Shaman King no me pertenece.


Capítulo I


—Quiero el divorcio.

El hombre de la mesa ni siquiera se sorprendió. Quizá ella no lo sabía, pero desde semanas atrás él estaba esperando esa petición.

—No era necesaria la cena. Podíamos hablar de esto sentados frente al televisor mientras comíamos pizza.

Era un comentario que en su cabeza sonaba gracioso, pero la mujer ni sonrió.

—No quería restarle importancia —Ni siquiera había tocado los cubiertos, era obvio que la excusa de la cena romántica la incomodaba. Nadie a su alrededor podía sospechar que esos dos estaban poniendo fin a un matrimonio de tres a?os.

—?Hana lo sabe? —El sujeto empezó a comer. Nada de lo que dijera haría que ella cambiara de opinión.

—Sí. Hablé con él antes. No es muy cercano a ti así que su reacción no fue de tristeza.

—Era de esperarse, jamás logré acercarme lo suficiente a él como para que me reconociera como su figura paterna.

La rubia esperaba una pregunta precisa de su futuro ex marido pero este estaba tan concentrado en sujetar la pasta con el tenedor que pareciera como si el resto de la conversación no importara.

—Come, Anna, que yo recuerde no te gusta comer frío.

—?No tienes más preguntas?

Las tenía, claro que sí, pero en ese momento solo quería procesar que la mujer con la que había estado los últimos cinco a?os le había invitado a comer a uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad con el único objetivo de dejarlo.

—?Quieres que haga alguna en especial? —Anna no respondió. —No quiero que me respondas cuestionamientos tontos, solo dime qué pretendes hacer para poder entenderte.

Su esposo era un gran hombre y le dolía dejarlo, pero su futuro estaba lejos de él y no quería arrastrarlo o pedirle que la siguiera. Lo que pensaba hacer tenía que hacerlo sola.

—Sabes que me fui de mi país hace casi once a?os. Lo hice sin pensarlo bien e impulsada por la tristeza así que quiero volver y concluir cosas pendientes.

—?Un pendiente de esos incluye al padre de tu hijo?

—Sí —respondió sin dudar— Hana merece conocer a su papá.

—?Estás lista para sus reproches? Le mentiste al ni?o, Anna. Además, será difícil para el padre conocer la verdad.

—?l no quería formar una familia así que era obvio que un hijo no estaba en sus planes. No iba a obligarlo a quedarse. Hana lo entenderá, además apenas lo vea sabrá que ese sujeto tiene alguna relación con él.

—Ese ni?o es idéntico a ti.

—Bueno, eso es porque no conoces al padre; si lo hicieras sabrías que tu afirmación es falsa.

Sonrieron. Antes que esposos eran amigos y gracias a esa estrecha relación es que podían hablar sin ninguna mentira de por medio.

—?Cuándo te vas? —Su voz delató su tristeza y sabía que Anna lo notaría. —Quiero saber cuándo volverá ser el soltero más codiciado del sector.

—No quiero presionarte, pero ya envié algunas hojas de vida y Hana está buscando algún colegio que le guste.

—Entonces solo falta mi firma —La rubia asintió— Me encargaré de todo. A lo mucho en un mes estarás de vuelta.

—Te lo agradezco.

Comieron en silencio. Anna no sabía si lo que pensaba hacer era una buena o mala idea, pero era lo correcto.

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Trascurrieron las semanas y en el aeropuerto solo la acompa?aba Lyserg.

—Llegaste soltera y embarazada; ahora te vas divorciada y con un ni?o de diez a?os. —No esperó a que ella respondiera—. Yoh va a matarte cuando se entere.

—Matarnos—corrigió Anna— fuiste tú él que me recibió acá cuando me fui.

—Bueno, entonces Ren se va a molestar cuando se entere que me pediste ayuda a mí y no a él. China también te hubiera servido.

—De Ren me encargo yo—. No quería sonar preocupada, pero no veía a su ex marido desde la firma del divorcio una semana atrás. —?Sabes algo de Wat?

—?l estará bien. Dale tiempo, que su divorcio haya sido amistoso y tranquilo no significa que él lo haya tomado con calma. Te llamará en algunas semanas. Puedes estar segura.

—Sé que es como un hermano para ti, Lyserg, pero fui honesta con él. Era lo menos que podía hacer.

Diethel solo sonrió. El tablero anunciaba el vuelo y eso solo significaba que en menos de un día Anna estaría de nuevo en su antigua vida.

El abogado tardó al menos cinco minutos en enumerar todas las propiedades que se tenían que repartir antes de que sus clientes firmaran el divorcio. Resultaba sencillo ya que al ser por mutuo acuerdo no había demandas ni amenazas de por medio.

—No queremos separación de bienes. Yo me iré a Francia así que no tiene caso.

—?Entonces usted se quedará sin nada, se?ora Tao?

El abogado no creía lo que oía: Jeanne estaba renunciando a muchas cosas.

—Mientras estuvimos casados no compramos muchas cosas, salvo el apartamento en el que vivimos, pero ahí vive nuestro hijo así que le daré el dinero correspondiente para que la propiedad quede solo a mi nombre.

Ren estaba asqueado. No entendía cómo el sujeto frente a ellos hablaba con tanta frialdad. Incluso los trataba a ellos como si fueran objetos que también debían dividirse. No quería ni mirar a Jeanne, aún era difícil para ellos este proceso.

—De acuerdo. Me recuerdan cuántos a?os llevan juntos, ?por favor?

—Seis— respondieron al unísono.

—Bueno, son jóvenes, aún les queda bastante tiempo para rehacer su vida.

—?Quiere limitarse a hacer su trabajo? —Ren había estallado. No pudo encontrar un peor abogado. Jeanne prefería callar.

—Le recuerdo, se?or Tao, que eso hago y soy de los mejores en la zona. Si no está conforme con mis servicios podemos cancelar el proceso, aunque eso los haría comenzar desde el primer paso y según recuerdo les urge la separación. ?Me equivoco?

—No, no lo está, queremos divorciarnos lo antes posible.

Algo dentro del Tao estaba roto. ?l no quería separarse, pero su vida y la de Jeanne eran tan distintas que al final ninguno pudo ceder y habían preferido la separación antes que ser un obstáculo para los sue?os del otro. A eso sumado que su hijo merecía un ambiente tranquilo y no un posible infierno. ?Amor? Era obvio que lo sentían por el otro y por eso lo mejor era permitirse ser feliz, aunque ya no llevaran un anillo en sus manos.

—Muy bien. Tengo que hacerle algunas modificaciones al documento ahora que sé que la se?ora Tao no quiere nada de usted, se?or.

—Puede llamarme Jeanne, ya no soy la se?ora Tao.

La reunión siguió y Ren no dijo mayor cosa. Salieron del despacho y entre los dos había un silencio bastante incómodo.

—Tengo que ir a la empresa. ?Vas de camino? Puedo llevarte a donde quieras.

La oferta sonaba tentadora ya que ella no había llevado auto, sin embargo, y teniendo en cuenta la situación, optaría por otro medio de transporte.

—No te preocupes, Ren. Además, te desviarías mucho y tú odias llegar tarde al trabajo.

—?Vas a algún lugar en específico?

—Al colegio. Hay que empezar a hacer los papeles para el retiro de Men. Ya vi algunos colegios en Francia, pero hay que esperar a ver cuál le gusta más. Quiero que él escoja.

Dentro de la cabeza de Ren un foco se había encendido pues veía venir un futuro problema en el proceso de divorcio: ninguno había mencionado nada sobre la custodia del menor.

Repasaba en su mente todos los detalles. Las velas estaban listas, la comida en el horno, el postre venía en camino. Su ropa estaba planchada sobre la cama, su cabello estaba lo mejor posible; se había afeitado e incluso sus u?as estaban pulidas. El apartamento estaba limpio, cortinas nuevas y el piso encerado. La decoración estaba acorde: las rosas, los aromas, el ambiente en general era perfecto. Suspiró. Sacó su libreta del maletín y tachó con un lápiz los asuntos pendientes. Si sus cálculos no le jugaban en contra, ella llegaría en unos cuarenta minutos, lo que le daba tiempo de servir la mesa y preparar el vino. Pasados diez minutos el postre llegó a su puerta y el horno le indicó que la gran cena estaba lista. Emplató, cepilló sus dientes, se terminó de vestir y como si de una bomba se tratara, sacó el peque?o estuche de su armario, lo abrió y vio la peque?a joya adentro. Sería una gran noche.

Cuando la puerta del apartamento se abrió, su corazón se detuvo y su estómago se contrajo.

—Bienvenida.

Damuko estaba gratamente sorprendida. Llevaban juntos un a?o y Horo Horo nunca había tenido un detalle así con ella.

—?Nuestro aniversario no fue semanas atrás? —Se descalzó y dejó sus cosas sobre el sofá más cercano. Recibió la copa de vino que el Usui gentilmente le ofrecía y caminó por todo el departamento para mirar de cerca cada uno de los adornos— Esto explica por qué no contestaste mis llamadas en toda la tarde.

—Mi hermana me ayudó. Estaba muy feliz de que por fin te decidieras a vivir conmigo.

—?Y por esa decisión merezco tantas atenciones?

Horokeu quería decirle que se merecía el cielo por la simple razón de ser ella pero aún le quedaba toda la noche y el gran motivo de la celebración aún no debía ser revelado.

—Bueno, los Usui somos algo intensos. No puedes culparnos por ello.

Ella amaba esa intensidad, pero no lo diría en voz alta. Esta nueva faceta de su novio la tenía impresionada: solo llevaban una semana de convivencia y cada día él tenía una forma diferente de demostrarle lo agradecido y lo enamorado que estaba.

—?Cocinaste tú?

Se acercaron a la mesa. Por el aspecto de la comida podía deducir que no solo en la decoración había utilizado gran parte del día y, si esta sabía tan bien como olía, era claro quién sería el encargado de la cocina de ahora en adelante.

—Todo menos el postre. Lo dulce no es mi fuerte.

Se sentaron y comieron en silencio. Entre los dos no necesitaban hablar mucho para entender y compartir los pensamientos del otro. Terminado el plato principal, el postre lo comieron en su balcón mientras terminaban su segunda botella de vino de la noche. Damuko bostezó y Horo supo que era ahora o nunca.

—Te mentí —Habló fuerte y claro— Sí hay un motivo para la cena.

—Lo veía venir.

Estaba nervioso. Nunca en toda su vida creyó que una persona como ella decidiera estar con él y por la forma en la que lo miraba, podía deducir que la respuesta a la pregunta que haría a continuación sería afirmativa. Se arrodilló y sin perder el contacto visual, sacó el cofre de su bolsillo y ante ella reveló el anillo de compromiso.

—Tamiko Kurobe. ?Quieres ser mi esposa?

Horo-Horo no estaba preparada el silencio y mucho menos para una respuesta negativa, pero era todo lo que había ganado esa noche.

Salió del ba?o y su cara reflejaba todo. Llevaba más de un a?o intentando quedar embarazada y aunque su esposo ponía mucho empe?o en su deseo, algo en su cuerpo decidía que aún no era tiempo. Lo habían hecho todo, incluso los exámenes médicos no arrojaban nada extra?o o fuera de lo común así que lo único que les quedaba era aceptar que su familia solo sería de dos personas. Buscó su celular para anunciarle la mala noticia a su marido, pero en el momento de marcar su llanto le impidió cualquier movimiento. Se acostó en su cama y como si fuera una ni?a peque?a sus gritos y lamentos llenaron todo el espacio. ?Qué estaba mal en su cuerpo? ?Por qué la vida le negaba la posibilidad de ser madre? ?Cuántos embarazos no deseados existían y ella que solo vivía con la ilusión de la maternidad no tenía indicios de alguno? ?Era algún tipo de karma? Botó las almohadas y su maquillaje corrido manchó las sábanas. Estaba destrozada. Anímicamente no daba para más y en su trabajo lo notaban; no tenía amigas muy cercanas así que no tenía a quien acudir mientras el padre de la criatura inexistente llegaba a casa. De nada le serviría otras vacaciones, distracciones o medicamentos. Simplemente no había nacido para ser madre.

La adopción era posible. Incluso la gestación subrogada estaba entre las opciones, pero más allá de la crianza ella quería experimentar los mareos, los antojos, el insomnio, los dolores de espalda. El vientre abultado, compararlo semana tras semana y anotar cuánto había crecido en esos pocos días. Asistir a talleres de padres para que el embarazo no tuviera ninguna complicación y que su hijo desde la concepción sintiera todo el amor posible. Ella lo quería todo y no sensaciones a medias.

—Aún somos jóvenes, quizá es una se?al de que debemos esperar.

—?Esperar a tener mayor edad y no poder disfrutar de nuestro hijo? Tenemos la edad indicada. Ya hemos esperado por a?os.

—Nos estamos presionando. Puedo pedirle a Ren unos días de descanso y tú puedes hacer lo mismo en el colegio.

—Sabes que no es así de fácil.

—Pues al menos estoy intentando ayudar.

Cada mes tenían la misma discusión. Incluso, en algunas oportunidades, habían dormido separados ya que ninguno de los dos se soportaba. Era como si solo se hubieran casado para tener hijos y ahora que no podían tenerlos, su matrimonio había decaído notoriamente.

Se lavó el rostro mientras en su mente recreaba cada una de las peleas del último a?o. A?os de matrimonio y otros más como amigos no les bastaban para afrontar esta situación como los adultos que eran. Sin muchas ganas de cocinar preparó algunas reservas de comida instantánea y esperó. Diez minutos después, el hombre con el que compartía su vida entraba a la casa mientras se aflojaba el nudo de la corbata. Pasó por el comedor y la vio sentada con los platos de la cena intactos.

—Ya llegué, Tamao.

—Bienvenido, Yoh.


Continuará


?Holamigos, ustedes son pareja? ?Cómo están? ?Cuánto tiempo sin pasarme por acá! Regresé con esta historia medio sabrosonga que espero sea de actualización semanal. Ya tengo los borradores medio hechos así que lo único que necesito es no ser una vaga, o al menos no serlo en tiempo completo.

Me gustaría mucho leerlos y que me digan qué creen que pasará ahora que Anna volverá después de tantos a?os. Tantos matrimonios fracasados creo que les pueden dar una idea de que en esta historia no habrá mucha felicidad de por medio.

?Nos estamos leyendo! !Que los ilumine la eterna luz!