Disclaimer: Los personajes de Sakura Card Captor pertenecen a CLAMP.


Caramel

Capítulo cuatro

- Bellyache -


(Sakura)

Abrí la puerta de mi apartamento y suspiré.

Estaba terriblemente nerviosa, como no había estado desde hacía ya mucho tiempo, tanto que hasta las manos me sudaban. El hecho de tener a Li a mis espaldas, muy pendiente de todos mis movimientos, me estaba colocando en una situación de estrés muy elevado, además de que había tenido que lidiar con el guardia del edificio y sus miraditas maliciosas, cosa que no había pasado ni una sola vez en los dos a?os que llevaba viviendo ahí.

El se?or Takashima me había mirado como si yo hubiera contratado a un gigolo para entretenerme un rato y en realidad, no podía culparlo por tener semejantes pensamientos. Era la primera vez que me veían entrar al complejo acompa?ada por un hombre y vaya que era uno que llamaba muchísimo la atención, por donde se le mirase.

Ya Sakura, que si sigues pensando tonterías se te va la noche.

—?Qué esperas?, pasa —después de dejar mis llaves sobre una mesita a un costado de la puerta, le cedí el paso a Li para que se adentrara a mi muy humilde hogar.

Mi departamento era bastante peque?o y no se comparaba para nada con el espacioso pent house de Tomoyo. Tenía todo lo necesario para que una estudiante universitaria como yo pudiera sobrevivir e incluso más de lo que había planeado en un inicio para mudarme. Lo había decorado yo misma y si bien no tenía los muebles más finos y costosos de todo Japón, me sentía bastante orgullosa de decir que la mayoría de las cosas habían sido pagadas gracias a mi sueldo.

Cuando te esfuerzas tanto por conseguir algo, lo disfrutas mucho más que si solo lo obtienes porque te lo han regalado.

—Que acogedor —Li se adentró a la sala, manteniendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir, observando a detalle todo cuanto se encontraba en el camino.

—El teléfono esta sobre esa mesa —le dije, se?alando el objeto que descansaba a un lado de un peque?o sillón de dos plazas color aguamarina y que había comprado nada más verlo, porque me encantaba el color—. Vuelvo en un segundo y más te vale que no intentes nada.

—Tranquilízate preciosa, no soy un delincuente —ignoré el comentario, girándome para caminar por un peque?ísimo pasillo que me llevaba a mi habitación. Nada más entrar, cerré la puerta y me lleve ambas manos al rostro, sin saber que rayos estaba haciendo con mi vida en esos momentos.

Había llevado a un desconocido a mi casa y no cualquier desconocido. Se trataba del tipo que tan mal me había caído por hacer comentarios sobre mi cuerpo, que me había visto semidesnuda en una sesión de fotos y que se pasaba el tiempo acercándose a mi peligrosamente, con vaya uno a saber qué tipo de intenciones depravadas.

Lo peor de todo es que el tipejo es guapísimo y si bien era de lo más desagradable, llamaba muchísimo la atención. Su sola presencia hacía que todo a su alrededor se mirara elegante, incluso mi modesta salita y los muebles de segunda mano.

Si tan solo no fuera un degenerado que se fija en las piernas de las mujeres…

—Necesito que vayas a la carretera de Sarutobi, cerca del kilómetro 20, si, tuve un problema con el auto, esta aparcado por ahí —estaba cambiándome de ropa cuando escuche la voz de Li al otro lado de la puerta, al parecer, estaba cumpliendo con su parte de llamar a quien fuera su contacto y dando las indicaciones que necesitaba para que recogieran su auto averiado—. Estoy en el departamento de la amiga de Tomoyo, de la que te hablé, la de bonitos ojos —me quedé congelada mientras me colocaba mi tan acostumbrado suéter holgado.

El ultimo comentario me había sorprendido muchísimo, sobre todo porque no esperaba que el tipo estuviera hablando de mi con alguien más.

?Qué tanto diría?

—Seguramente puras perversiones, ?qué más? —froté mis pies con mis manos, un par de veces, moviendo los dedos hacia arriba y hacia abajo. Los estúpidos zapatos de diosa me habían torturado horriblemente y era hasta ahora cuando al fin podía tener un descanso de ellos.

Terminando de vestirme, me recogí el cabello y salí de vuelta a la sala. Li todavía estaba hablando por teléfono, parecía que esperaba a que alguien respondiera al otro lado del auricular, pero yo pasé de largo en dirección a la cocina, sin prestarle más atención de la debida. Todavía estaba haciendo un poco de frio, así que me puse a preparar algo de chocolate caliente para entrar en calor.

Tenía un tarro lleno de mini bombones que acababa de comprar hacia dos días en el supermercado, deseaba tanto poder darme un peque?o gusto antes de irme a la cama para descansar y esa era una buena ocasión para poder disfrutar de algo dulce, luego de la velada tan extra?a que me estaba tocando pasar.

Obviamente tenía que asegurarme que el pervertido no estuviera más para el final de la noche y que se fuera de mi departamento cuanto antes.

No me hacia gracia tenerlo por demasiado tiempo, menos cuando algunos de mis vecinos tenían la fama de ser bastante comunicativos, lo suficiente como para conseguir que todos en el maldito edificio se enteraran que había metido a un sujeto con facha de gigolo a mi departamento.

Uno guapo al menos.

Y hablando de él...

Miré de reojo como continuaba de pie a media sala, aun no terminaba la llamada, su ce?o estaba ligeramente fruncido, pero no daba la apariencia de estar molesto. Algunos segundos pasaron hasta que al fin le respondieron del otro lado del auricular y en un segundo colgó, luego de que un peque?ísimo sonrojo cruzara por sus mejillas en cuestión de milisegundos.

Era como si le hubieran dicho algo vergonzoso.

Hasta rarito había salido.

Vertí el chocolate caliente que había estado preparando en dos tazas, una de ellas, la que era para mí, la decoré con mis preciados mini bombones y un poco de canela en polvo. Tomé ambas tazas y las llevé hasta mi peque?a mesita a un lado de la sala, llamando la atención del hombre que, hasta ese momento, se dio cuenta de mi presencia en el lugar.

—Se enfriará si no lo tomas ahora, así que date prisa —me senté en una de las sillas acolchadas de mi peque?o comedor y extendí la mano para indicarle que tomara asiento. Li levantó una ceja de forma traviesa, antes de obedecer la indicación.

Justo estaba por darle un sorbo a mi taza con el humeante chocolate caliente, cuando le vi mirarme con intensidad.

—Eso se ve muy apetecible.

—?El que? —se?aló directamente hacia los mini bombones que decoraban mi taza, casi como si fuera lo más obvio del mundo—. No sabía que te gustaran las cosas dulces, por eso no le puse al tuyo.

—Para ser tan linda eres muy prejuiciosa —me gui?ó un ojo y yo sentí que los colores se me subían al rostro en ese mismo instante.

—E-eres un fastidio ?no te lo han dicho? —luché por controlar el repentino temblor en mi voz, antes de tomar mi taza y cambiarla por la suya. Li sonrió con diversión, previo a tomar mi mano derecha por encima de la mesa, causándome un sobresalto de aquellos...

?Y ahora qué?

—Quizás sí, quizás no —los dedos de su mano juguetearon con los míos, de una forma tan delicada que se me hacía bastante irreal. Mi corazón estaba latiendo a mil por hora de los nervios, pero ese individuo se veía de lo más tranquilo, igual de fresco que una lechuga—. Todo ese rechazo es por el comentario inocente que te hice hace unos días, ?me equivoco?

—Eso no es un comentario inocente, tienes una perspectiva muy torcida de las cosas —tiré de mi mano para deshacer el toque, pero él fue aún más rápido y entrelazó sus dedos con los míos, afianzando el contacto.

Sus ojos caramelo me miraban tan intensamente que me estaban intimidando bastante. Lejos de sentirme incomoda, me vi perdida en el escrutinio de sus ojos y en la forma en la que recorría mi figura de arriba abajo, como si quisiera guardar la imagen por siempre en su cabeza.

—Debo admitir que no es mi estilo soltar esa clase de halagos —expresó y yo levanté una ceja al escucharle—. Pero me sentí bastante inspirado para hacerlo en ese momento, digamos que me cautivaste con tu exquisita figura —madre mía...

La sonrisita ladina que me envió luego de eso me hizo reaccionar y alejarme completamente de él. De un tirón deshice el contacto que prevalecía de mi mano contra la suya y tosí con bastante incomodidad. Li no parecía estar apenado en lo absoluto, ?como!, se notaba que se sentía muy satisfecho con su comentario anterior, tanto como si fuera su buena acción del día.

Luego de eso soltó una risita alegre, antes de darle un sorbo al chocolate caliente con mini bombones que originalmente había preparado para mí.

Sin que se diera cuenta abaniqué mi rostro con una mano, tratando que el calor del momento se disipara.

Hijo de su progenitora, sí que tiene talento para seducir.

Y yo de idiota que estaba cayendo en sus malditos encantos.

—?Se supone que debo darte las gracias? —pregunté, de la forma más tosca que pude encontrar en un momento como ese, desviando la mirada hacia mi modesta sala de color aguamarina y evitando por todos los medios encontrarme, otra vez, con esos ojos de caramelo fundido que en cuestión de segundos lograban ponerme tan nerviosa.

Vi de reojo como daba otro sorbo a la taza y colocaba los codos sobre la mesa, entrelazando sus manos, muy interesado en la conversación reciente.

—No en realidad, estoy bien incluso si decides no agradecerme —me respondió, con esa frescura que tanto lo caracterizaba al hablar—. Igual no me quejaría si lo haces.

—Eres un hombre extra?o.

—?Qué tanto?

—Demasiado —le di un sorbo al chocolate caliente de mi taza y miré hacia el reloj de pared, suplicando porque el tiempo se fuera más rápido. No daba crédito a la calidad de pensamientos incoherentes que estaba teniendo en ese preciso instante, después de todo, no era al cien por ciento culpa mía, Li era una persona muy abstracta, tanto que se me complicaba leer con exactitud su personalidad.

Tampoco es como que yo fuera demasiado muy observadora. De hecho, eso de las lecturas de gente se lo podíamos dejar a Tomoyo, quien constantemente se la pasaba analizando el perfil de las personas y hacia comentarios relacionados a como actuaban. Era tan buena para eso, que solía atinar a comportamientos próximos que tendrían, pensamientos y acciones, casi como si se tratara de una bruja con bola de cristal.

Un tanto espeluznante, he de decir.

No obstante, el hombre que tenía frente a mí era prácticamente como una esfinge. No podía adivinar la clase de pensamientos que pudiera estar teniendo en esos momentos y solo podía imaginarme cosas del estilo pervertido que rondaban por su cerebro cual hámster recorriendo una rueda.

—Muy halagador —terminando de saborear los mini bombones y dándole un ultimo sorbo a la taza, se levantó de la silla. Mi teléfono de casa comenzó a emitir un ruido constante, por lo que de igual modo me puse de pie para alcanzarlo y responder.

Pero justo estaba por contestar cuando el sonido se apagó...

—Debe ser mi mayordomo —explicó y yo le mire alzando una ceja—. Me dijo que marcaría y colgaría a tu numero una vez que estuviera aquí.

—Llegó muy rápido entonces —dije, sonriendo internamente porque el dichoso mayordomo no se hubiera tardado. Casi podía imaginármelo corriendo a una velocidad estilo flash que, para ser honesta, agradecía demasiado en esos momentos tan incomodos.

—Agradezco mucho tu hospitalidad preciosa, pero ya debo irme —dijo y yo rolé los ojos—. Espero volver a verte pronto.

Ispiri vilvir i virti printi.

—Yo espero que no —riéndose como si le hubiera contado otro buen chiste, Li camino hacia la puerta y yo le seguí los pasos. Una vez fuera volteó a verme por última vez, no sin antes mostrarme esa sonrisita ladina que tan bien le quedaba al condenado.

—Nos vemos, piernas sexys.

—?Idiota! —le cerré la puerta en la cara al instante siguiente, sin meditar en que tan grosera podía verme con tal acción. Tomoyo ya no estaba para detenerme, menos para darse cuenta de mis acciones impulsivas y tomar represalias contra mí, así que me importaba poco menos que nada.

El abrigo.

Tarde me di cuenta que el objeto previamente proporcionado por el degenerado, seguía sobre la cama de mi habitación reposando tranquilamente y que en mi momento de estupidez y distracción no le había devuelto, justo para que no hubiera necesidad de verlo nuevamente.

Maldita sea. Estúpido Li.

(Shaoran)

Me reí.

Era la primera vez que me cerraban una puerta en la cara y contrario a lo que yo creía, no me había molestado que ocurriera.

Ya tenia mas o menos sabido que con mi último comentario molestaría a la mejor amiga de Tomoyo, después de todo, me había pasado la noche entera diciendo cosas bastante fuera de lugar. Era evidente que así no iba a conseguir otra cosa mas que su desprecio, pero ya se me estaba haciendo algo así como adicción molestarla.

Quién lo diría...

Me había llamado mucho la atención darme cuenta de algunos detalles que rodeaban su personalidad. Justo como le había mencionado, distaba mucho de ser una de las tantas modelos de la agencia y se podía ver con tan solo pasar unos cuantos minutos a su lado. Kinomoto era esa clase de mujer con la que se podía mantener una conversación no superficial, además de que era apasionada de su profesión y no perdía la oportunidad de manifestarlo, sin un ápice de reserva.

Sin duda era una persona bastante atrayente.

—Joven Shaoran —cuando salí del edificio de apartamentos, Wei, mi fiel mayordomo, ya estaba esperándome en la entrada, justo al lado del auto en el que solía acompa?ar a mi madre a todos lados como su chofer. Pese a ser mi eterno acompa?ante durante los momentos mas cruciales de mi infancia, ahora estaba mas ocupado en cuidar de Ieran, de tal modo que eran pocas las ocasiones en las que podía verlo como ahora.

Igual no me molestaba, finalmente su trabajo principal era cuidar de mi madre.

—Gracias por venir Wei, ?diste con el auto? —indague, poco antes de subir al vehículo frente a mí, él asintió—. Me alegra que no hubiera ningún otro problema con eso.

—El joven Eriol se encargó de todo —confesó—. Le llamé justo como me pidió.

—Ya le agradeceré entonces —comenté, luego de subirme y cerrar la puerta del copiloto. Wei tomó lugar a un lado poco después y encendiendo el motor del auto comenzó a conducir sobre la avenida principal.

—Veo que tuvo una velada algo movida, joven Shaoran —apuntó, mientras yo veía hacia el paisaje exterior—. Es una suerte que no estuviera muy lejos de aquí haciendo las compras que su madre tan amablemente me pidió hacer, de lo contrario hubiera tardado un poco más en llegar.

—Dado el caso no me hubiera molestado.

—Veo que no —concedió y yo no hice mas que seguir sonriendo.

Ya podía irme haciendo a la idea de visitar a Tomoyo en su casa de modas, un poco más seguido que de costumbre.

(Sakura)

—El día de hoy van a preparar una ganache de chocolate, como saben, se trata de una preparación básica en repostería —la orden del día, para la clase del pelón del diablo, no parecía ser muy difícil de elaborar, pero tampoco quería confiarme demasiado, siendo que no era una erudita en el campo de los postres y menos cuando tenía a un déspota como profesor—. La ganache debe tener una textura adecuada, en perfecto equilibrio, cuando tengan lista su preparación, vayan directo a mi estación para que califique su desempe?o, ?oyó bien Kinomoto? —el tipo puso una mano sobre mi peque?a libreta rosada de notas y la cerró abruptamente en mis narices, impidiendo que tomara los apuntes que creía correctos para llevar a cabo la preparación del día.

Hijo de su calva progenitora, mal parido.

—Si, escuché perfectamente —sonreí de la forma más hipócrita del mundo, tratando de disimular la aversión que me causaba él dictador ese, pero no me quedaba de otra más que aguantarme y seguir indicaciones, si quería continuar tomando clases con él y graduarme lo más pronto posible.

El hombre me lanzó una última mirada despectiva, antes de caminar hacia su lujosa estación exclusiva para los profesores, dándonos una se?al con la mano para que empezáramos a trabajar.

Ya sabía yo que el tipo se traía algo en mi contra desde que probó una de mis tartaletas de frutos rojos y no le gustó. Recuerdo perfectamente que la calificó de forma pésima, diciendo que era un intento mediocre y un insulto a la inteligencia humana.

Y no iba a defender mucho esas tartaletas, porque sabía que no estaban del todo correctas y que me había hecho falta practicar muchísimo para que quedaran ricas, pero el tipo no tuvo ni una pizca de compasión conmigo y en lugar de ayudarme, como todo buen profesor haría, brindando sugerencias o críticas constructivas, se pasó quince minutos enteros, sin exagerar, puntualizando lo mala que era y el horror que le había provocado probar semejante aberración de la repostería.

Si por él fuera, yo ya estaría muy lejos de su clase y la universidad.

Obviamente el profesor no podía suspenderme así como así, hacía falta que yo cometiera una falta grave o algo de verdadero peso para que pudiera tomar medidas drásticas en mi contra, pero muy a su pesar había logrado aprobar los exámenes y cumplir con todo cuanto pedía. Si bien no terminaba por hacer todo excelente, como me gustaría, me alcanzaba para seguir a flote en la materia y mantenerme con vida.

Finalmente, no me dedicaría por completo a preparar postres y mientras me fuera bien en el resto de las materias, no me sentía tan mal de que la repostería no se me diera del todo.

En fin.

Comencé a juntar los ingredientes para la ganache. Era una de las poquísimas cosas que me salían bien, así que puse todo mi empe?o para que la preparación quedara rica, con la textura adecuada y el sabor correcto, teniendo en mente la idea de restregarle mi trabajo al pelón ese y hacerle ver que no era una inútil como seguramente pensaba.

Odiaba con toda mi alma a la gente soberbia como ese sujeto, pero siendo mi autoridad en esos momentos, no quedaba de otra más que aguantarse.

No tardé mucho en terminar, pero no fui la primera en concluir con el ejercicio.

Obviamente el idiota del chico de los pasteles había terminado de primeras y no dudo en ir prácticamente corriendo a la mesa de Don Cocoliso, esperando a que probara su menjurje de chocolate y comenzara a soltar sus correspondientes halagos.

Bla bla bla.

Tomé el bowl donde descansaba la ganache de chocolate recién hecha y caminé con cuidado hasta la mesa del profesor. La había probado para entonces y estaba segura que era perfecta, así que seguramente recibiría una nota medianamente decente por el ejercicio y sumaría un par de puntos extra para poder amortiguar las pésimas notas de mis postres anteriores.

A punto estaba de llegar a la meta, cuando sentí un obstáculo bajo mis pies. Iba tan concentrada observando el contenido de mi bowl, que no me di cuenta de que pudo ser, lo único que supe es que tuve que soltar el recipiente para no irme de bruces como tal y amortiguar mi caída. Desde el piso vi, en cámara lenta, como la ganache salía volando por los aires y terminaba en el rostro de mi profesor de repostería avanzada, escurriéndose lentamente sobre su cabeza calva.

La textura está perfectísima, al menos.

?Dios mío, Dios mío!

—?Kinomoto! —no estaba segura, pero el grito podía recorrer la universidad y la ciudad entera de lo potente que fue. Apenas pude levantarme y buscar rápidamente un pa?uelo para intentar remediar el da?o, pero el tipo estaba que echaba chispas por los poros y no había dejado de manotear, por más que yo había querido enmendar un poco mi torpeza.

—Profesor Matsumoto, fue un accidente, lo siento mucho, me tropecé con algo y... yo...

—?Ya, guarde silencio Kinomoto! —el hombre se levantó de su lugar hecho una fiera y yo no sabía dónde meter la cabeza por la vergüenza. Mis compa?eros estaban en completo silencio, observando el espectáculo con atención y pena, exceptuando al imbécil de Nakagawa, que no dejaba de sonreír socarronamente, como si estuviera viendo una película de humor protagonizada por el mismísimo Adam Sandler.

Espera un momento...

—Fuiste tú, maldito hijo de... —ahora si iba a matarlo, lo juro, estaba segura que el muy desgraciado me había puesto el pie, literalmente, para que todo ese showcito se llevara a cabo. Era el único que se estaba riendo y el único que tenía su estación frente a la mesa del profesor Matsumoto.

Por su gesto burlón, me quedaba claro que lo había hecho con toda la intención de fastidiarme la existencia.

—?Se?orita Kinomoto, salga de mi clase! —no llegué a tocarle un pelo al idiota ese, cuando el calvo de Matsumoto se interpuso entre nosotros, se?alando hacia la puerta del aula—. Esta fue la última, me oye, la última que le pasó, vaya pensando en el grupo que escogerá para cursar esta materia el próximo a?o, porque esta reprobada, ??lo oyó?!

—P-pero profesor Matsumoto, le juro que fue un accidente, no lo hice a propósito, yo...

—Su existencia es un accidente completo Kinomoto, ahora salga de mi clase, no quiero volver a verla aquí, ?ahora! —el tipo estaba tan furioso que era obvio no iba a escuchar razones de nada y yo ya no encontraba qué otra cosa podía decirle para salvar la situación tan lamentable que estaba viviendo.

No me quedo de otra que tomar mis cosas y salir del aula, con un montón de sentimientos llenando mi alma en un dos por tres.

Literalmente me habían suspendido de la materia, sin opción de regresar y eso quería decir que tardaría más tiempo en graduarme, probablemente otro a?o completo.

No podía pasarme eso, estaba trabajando muy duro para poder concluir con mis estudios y atrasarme tantísimo tiempo me iba a dar muchas complicaciones, además de que tendría que gastar extra en las colegiaturas y...

—?Maldito Nakagawa idiota! —arrojé mi bolso, el termo rosado y mi libreta al piso, a un lado de donde estaba estacionado mi beetle verde.

Ese imbécil sabía que mi preparación de ese día se veía bien, que probablemente obtendría una nota similar a la suya. Por eso había querido arruinarme, porque no soportaba ver que alguien más pudiera alcanzarlo.

Y lo había conseguido, porque hasta me habían suspendido.

Estuve como veinte minutos tratando de idear algún plan para volver a tomar mi clase, pero nada se me venía a la mente. Hablar con Matsumoto iba a ser prácticamente imposible, el tipo tenía una aversión grandísima por mi persona y si trataba de dialogar con él no garantizaba que las cosas terminaran bien.

Es más, podía vislumbrar que se pondrían peor, color de hormiga...

No pude hacer otra cosa que meter mis pertenencias al auto y comenzar a conducir camino a la cafetería donde trabajaba medio tiempo. Aún me quedaban unas horas hasta que comenzara mi turno, pero no me importaba comenzar antes, si eso significaba distraerme del trago tan amargo que estaba pasando en esos momentos.

?ltimamente todo me salía mal y a pesar de que intentaba remediarlo, el mundo no parecía querer cooperar conmigo.

—Sakura, ?qué haces aquí tan temprano?, ?no se supone que tienes clases a esta hora? —Rika Sasaki, mi compa?era de trabajo, me recibió con sorpresa en el momento en que crucé la puerta del establecimiento y me miró como si tuviera una gran cabeza con seis ojos.

—No ha sido un muy buen día Rika —contesté, caminando hacia el vestidor que teníamos con pesadumbre, casi arrastrando los pies. Sasaki me siguió los pasos, y me observó detenidamente mientras me colocaba el delantal del uniforme y me recogía el cabello en una coleta alta.

—?Qué ha pasado?, ?puedo ayudarte en algo? —negué con la cabeza rápidamente, una vez terminé de vestirme apropiadamente para trabajar. Rika seguía viéndome con el mismo semblante de preocupación de un inicio, pero yo no quería causarle molestias de ningún tipo ni apesadumbrarla con mis problemas.

De todos modos, no se podía hacer gran cosa en esos momentos.

—No te preocupes Rika, la verdad, prefiero no hablar de eso por ahora, no es algo muy grato de recordar.

—Entiendo, de todos modos, si quieres hablar...

—Lo sé y te lo agradezco mucho —la chica frente a mí me dio un abrazo breve, antes de que volviéramos afuera para atender a los clientes que llegarían ese día. La cafetería estaba algo desértica para esas horas de la tarde, así que no hubo mucho que hacer, salvo servir un par de capuchinos y una orden de panecillos de canela.

—Sakura ten cuidado, no vayas a quemarte con... —un peque?o grito de dolor se escapó de mis labios al tocar una tetera caliente con mi mano derecha. Se me había olvidado utilizar el trapo de cocina que teníamos para esas tareas y el ardor que ya sentía en mis dedos me recordó no volver a olvidarlo jamás.

—Eso me pasa por andar distraída —susurré. No era la persona más observadora del mundo y ahora, con todo lo que había pasado, mi cerebro estaba colapsando lentamente, desviando mi atención hacia el episodio ocurrido en mi clase de repostería avanzada y lo mal que me sentía anímicamente hablando.

—Yo haré los capuchinos ?de acuerdo?, tu encárgate de atender a los clientes —Rika me miró maternalmente, sabía que lo que me pasaba no era una cuestión simple que pudiera olvidar tan fácilmente y yo estaba agradeciéndole en silencio que fuera tan comprensiva conmigo y me diera el apoyo que mi alma parecía necesitar con tanta urgencia en esos momentos.

No hice más que mover la cabeza afirmativamente y me dirigí a la caja registradora para hacer el trabajo que ella solía ocupar todos los días. La puerta de la cafetería se abrió entonces y por ella cruzó una persona que miré hasta que se puso frente a mí, esperando a que lo atendiera.

—Esto debe ser una broma —Li sonrió de la misma forma cínica que ya conocía y me observó con auténtica diversión.

Bad luck Sakura, tu día no podría empeorar más.

—Que agradable sorpresa, así que también trabajas como barista, eres una caja de talentos, preciosa —comentó, llevándose las manos hasta los bolsillos de su pantalón carísimo, mientras continuaba mirándome intensamente y yo no sabía si correr, esconderme, llorar o maldecir a los cuatro vientos por mi asquerosa suerte de ese día.

De todas las malditas cafeterías de la ciudad de Kioto, ?porque había tenido que ir justamente a la que me tenía como empleada?

Siete a?os de mala suerte, ?recuerdas?

Quizás todo era consecuencia de haber roto el espejo finísimo de Nadeshiko, que me había prestado para maquillarme durante la navidad pasada. O tal vez era simple odio que el mundo me tenía por ser tan torpe y despistada todo el tiempo.

Igual no agradecía eso...

—Empiezo a pensar que estás acosándome —acusé, consiguiendo que el tipo me viera con autentica diversión y comenzara a reírse armónicamente—. No le veo lo divertido, ahora resulta que por una casualidad vienes a dar directamente aquí, que coincidencia.

—Trabajo a unas cuadras de este lugar, soy cliente frecuente de esta cafetería y jamás te había visto antes, para mí, la acosadora podrías ser tú.

—Que mentira tan puerca acabas de decir, no te creo nada —el hombre parecía estarse divirtiendo de lo lindo, a pesar de que yo estaba visiblemente exaltada—. Ahora resulta que vienes seguido, por favor, sí que eres un mentiroso de categoría, además de cínico y...

—Joven Li, que sorpresa, pensé que no vendría hoy —Rika apareció a mi lado justo cuando estaba escupiendo la usual lista de insultos en contra del que yo ya catalogaba como acosador. Me quedé mirando a mi compa?era en la búsqueda de una se?al que me dijera que todo era una vil alucinación mía, pero la sonrisa que le estaba dando y el rostro de autosuficiencia de Li, me decían totalmente lo contrario.

Además de que Sasaki le llamo por su apellido...

Si viene exclusivamente por las ma?anas, es imposible que se encuentren, tú trabajas en las tardes, Sakura torpe.

—Vine un poco más tarde que de costumbre Sasaki, ya sabes, trabajo —Rika asintió y seguidamente le extendió una bolsita con un vaso de café mediano y un muffin con chispas de chocolate.

—Aquí está su pedido joven Li, espero lo disfrute, Sakura, ?puedes cobrarlo?, aún tengo que preparar un frappe para la mesa ocho —mi rostro desencajado estaba para tomarle una maldita fotografía, en serio.

—Yo lo llamaría más bien destino, pero eso lo dejo a tu consideración —dejando un par de billetes sobre el mostrador, Li me lanzó esa sonrisita de galán de Hollywood que tan bien lo caracterizaba y seguidamente caminó hacia una de las mesas que decoraban la cafetería.

Abriendo la caja registradora con un golpe, arrojé los billetes con furia sobre uno de los espacios y volví a cerrarla de una forma un tanto violenta.

Pero el tipo unos metros adelante parecía estar muy absorto leyendo vaya uno a saber qué cosas en su teléfono de última generación, mientras bebía elegantemente del vaso de café y, de vez en vez, le daba uno que otro mordisco al muffin de chispas de chocolate.

Y a mi que me lleve el diablo, ?no?

Para mi gran fortuna el tipo no pareció demasiado interesado en mí. Agradecía un poco que fuera uno de esos empresarios ocupados y que lo que sea que lo tuviera pegado al celular, fuera mucho más interesante que molestarme con sus comentarios absurdos.

Rika me entregó el frappe que tenía que dejar en la mesa ocho poco después, para entonces, Li no se había movido de su lugar, pese a que ya habían transcurrido quince largos minutos. De vez en vez volteaba a verme a la caja registradora y me lanzaba miraditas extra?as que yo no sabía cómo interpretar.

Sin prestarle mucha atención, tomé la charola que descansaba a un costado de la maquina de capuchinos, puse el frappe encima y caminé hacia la mesa que quedaba muy cerca de unas de las esquinas del local. En esas estaba cuando una mujer, acompa?ada de un peque?o ni?o de unos ocho a?os, aproximadamente, ingresaron a la cafetería con rapidez.

El ni?o, lejos de entrar caminando, corrió a tal velocidad que se estampó conmigo en el camino y, debido al empujón, solté la charola, junto con la bebida que llevaba encima.

Vi en cámara lenta como el frappe salía volando por los aires, pero la víctima en esta ocasión no era mi profesor calvo. El traje que Li portaba quedó manchado de crema para batir, en el mismo momento en que mi jefe cruzaba por la puerta de entrada del establecimiento y veía la escena completa con el rostro desencajado por el horror y la sorpresa.

—?Qué significa esto Kinomoto? —la sensación de Déjà Vu qué tenía en esos momentos, me estaba dando a pensar que quizás era víctima de alguna especie de maleficio gitano.

Li se había levantado de su puesto rápidamente, tratando de quitar la mancha que se extendía sobre su saco de vestir y yo no podía hacer más que pedir mis más sinceras disculpas al respecto, intentando minimizar el rega?o que seguramente recibiría por mi torpeza.

—Joven Li, disculpe lo ocurrido, en verdad me da mucha pena lo que acaba de suceder —mi jefe estaba disculpándose en mi nombre, al mismo tiempo que daba mil reverencias, una seguida de la otra. No entendía porque lo conocía y mucho menos cual era la prisa al pedir su perdón, pero en esos momentos no me daban muchas ganas de averiguarlo.

Contrario a lo que cualquiera pudiese pensar, Li no se veía preocupado por ello, ni por su saco, mucho menos porque estuviera lleno de crema batida, al contrario. Uno podía creer que el evento le provocaría indignación o enojo, pero se miraba demasiado tranquilo, igual que si no hubiera sucedido nada.

De igual modo yo no podía evitar sentirme excesivamente nerviosa por lo que estaba pasando, quizás Li no estaba enojado, pero no podía garantizar que mi jefe perdonaría mi lapsus brutus del momento, así como mi profesor no había perdonado lo ocurrido horas atrás.

Al ver el rostro indignado de mi jefe, me di cuenta que el asunto iba mucho más allá de un simple accidente y me dispuse a mentalizarme que tendría que disculparme incansablemente para evitar que me corrieran.

—Kinomoto estás despedida, toma tus cosas y vete, ya te llamaré para que te liquidemos como corresponde —el alma se fue hasta los pies al escuchar el veredicto final. El hombre se veía demasiado seguro de su decisión tan cruel y yo ya no sabía qué era lo que podía hacer, es decir, me había quedado sin trabajo y había suspendido una de las materias más importantes de la universidad en cuestión de horas.

Esto si que fue un autogol, Sakurita.

—Se?or, por favor, no me deje sin trabajo fue un accidente, no lo hice a propósito, le prometo que no volverá a ocurrir —quería llorar en esos momentos, lo juro.

La necesidad que sentía por derramar lágrimas como una completa idiota era demasiado alta, pero estaba segura que no era correcto hacer una escena como esa en una situación tan seria, pues seguramente lo tomaría como alguna especie de chantaje y lo que menos quería en esos momentos era tener más problemas de los que ya traía cargando en la espalda.

—Has llegado tarde durante estos últimos días y ahora vengo y me encuentro con este espectáculo deprimente, es más que obvio que no estás capacitada para este trabajo, así que agarra tus cosas y vete, creo que he sido bastante claro en que... —para mi gran sorpresa, Li intervino en ese momento, colocándose en medio de mi jefe y yo.

Se volteó a ver al hombre frente a mí con atención, su rostro evidenciaba que estaba muy apenado por lo ocurrido, pero no por él. Era como si estuviera disculpándose, ?en mi nombre?

—Creo que debe haber algún error, no es para tanto, los accidentes ocurren y la se?orita tuvo uno de tantos que pueden suceder, no se me hace justo que la despida por un simple error.

—Pero joven Li...

—Le aseguro que todo esta bien —no supe que decir, la escena en si me parecía bastante extra?a, pero tampoco me quejé mucho, siendo que el multimillonario pervertido estaba abogando por mi—. No es necesario despedir a nadie, créame.

Mi jefe se me quedó mirando como si le hubiera dado toloache a Li, pero juro por todos los cielos que todo lo que le pasara por la mente me importo nada, en cuando le vi haciendo un gesto de manos medio desinteresado, accediendo a la petición para no correrme a patadas. Luego de tomar un par de billetes de la registradora y de disculparse otras tantas veces con el individuo en cuestión, salió del local, no sin antes exigirme que levantara el desastre de antes y limpiara el piso lo más rápido posible.

En cuanto lo vi desaparecer, un suspiro de inmenso alivio salió de mi boca y hasta ese momento supe que tenía mucho que agradecerle a Li.

De nuevo.

—Yo lo...

—?Eres feliz trabajando aquí? —no me dio tiempo a dar mis respectivos agradecimientos, cuando el hombre casta?o interrumpió mi dialogo, al tiempo que se quitaba su saco y se arremangaba la camisa de cuadros que llevaba puesta.

No entendí la pregunta.

—No tengo muchas opciones, así que tampoco puedo quejarme —dije, aun sin comprender a que iba el repentino interrogatorio. Estaba claro que no era exactamente feliz con mi trabajo de medio tiempo en la cafetería, mucho menos cuando mi jefe era un sujeto de lo más extra?o, medio déspota y hasta misógino en ocasiones, pero era cierto cuando decía que no tenía opciones mejores a la vista.

Las clases en la universidad no me permitían laborar tiempo completo y ese había sido el único empleo que logré conseguir, que en algo se adaptaba a mis horarios de todos los días.

—Ya entiendo —Li retomó su asiento detrás de la mesa que estuvo ocupando por largo rato, poco antes de se?alarme la silla al frente, invitándome a compartir lugar con él—. Tengo una propuesta que hacerte, siéntate, por favor.

—?Estás loco?, tengo que limpiar o...

—No pasará nada, así que siéntate —su actitud tan fresca me estaba perturbando bastante, pero no tenía mucho animo de contradecirlo, al saber que le debía el poder conservar, al menos de momento, mi medio para subsistir. Echando un vistazo a Rika, que seguía observándonos muy atentamente desde su sitio tras el mostrador, me senté en la silla al frente de Li y le miré con duda.

—Tengo entendido que no te ha ido muy bien en tus clases de repostería.

—?Tienes entendido? —indagué, con prisa—. Mas bien, creo que mi querida amiga estuvo de lengua floja contigo.

—Tomoyo y yo solo intercambiamos unos cuantos comentarios.

—Si, claro —rolé los ojos, cruzándome de brazos testarudamente. Era clásico de Daidouji estar ventilando mis intimidades, pero nunca creí que lo haría con gente desconocida y a la que apenas estaba comenzando a tratar—. Pero si, los postres no se me dan, no he tenido mucho tiempo para practicar y no cuento con el poder adquisitivo para comprar materiales de alta gama, como ya te habrás dado cuenta.

—Entiendo —Li se recargó sobre el respaldo de su silla, todavía sin dejar de mirarme. Al mismo tiempo, una cancioncita pegajosa comenzó a escucharse por los altavoces del local y yo me pregunté si era obra de Rika o del bot automático que daba ambientación a la cafetería—. Si tuvieras la oportunidad de practicar para tus clases, con el mejor equipo a tu disposición y recibiendo un ingreso cuatro veces mayor al que ganas en tu actual trabajo, ?aceptarías? —Li me seguía viendo con esos ojos de caramelo fundido que tanto llamaban la atención y al escuchar su pensamiento hipotético, no pude hacer más que soltar una risa ligera.

?Qué si aceptaría?

Esa utopía era el sue?o de todo cocinero, es decir, poder practicar, teniendo una cocina de alta gama y al mismo tiempo ganar dinero, era algo que solo en mis mejores sue?os podría pasar.

—?Bromeas?, por supuesto que aceptaría —respondí, arrancando una sonrisa de los labios de él, quien se inclinó un poco sobre su asiento, complacido—. Pero eso no sucede en la vida real, porque, ?quién va a pagar por eso?, es ridículo.

—Eso es justo lo que yo te propongo a ti, preciosa —Li parecía muy serio al hablar sobre la aparente propuesta, pero yo no podía tomarlo como algo real, porque, vamos, era ridículo—. El trato que te ofrezco es que cocines para mí.

—?Q-que dices? —el hombre se pasó una mano por el cabello. Mi corazón estaba palpitando muy fuerte por una razón inexplicable, me sentía inevitablemente nerviosa y mi cerebro estaba que no se creía lo que mis oídos escuchaban en esos momentos—. Quieres que yo sea tu... ?repostera personal?

—Se escucha mejor chef privada, pero sí.

—No entiendo, porque querrías que te prepare postres si acabo de decirte que soy pésima —razoné, intentado hallarle sentido a lo que él estaba proponiendo—. Y encima pagar por eso, ?porque lo harías?

—Digamos que soy una persona que aprecia el talento y se ve que tú tienes mucho potencial, preciosa —confesó, desviando la mirada hacia una de las ventanas de la cafetería, dejándome embobada con la visión de su perfil tan perfecto, nariz respingada, ojos hermosos...

Concéntrate, Sakura idiota

—Honestamente no te entiendo Li, sigue pareciéndome raro lo que estás proponiendo.

—Soy una persona muy ocupada, preciosa, no tengo tiempo para cocinar —explicó, como si fuera lo mas obvio del planeta—. Lo que menos quiero al llegar a casa es tener que ocuparme de eso.

—Si acepto, entonces tendría que ?ir a tu casa?

—Naturalmente —la sonrisa ladina que me dio hizo que las palpitaciones de mi corazón se aceleraran y yo tuve que desviar la mirada, antes de que la visión me hiciera pensar en quien sabe que tantas tonterías más—. Tendrás todo lo necesario para practicar, ingredientes, materiales, no tendrás que invertir nada, mas que tu tiempo y compromiso a cocinarme lo mejor.

—Sigo creyendo que es raro...

—No tienes que responderme ahora, piénsalo —levantándose de su lugar, tomando el saco todavía manchado, colocó una peque?a tarjetita sobre la mesa y la deslizó suavemente hacia mi—. Llámame cuanto te decidas —y entonces escuché la campanilla de entrada de la cafetería, que anunciaba su salida del lugar.

Bellyache resonaba a lo largo del sitio, retumbando en mis oídos, mientras mi cerebro hacia repasos mentales y entendía cada vez menos la situación tan extra?a que estaba viviendo. Por su cara y sus palabas, no se notaba que Li estuviera mintiendo, mucho menos que quisiera ponerse a jugar con todo el asunto del trabajo como chef personal y el resto de pormenores.

Entonces cuando fui plenamente consciente de lo ocurrido, me levanté como impulsada por un resorte y salí de la cafetería.

Apenas había podido darle alcance a Li, unos metros lejos de mi lugar habitual de trabajo. Cuando lo llamé, le vi detenerse súbitamente para voltear. Tenía la misma sonrisita de antes plasmada en sus labios, casi como si hubiera predicho lo que ocurriría.

—No hace falta que te llame, ni que lo piense mucho —dije, sintiendo las mejillas rojas, no sabía si por la pena o por la carrera, igual no me importaba mucho la razón—. Acepto.

What an expensive fate.


N/A:

Buen día tarde o noche. Continuamos con los títulos de canciones jajaja

Ha pasado tiempo desde que actualice esta historia, pensaba que el capitulo estaba incompleto hasta que me di cuenta que ya lo tenía escrito y solo faltaba editarlo jejeje.

Vuelvo a recalcar que esta historia es algo así como un antiestrés para mí, me divierto mucho escribiéndola, por lo cual, espero que ustedes la disfruten también. Quizás de momento me tarde un poco en actualizarla, pues estoy trabajando arduamente en Cerezo Agridulce para poder concluirla lo antes posible, pero tengan por seguro que la continuaré.

Como dije en un inicio, no pretendo que sea una historia larga y con mil trasfondos, porque, repito, es mi antiestrés XD pero en una de esas se extiende un tanto más o no, para saberlo tendrán que estar pendientes ? jajaja

Agradezco a los reviews del capitulo anterior: Lily Rocha, Nitoca (super lectora, gracias por tu apoyo de siempre), Leggofmyeggos, Gabyta Li, carlos29, , Soleil, Li, Marijo Garcia, xAerisx, mi querida TwiliCiela y mi adorada Suzu, que como siempre, es mi inspiración para seguir escribiendo y mi incentivo para mejorar.

Sin mas que decir me despido, para los que siguen Cerezo Agridulce, la actualización será pronto...

Que las musas siempre los acompa?en.

Bye-Bye.