VI.

Bill tenía la cabeza agachada en una reverencia, pero me daba la sensación de que estaba pensando en algo más que en ser leal a Eric, el nuevo rey de Luisiana. A decir verdad, todo me estaba resultando un tanto surrealista. Hasta hace dos días, Eric ni siquiera podía acercarse a mí, y ahora no solo puede hacerlo, sino que además es due?o de todo el estado. No paraba de pensar que en cualquier momento se iban todos a echar a reír y a decirme que se trataba de una broma —y que mirase a la cámara que había oculta en alguna parte.

Pero ahí me encontraba, junto al que había considerado el amor de mi vida, a mi lado, tan cerca de mí que podía oler su perfume. Me dirigí a la cocina, dejando a Pam y Bill digiriendo aún la noticia. Eric me siguió con la mirada. Abrí la nevera y saqué las tres botellas de True Blood que quedaban —ma?ana iría a comprar más— y las metí de inmediato en el microondas —veinte segundos eran más que suficientes— y se las serví a mis invitados, que ahora estaban detrás de mí. La primera fue Pam —supongo que por la tontería esa de ?las chicas primero? o porque la tenía más cerca, no sé—, que aún seguía festejando que Eric, su creador, al fin esté en casa y encima se haya apoderado de Luisiana, como ella llevaba tiempo so?ando que pasara —mucho antes de que yo apareciese, me daba a mí; continué con Bill, que permanecía con la mirada ausente, sin mediar más palabra. Y por último, le serví a Eric, que me rozó ligeramente la mano con sus dedos; el contraste del calor de la botella y el frío de su piel era extra?amente agradable. Me sonrió y me dedicó su mirada más felina que nunca. Tuve que apartar la mirada de la suya o mis piernas me la iban a jugar una vez más.

—?Te dijeron algo del contrato que tenías con Freyda? —le pregunté sin tapujos. Necesitaba saber de qué hablaron en esa reunión.

Dio un largo trago a su botella y se relamió lentamente el labio sin apartar la mirada de mí.

—Lo cierto es que ese acuerdo que tenía con la reina de Oklahoma les importaba un pomelo. Yo también pensé que me lo iban a mencionar, pero cuando quise preguntar me cambiaron de tema y nada más se supo. Se centraron más en mis planes de futuro que en si había incumplido o no ese absurdo acuerdo con mi difunta esposa.

—?No te preguntaron nada sobre qué hacías aquí y no en Oklahoma?

—No, porque ya estaban al tanto del asunto por el que yo venía aquí.

Me quedé pensando en ese asunto. Jamás me llegaron a decir de qué se trataba.

—?Y qué asunto era ese?

—Uno judicial —respondió de inmediato Pam, casi sin pensarlo—. Pero ya está más que resuelto.

Me dio la sensación de que no quería que supiera mucho del tema, por lo que no le di más importancia. Por ahora.

—?Y dónde tienes pensado quedarte? ?En casa de Pam? —Anteriormente conocida como tu casa—. ?O ya tienes un sitio?

—No lo había pensado, pero es posible que me quede con Pam unos días. O puede que no. Dependiendo de cómo fluya los planes que tengo en mente.

—?Planes? —preguntó Pam sorprendida.

—Así es. Tengo un proyecto que me gustaría llevar a cabo aquí, en Bon Temps.

—?Y de qué se trata? —inquirí—. Aquí no creo que haya nada que te pueda interesar o que les pueda interesar a los inversores.

—Prefiero no decir de qué se trata. Ya sabes, soy muy precavido con esto. Pero ya os enteraréis.

Me resultaba extra?o tener este tipo de conversaciones con él justo a dos días de haber enviudado.

—Sé lo que estás pensando —comentó, poniendo los ojos en blanco—. Pero quiero disfrutar mi libertad al máximo y no pienso perder un solo minuto más.

—No estaba pensando en nada —remarqué, relajando los hombros—. Aunque sí que me resulta algo temprano para pensar en esto, pero conociéndote, no sé de qué me debería sorprender, ?no?

—?No vas a volver al Fangtasia conmigo? —preguntó Pam preocupada.

—No —respondió Eric tajante—. Ahora te pertenece a ti.

—Pero puedes volver cuando quieras. Yo estaría encantada de regresar a mi anterior puesto si…

—No pienso hacer tal cosa. Además, te las has apa?ado muy bien sin mí todo este tiempo, por lo que no creo que sea bueno regresar.

—Yo te echo de menos, Eric…

—Iré a verte —le dijo con voz tranquilizadora—. Todas las veces que me necesites, pero ahora el negocio es tuyo. Y quiero centrarme en nuevos proyectos. Y, eso me recuerda —comenzó a decir dando un largo trago a su botella de sangre sintética, se quedó en silencio unos segundos como pensando en lo que quería decir exactamente y empezó a pasearse un poco por la cocina—. Antes de que se me olvide, hay algo que debo anunciaros para estrenarme como rey de Luisiana. —Hablaba despacio, pensando bien en lo que estaba diciendo—. Hay aquí una persona a la que creo que se merece algo mejor de lo que tiene —pasó la mirada por todos, empezando por Pam y terminando por Bill—, porque me parece que es bastante leal y nos ha demostrado en más de una ocasión que se puede contar con él.

Bill se le quedó mirando con desconcierto. Estaba más que claro que Eric hablaba de él. El nuevo rey de Luisiana se le acercó y apoyó una de sus enormes manos en su hombro antes de proseguir:

—No me voy a andar con más rodeos —continuó, con media sonrisa en la cara—. Bill Compton, desde hoy dejas de ser un súbdito cualquiera, porque serás el nuevo sheriff de la zona 4.

Bill abrió la boca sin saber qué decir. Pam y yo estábamos igual. Jamás pensé que este momento llegaría algún día.

—Majestad, yo… —Se le notaba que le costaba articular palabra—. No sé qué decir, de verdad.

—No tienes que decir nada. Tan solo acepta mi propuesta.

—?Pero por qué?

—?Y por qué no? —La voz de Eric sonaba tan tranquila que hasta daba miedo escucharla; realmente no parecía él quien estuviera hablando—. Sé que cuidar de Sookie era algo que lo hubieses hecho aunque no te lo hubiese pedido, pero lo hiciste. Por no hablar que siempre estuviste ahí para Pam cuando te necesitó en los asuntos del Fangtasia.

—Solo hice mi deber.

—Y es por eso que, al igual que la traición se paga, la lealtad se obtiene sus beneficios. Pam seguirá siendo mi mano derecha, por lo tanto, quiero que tú seas la izquierda.

—?Y qué pasa con Karin? Ella debería serlo antes que yo, ?no?

—No. Karin es demasiado independiente como para querer hacerse responsable de un cargo tan importante como este. A partir de ahora, ella será libre de marcharse o quedarse.

Bill abrió la boca para decir algo más, pero se lo pensó mejor y tan solo se limitó a asentir.

—No te defraudaré, Majestad.

—Déjate de formalidades conmigo, Bill —bufó Eric—. Quiero que el trato entre nosotros siga como hasta ahora, ?entendido? —Bill asintió sin rechistar—. Ah, por cierto. Me he deshecho también del resto de sheriffs.

—?Que has hecho qué! —exclamó Pam—. ?Pero por qué? Tenía algunos asuntos con Walters y…

—No quiero nada que tenga que ver con Felipe —la interrumpió Eric—. Ya tengo a mis candidatos perfectos para esos puestos, pero de eso me encargaré ma?ana personalmente. ?Tienes algo más que objetar?

Pam negó con la cabeza.

Los tres vampiros giraron la cabeza en dirección al piso de arriba. Como si hubiesen escuchado un ruido extra?o o algo.

—?Qué ocurre? —pregunté, preocupada.

Eric me miró sonriente y les hizo una se?al a Pam y Bill para que no se movieran de su sitio. Pasados unos pocos segundos, bajó con la ni?a en brazos y uno de sus dedos metido en la boca.

—Creo que tiene hambre —se?aló; uno de sus mechones de pelo le rozaba la mejilla de la peque?a y le debió de hacer cosquillas porque se rió.

—?Pero cómo…?

—Estaba empezando a llorar —contestó Pam.

—?Pero cómo si yo no escuché nada? —inquirí, cogiendo el intercomunicador para bebés que tenía en el bolsillo trasero de mi pantalón.

—Más bien era como un gemido —especificó Eric—. Un lloriqueo casi inaudible.

Del frigorífico saqué un biberón que había dejado preparado y lo metí en el calienta biberones —regalo de Portia Bellefleur durante la fiesta del bebé. Le eché en agua, lo enchufé a la corriente y lo programé para que comenzara a calentarse. Mientras esperaba a que terminara de calentarse, no podía parar de mirar la escena: Eric balanceando suavemente a mi hija entre sus brazos, mientras le hacía caranto?as y ésta se reía, evitando así que se olvidara momentáneamente de que tenía hambre. El calienta biberones emitió un pitido y lo apagué. Eric me puso a la ni?a entre mis brazos y me ayudó con el biberón.

—Por cierto, ?cómo se llama? Creo que no me lo has dicho.

—Sí, cierto. Se llama…

Escuchamos la bocina de la furgoneta de mi hermano pitar descaradamente. Era como si quisiera llamar la atención. Salimos todos al porche —yo con bebé incluido— para ver qué era eso tan importante que no podía ni esperar a entrar.

—Sookie —comenzó a decir cuando se bajó de la furgoneta—. Traigo los regalos de bienvenida de mis compa?eros. —Se dirigió hacia la parte trasera y la abrió, empezando a sacar lo que me pareció ver unos cuantos paquetes de pa?ales.

—?Es lo que yo creo que es?

—Si te refieres a pa?ales, sí.

—Pero son muchísimos paquetes.

—Lo sé. Todos querían obsequiarte con peluches y ropita, pero les dije que de eso tenías más que de sobra. Así que Michael preguntó si tenías pa?ales y se nos ocurrió que de esto es de lo que más ibas a necesitar, así que nos fuimos a las afueras, a un hipermercado donde venden cosas de este tipo al por mayor y compramos cincuenta paquetes de pa?ales.

—Vas a tener para un mes, por lo menos, Sookie —comentó entre risas Pam.

—O puede que no tanto —tanteó Bill—. Pero por ahí será.

Eric, tras escuchar lo que Jason acababa de contar, bajó los escalones a toda velocidad y se dispuso a ayudar a mi hermano. ?ste lo miró como si hubiese visto a un fantasma.

—Eric… —Se puso muy pálido—. Sigues… sigues vivo.

—Hierba mala nunca muere —le contestó con sarcasmo y mi hermano relajó los hombros.

—Me alegro de que todo haya salido bien.

Entre Bill, Eric y mi hermano dejaron todos los paquetes en el dormitorio de la ni?a. Yo, mientras tanto, terminé de darle el biberón, aunque no se lo terminó porque se quedó dormida en mis brazos. Aun así, la coloqué en mi hombro para que expulsara los gases, pero ni se inmutó. Subí hasta mi dormitorio para acostarla en el moisés —aún era muy pronto para que durmiera en su cuna— y todos estaban aún arriba, terminando de colocar los paquetes.

—?El pastelito de carne ya se durmió? —quiso saber Pam mirándola de reojo.

—Sí, ya terminó de cenar y ahora a descansar.

—?Ya les has dicho a todos el nombre que le vas a poner? —me preguntó Jason entusiasmado; le sonreí y miré a la ni?a.

—Aún no. —Me senté en el borde de la cama sin apartar la mirada de la peque?a—. A decir verdad, quería que fuese un nombre que me gustara y tuviera un significado para mí. He pensado en todas las personas importantes que he tenido en mi vida y la verdad es que, tras pensarlo mucho, creo que ella se merece llevar el nombre de dos mujeres que han sido mucho más importantes de lo que jamás llegué a imaginar… Una de ellas, siempre está conmigo. Me ense?ó tantas cosas, tantos valores, viví con ella tantas cosas…

—?Oh! —exclamó Pam fingiendo modestia—. No tenías por qué…

—Pam, te adoro, pero no hablaba de ti.

La vampira puso los ojos en blanco como diciendo que ya lo sabía, pero en el fondo parecía un poco desilusionada. Miré a mi hermano y luego a Bill, quien me devolvió la mirada con una sonrisa, asintiendo, como aprobando mi elección.

—Adele… —murmuró mi vecino vampiro.

—Así es. Ella siempre estará conmigo, apoyándome y ayudándome en todo. Fue algo más que una abuela, fue mi madre, mi amiga, mi mentora…

—Fue una gran mujer y tu hija seguro que le hará honor a ella en todo su esplendor.

—Pero… —comenzó a decir Eric con el ce?o fruncido—, has dicho dos mujeres. ?Quién es la otra?

—Claudine.

—?Tu prima el hada? —me preguntó Eric, sin entender muy bien por qué.

—Sí. Sé que no la pude conocer del todo, que nuestra relación fue mucho más breve de lo que me hubiese gustado, pero ella me salvó la vida en muchas ocasiones y dio la suya por salvarme. Le debo mucho más de lo que yo jamás podré devolverle.

Miré a Jason, que me miraba como si no estuviera muy de acuerdo con mi decisión, pero no dijo nada; sabía de sobra que no le iba a servir de nada oponerme.

—Así que ante nosotros tenemos a la peque?a Adele Claudine Merlotte —dijo Eric.

—Adele Claudine Stackhouse, más bien —le corregí.

—Me gusta —me sonrió y me dio un beso en la frente—. Porque es una auténtica Stackhouse, está claro.

—El hermano de Sam tuvo un hijo el verano pasado, por lo que habrá Merlotte más que de sobra. Así que decidimos que Jason y yo no fuésemos los últimos Stackhouse. Sobre todo porque… —Miré a mi hermano, que me estaba leyendo el pensamiento a pesar de no tener mi poder, y dejé la frase en el aire.

—Todo está bien, Sook —me tranquilizó—. Y lamento estropear el momento familiar, pero he de marcharme a casa, que le dije a Michele que regresaría en seguida y de eso hace ya un buen rato.

—?Cómo está, por cierto? —quise saber.

—Mejor. Ya ma?ana se reincorpora al trabajo y seguro que viene a ver a la peque?a, que está deseando verla.

Se despidió de todos y se marchó. Pam y Bill le siguieron, ya que tenían cosas que hacer, no sin antes ser citados por Eric para una reunión la noche siguiente con todos los sheriffs de Luisiana.


Me alegré poder estar un rato a solas. La verdad es que lo necesitaba. Eric se quedó conmigo un rato y a mí me vino bien porque necesitaba darme una ducha relajante. Me quedé como nueva. Llevaba mucho tiempo sin tener una como la que tuve esa noche. La tranquilidad que me dio tener a Eric pendiente de Adele fue lo que me ayudó a relajarme. Me dijo que me tomara mi tiempo y eso hice.

Al salir, me lo encontré con la ni?a en sus brazos, durmiendo plácidamente. Lo miré queriendo preguntarle qué estaba haciendo.

—Se había despertado porque no había expulsado antes los gases y… —Se encogió de hombros.

—No te preocupes, hiciste bien. Aunque no sabía que se te dieran tan bien los bebés.

—Hace tiempo estuve trabajando como ni?era…

Lo miré incrédula.

—?En serio?

—No, pero me ha encantado ver tu cara —Se echó a reír, aunque bajito para no despertar a la peque?a.

Hice un mohín, fingiendo que me había enfadado. Me senté en la cama y empecé a cepillarme el pelo, que aún seguía húmedo.

—Por cierto, antes de que se me olvide —comenzó a decirme—. Te ha llamado el se?or Cataliades.

—Oh, sí. Será por lo del testamento de Sam.

—Sí, seguramente. Lo cogí y me dijo que te diera el mensaje de que le devuelvas la llamada cuanto antes.

—Ma?ana lo haré que ahora mismo estoy muy cansada.

Dejó a la ni?a en el moisés con sumo cuidado y se sentó en la cama junto a mí. Su mirada era muy seria y empecé a preocuparme.

—Sookie, hay algo que debes saber…

—Eric, no creo que este sea un buen momento para…

—No —me cortó tajante—. No es eso de lo que quería hablarte. —Me apartó la mirada, como buscando las palabras exactas de lo que me quería decir.

—?Entonces?

—Verás, yo sé de lo que te va a decir Cataliades.

—?En serio? ?Te lo ha contado?

—No. No ha hecho falta. Esto es algo que sé desde hace mucho… bastante tiempo.

—Eric, ?de qué me estás hablando?

—Sookie, verás… —Hizo una breve pausa; se relamió los labios y continuó—: ?recuerdas que hace unos días me colé en el Merlotte's y te traje el libro de contabilidad? —Asentí—. Necesitaba que lo vieses. No podía contarte nada porque no estaba seguro de cómo reaccionarías, pero…

—?Eric, quieres ir al grano! Me estás poniendo nerviosa.

—Sookie, lo que pretendo decirte, con mucha dificultad, es que… —Se me acercó un poco más, se rascó la nuca y se echó el pelo hacia atrás. Bajó la voz, hablando casi en un susurro, como si alguien le pudiera escuchar—. Sookie, Sam, y probablemente tú, estáis en la ruina.


NDA: Pues esto es todo por el momento.

?Os imaginabais que ese era el nombre de la peque?a? Ya me dijisteis el nombre de Adele (realmente era el más indicado), pero yo quería homenajear a Claudine también porque ella se lo merece también.

La verdad es que me estoy acercando un poquito más a la razón por la que empecé este fic. Y bueno, espero que os haya gustado un poquito.

Thank you very much, once more, to ciasteczko for your beautifu review. :)

También dar las gracias a Cari1973 por su comentario y por marcar mi fic en favoritos. :)

Y eso es todo. Gracias por leer y nos vemos muy pronto en el próximo capítulo.

~Miss Lefroy Fraser~


09/12/2020