*Disclaimer: Los Juegos del Hambre pertenecen a Suzanne Collins, yo solo tengo la autoría de este fanfic secuela sin ánimo de lucro. Espero que os guste.

Capítulo 1: Un día en nuestra vida

Oigo sonar el despertador pero no le hago mucho caso. Se está demasiado bien aquí, entre las sábanas y… en los brazos de Peeta.

- Buenos días –le oigo susurrar, yo no respondo, solo hago una especie de ruidito a modo de queja. l me zarandea un poco– Vamos, hoy tenemos cosas que hacer.

- No –digo acurrucándome en su pecho, no quiero dejar de sentir este calor por nada del mundo–. Eres el propietario de la panadería, nadie te echará la bronca si llegas tarde –Peeta se ríe y me acaricia la mejilla, me hace cosquillas.

- Y qué tal si son tus hijos los que llegan tarde al colegio? –vuelvo a gruir. No me queda otro remedio que levantarme.

- Ya podría ser domingo… –digo sentándome, pero la verdad es que me pongo de buen humor. Recordar a mis hijos es motivo suficiente como para que me levante con una sonrisa.

- Los domingos tampoco podemos dormir mucho, por desgracia están acostumbrados a levantarse temprano –dice él empezando a vestirse. Arrastro mis pies hasta el armario.

- Lo bueno de los domingos es que te puedo mandar a ti a que les prepares el desayuno mientras yo holgazaneo un poco –digo para chincharle.

- Muy graciosa –en un periquete ya estamos vestidos y listos, tenemos la rutina aprendida–. Katniss –me llama cuando abro la puerta del dormitorio.

- Si? –se acerca a mí y me da un beso. Le levanto una ceja por ese beso robado.

- Me gusta empezar el día con un beso tuyo –y se encoje de hombros como disculpándose. Yo me pongo a reír, da igual el tiempo que pase, él sigue igual de carioso.

- No te cansas de decir estas cosas? –digo muy cerca de su rostro, jugando un poco con él.

- No mucho, y tú de escucharlas? –me dice rozando sus labios con los míos. Antes de que pueda responder oigo una puerta abrirse y unos pasos por el pasillo– Creo que es Josh –dice Peeta que también lo ha oído.

- Pues mira que es raro, con lo poco que le gusta madrugar…

Y con esto terminan nuestros juegos. Cada uno vuelve a lo suyo. Peeta baja las escaleras para preparar el desayuno mientras yo voy al encuentro de mi pequeo.

- Mami… –se está fregando los ojos mientras bosteza, de la mano trae arrastrando a su oso de peluche.

- Buenos días cielo, cómo has dormido? –me agacho y le abrazo. Sigue medio dormido, así que aparte de bostezar no parece que sea capaz de hacer nada más–. Venga, vamos a cambiarte…

Josh tiene seis aos, es el pequeo. Ha heredado mis ojos aceitunados y el pelo rubio de Peeta. Es muy tranquilo y poco hablador, también es muy carioso y familiar, lo que significa que siempre está reclamándonos abrazos y besos a todas horas. Su carácter siempre me recuerda a una mezcla entre Prim y Peeta, lo que lo convierte en un nio de lo más adorable y encantador. Entramos en su habitación, le escojo la ropa y se la doy.

- Vamos, a ver cómo te vistes solo –Josh ya es lo suficientemente mayor como para hacerlo, pero está demasiado acostumbrado a que lo mimen–. Mientras tanto haré la cama, vamos –le insisto. Josh se sienta en el suelo y con pereza se pone manos a la obra. Ya he terminado de arreglarlo todo cuando él aún sigue peleándose con sus zapatos– Mira, así –le digo enseándole una vez más cómo se atan los cordones.

Dandelion es justo lo contrario, ahora tiene diez aos pero empezó muy pronto a querer independencia y Peeta estaba un poco preocupado, pero yo no, porque sé que es muy lista y sobretodo astuta.

Cuando nació y me miró con esos ojos azules sentí una esperanza abrumadora, lo que me recordó de inmediato al diente de león que vi la maana que supe que mi familia y yo íbamos a sobrevivir. Dandelion, diente de león. Ese iba a ser su nombre, porque es lo que significaba ella para mí. A Peeta le encantó la idea por supuesto, por un lado le parecía una bonita tradición familiar ya que mi nombre también tiene el significado de una flor y por otro lado porque el recuerdo del diente de león también tenía que ver con él y con el pan que me dio. De hecho, le gustó tanto la idea que empezó a decorarlo todo con dientes de león: los pintó en su cuna, en las paredes, en la puerta de su habitación… en la panadería aún sigue vendiendo las galletas con ese estampado y todo el mundo sabe que es por su hija. Está orgulloso de ella y se llevan de maravilla.

Dandeliom pronto empezó a querer explorar el mundo y a llegar a casa llena de barro y con alguna nueva mascota: una oruga, un pájaro herido… el día que trajo una serpiente casi le dio un ataque a Peeta. Obviamente a mí tampoco me hizo mucha gracia pero a Peeta? Se puso como loco y tuve que reprimirme las ganas de reír. Básicamente porque aparte de ponerse a gritar por la cocina no se acercó al animal, estaba aterrado. Fui yo quien tuvo que sacarla y enviarla lejos. De vez en cuando aún nos acordamos y Dandelion y yo nos reímos a sus espaldas, es nuestra broma secreta.

Sin embargo ella y yo chocamos bastante. Peeta dice que es porque somos muy parecidas y que le resulta fácil interactuar con ella porque ya lleva muchos aos lidiando conmigo, así que nada de lo que haga Dandelion le puede sorprender (menos lo de la serpiente, claro). También dice que me pasa un poco como con Haymitch, que siempre nos enfadamos por ser tan parecidos. Pero yo no entiendo esta lógica, la verdad. Con esto no quiero decir que nos llevemos mal, al contrario, nos queremos con locura, pero si es verdad que cada una parece tener su espacio. Todo lo contrario de Josh, que se asusta hasta de su sombra y que me sigue a todos lados como un patito. De nuevo me recuerda a Prim.

Cuando bajamos me encuentro con Dandelion vestida y desayunando unas tostadas con mermelada de arándonos mientras Peeta le trenza el pelo. Josh se sienta en su sitio y empieza a comer con parsimonia. Me quedo unos momentos contemplando esta bonita estampa. Es una imagen que veo todas las maanas, pero intento grabármela a fuego para poderla recordar en los momentos duros. Aún me cuesta creer que hayamos conseguido esto.

- Podrá venir hoy Susan a jugar a casa? –le pregunta Dandelion a Peeta, si hay algo que pedir siempre se lo pide a él, sabe que es el fácil de convencer.

- Lo saben sus padres? La Aldea queda un poco lejos de su casa.

- Ah, no pasa nada –dice ella moviendo la mano quitándole importancia–. Tú la llevarás luego a casa –no puedo evitar ponerme a reír. Eso le pasa por blando.

- Ya te la has cargado –digo en voz baja dando un sorbito a mi té.

- No sé de qué te ríes, algo así me has dicho tú esta misma maana, recuerdas? –es verdad, al pobre lo mangoneamos como queremos.

- Qué pasa Josh, no tienes hambre? –no suele ser muy hablador pero siempre sigue nuestras conversaciones con interés, prestando atención a todos los detalles que le rodean. Hoy está cabizbajo.

- No mucha…

- Está así porque le dan miedo las minas –se chiva su hermana.

- Lion! –se queja él de inmediato. Dandelion era un nombre muy largo para pronunciar cuando Josh era un bebé, así que acortó su nombre y desde entonces que le llama así. Lo que no está muy desencaminado, porque ella puede ser dulce como una flor pero feroz como un león.

Peeta me mira. El tema de la excursión a la mina nos da problemas todos los aos, ahora Dandelion se hace la valiente pero con ella nos pasó (y nos sigue pasando) lo mismo.

- No tienes que avergonzarte por tener miedo, a mí me dan miedo un montón de cosas –digo para intentar animarlo–. La mina es un lugar oscuro y que huele raro, pero solo eso, estarán tus profesores y tus compaeros. El ascensor hace unos ruidos muy divertidos, no sueles subir a muchos no? Puede que incluso te lo pases bien –Josh me ha escuchado con atención, aún se le ve receloso pero parece que acepta lo que le he dicho. Me podría inventar cualquier cosa que él se la creería sin dudarlo.

- Y si se olvidan de mí y me quedo encerrado ahí abajo? –solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta. Mataría a cualquiera que le hiciera pasar por eso.

- Eso no pasará, yo no dejaré que eso pase –entonces Josh sonríe. Ya no tiene miedo así que empieza a comer con ganas–. Pero tú sobretodo no te alejes del grupo, vale? –digo al último momento por si acaso.

- Volverá lleno de hollín –dice Dandelion con voz cantarina.

- Pues cuando regrese lo lavaremos bien –dice Peeta.

- Sí! En el jardín, con una manguera!

- Dandelion… –le aviso. Ella hace como si no me hubiese escuchado y sigue comiendo.

Por fin estamos todos listos, hoy Peeta los acompaará al colegio mientras yo iré a ayudar a Lisa, una mujer que tiene su propio negocio de lavandería. Su hijo es de la edad de Josh y lleva varios días enfermo. Al principio Peeta y yo vivíamos recluidos de la sociedad pero cuando Dandelion empezó a ir al colegio ya no pudimos seguir así. Desde entonces hemos vuelto a interactuar con la comunidad y la verdad es que aunque a veces resulte agobiante, me gusta ayudar a la gente. Además, Lisa es muy buena persona y no puedo evitar recordar a Hazelle, la madre de Gale, que tenía el mismo oficio. Las circunstancias son muy diferentes y Lisa cuenta con más recursos, pero la situación sigue resultándome familiar.

Hacemos juntos una parte del recorrido, cuando toca separarnos les doy un beso y un abrazo extra a Josh.

- Si por lo que sea no te sintieras bien díselo a Delly, ella te ayudará, vale? – Delly Cartwright había venido a vivir al Distrito 12 para ayudar a reconstruirlo y se había quedado como profesora. Casualmente era la profesora de Josh, las vueltas que da la vida– Me prometes que se lo dirás?

- Sí –dice sonriente. No parece que tenga mucho miedo.

- Genial –le doy un nuevo apretón, más por mí que por él. Si supiera cuánto me aterra que entre ahí…

- Todo saldrá bien –me susurra Peeta cuando me acerco para darle un beso. l lo sabe, sabe que mi padre murió enterrado ahí–. Han renovado las estructuras y no se los llevaran muy abajo. Las cosas no son como antes. Además, Delly no le quitará ojo.

- Lo sé –intento sonreír. No quiero que Josh me vea preocupada–. Que te vaya bien el día.

- Te traeré algo dulce –me dice y me guia un ojo. Cada uno emprende su camino.

Ya lo he dejado todo dispuesto en casa de Lisa, el pequeo parece que empieza a recuperarse y yo me vuelvo a mi casa. No sé qué hacer, estoy nerviosa pensando en Josh. Estará muy asustado? Estará llorando ahora mismo? Sé que queda mucho para la cena pero me pongo a hacerla porque necesito tener algo que hacer. Oigo la puerta y percibo un ligero olor a quemado.

- Todo bien? –le pregunto al ver a Peeta entrar en la cocina.

- Ha sido complicado, se nos ha vuelto a estropear el horno, por eso vengo tan tarde –está sudado, la verdad es que parece cansado.

- Así que no has podido escaquearte.

- No me escaqueo nunca.

La verdad es que Peeta y yo seguimos teniendo el sueldo de vencedores y no nos hace falta trabajar. Pero Peeta quiso invertir su parte en reabrir la vieja pastelería. Lo hizo por la memoria de sus padres y por tener algo con qué entretenerse, lo que gana se lo da a sus empleados, dos chicos jóvenes que están entusiasmados por poder evitar las minas. A pesar de que el verdadero peso de la tienda lo llevan ellos, la verdad es que Peeta se esfuerza al máximo con la que hace: cuando les da días libres él es quién los sustituye durante las jornadas, además que también se encarga de hacer todos los pasteles. Se vuelca mucho en la panadería.

- Creí que me traerías algo dulce –le digo para molestarlo.

- Y eso he hecho –eso hace que le mire y le inspeccione, pero no veo que lleve nada–. Me he traído a mí mismo, no te parezco lo suficientemente dulce?

- Serás bobo. Anda, ve a darte una ducha –levanto el pie y trato de empujarlo pero él se aparta velozmente y desaparece con una sonrisa–. Bobo… –repito para mí misma y niego con la cabeza. La verdad es que me ha hecho sonreír y ha conseguido distraerme un poco… hasta que vuelvo a recordar a Josh en las minas y me vuelve la ansiedad.

.

.

.

**Nota autora: Hola, bienvenidxs! Esta es la tercera y última parte de mi saga de fanfics ("Nuestra Canción" y "Confesiones"), pero se puede leer sin ningún problema sin haber leído los anteriores.

Le tengo mucho cario a todos los fanfics que escribo, pero este en particular es mi favorito así que por favor dadle una oportunidad, sé que no os defraudará.

Le he puesto Dandelion en honor al fanfic de "Aprendiendo" de Sweet . dreams . 86 y el nombre de Josh, como os podéis imaginar, es en honor al actor que interpretó a Peeta en las películas.

Nos vemos pronto, muchos besos y cuidaos!