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Shinji observo el lugar donde comenzaría su nueva vida. El edificio era viejo y horrible, los ladrillos oscuros y ventanas sucias parecían contar una historia de cientos de a?os. Un muro alto rodeaba el edificio, cuya entrada en medio formaba un arco, donde colgaba un letrero viejo que anunciaba con letras opacas: "Orfanato Marduk".

Uno de los hombres que acompa?aba al peque?o ni?o palmeo su hombro, incitándolo a caminar. A pesar del cielo nublado y la densa neblina alrededor, los hombres llevaban trajes y gafas oscuras, como si fueran miembros de alguna mafia peligrosa.

Al llegar a la puerta el hombre golpeo tres veces con sus nudillos y, luego de unos segundos, la puerta se abrió con un estruendoso ruido, como si alguien arrastrara una pesada roca por el suelo. Una mujer mayor los recibió.

Llevaba el cabello largo atado con un listón blanco, cuyos mechones grises caían bellamente a los lados. Su uniforme de sirvienta: un bonito traje negro y un delantal blanco, limpio y planchado, le daba un aire de elegancia. A pesar de la edad aún era una mujer hermosa, que para nada contrastaba con la vieja puerta de madera oscura y casi podrida.

—??l es el nuevo? —pregunto la mujer, examinando al peque?o con la mirada. El hombre a su derecha asintió y saco un papel de su bolsillo. Shinji se preguntó cómo podía leer con gafas oscuras.

—Shinji Ikari, siete a?os. Su madre Yui Ikari falleció en un accidente el 13 de enero— leyó cual robot, sin ningún cuidado. El peque?o Shinji inclino la cabeza al recordar a su madre y soporto las ganas de llorar. La mujer mayor suspiro.

—Bien, yo me hare cargo —dijo, y los hombres se retiraron sin decir nada mas—.Adelante —La mujer mayor se apartó, y Shinji cruzo el umbral arrastrando su pesado bolso.

Lo primero que sintió fue un intenso aroma a carne quemada, tuvo que arrugar la nariz para soportarlo. El pasillo no era nada atractivo, decorado con cuadros viejos y fotografías que seguramente fueron tomadas antes de la guerra. La mujer cerró la puerta con un fuerte golpe y se adelantó a Shinji.

—Por aquí —dijo la mujer, y Shinji la siguió obedientemente. Llegaron a una sala amplia, donde los muebles, las cortinas y la aparente chimenea eran viejas y horribles. Shinji pensó que si adornaban el lugar con unas sábanas y unas telara?as parecería una película de terror.

La mujer mayor se detuvo en medio del salón, y miro a Shinji con algo de molestia—. Mira mocoso, no tengo mucho tiempo para ense?arte el lugar, así que presta mucha atención, no me gusta explicar las cosas dos veces —Shinji, que ya estaba nervioso, se aseguró de prestar total atención cuando la mujer levanto la mano para se?alar—.Este es el salón principal, por aquella puerta va a una sala continua; por esta puerta va a los ba?os y aquella va al patio trasero; por ultimo esta va al comedor y esta otra a la cocina, ?entendiste? —Shinji se mareo un poco por la rápida explicación, pero asintió por miedo a ser rega?ado por la mujer—.Bien, mi nombre es Kata, y soy la encargada de este lugar. Ya conocerás a los demás ni?os más tarde, por el momento vamos al segundo piso, te ense?are donde dormirás.

Kata se dirigió hacia unas escaleras que estaban a un rincón. Shinji no tuvo tiempo de pensar en el curioso dise?o del orfanato, pues puso todo su empe?o en subir su pesado bolso por las escaleras.

Luego de un gran esfuerzo que termino con sus brazos adoloridos, llegaron al segundo piso, donde estaban las habitaciones. Cabe decir que hasta el momento Shinji no había visto una sola cosa linda o que estuviera en condiciones. Kata se detuvo frente a una puerta que tenía el número 410 marcado.

—Esta será tu habitación, dentro tienes un compa?ero —Shinji solo asintió, y Kata resoplo cansada—. No hablas mucho, no importa, lo que sí importa es que cumplas las reglas. Mira mocoso, eres nuevo y seguro que te costara adaptarte, pero si sigues las reglas te aseguro que te sentirás como pez en el agua —entonces enumero con los dedos—. Primero: respeta el horario, más tarde aprenderás cual es el horario que debes seguir; Segundo: no rompas nada, ya te habrás dado cuenta que este lugar no es nada bonito, pues no lo empeores; Tercero: no causes problemas, me gusta el orden y debe mantenerse; y por último, y lo más importante —acerco su rostro al ni?o y entorno los ojos —.No me hagas enojar.

Shinji trago saliva de forma inconsciente y Kata sonrió satisfecha—. Perfecto. Ahora entra, el desayuno es a las nueve, duerme hasta entonces.

Temeroso por la actitud de la mujer, Shinji no quería hacer otra cosa más que abrir la puerta y entrar a toda prisa. Pero en ese momento recordó las palabras de su madre: "Siempre agradece a quien fue amable contigo". Entonces, juntando valor, el peque?o Shinji inclino levemente la cabeza y dijo de la forma más respetuosa posible:

—Gra-gracias.

Esto sorprendió ligeramente a Kata, pero no dijo nada, simplemente se alejó y, antes de descender por las escaleras murmuro algo que Shinji apenas logro escuchar: "Espero que seas el ultimo".

Tras perder de vista a Kata, el peque?o Shinji arrastro su bolso a su nueva habitación, nervioso, y con la esperanza de tener un compa?ero amable, y quizás, hacer su primer amigo.

La habitación era peque?a, sucia y desordenada, con ropas de ni?o tirada en todas partes. Había un ropero viejo con un agujero en medio, como si alguien lo hubiera golpeado con un martillo; y una litera doble, de dónde provenía un molesto ronquido. Shinji pensó que sería su compa?ero durmiendo en la cama de arriba, por lo que no queriendo despertarlo decidió guardar sus cosas más tarde. Pero al tratar de subir su bolso a la cama, sus agotados brazos lo soltaron y cayó con un golpe al suelo de madera, que por el aspecto pensó que se quebraría en cualquier momento. Entonces el ronquido se detuvo abruptamente.

Shinji se asustó al ver una peque?a cabeza asomándose sobre el borde de la cama, parecía confundida y so?olienta. No fue hasta unos segundos después que el ni?o se recuperó por completo.

—?Eres el nuevo? —pregunto. Shinji apenado por su error iba a disculparse y a presentarse, pero el ni?o continuo—.Porque tenía que traerte a mi habitación…como sea, tengo sue?o, así que no hagas ruido, o meteré tu cabeza en el retrete en tu primer día, ?entendiste? —El pobre Shinji no pudo decir nada ante tal amenaza, y el ni?o con una sonrisa ganadora volvió a dormir, con un brazo colgado.

La frustración de Shinji creció enormemente, sus esperanzas de tener un compa?ero amigable habían desaparecido. Resignado y cansado, aparto algo de ropa de su cama, y se acostó tras quitarse los zapatos. Se cubrió con la manta que le provoco picazón al instante, y cerró los ojos olvidando a su gru?ón compa?ero, deseoso de dormir tras un largo y agotador viaje.

Shinji so?ó con su madre, los días que recordaba con ella, los días normales. Juntos disfrutarían de un delicioso desayuno. Luego su madre saldría a trabajar y su maestro llegaría, puesto que las escuelas ya no existían desde el a?o 2001. Más tarde su madre volvería y pasaría el resto del día con él, jugando, riendo, a veces durmiendo juntos en el sofá, abrasados. Y al final del día ella lo arroparía y le desearía dulces sue?os, dándole un beso en la frente. Seguramente tendría alguna pesadilla y despertaría a mitad de la noche, buscando a su madre, y ella siempre lo recibiría y lo abrazaría hasta calmarlo. Durmiendo a su lado, sin ninguna pesadilla.

Y los días se repetirían con normalidad.

Pero era solo eso, un sue?o, y Shinji tuvo que despertar.

Se despertó con el molesto ruido proveniente del pasillo, pisadas y risas de un montón de ni?os mesclados entre sí. Pero se sorprendió bastante cuando noto el rostro de su compa?ero, quien parecía reír por alguna razón. Shinji no tardó en darse cuenta que sus lágrimas descendían por sus mejillas.

—?Estas llorando? —rio el ni?o—.?Mami mami! —Shinji se sintió totalmente avergonzado y enojado, pues el ni?o se estaba burlando de su madre, pero no tuvo el valor para responderle—.?No puedo esperar a contárselo a los demás! —tras decir aquello salió corriendo de la habitación, dejando a Shinji preocupado y asustado.

Espero pacientemente a que el ruido exterior desapareciera. Las ganas de bajar se habían esfumado y no quería conocer a ninguno de los ni?os. Pero tampoco quería hacer enfadar a Kata, por lo que se levantó de la cama, se cambió de ropa, se puso de nuevo los zapatos y salió temeroso al pasillo.

Podía escuchar los gritos de los ni?os al final de las escaleras, y Shinji pensó que podría soportar el rega?o de Kata por un día si eso significaba no ver a nadie. Le costaba mucho relacionarse con los demás, incrementando sus nervios a flor de piel. Pero sabía que no podía esconderse para siempre, por lo que, reuniendo cada pisca de valor que pudiese, bajo al salón principal.

A pesar del gran tama?o del salón, los ni?os parecían tan apretados entre sí, que algunos compartían el sofá, amontonándose unos a otros. Debía haber al menos unos 30 ni?os. Unos parecían mayores que Shinji, y otros menores, esto último lo tranquilizo en cierta medida, pues llego a pensar que sería el único ni?o de siete a?os. El griterío de los ni?os puso aún más nervioso a Shinji, quien no sabía cómo presentarse.

Pero entonces uno de los ni?os poso su vista en él, su amigo extra?ado lo imito y se encontró con los ojos azules de Shinji, guardando silencio de repente. Eventualmente el silencio reino, y Shinji se convirtió en el centro de atención del lugar. Logro reconocer a su compa?ero entre la multitud. Este estaba contándole algo a su amigo, aparentemente un chiste buenísimo, pues no paraba de reírse.

De pronto Kata apareció entre la multitud, y los ni?os le abrieron el paso, como las olas al chocar con una roca. Se posiciono junto a Shinji y poso una mano sobre su cabeza.

—Mocosos —anuncio Kata—.?l es su nuevo compa?ero, Shinji Ikari, espero que lo traten bien —Shinji agradeció enormemente que le ahorrara la presentación, calmando sus nervios. Entonces Kata aplaudió tres veces—.Mocosos el desayuno está listo.

A Shinji le pareció extra?o ver como el rostro de los ni?os de repente demostraban miedo y repulsión. Kata se dirigió al comedor siendo seguida por los ni?os como los vagones de un tren. Sin duda a esa mujer le gustaba el orden.

El comedor tenía suficiente espacio para amontonar a todos en dos mesas largas. No estaban separados por género, puesto que en una mesa había más ni?as que ni?os, y en la otra más ni?os que ni?as. Shinji se sentó en la segunda.

Cuando Kata comenzó a servir el desayuno, Shinji comprendió los gestos de sus compa?eros. La comida era una carne dura y puré de papas verdoso, seguramente sabría peor de lo que se ve. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para comerse todo el plato, pues la carne estaba horrible, y tenía miedo de envenenarse con la papa.

Durante todo el desayuno Shinji no dejo de sentirse como una naranja en un árbol de manzanas, y se preguntó si realmente podría hacer algún amigo. Pero lo que ocurrió a continuación le dejo en claro, que no podría hacerlo.

Cuando se levantó de la mesa quiso volver a su habitación, puesto que se sentía fuera de lugar, pero tres ni?os se pusieron en su camino, uno de ellos era su compa?ero de habitación.

—Oye Nuevo, ?es verdad lo que escuche? —pregunto el ni?o más alto, que debía ser dos o tres a?os mayor que Shinji—.?Buaaa buaaa mami mami buaaa! —se burló el ni?o, limpiándose lagrimas falsas. Aparénteme esto era de lo más divertido para sus amigos, que no paraban de reír y se?alarlo. Shinji no pudo soportar la misma burla dos veces, y salió corriendo, donde no pudiera escuchar sus risas.

Paso por una puerta y cruzo el pasillo, terminando en el patio trasero. El cielo seguía gris, la neblina densa, y el patio apenas si tenía algo de verde. Solo había un columpio viejo y da?ado. Shinji se sentó en el sin importar que pudiera romperse, y comenzó a llorar.

Extra?aba a su madre, y no sabía porque su padre lo había mandado a un lugar así. Quería volver a su casa, quería la comida de su madre, quería reír junto a su madre, quería dormir con su madre, quería a su madre. Pero eso ya no era posible.

De pronto escuchó un ruido detrás de él. Asustado miro detrás, pensando que los ni?os lo habían seguido. Pero se sorprendió de ver a una ni?a parada cerca de él. Tenía un bonito vestido rosa, su cabello flameante estaba atado en dos coletas, y sus ojos azules claros miraban fijamente a Shinji. La ni?a abrazo su oso de peluche que tenía entre sus brazos, y frunció el ce?o.

—?Estas llorando? —pregunto la ni?a. Shinji pensó que también se burlaría de él, por lo que se limpió rápidamente las lágrimas.

—No estoy…

—?Si estas llorando! —grito la ni?a—.?Eres un ni?o, compórtate como tal! —Shinji abrió los ojos ante las palabras de la ni?a. Entonces la ni?a corrió hacia el interior, perdiéndose por el pasillo.

Shinji dejo de llorar y no pudo evitar preguntarse quien era esa ni?a, y agradeció que no se hubiera burlado de él. Más bien, sus palabras le habían levantado un poco los ánimos. Pensó que tal vez si podría hacer algún amigo en su nuevo hogar.