Canción: Rotten to the core de Sofía Carson

''Los finales del siglo XV y principios del XVI estuvieron fuertemente marcados por la inestabilidad política. En respuesta al descontento general de aquella época, los grupos cambiantes ubicados en el recién descubierto Nuevo Mundo se autoproclamaron independientes y fundaron las denominadas 'Nuevas Casas'. La Casa Drache, en ese entonces inmersa en un conflicto sobre la línea de sucesión al trono entre Ancel IV y Egmont II, no se hallaba en condiciones de hacer frente a este problema. La situación se prolongó hasta principios del siglo XIX cuando la Primera Casa de los Cambiantes reclamó su derecho a gobernar a todos los cambiantes por igual, dando inicio a la Guerra de las Casas Caídas. ''

Crónicas de los cambiantes, volumen 3

Galen miró por el rabillo del ojo cómo la verja se cerraba tras de sí.

No era la primera vez que acompa?aba a su padre a una reunión importante, de hecho lo hacía muy a menudo, pero nunca antes había puesto un pie en la casa de los Sarper.

El sendero empedrado estaba delimitado por dos hileras de setos, a ambos lados lograba distinguir las siluetas de varias estatuas, que bajo la luz de la luna, tenían un aspecto fantasmagórico. Frente a él, la figura de una gran construcción se hacía cada vez más grande. Lo raro era que no parecía tener una forma definida, al principio había creído ver tres torres, cuando se acercó un poco más parecían haber solo dos y ahora que la estructura por fin se materializaba volvieron a ser tres.

En una ocasión, su abuelo le había dicho que no debía esperar nada normal de los Saper. Galen no sabía hasta qué punto debía creerle pero la mansión que se erguía ante él parecía confirmar esas palabras. Tenía un aspecto desproporcional, como si ciertas partes hubiesen crecido de la noche a la ma?ana y la casa hubiese mutado en algo completamente irregular y deforme. A esto se le sumaban todos los balcones, gabletes y formas alabeadas de la fachada.

La vista sobrecogió a Galen.

A escasos pasos de él su padre tocó la aldaba.

–Causa una gran impresión, ?verdad? Los Sarper han vivido aquí por siglos y hasta donde yo sé no planean mudarse.

Galen no tuvo tiempo para responder, una morena encantadora, que supuso era una sirvienta, abrió la puerta y los invitó a pasar.

El interior de la casa, al igual que el exterior, se hallaba excesivamente decorado, muebles prístinos y bien lustrados atestaban el lugar, obras de arte con obscenas cantidades de color colgaban de las paredes revestidas de madera y una alfombra escarlata se extendía por el suelo.

La mujer los guió hasta un enorme comedor. Tenues rayos de luna se filtraban por los grandes ventanales, iluminando débilmente el interior. Del techo colgaba una lámpara de ara?a que proporcionaba algo más de luz. En el centro de la habitación se hallaba una gran mesa de palisandro, que bien podría estar destinada para dar cabida a banquetes enteros y al menos una docena de personas, pero tan solo dos asientos estaban ocupados.

Galen reconoció al patriarca de la familia Sarper en la cabecera. En cuantos los vio acercarse se levantó, trabó su fría mirada con la de su padre, estiró el brazo y articuló una sola palabra de bienvenida:

–Gerrisen.

Su padre le estrechó la mano y devolvió el gesto.

–Lukav.

Lukav Sarper era una de las pocas personas que se referían al rey por su nombre. Como la cabeza de la única Casa Caída que no se había extinguido por completo podía aventurarse a hacerlo.

Su atención luego se fijó en Galen, lo examinó con un frío interés y con la misma precisión le ofreció la mano. No había cambiado nada desde la última vez que lo vio (eso había sido hace seis a?os); llevaba el cabello negro impecable, sus ojos grises conservaban ese brillo glacial y su boca formaba una línea recta, dándole esa eterna expresión seria.

–Tomen asiento –la voz de Lukav estaba desprovista de emoción. Miró a la mujer que los había traído –.Myrla, ?por qué no vas y les traes algo de tomar a nuestros invitados?

Myrla asintió y se retiró.

Galen se sentó en la silla más cercana, la cual estaba al lado izquierdo de Lukav y justo al frente del asiento que ya estaba ocupado, de modo que Galen pudo echarle un mejor vistazo a la persona que estaba sentada allí. Le tomó unos instantes reconocerla puesto que Lysandra sí había cambiado desde su último encuentro. La Lysandra que tenía en frente distaba de la ni?a menuda y dientona que recordaba; había a?adido a su aspecto un par de pechos prominentes, pómulos altos y cuando le sonrió, Galen notó que no quedaba rastro de su antigua sonrisa conejil.

–Así que dime Gerrisen –prosiguió Lukav –, ?a qué le debo el placer de tu visita?

– Como ya sabrás –replicó Gerrisen –las cosas se han vuelto tensas en el Night World últimamente.

–Estoy al tanto. Según he oído los vampiros y las brujas actualmente no se hallan en buenos términos.

– ?Sabes por qué?

Lukav hablaba con voz despreocupada.

–Por lo que sé las brujas han optado por unirse a un círculo que no se acopla a la ley del Night World y a los vampiros no les ha sentado nada bien.

–Pareces bien informado–respondió Gerrisen.

–Los rumores viajan rápido –dijo Lukav.

–Entonces imagino que también estás al tanto de cuál es nuestra posición en todo este asunto.

–Sé que hasta el momento no te has pronunciado a favor de ninguno de los dos lados.

–Así es.

–Imagino que los miembros del Consejo no deben estar muy contentos. Gerrisen le dio la razón.

–No, no lo están.

– ?Y qué esperas para brindarles tu apoyo?

–Esa es la cosa Lukav –la voz de Gerrisen adquirió un tono serio –, no pienso dárselos. Lukav lo miró fijamente.

– ?Puedo preguntar por qué?

–No es ningún secreto que los cambiantes nunca hemos recibido un trato muy afable por parte de los demás miembros del Night World. No tengo ninguna razón para creer que eso vaya a cambiar aún si les damos nuestro apoyo.

–Ya veo.

Myrla apareció llevando una bandeja y repartió cuatro tazas de té para todos.

Lukav tomó la suya, arrojó un par de terrones de azúcar y empezó a mezclar con una cuchara.

–Pero aún no me has dicho por qué has venido aquí Gerrisen, y yo siempre te he tenido como una persona muy directa.

–Vine aquí para decirte que lo que supongo ya dedujiste, que voy a apoyar al Círculo del Amanecer en todo esto y también que espero que tú hagas lo mismo.

La expresión de Lukav se mantuvo intacta, resultaba imposible decir si se hallaba sorprendido o irritado.

–Las cosas se van a poner feas Lukav –continúo Gerrisen –, es mejor si las afrontamos unidos.

Se hizo un breve silencio.

–Sí, supongo que es un buen punto –dijo Lukav al fin –. Lo pensaré.

El rey frunció el ce?o.

–Apreciaría mucho que lo pienses rápido; como dijiste el Consejo no está muy contento con mi decisión e insisten en que les dé una respuesta definitiva, de hecho me dejaron saber que esperan una hasta final de mes.

–Supungo que van a estar decepcionados entonces, se oye como si estuvieran impacientes por tenerte de su lado –comentó Lukav.

–Eso parecería, ?verdad? Incluso me han estado preguntando por piedras lydd.

Lukav soltó la cuchara y sus ojos se abrieron de par en par. Se puso repentinamente de pie y dijo:

–Creo que es mejor continuar esta conversación en otra parte.

El rey lo miró sorprendido, ese tipo de reacción era extremadamente inusual en Lukav. No sabía qué podría haberlo impactado tanto pero fuera lo que fuera debía ser importante.

Se puso de pie e hizo una se?al a Galen con la cabeza para que lo siguiera pero justo en ese momento Lukav a?adió:

–Prefería que solo seamos tú y yo.

–No creo que haya nada que Galen no pueda oír –respondió Gerrisen en tono firme.

–Es algo que me gustaría discutir a solas. Estoy seguro de que Lysandra puede hacerle compa?ía.

Normalmente Gerrisen hubiese insistido pero Galen le lanzó una mirada que decía: ?Está bien?. No se sentía cómodo contradiciendo los deseos de alguien en su propia casa.

Su padre captó el mensaje y pronto desapareció tras misma la puerta por la que habían entrado junto con Lukav. Y él se quedó a solas con Lysandra.

Resultaba algo tenso estar frente a frente con Lysandra después de tanto tiempo, ya no eran unos ni?os y Galen no sabía qué se suponía que tenía que decir o si debía decir algo en absoluto. No sabiendo qué más hacer simplemente bajó la mirada hacia su taza de té, no sabía por cuánto tiempo se mantuvo así pero al parecer fue lo suficiente como para que su antigua amiga dijera:

–Te lo puedes tomar, no está envenenado.

Galen no supo qué responder. No había sido su intención ser grosero.

–Sí, claro.

Fue lo único que dijo y siguió con la vista fija en la taza. Con el pulgar empezó a delinear la cenefa que se hallaba en el borde, lo que provocó otro comentario de Lysandra.

–Son muy bonitas, ?verdad? Son de porcelana de ceniza de hueso, le sugerí a mi padre usar las de plata pero no quiso, dijo que podía tomarse como un insulto.

Plata, por supuesto. Los Sarper eran famosos por sus grandes yacimientos de plata, Galen sabía que ese había sido el factor crucial que les había permitido sobrevivir a la guerra. Pero aún así su poder original había sido diezmado y carecían de cualquier cosa que se pareciera remotamente a un ejército por lo que no habían representado ninguna amenaza para la Primera Casa de los Cambiantes en un largo tiempo. Galen también sabía que el Consejo podía ayudar a cambiar eso y que, a pesar de las palabras de unidad de su padre, ese era el verdadero motivo detrás de su visita.

Cosas de política.

–A mí no me hubiese importado –replicó.

Lysandra volvió a mostrarle su nueva y radiante sonrisa.

–Lo sé, siempre tuviste una actitud muy despreocupada.

Galen le devolvió una leve sonrisa. El ambiante se volvió ligeramente menos tenso y mirándolo bien, ese té desprendía un aroma bastante dulce y agradable. Se llevó la taza a la boca al mismo tiempo que Lysandra volvió a hablar.

–Oí que estás comprometido.

Galen se quedó tieso con la taza de té a un par de centímetros de su rostro. , respondió mentalmente, voy a casarme con una chica a la que no conozco por profecía hecha antes de que yo naciera. Pero la respuesta que le dio a Lysandra fue:

–Así es –. Adoptando un tono más firme y sereno preguntó –: ?Cómo te has enterado?

– ?Acaso no escuchaste? Los rumores viajan rápido.

–Claro.

Otro silencio se instaló entre ellos y otra vez Lysandra fue quien lo rompió.

– ?No estás algo joven para casarte?

Ahora que lo pensaba lo mejor hubiese sido haberse negado pero no había marcha atrás, así que se limitó a decir: –Puede que sí. Galen tomó su té.

– ?Tus padres lo consienten?

–Sí, lo han arreglado prácticamente todo…

Se pateó a sí mismo mentalmente. ?Arreglado?, no era la palabra indicada. Lysandra lo miró intrigada.

– ?Es un matrimonio arreglado? –Preguntó –.Pensaba que eso había dejado de hacerse hace un siglo, y parece tan descomunal viniendo de tu padre, siempre ha tenido ideas liberales.

–Sí, bueno…

Situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

Galen quería hablar sobre eso. Lysandra lo notó y trató de alivianar las cosas.

–Bueno, supongo que ya no tengo posibilidades.

A Galen le pareció ver un destello de la ni?a con la que se pasaba tardes enteras riendo. Casi había olvidado la propuesta de matrimonio que le había hecho a Lysandra a los doce a?os. Una parte de él se preguntó vagamente cómo resultaría ese matrimonio. Su abuelo no lo hubiese aprobado; al viejo Gelassen le hubiese dado un infarto si se hubiese enterado de que su nieto había contemplado (brevemente) tomar a una Sarper como esposa. Sus labios formaron una sonrisa que no era del todo falsa. Después de todo, ?a quién no disfrutaba con los inocentes recuerdos de la infancia? Además, Galen nunca había tenido problema con reírse de sí mismo.

La peque?a broma había surtido efecto. Lysandra cambió definitivamente de tema.

– ?Te quedarás aquí por un mucho tiempo?

–No lo sé –respondió Galen con toda sinceridad.

–Bueno, se me ocurría que tal vez podrías darle un vistazo a los jardines, apuesto a que has escuchado sobre ellos.

–Me han dicho que son muy bonitos.

–Es cierto –dijo Lysandra con orgullo –, son la alegría de mi abuela. Y también son muy espaciosos, ideales para dar un paseo.

Lo dijo de un modo tan ambiguo que Galen no sabía si se refería a un simple paseo como criaturas de dos piernas.

–Es algo tarde –se?aló.

–Eso no es problema –replicó Lysandra –, ?tienes buena visión nocturna?

–En realidad no.

– ?Animal diurno?

Galen bajó la vista.

–No precisamente.

– ?Entonces?

Galen calló y dejó que su silencio hablara por sí mismo.

– ?Aún no has decidido?

Negó con la cabeza. Los ojos azul grisáceo lo examinaron. No le extra?ó, la mayoría de las personas se sorprendían al enterarse de que a su edad, él aún no tenía claro qué quería ser.

–Bueno, si fuera tú también me lo pensaría con cuidado –le dijo –. Puedes arrepentirte y quedarte atrapado en una forma que odias por el resto de tu vida.

Lysandra tomó un sorbo de té.

– ?Tienes alguna idea de lo que te gustaría ser por lo menos?

Meditó la pregunta.

–Tal vez algo con alas.

–Deberías elegir algo que tenga veneno, mi abuelo siempre ha dicho que es la mejor arma.

Lo dijo con toda naturalidad, completamente ajena a cuán perturbador sonaba.

–Si yo pudiera elegir, elegiría lo mismo que soy ahora, no puedo verme a mí misma como algo distinto.

Por supuesto que no. Ella había nacido con una forma definida, obviamente no sabía lo que se sentía ser algo más. A él, ser una serpiente no le resultaba muy atrayente, no le gustaba la idea de tener que arrastrarse.

Lysandra clavó los ojos en la puerta por la que habían salido sus padres.

– ?Crees que tarden mucho?

–No lo sé –contestó Galen –. Ni siquiera sé de qué estarán hablando.

Lysandra lo miró intrigada.

– ?No te haces ni siquiera una idea?

Galen negó con la cabeza.

Su compa?era se mordió el labio, obviamente el tema le interesaba. Galen contempló mentalmente a Lukav con los ojos bien abiertos, llenos de sorpresa y algo más, un sentimiento del que solo alcanzó a ver un destello y que no podía clasificar. ?Qué le había impresionado tanto? Las piedras lydd no eran la gran cosa, al menos ya no; en tiempos lejanos supuestamente eran capaces de incrementar las habilidades de su usuario hasta límites insospechados pero esas facultades (si es que alguna vez las tuvieron) habían desaparecido, haciendo a las piedras prácticamente inservibles.

– ?Y tú? –se aventuró a inquirir el príncipe.

–Pues…no la verdad no se me ocurre nada, me pregunto qué hizo a papá reaccionar de esa forma.

–Me parece que fue la mención de las piedras lydd –se?aló sutilmente Galen. – ?Eso no te dice nada?

–Bueno, hay algo –guardó silencio unos momentos, sin previo aviso se levantó y preguntó –: ?quieres que te lo muestre?

...

La gruesa puerta de madera se cerró con un leve crujido.

Gerrisen ya estaba familiarizado con la habitación espantosamente barroca en la que se encontraba, la conocía como el estudio de Lukav, quien por cierto, aún no se había recobrado del todo de la repentina impresión que le sobrevino en el comedor. Aún quedaba restos de algo muy parecido a la inquietud en su rostro.

–?Para qué me has traído aquí Lukav? –Preguntó sin rodeos.

Sus papeles se habían invertido.

–Lo de las piedras lydd –dijo –?lo decías en serio?

–Claro que lo dije en serio.

–?Sabes para qué las querían?

–No creo que importe, no son más que rocas inútiles después de todo.

Lukav quedó absorto por un instante, luego dijo:

–Hace no mucho tiempo algunos miembros del Consejo quisieron comprarme algunos ossitorios, obviamente me negé pero lo encontré sumamente raro.

La primera pregunta que acudió a la mente del rey fue por qué alguien aún guardaría esas cosas pero se contuvo de decirlo en voz alta. A estas alturas ya debería haberse acostumbrado a las excentricidades de los Sarper.

–?A dónde quieres llegar Lukav?

Los cantos del prado.

El rey lo miró incrédulo.

–?Te refieres a esa vieja y semi olvidada rima infantil? –Preguntó, tratando vagamente de recordar la letra.

Lukav asintió de una manera casi imperceptible.

Ve por una piedra; trae carne, trae huesos –citó Lukav sin ningún tipo de ritmo –; los viejos ya están despiertos. ?Sabes lo que significa?

Podían haber pasado a?os desde la última vez que el rey había escuchado esa rima pero no ningún tonto y supo interpretar la letra correctamente.

–Dragones –murmuró como si la palabra en sí fuese poderosa.

–Trata sobre su despertar –dijo Lukav con su usual calma de vuelta –, ve por una piedra, trae huesos…

–Es solo un juego de ni?os –se?aló Gerrisen.

–?Debemos tomarlo como una simple coincidencia entonces?

–No he dicho eso –respondió Gerrisen –simplemente me parece algo exagerado.

Por un segundo los labios de Lukav dieron la impresión de alzarse un milímetro, formando una sonrisa.

–Bueno, ?y qué puede considerarse una exageración en estos momentos? –Inquirió Luka y luego agregó –. Lo dices porque a ti te gusta jugar limpio Gerrisen, pero me parece que a tus amigos del Consejo no. Tú los conoces mejor que yo, ?qué tan lejos crees que irán para conseguir lo que quieren? Especialmente ahora que su preciada sociedad se cae a pedazos.

Las palabras de Lukav resultaban más ciertas de lo que a Gerrisen le hubiese gustado admitir. ?l había lidiado con los Antiguos lo suficiente como para saber que no existía algo así como un código de ética entre ellos pero sí tenían sus anticuadas creencias estaban bien arraigadas, en más de una ocasión había presenciado como las ponían por encima de los propios lazos sanguíneos. En su última entrevista con ellos le habían dejado bien en claro que si llegaban a ponerle las manos encima de una Potencia Salvaje el plan era destruirla, para no correr riesgos, con una sola bastaba, eso dijeron. Y luego Thierry Descoudres le comunicó sus sopechas sobre la identidad de la cuarta Potencia…

Gerrisen sacudió la cabeza.

–No podemos basar nuestros movimientos en una vieja rima.

De nuevo, una fugaz sonrisa apareció en el rostro de Lukav.

–No esperaba que lo hicieras, eres demasiado sensato para eso.

Era cierto, Gerrisen Drache era el tipo de person que pensaba muy bien las cosas antes de tomar un decisión.

–En cualquier caso tomaré en cuenta tu…suposición –dijo el rey.

Lukav no respondió. Ninguno de los dos hombres lo dijo, pero ambos sabían que la reunión había terminado.

...

Galen penetró en la peque?a habitación, estaba mal iluminada pero alcanzó a ver una alfombra blanca en el centro del piso y algunas mesitas.

Lysandra se?aló a la vitrina semi oculta en un rincón.

–Aquí están.

Galen se acercó para ver lo que se hallaba detrás del vidrio; eran peque?os frascos de distintos colores, todos con exquisitos ornamentos plateados.

–?Qué son? –Preguntó.

–Ossitorios –. Respondió Lysandra con naturalidad.

Un escalofrío le recorrío la espalda. Esa antigua tradición de guardar los huesos de familiares muertos en frascos siempre le había parecido grotesca. Galen procuró que su rostro no refejase sus sentimientos. Aparentement no hizo un buen trabajo puesto que Lysandra le dijo:

–Todos son del siglo pasado, no tenemos ninguno reciente en caso de que te lo preguntes.

Avergonzado, Galen desvió los ojos de la vitrina y preguntó:

–?Del siglo pasado dices?

Lysandra asintió.

–Así es, y de mucho antes, según mi abuelo, alguno de estos frascos contiene huesos de dragón.

Galen examinó los frascos más de cerca.

–No sé si debería creerle –prosiguió –, nadie ha abierto uno en a?os, además, eso fue lo que le dijo su abuelo, figurate cuanto tiempo ha pasado desde eso.

Lysandra se apartó de su la observó acercarse a una de las mesas y darle un peque?o vistazo al florero con iris secos. Sin más, Lysandra tomó las flores con un rápido y (así lo pensó Galen) brusco moviemiento.

–Estas están secas –anunció –, necesitamos nuevas.

Algo se revolvió dentro de Galen, por alguna razón aquella escena no le agradó.

–Bueno, pues–dijo, tratando de deshacerse de esa sensación –parecen artefactos interesantes pero no entiendo qué tienen que ver con las piedras lydd.

–Oh sí –replicó Lysandra –, pues veras, hay una rima…

No terminó la frase, un leve sonido que provenía del comedor la interrumpió.

–Creo que ya te vas.

Más sonidos que Galen logró clasificar como pasos se oyeron en el comedor (lo cual no era raro ya que la habitación a la que lo había guiado Lysandra quedaba detrás de éste).

–Sí –murmuró Galen.

Ambos salieron de la habitación en silencio.

Su padre pareció sorprendido de verlo aparecer de la parte trasera del comedor pero no dijo nada. No le hizo falta decir que ya era hora de irse.

Galen se despidió cortésmente de padre e hija.

Durante todo ese tiempo la desagradable sensación que había tenido en esa peque?a habitación prevaleció. Galen se esforzó por encontrar el origen de la misma, ?qué era lo que le molestaba? ?Aquellos frascos macabros con huesos dentro? No, no era eso, su vista no había sido de su agrado pero no le había afectado demasiado. ?La vista de esa enorme mesa solitaria con tan solo dos ocupantes? Tampoco, esa escena generaba más bien una sensación de vacío. ?Entonces qué…? Una imagen se formó en su cabeza, era Lysandra o más bien su peque?o pu?o sosteniendo firmemente a esas flores moribundas. Sí, eso era. ?Pero, por qué le molestaba? Había algo, un sentimiento que aquella imagen le transmitía, ?qué era?

Implacabilidad, eso era. Es a imagen de largos y finos dedos enroscados sobre los frágiles tallos gritaba severidad.

Le resultó difícil relacionar esas palabras con la imagen de Lysandra que conservaba, esa ni?a tímida con la que solía jugar a las escondidas. Pero su amiga había cambiado como ya había tenido la ocasión de comprobrar.

Suspiró. Si fuese quisquilloso Galen hubiese pensado que la acción de Lysandra había sido un gesto simbólico pero no lo era por lo que no tenía por qué estar sacando ese tipo de conclusiones. Después de todo los iris estaban secos y naturalmente había que cambiarlos.

Aún así esa molesta sensación lo acompa?ó durante todo el trayecto de vuelta. Tan solo cuando empezó a descender por el camino empedrado el sentimiento se atenúo hasta desaparecer completamente una vez que pasó la verja.

Galen no miró atrás pero mientras se alejaba se preguntó si dejaba atrás a una vieja amiga o … algo más.

-Hola! Este es el primer fic que escribo de este fandom, me ha tomado un rato pero por fin lo completé y espero que haya sido bueno. No sé si haya alguien por aquí habla espa?ol pero en caso de que lo haya seguiré escribiendo :P.

Imagino que se preguntarán (si alguien lee esto) por qué he puesto el título de una canción al principio, bueno es porque he decidido basar este fic en otro que vi en el fandom de los juegos del hambre. Se trata de poner tu Ipod en modo aleatorio y escribir una historia en base a la canción que te toque, me parecío sumamente interesante por lo que he decido hacerlo yo también.

Hasta la próxima.