En los bosques de América del Norte Hera merodeaba en busca de pistas, había oído rumores de que los gigantes habían estado rondado por allí se enteró gracias a un dios del suroeste de estados Unidos.

Flashback

Hera estaba herida, se refugió en una cueva mientras se quitaba la máscara y el abrigo un gigante había conseguido apualarla en el costado y estaba segura de que la hoja estaba envenenada, sacó de una pequea bolsa un botiquín para primeros auxilios.

Con dificultad se trató la herida, luego iría a por un antídoto pero tendría por ahora que parar la hemorragía o moriría.

Mientras estaba en la difícil y dolorosa tarea oyó una suave música de flauta, inmediatamente agarró su pistola pero esa música la relajaba era como escuchar la lluvia, el trino de los pájaros en el amanecer, el propio sonido de la naturaleza con la llegada de la primavera después de un largo invierno.

Se incorporó a pesar de sus heridas.

Tranquila mi hermosa dama no deberíais levantaros con esa herida—

Delante de ella había un hombre con rasgos nativos americanos, llevaba el tocado de plumas de diversos colores y una falda también coloreada con los colores del arco iris, tocaba una música sentado en una roca cerca de Hera, la ex diosa ni lo había percibido.

Quién eres?—preguntó sin dejar de apuntarle con su arma.

El indio (Hera no sabía como apodarlo) se inclinó de forma respetuosa.

No tengo ninguna intención hostil hacía usted seora—

Entonces ese extrao hombre sabía quién era o lo que fue.

No te inclines ni me trates de ese modo—dijo con voz tensa—renuncié hace tiempo a todo eso y ya no soy una diosa.

Pero eso no quiere decir que no seáis digna de respeto ni admiración seora, de vuestro panteón sois de los pocos que verdaderamente nos respetaban y nos tomaron en serio—

Cuando se descubrió el Nuevo Mundo y oyeron hablar de los dioses y espíritus de los nativos americanos ni Zeus ni muchos se lo tomaron en serio y hasta dudaban de la existencia de estas entidades. Hera, Hefesto, Hades ni Hestia estaban de acuerdo si el pueblo de allí creían en ellos es que debía ser verdad como otros panteones y sus creencias en cada tierra.

Pero como siempre Zeus hacía oídos sordos a su reina, no era ninguna novedad pero antes al menos la tomaba en cuenta en su papel como reina y en el consejo olímpico pero ahora ella y Hefesto junto a los dos hermanos de la reina, eran de los que menos escuchaban. Siendo ella la odiada madrastra y que Zeus la engaaba constantemente, Hestia la simple diosa del Hogar, Hefesto el dios feo y lisiado y Hades el rey del inframundo.

Los cuatro se apodaban los cuatro H.H.H.H parias, sus nombres empezaban con H y eran llevados prácticamente al ostracismo.

La ex reina miro al curioso dios, lo percibía no era ningún espíritu o hada, para su sorpresa empezó a tocar de nuevo su flauta. Una suave melodía que la relajó al instante y le recordaba a mejores tiempos y felices, cuando vivía en el océano junto a Océano o Thetis o los trescientos aos de luna de miel que tuvo con Zeus.

En esa época y previa se amaban tanto y fueron tan felices...pero Zeus cambió. la arrogancia, el poder y la lujuria lo dominaron. Si su padre Kronos era cruel, despiadado y sádico y esos defectos lo hicieron ir a peor Zeus igual.

Cuando despertó miró su costado y estaba completamente curado, a su lado había víveres, un arco con sus flechas y plantas medicinales, para su sorpresa había otro cambio, en su mueca había un extrao símbolo que le recordaba al dios de antes, un hombre con un tocado de plumas tocando la flauta.

Ve al norte allí te encontrarás con alguien que te dará las respuestas que quieres y no sabías.

La voz de ese misterioso ser se desvaneció mientras Hera miraba a todos lados, una parte de ella quería ignorarlo y seguir su camino pensando que era una trampa pero la otra le decía que podía confiar en él.

Miró el fardo que le había dejado ese dios y tomó una decisión.

Al Tártaro con todo!—cogió las cosas y emprendió el camino sin saber muy bien lo que ocurriría sólo los destinos saben lo que le deparaba.

Fin del flashback

Habían pasado varias semanas desde aquello, no fue fácil cruzar el país al mismo tiempo esquivaba a los gigantes y sus esbirros pero estaba siguiendo con su camino al norte.

No fue hasta que llegó a un bosque que hacía frontera con Canadá que sintió algo raro ese lugar era muy silencioso no se oían pájaros ni ruidos de animales era como si la naturaleza allí contuviera la respiración.

Puede que ya no sea una diosa pero no me hace falta ningún poder o don para saber que algo raro ocurre en este bosque.

Con discreción comprobó el cuchillo oculto en su manga para que pudiera sacarlo en cualquier momento, luego inspeccionó la pistola en su cinturón. Siguió caminando hasta que descubrió unos restos animales despedazados, no tenía tanta experiencia en el rastreo como Artemisa pero estaba segura de que esto no lo hizo ningún depredador normal o humano.

Sería un gigante?

No tuvo tiempo de cavilar más pues el suelo empezó a retumbar alarmada puso el oído en el suelo y cerró los ojos en concentración.

Cinco, tres gigantes y dos humanos no tenía buena pinta, normalmente Hera podría apaárselas para despachar sola a uno o dos gigantes y a media docena de mortales si se lo proponía cogiéndolos por sorpresa.

Pero en estar circunstancias con una ecuación que no la favorecía lo más lógico sería ocultarse y esperar y quería enterarse de que hacían los gigantes allí, no solían aventurarse por esos lugares. Sin perder tiempo Hera se cubrió de barro (los gigantes tienen muy buen olfato), borró sus huellas y se metió debajo de un árbol. Donde había espacio entre sus raíces cubriéndolo de raíces, hojas y aguardó allí en silencio calmando su respiración.

No tardó en que las pisadas empezaran a sonar más hasta que estuvieron en la misma zona a sólo unos metros del escondite de Hera.