Fuera de tiempo VII: Olvido

"Donde quieras que estés, te gustará saber que te pude olvidar y no he querido ... Que por fría que fuera mi noche triste, no eché al fuego ni uno solo de los besos que me diste"

Donde quieras que estés. Joan Manuel Serrat

...

Marguerite Krux miró con anhelo las aguas termales que humeaban a través de la oscuridad de la cueva apenas iluminada con un par de antorchas colocadas estratégicamente en las paredes. La condensación del vapor de agua hacía caer gotas de humedad que resonaban con eco al caer en los innumerables charcos del suelo de la caverna, a veces, al chocar con las antorchas, las hacía chisporrotear a?adiendo un sonido nuevo a la caja de resonancia que era aquella sala.

Compuso su rostro de modo que ni un solo atisbo de emoción fuera visible a través de él, decidió que nunca, nunca jamás volvería a caer en la trampa de los sentimientos. Sería preferible para ella no sentir que tener que volver a pasar por todo el dolor con el que había tenido que lidiar el último mes. Giró despacio su cabeza y miró al hombre que a corta distancia la estudiaba con atención, intentando leerla. Buena suerte amigo, pensó irónica, hombres más inteligentes que tu lo han intentado.

- "un poco de intimidad sería mucho pedir?" - le exigió con una sonrisa seductora

El hombre, que apoyaba su gran masa muscular contra una de las paredes la miró entretenido

- "pero es mucho más divertido si te estoy mirando bruja" -le devolvió con rapidez la monta?a humana

- "supongo que sería mucho esperar que un salvaje como tú, tuviera algo de caballerosidad y permitiera a una mujer ba?arse a solas ..."

El sonrió de una manera dolorosamente familiar para Marguerite

- "esperas que tenga respeto por la desnudez de una mujer que me pertenece?"

Marguerite lo miró con frialdad, si esperaba que ese comentario le afectara no la conocía.

- "?supongo que tampoco me quitarías la argolla del cuello y la cadena mientras me ba?o?" - preguntó se?alando la larga cadena que iba desde su garganta hasta un anclaje en el suelo donde él la había atado

El cruzó los brazos por encima de su amplio pecho y volvió a sonreír

- "Son muchos "supongo" para una esclava, aunque sea una tan descarada como tú, aún así contestaré a tu pregunta ... ni por asomo le quitaría el collar de hierro a una bruja, te has ganado el ba?o pero no tientes a tu suerte ... "

Marguerite torció el gesto pero se resignó, no desperdiciaría la oportunidad de ba?arse en agua caliente después de un mes aunque eso significara desnudarse delante de él.

- "bueno ... lo he intentando"

Se encogió de hombros con resignación y dándole de nuevo la espalda se acercó al agua humeante, el calor que desprendía llegó hasta ella y cerró los ojos anticipando el placer. Con un movimiento tan suave como elegante desató el nudo y dejó caer al suelo el corto vestido que la cubría y entró despacio en el lago hasta sumergirse por completo en él.

La monta?a humana se tensó ante la visión de Marguerite desnuda entrando en el agua, sintió un tirón familiar en el bajo vientre cuando miró con admiración el esbelto cuerpo de la bruja introducirse con suavidad apenas creando ondas en la superficie líquida.

Como Jefe de su pueblo podría tener cualquier mujer, esclava o no, que el quisiera, el porqué los Dioses le habrían puesto a esta mujer de piel clara y pelo oscuro como la noche en el camino era algo que aun no entendía. Bran Maelchon se jactaba de no haber forzado una sola mujer en toda su vida, nunca le hizo falta, las mujeres se le entregaban sin necesidad ninguna de ejercer la violencia, pero que los Dioses se apiadaran de él si esta bruja en particular no cedía, ella era una tentación difícil de resistir.

La había deseado desde el instante en que la vio, allí, de pie, sola, desafiándole con la fuerza y la arrogancia de un hombre pero con el cuerpo frágil y menudo de una mujer. Lo miró fijamente y le exigió una negociación, un solo vistazo al fuego que ardía en sus ojos y decidió que ella sería parte del trato.

Cuando la mujer se dirigió a él usando su propio idioma supo que debía tratarse de una bruja. Su idioma era tan antiguo que se perdía en el tiempo y nunca se usaba más allá de los límites de su territorio, un lenguaje tan oscuro y complejo que solo los nacidos en él lograban dominar y ella lo hablaba con una fluidez y una elocuencia como si fuera una de ellos ... y sus ojos ... del color de las tormentas ... le transmitían un fuego que amenazaba con consumir todo lo que miraba, sin duda eran los ojos de una hechicera.

Cuando pidió a su segundo al mando que le trajera el collar de hierro un silencio se hizo entre sus hombres y miraron a la hermosa mujer con una mezcla de respeto y miedo. Esta vez no pidieron tesoros ni gemas, la captura de ella era suficiente premio para volver contentos y orgullosos a su hogar.

Cuando le cerró el collar y lo ató a su cinturón ella lo miró con tal intensidad que pensó que lo iba a incinerar en el acto. Ese fue el momento justo en el que decidió que ella iba a ser suya costara lo que costara. Pocos hombres habían mostrado tal valor ante él y mucho menos una mujer. Nunca le preguntó el nombre, una esclava no tenía más nombre que el su amo le diera, y el suyo a partir de entonces sería bruja.

En un acto de amabilidad que no había tenido con ella hasta ahora, se acercó al anclaje clavado en la roca y desató la cadena que dejó colgando en el suelo. Marguerite lo miró y levantó una ceja sorprendida

- "no temes que me escape?"

- "?dónde irías? ...esta cueva no tiene mas salida que la que estamos custodiando"

- "?por qué?" -preguntó con curiosidad después de unos segundos

- "por qué suelto la cadena?" - preguntó él a su vez pensativo- "no lo se, ... supongo que jamás he visto a nadie disfrutar de un como ba?o te he visto a ti, además que podrías hacer? .. . puedes nadar tranquila bruja pero no te demores, el agua está muy caliente y no quiero que te arrugues como una uva pasa "-

Se alejó riendo en voz baja mientras dejaba a Marguerite pensativa flotando en el agua.

...

Demasiado amable para mi gusto, meditó en silencio Marguerite, no puedes odiar con tranquilidad a alguien si se vuelve considerado, además le recordaba excesivamente a Roxton, misma sonrisa torcida, mismas diabólicas burlas, mismo estúpido orgullo. Era mejor si lo mantenía a raya, en caso de que tuviera que matarlo cuando escapara era mejor no tener demasiado vínculo, todo era mucho más fácil si tu víctima no era un cretino con encanto.

Nadó con suavidad en el agua caliente durante unos minutos hasta que sintió que el calor amenazaba con marearla un poco, había lavado con jabón la herida que tenía en el costado izquierdo, y aunque no era profunda debía tener cuidado con las infecciones, el morado de las costillas también empezaba a desaparecer, había tenido suerte esta vez.

Miró hacia la entrada asegurándose que no había nadie cerca y salió con ligereza tapándose en seguida con la sucia prenda, arrugó la nariz con desagrado ante el olor que despedía la peque?a pieza de ropa y deseó con fuerza algo limpio que ponerse.

Su cabeza giró con rapidez hacia el fondo de la cueva cuando oyó un ruido, apretando con fuerza el vestido contra ella se quedó escuchando. Volvió a oír el ruido y esta vez lo reconoció como un gemido de dolor. La tercera vez que lo escuchó decidió que era humano. Con mucho cuidado y prudencia acortó los metros que la separaban de la pared del fondo poniendo mucha atención al suelo apenas visible sin la luz de una antorcha.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad ahogó una exclamación de angustia. Allí, al fondo, atado por las mu?ecas, tobillos y cuello por enormes cadenas de hierro sujetas a las paredes rocosas se hallaba el despojo vivo de un hombre.

Rápidamente evaluó su condición, mayor, de la edad de Challenger quizás un poco más, desnudo, sucio, desnutrido, no parecía herido pero debía llevar varios días en esas condiciones. El hombre levantó su cabeza cuando sintió a Marguerite cerca, intentó enfocarla pero la cabeza se le iba hacia los lados sin apenas fuerzas para sujetarla

- "nunca pensé que la muerte fuera tan hermosa" -susurró con la voz ronca

- "no soy la muerte"

Ante la afirmación de Marguerite, el viejo hizo un esfuerzo por levantar la cabeza y enfocarla

- "?eres real?"

- "eso creo, y tu? eres real también o una visión?"

- "?puedes darme agua?"

- "real entonces, los fantasmas no piden agua" -Se dio la vuelta con rapidez y sin hacer apenas ruido recogió del suelo su odre y se lo acercó a la boca

- "Bebe despacio o lo vomitarás" -aconsejó Marguerite ante la ansiedad con la que engullía el agua .- "... quién eres?"

- "me llamo Aengus ..." - cuando el hombre fijó sus ojos en ella se sorprendió - "vas desnuda ... y llevas un collar de hierro" -su mirada reflejó temor- "eres una bruja"

- "no soy una bruja ... y estoy empezando a hartarme de que todos me llamen así ..." - protestó sujetando más fuerte la escasa prenda de ropa contra su cuerpo.

- "pero llevas un collar ..."

- "y tu estás atado a la pared por varias cadenas y yo no he dicho nada ..." - de repente Marguerite frunció el ce?o pensativa, a que clase de persona se estaba enfrentando si necesitaba tres pares de gruesas cadenas de hierro para sujetarlo ?

Aengus notó su temor

- "podrías darme un poco más de agua por favor" -suplicó

Ella le acercó de nuevo el odre a la boca, esta vez bebió mucho más despacio

- "... porque estás sujeto de esa manera?"

- "Los demonios azules me dejaron aquí para morir, no estoy seguro de cuanto hace, me encadenaron a la roca y se fueron. Me olvidaron aquí"

- "deben pensar que eres un brujo muy poderoso con tanto hierro ..."

El bufó con indignación y respondió con voz ronca

- "creen que soy un Dios"

- "un Dios?" - Arrugó la nariz estupefacta

- "me apresaron en su territorio cazando, exigieron una retribución a cambio de mi vida, como no pude pagarles ninguna compensación me hicieron esclavo, pero su jefe después de verme decidió que era un" Dios "y me trajeron a este lugar ... "

- "si, esa historia parece muy popular últimamente, que clase de Dios creyeron que eras?

- "me llamaron Kenningar, su Dios de la mentiras y el enga?o"

- "oh? ... yo conocí a un Dios de las mentiras también" -dijo sorprendida, luego, retrocediendo un poco lo miro de arriba a abajo desconfiando - "... Fran?ois?"

- "Eh?"

- "nada, creí que podías ser alguien que conocí, pero no te pareces en nada ... aunque si lo fueras ... también me podrías estar enga?ando"

- "soy un Dios tanto como tu una bruja, no creerás en esas supercherías no?" -El suspiró con resignación - "tienes algo de comer?"

- "no, aquí no, solo agua" -Se la acercó de nuevo a la boca y tragó con gusto

- "si alguna vez vuelves y sigo vivo ... podrías traerme algo de comer y más agua por favor ..."

Ella lo miró y asintió con lástima,

- "haré lo que pueda, pero no te lo puedo asegurar, yo también soy una esclava y no se si me volverán a permitir venir ..."

- "con que lo intentes para mi es suficiente, al menos ahora tengo una esperanza ... no olvidaré lo que has hecho por mi"

Marguerite giró la cabeza cuando oyó al Jefe gritar su nombre, dirigió una última mirada lastimera al pobre hombre y volvió de nuevo a la piscina para evitar sospechas. Se puso el sucio vestido otra vez y salió hasta la entrada de la cueva.

- "te ha costado salir, ya iba a entrar a buscarte bruja"

- "tenía mucho que frotar, quizás debería probarlo tu alguna vez"

- "estás insinuando que huelo mal? ... me ofendes esclava" -dijo provocadoramente

- "no lo estoy insinuando ... lo afirmo"

Maelchon se echó a reír, la bruja lo divertía enormemente

- "quizás si me ba?o te gustaría frotarme la espalda"

Ella lo miró con desagrado, recordaba haber tenido una conversación parecida con Roxton, pero no quería pensar en él. Había pasado más de un mes desde que había dejado la casa del árbol y Roxton no había venido a buscarla. Le había exigido a Assai que le dijera que no quería que viniera por ella pero realmente no había creído posible que él fuera a hacer caso.

Estuvo esperando durante días, mirando hacia atrás pensando que en cualquier momento aparecería, pero había pasado demasiado tiempo, él la había olvidado. Estaba claro, como había sido la mayor parte de su vida, que estaba sola de nuevo. Y aun así no podía evitar que cada vez que pensaba en él le doliera. Le odiaba y le echaba de menos a partes iguales, y el salvaje pintado de azul le recordaba enormemente al alto Lord del que aún, y a pesar de todos sus esfuerzos, seguía enamorada.

- "si alguna vez te froto la espalda no será por gusto créeme"

El gigante la miró con condescendencia

- "puede que al principio no bruja, pero estoy seguro de que terminaría gustándote" -

- "vaya ... no somos un poco pretenciosos? ... de todas maneras hay demasiado azul para frotar, ... y a mi nunca me ha gustado el trabajo manual"

La monta?a de músculos echó la cabeza hacia atrás soltando una ruidosa carcajada, realmente estaba disfrutando de esos combates verbales con la hermosa mujer, era tan rápida e ingeniosa como él y molestarla para poder escuchar sus mordaces y venenosas respuestas se estaba convirtiendo en un placer al que se estaba acostumbrando con rapidez.

Bran Maelchom recogió la cadena y se la volvió a atar al ancho cinturón que le envolvía la cintura. Dando un ligero tirón la instó a caminar detrás de él. Miró atentamente el bosque a su alrededor pensativo, llevaba días con la sensación de que algo los observaba.

- "volvamos al campamento bruja a ver si encontramos algo en lo que puedas ayudar a los demás esclavos, pero no se te ocurra acercarte de nuevo a la comida, nunca he conocido una mujer mas inútil cocinando que tu ..."

...

Intentó mantener su respiración lenta y pausada para no delatarse, pero no se lo estaban poniendo fácil. Ver como aquel animal llevaba a Marguerite sujeta del cuello le ponía enfermo, pero ver como coqueteaban le hacía hervir la sangre.

Llevaba dos semanas siguiéndoles, al final había tenido que dejar a sus compa?eros atrás y seguir el solo. Se movían rápidamente y formaban un grupo tan cauto y eficaz que separarse había sido la mejor opción para evitar ser detectados. Así que Jarl y Verónica se hizo cargo del grupo quedándose algo más alejados mientras que el actuaba de avanzadilla siguiéndoles más de cerca, estudiándolos y vigilando a Marguerite, atento a cualquier momento de descuido que pueda tener para liberarla y llevarla de vuelta a donde pertenecía , o sea con él.

Cubierto de barro y arcilla que había encontrado por el camino, y oculto entre la densa espesura del bosque Roxton era practicamente indetectable. Sus movimientos lobunos siempre eran lentos y estudiados, sabía mejor que nadie que la mejor manera de pasar desapercibido en la naturaleza era moverse lo menos posible, tanto a los ojos humanos como a los animales les costaba percibir cualquier elemento estático pero eran rápidos en detectar movimientos , así que había convertido su ágil y poderoso cuerpo en casi un elemento natural más, mimetizado con su entorno con una habilidad sorprendente vigilaba el campamento atentamente, hoy más cerca de lo que había podido estar en mucho tiempo.

Camuflado entre el espeso follaje de un alto árbol desvió los ojos hacía Marguerite que se encontraba sentada cerca del fuego al lado del gigante pintado de azul, la tenía sujeta por una cadena, y de vez en cuando estiraba de ella provocando el acercamiento involuntario del cuerpo de la mujer al suyo.

El estómago del cazador estaba revuelto reconociendo claramente las intenciones que el hombre tenía. A pesar del frío que ella indudablemente debería estar pasando a juzgar por el escaso vestido que llevaba puesto, mantenía una distancia lo más prudencial posible entre ambos, claramente rechazando los avances del salvaje, ella no permitiría un contacto físico entre ellos ... eso era lo único que mantenía al cazador a raya. Si Marguerite hubiera cedido aunque solo hubiera sido un poco, un Roxton enloquecido hubiera abierto fuego indiscriminado contra el campamento.

Miró fijamente a la mujer evaluando su condición física, juzgando sus posibilidades por si tenían una oportunidad para huir. Estaba claramente mas delgada, se sentaba de lado apoyando su peso en el lado izquierdo liberando de esa manera su costado derecho, el sabía que estaba herida alrededor del área de la costillas porque hacía unos días había encontrado su ropa ensangrentada y rota abandonada en el bosque . El miedo de lo que podía haber pasado y las ansias por verla viva casi hacen que lo descubran esa vez, solo cuando la vio a salvo pudo volver a su estado cauto y precavido de antes.

Siguió la línea de su esbelto cuerpo desde el hombro que quedaba al descubierto por el vestido atado a un lado, pasando por las caderas contorneadas hasta sus piernas desnudas, había mucha piel expuesta, mucha más de la que normalmente la discreta heredera dejaba ver. La corta prenda que le dio dado realmente le sentaba bien, Roxton tragó saliva y ladeó un poco la cabeza memorizando cada fragmento de ella que dejaba ver, su lujuria se disparó recordando cada trozo de piel que había tocado y besado de ese magnífico cuerpo suyo, deseó con fuerza ser él quien sujetara la cadena ligada a su esbelto cuello, ohhhh se le ocurrían tantas cosas traviesas que hacer con ella atada ...

La delicada mano de Marguerite retiró el pelo suelto de su cuello deslizándolo hacía un lado formando una cortina que ocultaba su rostro a la vista del corpulento captor. Con discreción dirigió su mirada hacia el árbol en el que Roxton se hallaba oculto, entrecerró los brillantes ojos y escrutó el denso ramaje tratando de ver algo.

Ella lo había notado, Roxton sabía que ella de alguna manera había logrado sentir su mirada. Sus latidos se aceleraron cuando por una décima de segundo sus ojos hicieron conexión con los de ella. Sus miradas se engancharon.

Fue como si el tiempo se detuviera, los sonidos de repente se hicieron más tenues hasta desaparecer, el mundo a su alrededor se desdibujó borroso, el espacio entre los dos se redujo al mínimo, y en unos instantes robados al tiempo sus respiraciones se acompasaron y sus latidos se convirtieron en uno.

Los labios de Marguerite se abrieron humedecidos y en silencio formaron su nombre soplándolo al viento, él susurró el suyo dejándolo ir con una sonrisa, puede que solo fueran dos personas corrientes por separado pero lo que tenían entre ellos cuando estaban juntos era auténtica magia.

...

Marguerite fue sacada del trance con un tirón de cuello, se giró agradeciendo la cortina de pelo que cubría su rostro sonrojado y evitó la mirada curiosa de Bran Maelchom. Su pecho latía con tanta fuerza que temía se fuera a dar cuenta, agarró su odre de agua y sorbió dos largos tragos intentando calmarse, era Roxton, estaba segura, solo él podía provocar tales sensaciones en ella, su alma se aligeró con la certeza de que no la había olvidado, finalmente había venido a buscarla.

Una oscura nube de memoria le recordó lo pasado esa última semana en la casa del árbol, Roxton casado, la bofetada de Verónica, ya no tenía un hogar donde volver ... y aun así el simple hecho de saberlo tan cerca era suficiente para lograr que su corazón se detuviera ... bajó la mirada asustada ... si lo descubrían ...

El gigante miró a su bruja con atención, algo en su postura había cambiado. Notó la fuerza con la que agarraba el odre de agua y sus nudillos blancos, incluso temblaba levemente, estiró una mano enorme y le sujetó la cara por la mandíbula acercándola a él. Pudo ver como escondía su miedo tras una fachada de arrogancia y bravocunería.

- "que es bruja? que has notado?"

- "nada" - Demasiado rápido pensó Marguerite, levantará sospechas, decidió dejar que sus viejos hábitos de guerra tomaran el mando, una mentira camuflada tras una media verdad siempre funcionaba - "me pareció que nos estaban observando por unos segundos eso es todo ..."

El gigante se tensó alerta

- "yo también lo he notado antes, por dónde?

Ella se?aló la parte opuesta al árbol donde se escondía Roxton

- "por allí, lo he notado por allí ... debe tratarse de algún molesto animal rabioso buscándose problemas" -

Mientras el Jefe y algunos hombres registraban minuciosamente la parte del bosque se?alada por Marguerite, Roxton perfectamente camuflado entre la densa hojarasca del árbol, se dispuso a pasar una noche incómoda pero a salvo.

Intentando ponerse lo más cómodo posible extendió sus largas piernas en la rama pero no pudo evitar una sonrisa burlona ante el comentario de su dama claramente dirigida a él, molesto animal rabioso buscando problemas le había llamado, un dardo muy bien dirigido ciertamente pensó con humor.

Cubriéndose los ojos con su viejo sombrero los cerró, pero su sonrisa se hizo aún más amplia y brillante de lo que había sido en semanas, demonios ... amaba a esa maldita mujer deslenguada.

Pd: Agradezco todas y cada una de las revisiones que me han hecho, cada vez que las leo es como un regalo. Espero estar a la altura de tanta amabilidad. Les deseo unas felices fiestas a todos y un feliz a?o nuevo.