Tema: Noche nueva / Fuegos artificiales / Renovación

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Octava Noche

El ajetreo de ese día empezó más temprano de lo usual, y con el cielo inusualmente despejado, los aldeanos aprovechaban para realizar sus diligencias con la mayor velocidad posible.

Con singular alegría, Suigetsu había tomado su capa, una pala y junto con Jūgo, se dispuso a ayudar a quien fuera a quitar la nieve de sus techos. La mayoría de los aldeanos habían pasado las noches en la casa principal, al resguardo de la fortaleza que habían armado para convertir el patio en un salón de recepciones, pero, en realidad, las peque?as caba?as habían resistido magníficamente el embate del clima.

Normalmente así pasaban los días más duros del invierno. Era más seguro para mantener el calor, pues encender fuegos en el interior, les haría correr el riesgo de una intoxicación, o si ocurría algún accidente, sería más difícil prestar ayuda.

Aun así, nadie creía que dejar medio metro de nieve en sus techumbres fuese una buena idea, por lo que tomaron la oportunidad de realizar las tareas de mantenimiento necesarias.

Los jóvenes ninjas, quizás movidos por la gratitud, quizás aún con los efectos de los licores de la noche anterior, o quizás invadidos por la misma fuerza arrolladora que había sacado a Sasuke de su estupor emocional, iban de un lado a otro quitando nieve como si se les fuera la vida en ello.

Sasuke se había quedado en la casa principal, el terrateniente quería revisar con él las cosas que iban a llevar a su hija. Si el clima seguía benevolente como lo auguraban, se marcharían a la ma?ana siguiente.

El establo, en realidad era un complejo de varias construcciones, cada una más grande que las casas de los aldeanos, y se repartían entre ellos, un buen número de ovejas, vacas. caballos y una rara especie de ciervos con las astas anchas que no había visto antes.

—Son renos —le dijo el hombre de la barba, que había recogido su túnica roja a la altura de la cintura para no ensuciarla mientras preparaba un trineo más largo que el que ellos llevarían —. Resisten mejor el clima helado del norte.

Asintió en silencio.

—?También sales ma?ana? —preguntó, en su mejor intento de hacer una conversación.

—Yo me voy ahora.

El terrateniente tachó la última cosa de su lista, palmeando la última caja que uno de sus empleados aseguró con un cruce de sogas.

—?Está listo! —exclamó —. Con un par de perros estará perfecto.

—?Perros? —preguntó Sasuke.

—Al menos hasta que dejen el país, les serán muy útiles para llevar el trineo.

Sasuke enarcó una ceja, en realidad pensaba endosarles a los chicos el cargamento ya que ninguno llevaba pergaminos para almacenar.

—Ven conmigo —dijo el hombre de la barba cuando el terrateniente atendió un grupo que lo interceptó.

Sasuke quería acompa?arle, aún le parecía demasiado incómodo estar con él. No podía creer que lo hubiera acorralado de una manera en que nadie antes lo había logrado, ni siquiera aquellos con los que había formado un vínculo real del que nunca pudo desprenderse, por más que lo intentó.

El hombre le pasó una mano por los hombros, sujetándolo con firmeza. Detrás de ellos, con paso lento, los renos empezaron a andar, con algunos mozos de cuadra encaminando el trineo.

—?Todo listo de tu parte? —le preguntó.

Sasuke solo desvió la mirada, resoplando.

—El camino que elegiste no es fácil —agregó —. Pero el único modo de conseguir lo que quieres, es romper tus paradigmas, y mientras más incómodo y difícil te resulte, mejor lo estarás haciendo.

Pensó en no responderle, pero esa actitud sería la misma que lo tenía atorado en esa posición. Todo el día había pensado en lo que hablaron, y le fue imposible en no recordar a Kakashi, cuando lo ató a un árbol, luego de su pelea con Naruto.

El hombre le había dicho algo lleno de verdad, y solo hasta esos últimos meses, y con mayor énfasis en los últimos días, tantas cosas que habían pasado en ese entonces, cobraron un sentido diferente.

Se animó a girar el rostro, aunque no a mirarlo a los ojos.

—?Y si no es suficiente? —preguntó en voz baja, tanto que fue más como un murmullo.

Afuera, la tenue luz del sol hacía resplandecer la nieve. El aire tenía un fuerte olor a canela, manzanas, y biscochos, quizás de nuez.

El hombre de la barba se acomodó sus ropas, dejando caer su túnica, sacudiéndola un poco para ordenarla lo mejor posible, poniéndose, además, un gorro afelpado con un decorado de muérdago. Luego de ajustarse unos guantes de piel, volvió a tomarlo por el hombro, girándolo para que mirara la aldea, con todas esas personas alistándose para la última noche de celebraciones, conceptualmente, la última noche del a?o.

No hubo tiempo para nada más, el terrateniente les dio alcance junto con algunos miembros de la casa, le entregaron una cesta que por el olor delataba algo de comida y ambos hombres se abrazaron. Se separaron cada uno con un reloj de bolsillo en mano, mismo que se aseguraron de que estuvieran perfectamente sincronizados.

—Gracias por venir —dijo el terrateniente.

—Lo haré siempre que pueda —respondió el hombre de la barba.

Pronto, el resto de la aldea fue consiente de la partida y se acercaron para agradecerle y desearle un buen camino. Sin embargo, él puso su atención en Sasuke.

—Con lo que ganes y lo que regales, verás tu respuesta.

A Sasuke le pareció que era parte de la canción que había cantado en una de las noches.

El hombre sacudió las riendas y los renos espabilaron empezando con un trote regular y bien coordinado, acompa?ado del tintineo de los cascabeles que llevaban los animales.

La mayoría se quedó de pie, despidiéndolo hasta que no fue más que una mancha en el horizonte.

—?Hay que volver! —exclamó el terrateniente —?Hay que hacer los últimos preparativos!

La gente se dispersó, sin embargo, Sasuke sintió que no terminaba de comprender lo que le había dicho.

Era demasiado idealista.

—?Te quedas afuera?

Karin estaba detrás de él, llevaba una cesta bastante grande en brazos, y la detenía parcialmente con la cadera mientras permanecía de pie.

—?Qué es eso? —preguntó con la ceja levemente arqueada.

—La ropa para la colada —respondió con cierta molestia —. La peste de la habitación es por el idiota de Suigetsu. De buena gana lo quemaba todo, pero será peor tenerlo con solo un cambio todo el viaje.

Sasuke profirió una risa sardónica.

—Sabes que lo hace a propósito, ?verdad?

—?A propósito?

—Sabe que prefieres lavarle la ropa a soportar su olor, por eso no lo hace.

Karin hizo chilló apretando el pu?o, con un juramento de venganza, y dando pisotones que, de no ser por la nieve, retumbarían en toda la aldea, de igual forma se fue camino a la lavandería.

La situación se le antojó tan absurda que no pudo evitar reírse.

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—Cuando regresemos a Konoha —dijo Karin, abotonándose la capa para poder salir junto con el resto para el encendido de los fuegos artificiales —. ?Vas a quedarte?

Sasuke dejó escapar un suspiro, preparándose también.

—No lo sé. Tal vez le pida a Kakashi las misiones de fuera. No… no quiero vivir ahí, no aún.

—Ya veo…

Fuera de la casa habían colocado unos tablones recargados en una estructura de madera a modo de gradas, sin embargo, Karin le hizo una se?al para quedarse en un tejado cercano.

Sabían que tenían que mirar las monta?as del norte, que era donde se haría el encendido, y se mostraban inquietos por la espera. Sin embargo, el terrateniente se aclaró la garganta para sobreponer su vozarrón a la concurrencia.

—?Amigos! —exclamó — ?Un a?o más se nos va! ?Pero no nos lamentaremos por todo lo que perdimos! ?No alegraremos de todas las bendiciones que recibimos!

Consultó su reloj de bolsillo, y levantó una mano.

—?Por eso, la palabra de este a?o, la que hemos elegido para regir nuestras vidas en el a?o venidero, arderá como nuestra determinación! ?Diez! ?Nueve!

Todos los aldeanos se unieron a la cuenta regresiva, y para cuando llegaron al uno, un silbido cruzó el cielo, se prolongó apenas lo suficiente como para que corearan el cero antes de estallas en una inmensa flor roja que fue secundada por una sucesión de fuegos artificiales de todos los colores posibles. Sin embargo, lo más llamativo, fue una llamarada increíblemente luminosa que se encendió en algún punto de la monta?a, extendiéndose entre chisporroteos en líneas rectar que empezaron a formar un símbolo:

Renovación —leyó Sasuke mientras la aldea aplaudía maravillada por el espectáculo.

Karin reunió todo su valor, acrecentado por los eventos de los últimos días, y alcanzó la mano del chico. Era cálido, extra?amente delicado y suave, tanto para ser hombre, como ser un ninja.

Sasuke reaccionó al contacto, y aunque podía ver el reflejo de los fuegos artificiales en sus gafas, también podía ver sus ojos detrás de ellas.

—Creo que el mensaje es para ti —le dijo.

—No —le respondió —. Es para todos.

Hubo solo un momento de silencio entre ambos, con las exclamaciones emocionadas y el estallido de fondo.

—Karin —dijo, pero hizo una pausa larga—. Quédate conmigo.

Karin era perfectamente consciente de que no era, en absoluto, una petición de matrimonio, pero era tan honesta como la petición de unirse a su equipo para buscar a Itachi, así que no podía ponerse a saltar de felicidad, por mucho que, en realidad, sí quería hacerlo. Se inclinó un poco, tan solo lo suficiente para poder sentir su respiración, y quizás animarse a robarle un beso.

—?No les parece súper raro que justamente hoy que tocan los fuegos artificiales, el cielo está despejado? El clima ha estado de locos toda la semana, pero hoy hasta se ven las estrellas.

Karin sintió un escalofrío recorriéndole la espalda desde la base de la columna hasta la nuca.

Suigetsu estaba prácticamente entre ellos, tanto que, de haberse animado a besar a Sasuke, lo hubiera besado a él. Por su parte, Sasuke también parecía consternado, él también odiaba que se acercara tanto y quizás por esa razón era que lo hacía.

Con un chillido de frustración, Karin intentó asestar un pu?etazo en su cara, pero el ninja se volvió agua para en enseguida escabullirse, sin embargo, no fue detrás de él.

Tranquilizándose, volvió la vista hacia Sasuke, sonriéndole.

—Me quedaré contigo —le dijo, volviendo a tomar su mano, apretando suavemente.


Comentarios y aclaraciones:

Suigetsu no lava su ropa, otro headcanon que use para SasuKarin Month de este a?o (Servicio de lavandería)

La cuenta regresiva iba en el de ayer, pero se me desfasaba la trama, por eso solo dejé el brindis y las copas.

Y finalmente llegamos al fin de esta mini super apresurada aventura. Espero les haya gustado.

?Gracias por leer!