Renuncia: todo de Bisco Hatori.

N/a: tomado de un fanfic que había escrito por allá del 2007. Sí, es crack, siempre ha sido crack.


?But you can say baby,
Baby can I hold you tonight
Maybe if I told you the right words
At the right time, you'd be mine
?

Tracy Chapman.


predilection


?Cómo se le debería llamar a aquello que nadie quiere nombrar en voz alta?

.

.

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Un par de succinos dorados idénticos se posan sobre una figura rubia—observando, observando, observando—solo un par mantiene la vista fija sobre la fina complexión y la manera en la que los labios del presidente de el club se curvan hacia arriba, una sonrisa de bienvenida a todas las que deciden que quieren pasar el tiempo en nuestros perfumados dominios.

El otro par solo pretende, se desvía un poco y pierde por completo el interés.

René Tamaki Richard de Grantaine Suō jamás ha sido tan interesante de todas formas.

(mentira, mentira, mentira)

—?Cuándo será que podremos estar solos, hermano? —pregunta Kaoru. La ansiedad oculta entre su bien ensayada forma de hablar. No le importa demasiado estar (tan, tan, tan) cerca de Haruhi y que su quedita súplica sea escuchada.

—Guarda la calma, querido hermano —contesta Hikaru, absolutamente atento a la extra?a vibración en la voz de Kaoru; alienígena, fuera de lugar—; tendremos dos semanas de vacaciones a partir de hoy. —Y entonces, a?ade—: tendremos todo el tiempo del mundo.

No es necesario que sonrían cuando hablan con tanta intimidad, trae mejores resultados al final que mantengan la compostura. Con ojos brillantes y falsamente sinceros. Un abismo de mentiras que lleva a otro abismo de mentiras.

—?Qué tanto murmuran ustedes dos? —Haruhi no se voltea al preguntarles, estaba suficientemente cerca. Tiene las manos unidas frente a su cuerpo y la mirada hacia la puerta del club, esperando—sin emoción—las clientas que seguramente querrían pasar la mayor parte del día ahí, considerando que, muchas no podrían visitar a sus hosts favoritos durante esas dos largas semanas de vacaciones.

Es la costumbre.

—Hablamos de cuanto ansiamos las vacaciones —le contesta Hikaru, los ojos le bailotean entre los delgados hombros de Haruhi; la forma tan linda en que el cabello se le ondula en las puntas, aún más donde se acomoda en su nuca con rebeldía. Mantiene una sonrisa que adorna su rostro de papel.

Haruhi entonces, por un momento desvía la mirada de la puerta, los ojos medio curiosos se detienen en los gemelos.

—?Es así? —entonces ella hace un ruidito con la garganta, poco convencida. Mira a Kaoru, y él siente como si estuviera desnudo frente a ella, como si Haruhi fuese capaz de diseccionar todo de él, de separar las costillas de su esternón y sacar el corazón y, entender perfectamente, qué es lo que pasa ahí. Le pone nervioso, no le gusta.

—Es así —dice entonces Kaoru, no queriendo ser descubierto—; aunque extra?aré a todas nuestras amigas —lleva entonces una mano a cubrir su boca y un par de lagrimillas le recorren las mejillas.

? No sé qué seríamos sin ellas, ?verdad hermano?

Los ojitos le brillan a Kaoru con devoción, con amor, cuando ve a Hikaru. No importa que sea fingido todo, sabe que el cari?o de su hermano es genuino. Cuando le toca el rostro, cuando pasa sus delgados dedos por las mejillas y debajo de los ojos para limpiarle las lágrimas.

Tamaki nunca haría eso por él.

Compórtate. Eso no importa.

—Hermano, no llores —Hikaru lo ve a los ojos cuando le habla, pero Kaoru sabe que su mente está en otro lado—; las volveremos a ver pronto, no te apures ?sí?

Comenzaba ya la función.

Nunca es necesario, en verdad que nunca es necesario, siempre se trata de un extra que los mantiene por encima de sus compa?eros. Aprovechan de inmediato el barullo en la entrada—las clientas han comenzado a llegar—y actúan con una naturalidad innata. Dedos delgados, como de pajarito, unidos a alargadas manos que se tocan, se acarician.

La mano de Hikaru se posa sobre la curva de la espalda baja de Kaoru. Se escucha más ruidito en la entrada, saben que han sido vistos.

Es por esto que son famosos.

—Abrázame fuerte —baja la mirada y piensa en cabello rubio y ojos azules, su corazón da un vuelco.

—Okay.


—?Ah! ?Hikaru-kun! ?Kaoru-kun! ?Basta! —exclama una de las clientas—, ?es de-ma-sia-do!

La sangre acumulándose en sus mejillas es evidente.

Recuerdos empolvados en el baúl. Tintura para el cabello. Juegos infantiles. Conejitos de felpa. Maquillaje extra?amente bien colocado. El olor de las rosas recíen cortadas del jardín. Fiestas. El Club.

—No deberías decirnos cuanto detenernos —comandan al unísono los gemelos sin titubear, las manos enredadas entre ellos.

—Chicos, ustedes sigan —Renge estaba ahí, desde quién sabe cuando—, todo mundo adora el boys love. ?La prueba está en los mangas y los vídeo juegos!

Entonces forma un corazoncito con los dedos a manera de apreciación.

Los Hitachiin no necesitan esa clase de apoyo, la verdad. No cuando el corazón les palpita a ritmos y distancias diferentes.

(René Tamaki Richard de Grantaine Suō jamás ha sido tan interesante.)


—Hikaru —comienza Kaoru—, estoy aburrido.

Se deja caer en su cama, mira fijo el techo pulcro y espera, y espera, y espera a que Hikaru sugiera algo que lo saque de ese arrastrar lento de los minutos.

—Yo también —Hikaru responde solamente eso, y se calla.

Kaoru entonces lo ve, ve como Hikaru se va a otro lado. Físicamente ahí está, pero no tiene manera de poner un dedo en lo que siente para detener la incomodidad que borbota de su pecho, estudiarla y ponerle nombre; solo para entenderla.

Hikaru es guapo, muy guapo. Kaoru se olvida por un momento que son dos gotas de agua. Dos alima?as con el mismo rostro y piensa que Hikaru es muy apuesto, que quienquiera que esté con él es tendrá mucha fortuna. Porque Hikaru tiene el corazón más cálido que él, emana suavidad cubierta por espinas venenosas; su hermano hace hasta lo imposible por cuidarlo, incluso si esto incluye que sus reputaciones solo estén basadas en una mentira. En caricias ensayadas y palabras memorizadas.

Tiene miedo.

—?Hikaru? —dice, pero piensa ?mírame? le ruega al cielo, a quien sea que esté ahí. ?Mírame, mírame, mírame?. El silencio entre ellos es normal, pero este no, este es más parecido al silencio que flota en una cripta repleta de fantasmas.

—?Qué crees que esté haciendo Haruhi? —sus ojos son distantes, de enamorado. Y el corazón se le aprieta a Kaoru.

?Cómo se supone que sepa eso? Quiere gritar, quiere destruir, quiere—quiere muchas cosas, quiere ver a Tamaki Suō y de repente la lengua se le amarga con ese pensamiento. No quiere ver a Tamaki Suō, no quiere tener nada qué ver con Tamaki Suō.

—?Por qué no lo averiguas? —inquiere sin voltearlo a ver, las mejillas le arden y no sabe si está a punto de llorar o está simplemente muy avergonzado de pensar en Tamaki incluso cuando no lo tiene enfrente. ?Por qué tendría que recordar a semejante idiota? —Llámala, quizá podamos ir a visitarla.

Hikaru parece considerarlo.

(todo cambia)


Kaoru se lleva los dedos a los labios, cierra los ojos y se imagina que el viento con olor a césped recién cortado es la colonia de Tamaki y que las caricias que se administra el mismo son los labios del Presidente.

Le dan ganas de llorar porque el pecho se le comprime. Como nunca antes había sentido alguna vez.

No le toman por sorpresa sus pensamientos, hace mucho que está pensando solo en Tamaki.

René Tamaki Richard de Grantaine Suō jamás ha sido tan interesante, pero de todas formas solo piensa en él.

Y le duele, porque las dos personas que quiere, que quiere tanto—se desviven por Haruhi.