Descargo de responsabilidad: Los personajes pertenecen a DC cómics. No tengo ánimo de lucro.


Capítulo 3:

Jonathan Crane se había convertido en juez y verdugo. Eduardo Dorrance, uno de los mejores amigos de su padre, Jim Gordon, lo había traicionado. Había sitiado Gotham. Padecía un lavado de mente, consecuencia de haberse unido a una secta tras sufrir una crisis existencial y un trastorno de estrés postraumático, propio de soldados que asistían a guerras y conflictos sentimentales y emocionales por los que una persona racional hubiese buscado un psicoterapeuta, en lugar de buscar ayuda en sitios extra?os, grupos de apoyo de dudosa referencia, viajes al extranjero sólo con billete de ida, líos de faldas con mujeres que tienen la suficiente capacidad de darte una paliza, deudas y una sustancia extra?a, proveniente de una flor azul y una droga rara y adictiva llamada venom, que además de convertir el cuerpo en la envidia de cualquier culturista, también da más resistencia, lo que hace pensar que Eduardo Dorrance también sufre problemas de inferioridad y de disfunción eréctil. Eduardo Dorrance, Bane, como se hace llamar ahora, no es más que otra alma atormentada que ha llegado a Gotham y que se siente resentido con Jim Gordon, causante, según él, de todos sus problemas y de quien se quiere vengar con fervor, pues Jim fue el primero de su promoción, además de salvándole varias veces la vida, dejando a Bane el segundo y debiéndole un montón de favores.

La opinión clínica de Jonathan, es que este personaje debería estar en Arkham, no vagando libremente por las calles. Dorrance no era más que un bruto, obsesionado con su padre, como todos los lunáticos de esa ciudad. Jonathan debía intervenir y salvar a su padre y a su familia como fuera, pero no podía hacerlo, el lunático se había convertido en el líder de un grupo de radicales que habían tomado Gotham con una sarta de mentiras con las que habían conseguido engatusar y estafar a los ciudadanos. Jonathan no entendía cómo alguien con un mínimo de racionalidad podía creerle. Pero Bane se había metido con su padre y con Harvey Dent, llamándoles corruptos, había dado empleo a los huérfanos de Gotham que habían alcanzado la mayoría de edad en las calles, se había ganado a los parados y a la gente que estaba experimentando problemas económicos o alguna crisis sentimental, con su impresionante palabrería sectaria. Bane había acudido directamente a él, haciéndole escoger entre su padre y sus hermanas, amenazando con matarles a todos si no cumplía con su función encomendada. Jonathan no había podido negarse, eso también habría significado su muerte y entonces sí que no podía ayudar a nadie. ?Dónde estaba Batman cuando se le necesitaba? ?Para qué necesitaba Gotham un héroe si en su peor momento no aparecía? De momento no había ejecutado a nadie, mandando a todos al exilio, al menos así tendrían una posibilidad de salvarse o de pedir ayuda desde el exterior. Esa situación no debía prosperar. Ahora no lo veían, pero estaban expulsando a la gente rica de Gotham, no sólo a los mafiosos. Dentro de poco empezaría a escasear el trabajo, el dinero y la comida. Y no habría ni un policía en Gotham que pudiera poner orden cuando la situación se saliese de control.

Su padre, que siempre había sido previsor de desgracias ?y con razón! Les había entrenado para todo tipo de situaciones, desde terremotos hasta posibles ataques zombies o fin del mundo. "?Esto es Gotham!" Dijo, "puede pasar cualquier cosa, pero pase lo que pase, debéis permanecer juntos. Yo puedo cuidarme solo."

Jonathan, una vez más, hizo caso de sus ense?anzas. Y una vez más, debía mirar al hombre que lo había criado, que le había pagado su educación, que le había alimentado, dado un hogar, una familia, cari?o, amor y todo lo que se puede pedir en la infancia. Debía mirar a ese hombre a los ojos, ese hombre que respetaba más que a su propia vida, reputación, ego y profesión. Un veterano de guerra al que Jonathan admiraba profundamente. Debía mirarlo y traicionarle, de nuevo. Porque sólo así podía salvarle, era la única manera en la que su padre podría salir vivo de esa ciudad.

A los ciudadanos de Gotham les daba igual el destino de su padre, La Liga de las Sombras esperaba que Jonathan matase a su padre, que lo ejecutase para salvarse él. Pero eso nunca lo haría, porque Jonathan valoraba a su familia por encima de todas las cosas. Sabía que independientemente de su decisión, Bane habría ganado, porque Jim Gordon sufriría y aceptaría con resignación su destino.

- Entonces será la muerte.-dijo Jonathan.-?Por exilio!

Su padre nunca sabría cuánto le había costado decir esas palabras, ver la resignación y la decepción en sus ojos, como si ya se lo esperase, como si se preguntara qué había hecho mal, en qué había fallado. Eso había sido completamente insoportable y si Jonathan no hubiera tenido tanto conocimiento clínico del psicoanálisis y una mente que lo racionalizaba todo, habría sucumbido allí mismo. Vio a su padre salir de la sala, cabizbajo, con todos los ciudadanos vitoreando como si se hubiera hecho justicia, sin saber que acababan de sellar su destino. Con el único policía honrado de Gotham exiliado, Bane tenía vía libre para hacerse con el control de la ciudad y nadie podría detenerle. Pero a Jonathan no le preocupaba tanto Bane como quien estuviera detrás de él, actuando en la sombra. Bane era fácilmente influenciable, manipulable, aunque era inteligente, pero quien estuviera moviendo los hilos era un experto manipulador, un narcisista, un caso interesante para el estudio desde un punto de vista psicológico.

Jonathan tendría que crear su toxina en mayores proporciones. La situación pronto se descontrolaría y tenía que estar preparado. Necesitaba ser temido, respetado, o acabaría peor que su padre y no podría proteger a sus hermanas. Le habría gustado darle el caballo a su padre para que fuera más rápido y no se cansara, pero el hielo era débil, a pesar del frío ambiente y de la nevada que había cuajado aunque no demasiado bien. Hacía temporal. Y es por eso que Jonathan podía relajarse, su padre era un guerrero y podría caminar sobre el fino hielo y llegar a zona segura, a pesar de su edad y de estar al pie de la jubilación, su padre era un luchador y como tal lucharía hasta el final, sobre todo si había vidas en juego.

Tal vez algún día su padre lo entendiese, quizá ese día Jonathan podría mirarlo a los ojos sin avergonzarse ni sentir congoja. Quizá entonces su padre lo perdonase. Hasta entonces Jonathan viviría con el miedo de que le pasara algo a su padre y no haber sido capaz de expresarle sus sentimientos, ni su preocupación por él. Hasta entonces, vigilaría de cerca a Bane e investigaría a fondo la relación entre Eduardo Dorrace y Jim Gordon. Quizá, incluso fabricaría una toxina especial a Bane para demostrarle exactamente el miedo que sintió Jonathan cuando tuvo que exiliar a su padre.

- No te preocupes.-dijo Jervis colocando una mano sobre su hombro.-Gordon es Batman y Batman siempre vuelve. Estará bien, sólo necesita encontrarse, encontrar su murciélago interior. El murciélago siempre se eleva, Jonathan.

"Si tan sólo todo fuera tan fácil". Quiso decir Jonathan. Pero se calló, sabiendo que sus palabras y su tono mordaz podían lastimar a su compa?ero. En cambio, colocó su mano sobre la de Jervis, haciéndole saber que le había escuchado y que estaba de acuerdo. En ese momento, una batse?al de fuego se encendió, haciendo saber que Batman había regresado.

- Te lo dije.-dijo Jervis.-Batman ha vuelto, porque Jim Gordon no puede caer.

Y por primera vez, esa se?al le dio a Jonathan esperanza.