléfonos y llegaron a sus manos.

─Si no lo hacemos, ese tipo va a da?arnos a nosotras también, ?verdad? ─preguntó Nagisa con el ce?o fruncido.

─No quiero que nadie nos da?e, a Mipple tampoco ─ahora que sabía su nombre, ahora que sabía que la voz que la consolaba era real, Honoka no quería que nadie le hiciera nada malo a esa peque?a amiga de toda la vida.

Nagisa sonrió al ver el gesto de Honoka, su semblante se volvió serio, fiero, como cuando estaba a punto de pisar la cancha para un partido. ─?Peleamos, Honoka?

─Peleemos, Nagisa ─respondió Honoka con la misma fiereza─. ?Qué hacemos, Mipple?

─?Deslicen la carta de la Reina-mipo!

─?Apresúrense-mepo!

Pissard estaba a nada de volver a atacar a ese par de entrometidas, pero sus ojos se abrieron grandes cuando un destello y un golpe de energía de luz lo hicieron retroceder y tomar más altura.

Mientras, a nivel de suelo, Nagisa y Honoka hicieron lo que ellos les indicaron, encontraron la carta de la Reina y asintieron la una a la otra. Sus corazones latían con fuerza, sus manos temblaban por culpa de un subidón de adrenalina en su sistema. Tomaron aire al mismo tiempo y deslizaron las cartas en la parte baja de los teléfonos.

Una luz intensa, cegadora, se tomaron las manos en automático y una frase surgió de sus gargantas. Una frase que marcaría una nueva aventura juntas:

─?Dual Aurora Wave!

FIN