Disclaimer: Los personajes de Sakura Card Captor pertenecen a CLAMP.

Dedicado a Suzu, mi mejor amiga y compa?era de delirios.


Cerezo Agridulce

Capítulo primero

-Autocontrol-


(Shaoran)

—Tomoeda será la ciudad indicada, ya lo verás —mientras conducía nuestra camioneta liberty, alrededor de las estrechas calles de una ciudad peque?a, Ieran enfocaba su atención en darme ánimos absurdos respecto a la aparente nueva vida que nos aguardaba y que se suponía debía ser lo suficientemente buena como para que yo estuviera satisfecho al fin y dejara, según ella, de provocar tantos problemas que solían hacerla preocupar en exceso.

Lo que mi madre no sabía era que, mientras yo luchaba por no hundirme en un abismo de aburrimiento y desesperación constante, mi mente trabajaba velozmente en la idea de salir corriendo a cualquier otro lugar, muy lejos de la ciudad a la que apenas estábamos llegando y que parecía estar repleta del tipo de gente molesta e hipócrita que a mi solía no agradarme. A través del cristal de la ventana podía observar las sonrisas estúpidas que se mandaban unos a otros, los abrazos fraternales y un montón de ridiculeces que me hacían querer vomitar con tan solo mirarlos.

Bufé con fastidio, desviando la mirada de la ventanilla que me presentaba tal espectáculo y acto seguido me dediqué a ajustar un poco mejor los audífonos que no me había quitado desde que comenzamos el tan "ansiado" viaje, hacia unos cuantos kilómetros de distancia.

—Es igual que todas las ciudades anteriores —dije, dando seguimiento al comentario que mi madre había hecho—. Ni siquiera nos quedaremos el tiempo suficiente como para averiguar si era o no la indicada.

—Está vez será distinto —replicó, con un tono de voz firme que me hizo poner los ojos en blanco—. Los jefes me han dicho que es probable que nos quedemos permanentemente en Tomoeda y de ser así no habrá necesidad de que nos mudemos nuevamente a otra ciudad, como ha estado sucediendo durante los últimos meses.

—Tú lo has dicho, es probable, mas no un completo hecho —aseguré, entrecomillando la palabra con los dedos—. A fin de cuentas, todo esto dejó de importarme desde que nos fuimos de Osaka y eso fue hace como diez mudanzas atrás.

—Claro, porque aquí el único culpable de que salgamos de las ciudades es mi trabajo y no tu maldito comportamiento, digno de un delincuente —acusó, más ácida de lo que había podido esperar y yo no pude responder nada más, porque de hacerlo terminaría acarreando un terrible problema con ella, además de que acabaríamos discutiendo sobre el mismo asunto asqueroso de siempre.

Sin embargo, pese a que lo intenté, no pude evitar replicar con aquellas palabras que se aglomeraban en mi garganta, presionando con una fuerza terrible que me fue prácticamente imposible contenerlas.

—Sólo fue un par de veces…

—?Claro!, el mismo par de veces en los que te expulsaron del colegio, en el que tuve que ir a sacarte de la jefatura de policía y en el que prácticamente nos amenazaron con meterte de por vida a una prisión de máxima seguridad —habló, interrumpiendo con ello mis posibles intentos por defenderme—. Estoy intentando que salga algo bueno de todo esto pero tú no me ayudas en nada.

—?No te ayudo? —indagué, más como un reproche que como una verdadera pregunta—. ?Y qué es lo que se supone que estoy haciendo justo ahora?, ?jugando a la casita?, mientras finjo que me adapto a las condiciones en las que tenemos que vivir, cada que tu trabajo te pide que salgamos huyendo de varias ciudades.

—Sería excelente que dejaras de quejarte tanto y comenzaras a actuar como un joven normal que no tiene problemas y se enfoca en tratar de hacer amistades.

—Las mismas amistades que tendría que abandonar luego, cuando decidan que debemos mudarnos, de nuevo.

—?Sabes qué?, es suficiente —Ieran aparcó la liberty en el estacionamiento adjunto a un edificio de altura considerable y posteriormente giró la cabeza para verme de frente, en tanto yo volvía a recargarme sobre el respaldo del asiento y cerraba los ojos, esperando pacientemente el rega?o que estaba por venir—. Si hemos llegado hasta aquí es por algo, así que sea o no permanente nuestra estancia, quiero que te comportes y que por una vez en tu vida dejes de dar problemas o lograr que casi te encierren en una celda por pelearte con cuanto muchacho se te pone enfrente.

—?Entonces debo dejar que me fastidien?

—Debes mantener el control sobre tus acciones y evitar mandar a alguien al hospital nuevamente —acusó—. No quiero peleas esta vez Xiao Lang y hablo en serio, no me obligues a mandarte a una escuela militar donde te ense?en a tener autocontrol a base de golpes y disciplina, ?queda claro? —un suspiro resignado salió de mi boca después de recibir la misma amenaza de casi siempre y sin afán de discutir más aquellos puntos tan incómodos, me dediqué a bajar de la camioneta, con el renovado propósito de contemplar detenidamente la fachada del nuevo edificio en el que viviríamos y cuya apariencia no resultaba demasiado horrible, en comparación con los distintos lugares en los que habíamos tenido que quedarnos, en lo último que iba del a?o.

Aunque Ieran perjurara lo contrario, yo sabía que eso de vivir en Tomoeda iba resultar en la misma mierda de siempre, sin ninguna modificación que me hiciera cambiar de opinión respecto al asunto de las mudanzas.

—Por cierto, ma?ana mismo comenzarás las clases en el instituto Seijo, está a unas cuantas cuadras de aquí y por lo que pude ver en las fotos es una escuela bastante grande, muy bonita —Ieran se colocó a mi lado, luego de que yo permaneciera mirando hacia la nada y al instante siguiente posó una de sus manos sobre mi hombro derecho, como si quisiera infundirme emoción—. Seguro vas a conocer a muchas personas interesantes aquí, ya lo veras —mi madre caminó hacia el maletero de la camioneta y luego de introducir la llave en la cerradura lo abrió, revelando el montón de cajas que se encontraba en el interior y cuyo contenido se limitaba únicamente a nuestras pertenencias.

Lancé un suspiro resignado, cuidando que Ieran no me escuchara…

Vivir de la forma en que lo hacíamos, cambiando constantemente de domicilio y rodeándonos parcialmente de gente desconocida, no era una cosa fácil con la que pudiera estar demasiado a gusto. Desde la muerte de mi padre, Ieran tuvo que hacerse cargo prácticamente de todo, incluyendo solventar el gasto que incluía mantenerme y darme lo que ella llamaba "educación de calidad", para que en un futuro pudiera trabajar de forma honesta y salir bien librado en lo que al mundo respecta, es decir, no padecer ningún problema económico o vivir como un completo vagabundo en las calles.

Lo que ella no sabía y yo no iba a decirle nunca, era que todos esos detalles me tenían completamente sin cuidado y no porque quisiera vivir a costa de mi madre toda la vida, sino porque entre más conocía al mundo y a las personas, más cuenta me daba que todo a nuestro alrededor estaba contaminado con la misma porquería de siempre, que incluía a gente que se hacía pasar por buena en un inicio, para soltar una pu?alada poco después.

Eso y la presencia de ciertos imbéciles que me incitaban constantemente a cometer los "delitos" de los que Ieran me acusaba cada que tenía oportunidad.

Y sí, yo sabía perfectamente lo problemático que era, ya era bastante mayor como para hacerme un auto análisis y darme cuenta que no estaba del todo bien en mi forma de proceder con ciertas cosas, pero tampoco es como si el maldito mundo alrededor mío ayudara demasiado a que cambiara de actitud. Desde que tengo memoria, siempre había estado en la mente de mis antiguos compa?eros de clases y de alguno que otro vecino entrometido, los constantes prejuicios respecto a lo "mal visto" que es ser hijo de una mujer viuda e independiente que trabaja día y noche sin descanso.

Lo que daba paso a burlas provenientes de parte de ese mismo grupo de personas, que no usaban el cerebro para otra cosa que no fuera molestar y buscar la muerta a manos mías, por supuesto.

Tal vez sea eso lo que me impide relacionarme plenamente con los demás. Porque sé lo hipócritas que son algunos y lo innecesario que es para mí estar con gente como esa, pero es evidente que Ieran no lo ve de la misma forma que yo y por tal motivo me he visto obligado a aparentar, la mayor parte del tiempo, que estoy bien con todo lo que sucede y puedo mantener un control relativamente normal sobre las cosas.

Pese a que me cuesta horrores adaptarme a las condiciones nuevas, que para variar, cada vez son más complicadas…

Da igual.

—Para que veas que todo va a cambiar en esta ocasión, voy a dejarte escoger la habitación más grande —volteé para ver a Ieran, ella se encontraba muy feliz llevando entre sus brazos una caja de tama?o considerable, la misma que yo le arrebaté segundos después—. Toma mi decisión como una ofrenda de paz, además de que seguro te agrada la idea, ?qué no? —asentí levemente con la cabeza, mostrando una falsa sonrisa que mi madre correspondió con un gesto sarcástico.

Porque era evidente que no le creía nada sobre la dichosa ofrenda de paz y mucho menos lo de dejarme escoger habitación.

Si algo sabíamos y estaba claro entre los dos, era que ella siempre se apa?aba lo mejor.

Y a mí, claro, me importaba una completa mierda todos aquellos detalles, como siempre.

(Sakura)

Esa ma?ana, sorprendentemente, me había levantado temprano…

Cuando el reloj despertador hizo su acostumbrado ruido ensordecedor, capaz de reanimar a un oso en hibernación, me di vuelta sobre la cama una vez y lo apagué con un sonoro manotazo. Fue hasta ese punto cuando me di cuenta que había colocado la alarma con una hora antes de anticipación y no sé si fue la sorpresa o la forma tan brusca de despertar, las que hicieron que no pudiera cerrar los ojos durante más tiempo del acostumbrado.

Aunque también estaba ese extra?o presentimiento que abordaba mi cuerpo desde hacía días, el mismo que estaba logrando ponerme nerviosa por razones totalmente inexplicables.

Mientras vertía la mezcla de harina para panqueques sobre la sartén engrasada con mantequilla y contemplaba como tomaba una forma circular, hasta esponjarse, me preguntaba si esos extra?os pensamientos que tenía respecto al futuro y pormenores insignificantes, tendrían alguna especie de conexión con el reciente trabajo de mi hermano en aquella prestigiosa firma de abogados o con que mi padre estuviera tan ocupado últimamente, tanto que llegaba a quedarse dormido sobre aquel incomodo sillón de su biblioteca personal, luego de que estuviera leyendo hasta tarde un montón de textos científicos y libros de psicología.

Hablando de eso…

Tomé un plato de la repisa que estaba por encima de la cocina y lo contemplé con algo de detalle antes de decidirme a usarlo. Era el mismo plato perteneciente a la vajilla especial que había comprado mi padre Fujitaka apenas unos meses atrás y que tenía en las orillas un dise?o precioso de flores de cerezo y melocotones.

Sin muchos preámbulos tomé un par de panqueques de la pila que ya tenía a un lado y llené un vaso con jugo de naranja. Al terminar con mi labor, caminé con pasos presurosos hasta la puerta que quedaba al fondo de un pasillo largo, a un lado de las escaleras, y luego de abrirla me adentré al interior, notando como el silencio envolvía todo el lugar, manteniéndolo en completa calma, totalmente tranquilo y ajeno del barullo exterior.

El sillón que estaba al frente me daba por completo la espalda, así que tuve que dar unos cuantos pasos más para poder contemplar como mi padre se encontraba sentado en aquel lugar, totalmente desparramado, con un libro sobre su regazo, los anteojos desacomodados sobre su rostro y los ojos cerrados.

Sonreí un poco, a la vez que tomaba el libro, las gafas y las dejaba sobre la mesa de centro a un lado, en la que previamente había colocado el desayuno que llevaba en las manos. Caminé hasta uno de los costados de la habitación, donde descansaba un mueble con varios cajones y abrí el ultimo, encontrándome con una manta de grosor considerable que mi padre solía guardar para ocasiones como esas pero que, irónicamente, siempre se olvidaba de usar, por estar tan enfrascado en su trabajo de investigaciones y casos clínicos.

Finalmente y una vez pude cubrir a mi padre con la manta, dejé una peque?a nota de despedida al lado del desayuno y regresé por el mismo lugar por el que había llegado. Miré mi reloj de mu?eca una vez pude cerrar la puerta de entrada de la biblioteca y noté como me quedaban apenas unos cuantos minutos para desayunar y salir corriendo hacia el instituto.

Me lamenté un poco el hecho de que no sirviera de mucho el haberme levantado tan temprano como lo era el caso de ese día. Quizás era algo más eficiente despertar apenas unos minutos antes de que diera la hora, porque por más sorprendente que pareciera, me daba el tiempo de hacer un montonal de cosas y encima llegar puntual a las clases, no sé si por el hecho de que mi mente trabajaba a mil revoluciones por minuto y me impedía distraerme o porque me presionaba tanto que me hacía espejismos mentales sobre las consecuencias horribles que podía tener no llegar.

Entre las cuales incluía exámenes sorpresas o trabajos en equipo que contaran un millar de puntos extras...

No era paranoica, en lo absoluto, tampoco me consideraba una completa nerd que se la pasa estudiando todo el tiempo, sin dar tregua a los libros y con una vida social reducida a investigaciones, paginas informativas en internet o revistas científicas, pero mi trabajo como presidenta del consejo estudiantil requería que tuviera notas algo decentes, además de que no podía darme lujos de llegar demasiado tarde o faltar a causa de la impuntualidad que a veces solía asaltarme, cuando me ponía en extremo perezosa y tenía problemas para levantarme por las ma?anas.

Recuerdo perfectamente que el ser presidenta del consejo no me había agradado en un inicio, no sólo por las enormes responsabilidades que tenía un cargo como ese, también por la coordinación de eventos especiales que era en exceso tediosa y otros etcéteras a los que yo, hasta ese momento, no estaba para nada acostumbrada.

Sin embargo, por mucho que me negué, el resto de mis compa?eros de aula decidieron que era buena idea proponerme para el puesto y sin mucho esfuerzo de por medio, lograron convencer a nuestra profesora, la amable Kaho Mizuki, de colocar mi nombre en la plantilla de estudiantes elegidos para formar parte de la tan famosa organización estudiantil, en la que días después resulté "ganadora", junto con Naoko Yanagisawa, Rika Sasaki y Eriol Hiraguizawa como "subordinados".

Al final había terminado por aceptar casi a rega?adientes, pese a que los demás parecían bastante entusiasmados con la idea, incluyendo a mi amiga Tomoyo que no paraba de felicitarme y tomar mil fotos cuando hablaba en público sobre algún evento de importancia.

Finalmente pude acostumbrarme a todo lo que conllevaba ser la kaichou y no tardé mucho en darme cuenta que podía verlo como una oportunidad para hacer cosas positivas por mis compa?eros de clase en general. Así fue como terminé por dar lo mejor de mí en el trabajo que incluía reuniones, a veces papeleos o quedarse hasta tarde organizando eventos, pensando que si bien no había estado de acuerdo al principio, siempre era bueno adaptarse a las condiciones adversas de la vida y avanzar.

Sí, mi vida era todo un caso…

Para cuando llegué al instituto, apenas dos minutos antes de la hora, me di cuenta de que Daidouji ya se encontraba en el aula, contemplando con ojos caprichosos una cámara de video rota que había estado atesorando desde que se había descompuesto irremediablemente, luego de que cayera de forma estrepitosa por las escaleras del segundo piso, en un descuido que a mi amiga le había provocado millones de lamentaciones.

Me acerqué para posar una mano sobre su hombro y una vez me miró le sonreí ligeramente, lo suficiente como para tratar de animarle en algo que, por los menos para mi, no parecía en absoluto una tragedia.

—Buenos días Tomoyo —dije y ella me miró, como si se sintiera confundida—. ?Sucede algo malo con la cámara?

—Además de que está completamente rota y de que no pude rescatar nuestros videos, no, nada más —respondió, con pesar—. Y todo por ese estúpido brillo labial…

—Fue un accidente, los accidentes ocurren —dije, ella suspiró—. Además, cómo ibas a saber que la cámara no estaba bien amarrada a tu mu?eca y que al sacar el brillo labial iba a zafarse la correa, no eres adivina.

—No, pero siempre he sido precavida en ese sentido —aseguró—. Lo que más me duele no es que se rompiera la cámara, porque puedo comprar otra de mejor calidad, pero las fotos y los videos que guardaba no he podido recuperarlos por más que lo he intentado y eran parte de mi colección valiosa de recuerdos.

—Podemos grabar nuevos videos y tomar muchas fotos cuando tengas tu cámara nueva, eso no es problema —dije y al instante ella me miro, ilusionada.

—Oh Sakura, eres un ángel, no sabes lo bien que me hacen sentir tus palabras —sonreí nuevamente, como en cada ocasión que Tomoyo soltaba palabras de amabilidad y gratitud.

No pasó mucho antes de que la profesora Kaho abriera la puerta del aula con prisa. Estaba vestida de forma elegante y llevaba un bolso colgando de uno de sus brazos, pero no era lo único que la estaba acompa?ando ese día en particular. A un lado suyo, estaba un chico que no había visto nunca, de cabello casta?o y ojos ambarinos, el mismo que hablaba con ella en murmullos, mientras le extendía un peque?o papel, cuyo contenido me era desconocido, pero que la profesora se encargó de leer fugazmente.

Luego de que la profesora recibiera el mensaje y sonriera una vez, levantó una mano para indicar que era el momento de guardar silencio y posteriormente comenzó a hablar, haciendo uso de su tono afable y lleno de modismos finos.

Todos tomamos nuestros respectivos asientos, a la espera de oír el discurso que tendría preparado para esa ma?ana.

—Buenos días —saludó—. Me agrada saber que vienen con mucha energía para comenzar la semana —un par de risas se escucharon, pero ella no pareció tomarle importancia—. Como pueden darse cuenta, estoy acompa?ada de un nuevo estudiante, su nombre es Shaoran Li y acaba de mudarse desde Yokohama, así que espero puedan darle una calurosa bienvenida —el chico que permanecía a su lado, con el rostro serio y mirada fría, roló los ojos en el momento en que la profesora terminó con su discurso, suspirando forma leve, casi imperceptible.

Mizuki se mordió los labios con inquietud, como si estuviera pensando en algo muy importante y, luego de echarle un rápido vistazo al aula, se?aló con su dedo índice hacia donde yo me encontraba, logrando que me sobresaltara un poco y que, además, todos mis compa?eros fijaran su atención en mí.

—Tu lugar será detrás de la se?orita Kinomoto, Sakura, levanta tu mano por favor —me quedé paralizada un momento, sin saber exactamente cómo reaccionar. El instinto me hizo darme cuenta que estaba actuando de forma poco correcta y luego de unos segundos finalmente levanté mi mano derecha.

El tal Shaoran Li me vio con un deje de burla que no pasó desapercibido, por lo menos para mí y finalmente comenzó a caminar hasta el asiento que permanecía libre a mis espaldas.

Bajé la mano cuando escuché como desplazaba la silla con algo de brusquedad y casi sentí un escalofrió recorrer mi columna, en el momento en que lo escuché bufar por lo bajo, entre molesto y hastiado.

Miré nuevamente hacia donde se encontraba la profesora Kaho, ella me veía con esa misma mirada dulce y reconfortante de siempre, mientras me hacía un par de se?as con las manos, como incitándome a darle la bienvenida a aquel chico, por aquello de ser la presidenta del consejo y representante del grupo.

Mizuki empezó con su clase luego de eso y en un acto de valor me giré un poco sobre mi asiento, quedando cara a cara con aquel chico de mirada fría y gestos de hielo.

—H-hola, mi nombre es Sakura Kinomoto y…

—No me interesa —no había terminado ni de presentarme cuando Li me rechazó de la forma más fría y tajante que pudo, en un acto que me dejó completamente paralizada, no sólo a mí, también al resto de mis compa?eros que se encontraban alrededor y que habían escuchado el breve "dialogo".

Volví a girarme sobre mi lugar y casi sentí como una brecha de enojo se extendía a lo largo de mi cuerpo, quemándome.

Ese iba a ser un largo día, al parecer.


N/A:

?Hola a todas y todos!

Tiene un largo tiempo que no estoy ni cerca de FFN y debo decir que ya extra?aba bastante la sensación de empezar con una nueva historia justo como es el caso de esta.

Los capítulos serán algo cortos de momento y con el paso de las actualizaciones serán un poco más extensos. El proyecto nació de una de esas tardes de inspiración y debo decir que me ha encantado como es que quedó la idea final.

Por ahora los dejo hasta aquí esperando que este primer cap les haya gustado tanto como a mí, de ser así o por el contrario si tienen alguna crítica constructiva o algún otro comentario al respecto, espero me lo hagan saber mediante un review, PM o incluso via Facebook, cuya dirección se encuentra en mi profile ;)

Sin más que decir nos estamos leyendo en la próxima actualización, que espero sea muy pronto.

?Gracias por leer y que las musas siempre los acompa?en!

Bye-Bye