La caída del Duck Avenger


Disclaimer: Paperinik new Adventures pertenece a: Disney.

Basado en el capítulo 34 de Paperinik new Adventures.


Capítulo 1: Demasiadas noticias


Huey revisó la guía de los Jóvenes Castores. Si su libro estaba en lo correcto, algo que siempre ocurría, los hongos que estaban frente a él debían ser comestibles. Con un gesto de mano le hizo saber a sus hermanos que podían comer. Cuando los vio escupirlos se preguntó si se había equivocado. No tardó en conocer la respuesta.

—?Sabe horrible! —se quejaron Dewey y Louie al unísono.

—No hay nada más para comer.

Huey tomó uno de los hongos y convencido de que no sabían tan mal decidió probarlos. Los escupió al instante. El sabor era mucho peor de lo que imaginaba. Mentalmente se dijo que no los buscaría a no ser que fuera lo único comestible en ese lugar.

—?Seguro de que no son venenosos? —se quejó Louie —, comienzo a sentirme enfermo.

—La guía de los Jóvenes Castores dice que no lo son —el tono de voz de Huey indicaba que no había ningún espacio para dudas —. Busquemos algo más.

—?Que bueno que los encuentro! —les dijo Scrooge.

Louie notó que su tío se veía un tanto nervioso y eso le causó un mal presentimiento. Scrooge nunca los había ido a buscar a una de las reuniones de los Jóvenes Castores y, dudaba, pudiera alterarse con facilidad. Lo acompa?aron en varias aventuras y en más de una ocasión estuvieron cerca de lastimarse de gravedad o algo peor, pero nunca lo había visto en ese estado.

—?Pasa algo?

—Nada, solo que vine por mis sobrinos para que me acompa?en en una aventura.

—Pero estamos en medio de un campamento.

—No importa, tienen autorización para venir conmigo —Scrooge se apresuró en agregar antes de que los trillizos pudieran decir algo —. ?No les parece más divertido acompa?arme en un viaje que un aburrido campamento?

—Pero estoy a punto de conseguir…

—La obtendrás después —lo interrumpió Scrooge —, la aventura no puede esperar —después de una peque?a pausa agregó —. Iremos por helado.

—Hola, ni?os —les dijo Launchpad, su voz no tenía la energía con la que solía hablar —. Lamento…

—Que no pudieran quedarse hasta el final del campamento —lo interrumpió Scrooge. Por la reacción de Launchpad no parecía ser eso lo que quería decir —, pero no se preocupen, lo que haremos será más divertido.

—Yo me refería a…

—Conduce rápido —lo volvió a interrumpir Scrooge. Huey, Louie y Dewey lo miraron un tanto confundidos —, no queremos que cierre la heladería.

—Creí que iríamos por helado —comentó Dewey al ver que Scrooge los llevó hasta su avión.

—Lo haremos después de que lleguemos a nuestro destino —les interrumpió Scrooge sin apartar la mirada de la calle —. Será mejor que se apresuren, tenemos prisa.

Ver a Fethry y a Gladstone hicieron que las sospechas de Louie aumentaran. Scrooge no solía llevarlos a ninguna de sus aventuras y ninguno de los dos solía verse tan agitado como lo estaban en ese momento, especialmente Gladstone, él era demasiado suertudo como para tener que preocuparse por algo.

—Lamento el retraso —comentó la abuela Duck que acababa de llegar, la tristeza en su rostro era bastante notable —, había algo que quería hacer antes.

—?Qué cosas? —preguntaron los trillizos al unísono.

—Cosas —respondió la abuela Duck, no volvió a hablar durante el resto del día.

—Los demás están en sus asientos, será mejor que nos marchemos cuanto antes. No queremos abusar de mi buena suerte —comentó Gladstone tratando de parecer casual.

—?Quiénes son los demás?

—El resto de la familia —respondió Fethry.

Los trillizos recorrieron el avión después de que este despegara. Encontraron a Webby y a la se?ora Beakley. También a Fenton, Gyro, Manny, Bombillito y a Daisy. Ellos sabían de su mal temperamento, pero era la primera vez que la veían en ese estado. Ninguno de los tres hermanos sabía si estaba enojada, triste o las dos cosas. A quien no encontraron fue a Donald.

—?Tienen alguna idea del lugar a dónde vamos? —les preguntó Webby.

—Esperábamos que tú lo supieras —respondió Huey —, tío Scrooge solo nos dijo que iríamos a una aventura y por helado.

—Abuelita solo me dijo que saldríamos de viaje, apenas tuve tiempo de empacar lo necesario —se lamentó Webby.

—?Has visto al tío Donald? —preguntaron los trillizos al unísono.

—No.

El vuelo fue largo. Los patitos se quedaron dormidos. Cuando Louie despertó lo primero que notó era que estaba solo. Era la primera vez que algo así pasaba, había compartido habitación con sus hermanos desde que tenía uso de la memoria. Intentó salir de la habitación, encontrando que la puerta estaba cerrada.

Intentó salir, desistiendo después de unos pocos intentos. En la mesa al lado de su cama había una nota firmada por la se?ora Bekley que prometía respuestas al día siguiente. Decidió acostarse en su cama y ver unos cuantos videos para matar el aburrimiento. Grande fue su frustración cuando comprobó que no tenía acceso a internet. Probó con la base de datos solo para encontrar que no tenía saldo.

Al día siguiente fue el último en despertar. Esto pudo comprobarlo cuando vio que sus hermanos y Webby eran los únicos que se encontraban en el comedor. El desayuno estaba servido y él hambriento por lo que se apresuró en tomar lo primero que encontró, un tazón de cereal.

—?No tienen la sensación de que los adultos nos están ocultando algo? —comentó Louie, trató de aparentar desinterés, pero por la forma en que sus hermanos y Webby la veía se notaba que había fallado en el intento.

—Exageras —le dijo Dewey —, probablemente el viaje se tardó más de lo que pensaron y no pudieron despertarnos.

—Deberíamos llamar al tío Donald.

—?Crees que sepa algo? No lo vi en el avión.

—Probablemente ni siquiera sepa que salimos.

—Lo dudo, dijeron que vendría toda la familia y Donald es parte de la familia.

Dewey fue quien marcó al teléfono de la casa. No obtuvo respuesta. Después de varios intentos decidió dejar de hacerlo. Huey dijo que podría estar dormido o buscando algún trabajo. Incluso sugirió que pudo haber encontrado uno y que ese fue el motivo por el que no pudo acompa?arlos. Le dejaron un mensaje, esperando que les devolviera la llamada cuanto antes.

—?Ya terminaron de desayunar? —les preguntó Scrooge. Los patitos asintieron —. Bien, vamos por un helado.

Launchpad los llevó a la heladería. El viaje fue largo, demasiado aburrido para los más peque?os. Ninguno entendía por qué se habían instalado tan lejos del pueblo, pero ninguno quiso preguntar. La emoción por comer helado junto a su tío fue mayor. Pocas veces Scrooge solía invitarlos a algo, menos aún por iniciativa propia.

No se quedaron mucho tiempo en la heladería. Scrooge compró un galón de helado y regresó a la casa en la que se habían instalado bastante apresurado. Lauchad estuvo cerca de chocar en más de una ocasión, pero Scrooge no le dijo que disminuyera la velocidad en ningún momento, al contrario, incluso pidió que aceleraran en cuanto pasaron por un peque?o parque.

—Será mejor que guardemos esto antes de que se derrita.

—Pero, tío Scrooge…

—Comerán después del almuerzo.

Louie notó que los adultos callaron en cuanto los vieron. Algunos tenían las ojeras un poco marcadas, pero todos ellos tenían la misma expresión. Un vistazo a su hermano bastó para saber que ellos también lo habían notado. No los había visto en la ma?ana y dudaba que se hubieran quedado en la misma casa.

—?Pasa algo?

—Tenemos muchas ganas de comer helado —respondió la abuela Duck un tanto nerviosa.

—Nosotros igual.

—Lo haremos después de que acomoden su ropa nueva.

Cada uno de los patitos se dirigió a la habitación que le fue asignada. A Louie le gustaba tener ropa nueva, pero no entendía por qué habían comprado tanta si no se quedarían por mucho tiempo. Si solo era una aventura, cosa que comenzaba a dudar, deberían estar de vuelta en su casa antes de que esa ropa fuera necesaria.

Dejó la ropa en su lugar antes de dirigirse a la habitación de Webby. En el camino se encontró con sus hermanos por lo que asumió que habían tenido la misma idea.

—?No les parece que nos ocultan algo? —se quejó Webby

—Llamaré al tío Donald —Dewey les mostró su teléfono celular —, si pasara algo sería el primero en hacer algo.

—Cierto —dijeron los otros ni?os al unísono, conscientes de lo sobreprotector que podía llegar a ser su tío.

—Pero ?si él fuera el del problema? —sugirió Webby.

—Nos habrían dicho ?cierto?

—Creo que sí —era evidente que Webby no estaba del todo convencida.

—No tengo saldo —se quejó Dewey.

Los patitos bajaron a la cocina y marcaron a su tío. Pasaron varios minutos antes de que Dewey desistiera. Como no obtuvo respuesta decidió dejar un mensaje en el que fingía estar en un grave problema. Sabía que Donald se enojaría en cuanto se enterara la verdad, pero comenzaba a molestarle el no obtener ninguna respuesta. Los cuatro patitos estaban de acuerdo en que no era algo normal.

Durante el almuerzo solo se quedaron la abuela Duck, la se?orita Beacley y Scrooge. Cuando preguntaron por los demás les dijeron que se estaban instalando en sus casas. Ninguno le dio algún motivo por el cambio de residencia. La situación se volvió más tensa en cuanto preguntaron por Donald. Los mandaron a sus habitaciones inmediatamente.

—?No puedo creer que no tengamos internet ni televisión! —se quejó Louie.

—Y yo que eso sea lo único que te preocupa.

—?Debería preocuparme por algo más?

—No lo sé.

—Tal vez no está pasando nada y somos nosotros los que nos estamos inventando cosas.

Le preguntaron a todos sus parientes y amigos. Launchpad se inventaba excusas poco creíbles para marcharse en cuanto los veía, Daisy y la abuela Duck afirmaban estar enfermas mientras que los demás simplemente les decían que estaba trabajando y que se comunicaría con ellos en cuanto tuviera una oportunidad.

—Donald está trabajando en la Antártida, es por eso por lo que no puede contestar ninguna llamada —les dijo Gyro después de horas de insistencia —. Será mejor que regresen a su casa, o la abuela Duck se enojará con ustedes.

—Sí, Gyro.

Aunque las sospechas de los patitos no desaparecieron del todo, no retomaron el tema. Se sentían enojados con Donald por no haberles hablado de su nuevo empleo y más por haberse marchado sin siquiera despedirse. No fue hasta una semana después de haber salido de Duckburg que los patitos salieron en una nueva aventura.

Scrooge los llevó a un templo hundido bajo el mar. Launchpad fue el encargado de conducir el submarino. Cuando Dewey lo vio, tuvo la sospecha de que ocultaba algo. Sabía que su amigo no era bueno mintiendo y su actitud era la misma que había tenido cuando creyó que era el personaje de una película de terror.

—?Pasa algo?

—No ?por qué? —Launchpad estaba bastante nervioso —. ?Debería pasar algo? No es como si…

—Han estado actuando extra?o y tío Donald no nos ha llamado.

—Los ojos al frente, Launchpad —lo interrumpió Scrooge.

Dewey tuvo que contenerse para no quejarse. Sabía que no fue coincidencia el que su tío entrara en ese momento, estaba bastante seguro de que le estaban ocultando algo. Su plan había sido esperar a que Scrooge se marchara y que Launchpad tuviera un desliz, algo que no fue posible pues Scrooge lo llevó de regreso con sus hermanos.

—?Alguna idea sobre lo que nos pueden estar ocultando? —comentó Dewey en un susurro.

—?Algún oscuro secreto familiar? —sugirió Louie.

El rostro de Webby pareció iluminarse ante ese comentario. Huey lo descartó, pero Webby no le prestó atención. Parecía convencida de que algo debía estar pasando y quería descubrirlo.

—Lo dudo, debe ser algo reciente, de lo contrario no habríamos dejado Duckburg.

—?Algún secreto que quieran compartir? —les preguntó Scrooge. Huey se preguntó qué tanto había estado escuchando.

—?Eso es lo que queremos saber!

—No es como si les estuviera ocultando algo —la voz de Scrooge tenía cierto tono acusador.

—Es Dewey —lo interrumpió Louie —, tenemos la sospecha de que le gusta alguien.

—?No estás muy joven para pensar en esas cosas?

—No hay nadie —respondió Dewey un tanto incómodo por el rumbo que estaba tomando esa conversación.

—Sigue en estado de negación —Louie le dio un codazo a su hermano para evitar que dijera algo que los delatara.

Scrooge lo miró durante unos instantes antes de retirarse. Huey sabía que, a pesar de la distancia, no había dejado de observarlos. Sabía que los quería, pero no recordaba que hubiera sido así en el pasado. Estaba siendo casi tan sobreprotector como Donald. La idea de que le estaban ocultando algo resultaba cada vez más difícil de tolerar, del mismo modo en que no deseaba ni creía tener la capacidad de mentir.

En cuanto estuvieron cerca del templo, solo Launchpad se quedó dentro del submarino. Se pusieron sus trajes y comenzaron a recorrer el templo. Encontraron varias monedas, de escaza remuneración y muchos cofres vacíos. El estado del templo le hizo sospechar a Huey que ese lugar había sido saqueado tiempo atrás. Esto le pareció extra?o, dudaba que hubiera algo allí que fuera del interés de su tío y sin embargo este los había sacado del campamento diciéndoles que era algo importante.

—?Hay algún tesoro, tío Scrooge?

—Sí. Nos encontramos frente a los restos de una ciudad abandonada.

—Entiendo lo de abandonada, pero no veo ningún tesoro.

—Eso es porque no has buscado lo suficiente.

Buscaron durante varios minutos. Encontraron lo que parecían ser restos de documentos y de pinturas, irreconocibles. Louie intentó tomar un cofre, seguro de que en su interior debía haber algunas joyas o algo que pudiera ser de su interés. Logró abrir el cofre, pero en este se encontraban unos trozos de vidrio que rompieron su tanque de oxígeno.

Intentó salir, pero la falta de aire comenzó a afectarle. Intentó pedir ayuda, pero de su boca no salió ningún sonido. Lo más recomendable hubiera sido mantener la respiración, pero estaba demasiado asustado como para poder siquiera pensarlo. Incapaz de poder hacer algo perdió la consciencia.

Cuando abrió los ojos se encontraba dentro del submarino. No tenía ni idea de cómo había llegado a ese lugar y, por lo que pudo comprobar, sus compa?eros de viaje tampoco lo sabían. Intentó pensar en la manera en que salió de esa situación, a su mente el único recuerdo que llegó fue el de una mancha roja que vio antes de caer en la inconsciencia, detalle que prefirió guardarse para sí mismo al no poder comprobar que tan real fue.

Louie se resfrío por lo que tuvo que pasar varios días encerrado en su habitación. Cuando logró recuperarse se enteró que el uso del teléfono de la casa había sido reservado únicamente para emergencias y que la abuela Duck se había tomado en serio lo de tenerlos ocupados. No sabía cómo, pero siempre había algo por hacer.

Louie logró conseguir un teléfono una semana después del viaje en submarino, pero en vez de conseguir respuestas lo que obtuvo fue más dudas. Estaba bastante seguro de haber marcado el número de su tío Donald, pero también que la persona que le contestó no era su pariente y que se había ofendido al ser llamado por ese nombre. Había hecho una que otra llamada de broma, pero nunca había lidiado con alguien tan enojado como el hombre al que llamó tío Donald por error.

—Entiendo que no haya buena se?al en la Antártida, pero no que el tío Donald cambiara de teléfono —comentó después de haber colgado la llamada.

—Tendremos que hacer un trabajo periodístico para descubrir la verdad —sugirió Webby.

—O conseguir un periódico —agregó Louie —. ?Han notado que no nos han permitido ver las noticias?

—Tío Scrooge dice que no tiene sentido comprar una televisión con toda la basura que dan.

—?Le creen?

—No, pero qué motivo tendría para mentirnos.

—Eso es lo que tenemos que averiguar.

Los patitos esperaron a que todos se durmieran antes de salir de la casa. No consideraron ir a preguntarle a los adultos pues sabían que le mentirían. Les parecía evidente que todos ellos le estaban ocultando algo y que, de preguntarles, no volverían a tener una oportunidad como esa.

El mayor problema al que se enfrentaron fue la caminata al pueblo. Quedaron agotados, pero nunca se detuvieron. Sabían que si lo hacían no volverían a tener otra oportunidad como esa. En cuanto estuvieron en una tienda tomaron de sus ahorros y compraron un periódico, el último que quedaba. Las respuestas que necesitaban estaban en primera plana.

A pesar de los días transcurridos seguía siendo noticia y lo sería durante un largo tiempo.

Conforme leía la noticia, Huey sentía que tenía más problemas para avanzar. Los crímenes citados en esa lista eran horribles, terribles en verdad. Le costaba creer que su héroe favorito pudiera ser capaz de algo así y que había muerto víctima de sus propios trucos. Pero sin duda lo que más le costaba creer era el nombre de la persona a quien culpaban por lo ocurrido.

—Tiene que ser una broma —Huey murmuró incapaz de seguir leyendo o de contener el llanto —, no puede ser verdad. Duck Avenger era su héroe favorito, solo considerar que pudiera ser un criminal le parecía absurdo y Donald, era lo más cercano que tenían a un padre.

Louie le quitó el periódico a Huey. También afectado por lo que su hermano había leído y por el estado en que este se encontraba. Su reacción fue similar a la de Huey. Quería creer que todo era un mal sue?o y que cuando despertará, su tío Donald los estaría esperando con unos hotcakes recién preparados y que se reiría en cuánto les contara acerca su sue?o, especialmente por la parte sobre la identidad secreta del pato enmascarado.

Webby y Dewey dudaron antes de tomar el periódico que había caído de las manos de Louie. No habían terminado de asimilar las noticias sobre el Duck Avenger y ver el estado de los patitos les hacían sentirse aún más nerviosos. Descubrir el motivo fue como si les hubiera caído un balde de agua fría.

En pocos minutos se habían enterado de demasiadas noticias, todas ellas dolorosas y difíciles de creer. La evidencia era clara, demasiado quizás. Ninguno de ellos pudo diferenciar la verdad de la mentira, demasiado dolidos por los hechos expuestos en ese trozo de papel.

—Ni?os, yo… —les dijo la se?ora Beakley, a su lado estaba Scrooge y la abuela Duck —, no queríamos que se enteraran de esta forma.

Ninguno de los patitos dijo nada ni se opuso cuando los llevaron a su casa. No podían dejar de pensar en las palabras de ese periódico. El Duck Avenger era un criminal, murió cuando la Torre Ducklair fue destruida y era su tío Donald.