Hellsing y sus personajes le pertenecen a K. Hirano bablá.

N.A.: Esta historia pretende ser un regalo para Abrilius por su pasado cumplea?os. La verdad es que es algo que pretendía regalarle hace mucho, pero había perdido el archivo y bueno...acá estamos de nuevo. Espero que les guste, sobre todo a ti, Ab :)

Two-shot.


"Alucard, ?qué harías si encontraras un eslabón débil en la cadena de mando?"

El vampiro sonrió, los colmillos blanquísimos brillando en la semioscuridad.

"Lo mataría, Maestro".

Una ni?a.

?Por qué?

Arthur trató de ahogar su frustración en una botella de licor, mezclándola con la culpa y el miedo al futuro. Una ni?a… su peque?o reto?o era una cosita rubia y hermosa, con vivaces ojos azules idénticos a los suyos, y él la había amado desde el primer instante en que sus manos la acunaran contra su pecho, cuando la partera —esa mujer robusta de aspecto poco agraciado— lo obligara a cargarla. ?La se?ora está delicada, ocúpese usted de la ni?a? había dicho, antes de darse media vuelta y regresar al lado de la cama donde su mujer dormía profundamente, agotada de un parto excesivamente largo. Lo supo desde ese mismo instante, cuando los ojos azul grisáceo lo miraron con curiosidad, que no podría condenarla al trabajo familiar; la amaría demasiado como para permitir que él la encontrara. Nunca. Salvaría a su hija de las garras de la bestia aún si eso significaba alejarla de si mismo.

—No es que desconfíe de ella porque es mujer —explicó, ofendido por la acusación vedada tras las palabras del mayordomo—. Sé muy bien que sería capaz de hacerlo, pero no deseo imponerle ese futuro. Walter, tú lo conoces tanto como yo, sabes que un Maestro femenino solo le dará alas a su retorcida imaginación. ?l tratará de doblegarla a cualquier precio —suspiró cansado, de pronto el peso de sus a?os se había vuelto tangible, oprimiéndole los hombros gastados. Pasó una mano callosa por el cabello que ya comenzaba a tornarse gris en sus patillas—. No quiero que Integra sea sometida a vivir su vida junto a un monstruo que empujará sus límites cada vez que pueda. Quiero que ella sea libre para escoger su propio destino, fuera de Hellsing y de toda esta descendencia maldita.

Walter levantó las cejas, una leve muestra de su curiosidad.

—?Y entonces, Se?or? ?qué pretende hacer con ella?

—Cuando llegue el momento —hizo una pausa, dejando que las palabras no formuladas tomaran consciencia en su interior— , voy a alejarla de esta casa.

El momento llegó apenas dos a?os después, de la mano de la sentencia irrefutable de su equipo médico: le quedaban meses de vida. Seis o siete, a lo sumo.

Era hora de poner en marcha su plan.

Su padre no había tenido problemas por el tema de la organización: tenía dos herederos varones, ambos eran buenas opciones para continuar ese oscuro legado familiar. El mayor, de mente brillante y con una vida personal menos espectacular, reconocido por ser asiduo a divertirse en el lado mundano de la vida que los nobles se negaban a admitir que visitaban —o a?oraban, mientras bebían té en graciosas tacitas de porcelana que bien podrían pertenecer a cualquier juego de mesa de alguna ni?a adinerada—; el lado ruidoso, alegre y colorido, matizado por canciones estridentes, mujeres de libre moral y botellas de licor. En sus propias palabras: el lado libre de la vida inglesa.

Y luego estaba Richard, cinco a?os menor, de ojos oscuros y una personalidad menos estridente que el rubio. La mente fría de la familia, el hombre de negocios; mientras la inteligencia de Arthur iba de la mano con su excentricidad, la de Richard reposaba en una laguna en apariencia tranquila, pero con intrincados patrones ocultos en el fondo. Richard era más ambicioso, más tranquilo y calculador de lo que su hermano mayor alguna vez fue o pudiera ser.

Los dos eran buenos candidatos para una organización secreta en la sombra de la realeza, pero fue Arthur quien finalmente la encabezó; primero porque era el mayor y segundo porque su padre había confiado —a rega?adientes— que su rápida inteligencia le serviría para resolver los problemas anormales —y abundantes— que debían cubrir.

Richard fue a estudiar al extranjero.

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Cuando la heredera de los Hellsing llegó al mundo la actividad vampírica en Inglaterra era escasa. Peque?os incidentes surgían de vez en cuando en pueblos alejados, nada de lo cual alarmarse; las tropas podían controlar el asunto sin problemas. Tanto así que Arthur pudo darse el lujo de vivir una vida en apariencia normal, dedicado a su familia y a su casa. Su hermano regresó del extranjero, su esposa falleció y Walter contrató una ni?era para que cuidara a la peque?a; la vida dentro de la mansión, aunque golpeada por la ausencia de la dulce mujer de voz suave que le había robado el corazón, siguió su rumbo inexorable durante a?os, hasta el día en que Arthur recibió la confirmación de sus sospechas: estaba desahuciado.

"Vete, Integra; sal de esta casa y, de ser posible, no regreses. Has tu vida fuera de Hellsing".

Integra desvió la mirada de la ventana cuando la voz de la azafata comunicó la prontitud del aterrizaje en la capital inglesa. En unos minutos estaría de regreso en Londres, después de seis a?os pisaría de nuevo los pasillos de su casa; abrazaría a Walter, saludaría a su tío, vería otra vez el cuadro gigante de su padre colgando en la pared de la biblioteca… Cerró los ojos, controlando la emoción que amenazaba con rebosarle las venas. Se había marchado de ese lugar luego de su muerte, él se lo había pedido encarecidamente, aferrándose a sus manos peque?as y tosiendo mientras trataba de mantener la postura sentada en la cama: "Has tu propio destino, Integra. No estás obligada a continuar ligada a esta casa. Vete, conoce el mundo y, de ser posible, no regreses a este lugar". En ese entonces no lo había entendido, todo pasaba tan rápido y era tan confuso y doloroso, ?por qué su padre quería echarla de su casa? ?acaso no la quería? Pero Walter se había encargado de resolver sus dudas con la paciencia magistral que tenía: Arthur solo quería verla feliz, sin las preocupaciones que agobiaban a la nobleza y, sobre todo, a la familia Hellsing.

—Deja que tu tío se haga cargo de eso y sé libre, Integra. Libre como tu padre hubiera deseado que fueras.

Y ella había tratado de seguir su consejo al pie de la letra. Su tío Richard había encontrado un buen colegio en el extranjero, uno donde se fue sin la intención de regresar pronto. El dinero llegaba a su cuenta en una cantidad suficiente todos los meses, podía darse el lujo de viajar y conocer, recibía las cartas regulares de Walter, y aún así… aún así había algo que la obligaba a mirar hacia atrás, hacia aquella casa enorme y vieja que aparecía en sus sue?os prometiéndole un tesoro oculto en sus cimientos. Algo que ella estaba condenada a encontrar, una pieza única y peligrosa que esperaba, paciente, a que ella regresara al hogar de su infancia.

Fue por esa sensación persistente de querer saber qué había en esa casa que tanto la llamaba que decidió viajar, de forma intempestiva y sin avisarle a nadie, el verano antes de iniciar su vida universitaria.

Walter seguramente la amonestaría por no avisarle con tiempo, y esperaba que su tío no tuviera problemas de tenerla allí. Aunque, por otro lado, esa era su casa también, y tenía todo el derecho del mundo de volver a ella cuando se le diera la gana. Aún si su padre hubiese muerto pidiéndole lo contrario.

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Estoy muy oxidada con este asunto de los fics, pero espero que se entienda un poco la idea de la historia... subiré el siguiente en unos días ;)