Capítulo 19: Adiós

"AMOLAD no me pertenece, es propiedad de The Snipster"

Frannie, la gerente de la agencia, estaba a punto de cerrar su oficina para ir a comer, los últimos guías estaban despidiéndose de ella, quien les daba un afectuoso saludo, cuando un Mercedes Benz rojo arrojó a toda velocidad el cuerpo golpeado de un hombre frente al establecimiento alertando a los transeúntes quienes sorprendidos se acercaron a curiosear; la mujer llamó desde su móvil a la policía y sus empleados a una ambulancia, uno de ellos se acercó a ver quién era el herido, ella se percató con horror que se trataba del se?or Vega, el due?o de la agencia, uno de los guías reviso su pulso, la mano inerte y el tono violáceo de la piel fue suficiente para que Frannie lanzara un gemido de horror, solo esperarían la ambulancia.

Eran ya casi las tres de la tarde en aquel hospital de Johannesburgo, Maeda decidió tomar un bocadillo mientras se encontraba en su hora de comida, caminaba frente a la barra de alimentos observando las cosas que ofrecía aquel comedor, volteando hacia atrás una imagen robo por completo su atención, sentada en una mesa con un vaso de café en la mano, se encontraba Vania Vega, la doctora torció el gesto, la chica era atractiva, sí, pero también era un dolor en el culo; procedía a ignorarla y regresar a los alimentos cuando la chica de cabellos negros recibió una llamada, al contestarla conforme transcurría la conversación su cara paso de su mueca habitual a una de completa desolación; Maia pudo observar como la joven se desmorono en su asiento.

Sin meditarlo la doctora mando su comida al diablo y se acercó a ella, quien se cubrió la cara con las manos en sollozos quedos e ignoraba por completo que no estaba sola.

— Vega, ?estás bien? — Maia le puso un brazo en el hombro, la pregunta era tonta pero necesaria, la chica hipeaba en llanto, ver a esa mujer perder la compostura era extra?o, los ojos violetas la vieron con detenimiento y sin saber cómo ella se aferró a sus brazos.

— Mi padre acaba de fallecer — susurro cerca de su oído, las lágrimas de ella empapaban la bata del médico, Maeda lanzo un suspiro y le dio un abrazo de consuelo. Perder un ser querido no era lo mejor, ella lo sabía en carne propia. — No sé porque lloró, su fortuna será mía; soy libre de sus críticas, pero duele.

— Eso prueba que aun eres más que una engreída e insufrible — le dijo Maia, dándole una palmada en la espalda como consuelo, Vega soltó un respingo ante el contacto.

— No eres buena dando consuelo — se burló la joven aun con lágrimas en sus ojos, la médica sonrió, no era buena consolando de manera afectiva, era fría y sin sentimientos con algunos pacientes excepto Splinder, por ser su amigo de la infancia.

— Te doy un premio por la observación del siglo Vega — Maia se hizo para atrás, quitándola de su hombro pero sin soltarla del todo, pudo observar con detenimiento los orbes amatista que a un tenían humedad por el llanto, definitivamente la mujer era de su tipo, si no fuera por esa maldita lengua que cargaba.

— Gracias por servir de apoyo — la morena se limpió las lágrimas y tomó de nuevo ese aire de superioridad; un breve instante de debilidad no era algo que una Vega pudiera tener — ?cuándo saldrá de aquí Splinder?

— En unas horas será trasladado a otro hospital, ?supongo que tú regresaras a velar a tu padre? — la pregunta fue casual, pero la mirada de Vega reflejaba que eso no estaba en sus planes.

— Tengo que cerrar el trato con Ithiel, no está en mis planes irme... no me mires así, mi padre no era muy de protocolos y mi madre debe de encontrarse en Milán, hartándose de ropa — la simple frase reflejo como la vida de lujos no siempre era de felicidad, Maeda negó con la cabeza y le dio un espacio, dejarla unos minutos tranquila era lo mejor, ella no tenía por qué consolarla ya que ambas ni siquiera eran amigas, pero la mano de Vega se aferró en su bata cuando se disponía a irse de la mesa.

—Vega, pensé… que deseabas estar tranquila — aclaró Maia, los ojos de Vania recorrían los suyos, sonrojada se dio cuenta que la había detenido en un arrebato, para Maeda eso lucia adorable.

— Tengo que hablar con alguien, si me quedo sola… me volveré loca en llanto — confesó con simpleza, los ojos de Maia se abrieron sorprendidos, tal vez la joven no era lo que aparentaba ante todos, quizá la decoración de su apariencia no era más que una máscara, sonriéndole le dijo.

— Supongo que puedo comer contigo, muero de hambre — dijo con pereza la médica; ambas morenas tenían una charla trivial, la doctora compro algo de comida, la socialité la acompa?aba; Vega guardaba las preocupaciones de su futuro, al menos la presencia de Maeda servía para olvidar sus propios problemas.

Des Aeva caminaba rumbo al hotel, dolido era poco, sentía una furia consigo mismo y rencor hacia lo que el destino le había dado en esos instantes. Ya no lloraba, tenía que ser fuerte, meditar en que le depararía el porvenir, Leo estaba mal herido, le tomaría meses recuperarse de ese accidente, y él había abandonado la cafetería, la situación financiera y emocional no estaba nada favorable. La angustia lo atosigaba, ?qué pasaría si Splinder no le perdonaba?, si el moreno lo rechazaba por celos no tendría por qué seguir, sacudió ese pensamiento abrupto de su mente.

Entre esos pensamientos, perdió el camino a su destino, cuando miro la calle se dio cuenta que había llegado a un lugar lleno de restaurantes, con resignación se percató que solo tenía en su bolsillo las llaves que le dio Lou y su carnet de identificación, por las prisas no tomo algo de efectivo, intentado encontrar el camino de regreso se topó con un grupo de personas conocidas a lo lejos, Madd y William tenían una pelea verbal en un idioma que Aeva no conocía, después de unos minutos el joven que se parecía a él y Tomás llegaron.

— Ithiel, decidimos que iremos a terminar unos negocios en mi país— explico el británico, la cara del rubio era de pánico, pero Ithiel aceptó; entendía que su hermano requería espacio y sabía que con William estaba en buenas manos.

— No me molesta William, al contrario… me parece estupendo que huyan de aquí — confeso Ithiel, la mirada de Madd fue de sorpresa, esperaba un rega?o por parte de su sobreprotector hermano.

— Nick volvió, ?no es así? — la pregunta de Madd no extra?o a su hermano, siempre había sido demasiado perspicaz.

— Sí, el malnacido vendrá por mí, así que William sabes que hacer en caso de que me pase algo malo, los papeles están en orden y necesito que antes de que se larguen arregles lo del joven Splinder, quiero que cierres el negocio con Vega — las palabras eran órdenes precisas que William apuntaba en su móvil, por más confianza que tuvieren, el puesto de secretario de Ithiel no dejaba de ser su trabajo.

— ?Te vas a entregar a ese imbécil? — el reclamó latía en esa pregunta — voy a matarte Tomás ?es tú culpa! —. Madd se acercó a golpear a Tomas por segunda vez, pero una mano lo detuvo, al voltear se dio cuenta de que era el joven que se parecía a su hermano, al parecer era más fuerte de lo que pensaba.

— Aeva, ?que sorpresa! No imaginaba que te gustara escuchar planes ajenos — la voz de Ithiel era sarcástica, Des solo lo observó confundido, comprendía que este y Tomas tenían algún tipo de relación, que no era precisamente de amigos.

— Escuche el nombre de mi pareja, es normal que me inmiscuya en el asunto — Des estaba a la defensiva, las miradas ambarinas se medían una a otra, Tomás observaba el inminente enfrentamiento.

Ithiel dio un resoplido molesto, debía de solucionar las cosas en el hospital y sobre todo, deshacerse de la sensación de molestia que tenía con Aeva, pero que Tomás aun suspirara por ese hombre no le ponía nada contento.

— Des, creo que te debo una explicación de la situación actual en la que se encuentran tú y Leo, las cosas no son tan sencillas — explico Ithiel ante la cara de preocupación del aludido.

Leo ya había sido trasladado a una habitación particular, un lujo del que no todos podían disfrutar en aquel hospital con cuartos compartidos y pésimas instalaciones, que Ithiel lo protegiera, significaba lo mejor en ese inhóspito lugar. A su lado estaba Maia y Lourdes, esta última intentaba hacer entender al moreno, que Des no había hecho nada malo.

— Leo, por favor…hace menos de un a?o, estabas arrepentido de tus celos hacia Des, el casi muere y ahora por un milagro del creador está aquí, enserio vas a echar todo por la borda por una idea tonta — Lourdes sonaba persistente, Leo aún tenía los ojos rojos por haber llorado después de que Des había partido de la habitación anterior.

La nueva habitación contaba con un modesto televisor y un sillón para las visitas, mientras Lourdes intentaba convencer a Leo de la situación con Des, una noticia en la pantalla, los hizo callar a ambos.

— En noticias internacionales, una serie de atracos se han propagado en la zona turística de París, un grupo delictivo conocido como "los blights" se encuentra amenazando a due?os de los negocios, registrándose da?os en la "Relojería Druven" y el desmantelamiento de un popular café conocido como "Ardent", además de que se sospecha que la muerte del conocido empresario de la zona Albert Vega, está ligada con esta ola de delincuencia — la presentadora de aquel canal de noticias mostraba en pantalla los videos de lo que quedaba de la hermosa cafetería de Des, así como la foto del due?o de la agencia donde trabajaba Leo.

— ?No puede ser! —exclamó Lou, llevándose ambas manos en la boca, el rostro de Leo se veía pálido. Por un momento dudó de lo que contaba Aeva, pero ahora entendía las palabras de su peque?a amiga, la morena decidió llamar a August, temía por la seguridad de su pareja y el bar.

En camino de nuevo al hospital, Aeva se encontraba en un vehículo manejado por Tomás, a su lado en el asiento de la parte de atrás de aquel jeep, Ithiel no le quitaba los ojos de encima a su "clon".

— ?Te hizo algún da?o? — preguntó de pronto el rubio, ante la mirada sorprendida de Aeva, este recordó toda la pesadilla que vivía en aquel lugar.

— Si, solo casi me mata… me tuvo drogado, me torturo, tuve un intento de violación y después me acuchillo en la pierna — ante el tono sarcástico de esas palabras Tomás cada vez se sentía más y más culpable.

— Entiendo… hay una razón por la que llevo el cabello largo, Des — quitándose aquella mascada morada del cuello, Ithiel se hizo a un lado el abundante cabello, dejando ver la parte de atrás de su nuca, unas marcas de laceraciones se reflejaban en su espalda.

Des se cubrió la boca espantado, por la devoción en las palabras de Nicholas se imaginaba que el ambarino vivía en un lecho de rosas a su lado. Al parecer la vida de Ithiel fue un infierno a su lado.

— Nick está loco, la droga y los celos lo trastornaron, es un hombre enfermo de poder y tú y yo somos sus mu?ecas en este momento, ahora que sabe de nuestro parecido intentara quedarse con ambos… entiendes Aeva, tu vida aun corre peligro — explicó con una calma aterradora el rubio, Des tragó seco ante esas palabras.

— No puede ser, ?Yo no tengo nada que ver en esto! — gritó furioso.

— Supongo que tienes razón Des — sonrió con cinismo Ithiel — Pero… ahora estas dentro de este juego de poder, tengo un plan para ti y Leo, ustedes serán trasladados a Inglaterra con mi hermano y asistente — se burló el rubio ante la mirada escéptica del otro.

— ?Qué pasara con Lourdes? — murmuro Des.

— Ella regresara a su patria — le contesto fríamente el rubio—. Piénsalo Des, al menos acepta esconderte por un tiempo en Inglaterra, regresar a Francia sin que Nicholas este preso o muerto es un riesgo para ambos — sentenció Ithiel — Si me permites tengo un trato que cerrar con Vega.

El Jeep se internó dentro de aquel estacionamiento subterráneo, cuando Tomás aparco cerca de William y Madd, quienes esperaban al rubio en aquel lugar, este bajo del auto y se dirigió con paso firme con Vania Vega quien lucía demacrada ante los ojos de Des, unos papeles fueron entregados, la chica los observo, asintió con la cabeza y los firmó, para después darle la mano a Ithiel y marcharse de ahí con un juego de los mismo.

Después de cerrar el trato, Ithiel le da un breve abrazo a Madd y a su asistente; Tomás observa la mirada de tristeza del rubio, quien tiene que dejar ir a su única familia, este resignado camina de regreso con Des y el suizo, mientras el deportivo se aleja de ahí con la pareja a bordo.

— Tenemos que hablar con Splinder, dejarle claro cuál será su proceso de escape, Aeva — ordenó Ithiel con tono autoritario, sin estar muy convencido tanto Des como Tomás siguieron al rubio subir las escaleras que llevaban al interior del hospital, el personal de aquel lugar ya no los miraba, se había acostumbrado a la presencia de ese trio de extranjeros tan llamativos.

Splinder estaba siendo revisado por una enfermera cuando Ithiel abrió la puerta, si pedir permiso de pasar, despidió a la enfermera de ahí.

— Se?orita, tenemos que hablar con este hombre, ?retírese, por favor! — la chica tomo sus cosas y se fue, el rumor de quien era ese sujeto había sido esparcido como pólvora.

Leo observo al rubio que se parecía tanto a Aeva, detrás de él Des se encontraba expectante y a un lado de su pareja un hombre de ojos azules lo miraba, no basto hacer conjeturas, ante él tenía a Tomás.

— ?No quiero saber de ustedes! — gritó, hacerlo le costaba un trabajo infernal, pero aún seguía indignado con Aeva.

— Leo… — el susurro ahogado de Des conmovió a una persona.

Sin saber que paso por su mente en ese momento, sin entender porque actuó de la manera en que lo hizo, Tomás estaba furioso con aquel sujeto de ojos Chartreuse, ?cómo era posible que le hiciera eso a Des?

Dando dos zancadas tomo a Leo de la bata de hospital y lo obligó a mirarlo a los ojos, Ithiel y Aeva intentaron quitarlo de ahí; las maquinas pitaron alteradas, Splinder al verlo de cerca aprovechó el brazo bueno y lo sujeto también.

— ?Escucha Idiota! — grito Tomás a Leo, ambos rostros furiosos, el de Leo haciendo un esfuerzo para ocultar su dolor, el de Tomás conteniendo la ira para no matarlo — ?Des te ama a ti!, ?el casi muere!, No te atrevas a despreciarlo frente a mí

Ithiel se aferró a la espalda de Tomás, pero no tenía fuerza suficiente para quitarlo, Des intentaba hacer lo mismo con Splinder, pero no podía hacerlo sin lastimarlo; Maia entro al oír todo el alboroto y al ver que el suizo había perdido el control, la puso furiosa, ayudando a Ithiel y Des jaló al hombre de casi dos metros afuera.

— ?Suéltalo Maia! ?Déjame matar a este imbécil! — grito Splinder, para después caer en un acceso de tos que obligo que soltara a Tomás, el cual fue arrastrado por Maia, quien solo quería matar a semejante pelele.

— Leo, ?te encuentras bien? — pregunto preocupado Aeva, acercándose a su pareja quien le aparto su mano molesto, Des lo miró dolido.

— Escucha Splinder, estoy harto de la actitud que haz tomando — le reclamó Ithiel al ver el comportamiento infantil del moreno — Tomás tiene razón en algo, Aeva te ama, la vida de ambos corre peligro aun…

Leo miro la expresión dolida de su pareja, Lourdes tenía razón al igual que ese par de desconocidos, Aeva estaba ahí para él, su vida había se había puesto en riesgo y por algún milagro del creador este se encontraba a su lado, el tiempo no sería tan benévolo, no debía desperdiciar los momentos juntos, al menos no por un enojo infantil.

—…sé a qué te refieres — murmuro Splinder, la mirada de este se dirigió a la llorosa de Des, tenía que darle esa mala noticia — la cafetería…está destruida.

— ?No! — el gritó ahogado de Des le rompió el corazón a Leo, este comenzó a llorar, su sue?o y trabajo de tantos a?os había acabado de una horrible manera, el moreno apretó la mano de su contrario para trasmitirle fuerza.

— Quiero ayudarles, mi intención no es que pasen penurias — explicó Ithiel, sentándose frente a ellos — Leo, quiero que seas parte del proyecto con Vega, serás el encargado de todos esos viajes cuando estés recuperado totalmente, yo costeare todo lo relacionado a las terapias en Inglaterra, trabajaras en conjunto con William y mi hermano Madd.

Leo abrió los ojos sorprendidos ante esa propuesta, pensó que después de lo relacionado con su accidente no tendría la oportunidad de seguir en la agencia.

— Eso sería genial, G-gracias— tartamudeo un poco al decirlo.

— Y Des, no te preocupes por la cafetería, en cuanto esto termine estará tal cual la desees, dejare algo de dinero para la reconstrucción de la misma.

— Ithiel ?qué hay de ti? — preguntó Des, comprendiendo que él no se había mencionado en toda la conversación.

— Yo… Des, ?acaso te importa?, les estoy dando el escape a sus problemas, es culpa mía y de Tomás que estés en esta situación — le dijo el rubio dándole una sonrisa triste — Tómalo como una indemnización, espero que con esto ambos continúen.

Leo miro a Aeva, las cosas que les esperaban eran difíciles, tenía que recuperarse de sus heridas y ayudar a su novio a reconstruir su hogar. Se sentía dolido por las mentiras y enga?os, pero no quería perderlo.

— Des, lamento haber reaccionado así contigo, tú no eres el culpable de la situación — murmuro Leo, apretando contra su pecho la mano temblorosa de Aeva, la mirada fija en sus ojos ámbar para darle algo de tranquilidad; Des se limpió las lágrimas, Splinder lo había perdonado.

— Eso es, me agrada verlos un poco más tranquilos… tenemos que trasladar a Leo en la noche a Inglaterra, ya hable con Maia, con el equipo adecuado no habrá problemas para su salud — murmuro Ithiel antes de salir de aquel cuarto, Aeva lo siguió y lo tomo por el brazo.

— Ithiel… esto se está tornado apresurado — el rubio lo miro aun con furia — te agradezco todo esto, pero… tiene que ser tan rápido.

— Nick viene para acá, mientras más lejos estén tú y Leo habrá menos da?os colaterales, no salgas del hospital solo Des — le ordeno Ithiel, soltándose del agarre del otro y caminando con paso digno.

Maia soltó a Tomás una vez que ambos estuvieron fuera de la habitación, este se había calmado, solo recibió un rega?o por parte de la médica.

— ?Porque todos se comportan como lunáticos! — reclamó Maia, alejándose del joven.

Respirando para calmarse Tomás medito su acción, lo que había hecho era sumamente estúpido, debía de preocuparse con la situación de Nicholas, no sobre la relación con Des y Leo. Decidió esperar a Ithiel en aquel pasillo, lo observo ser detenido por Aeva y entablar una conversación, después de que Ithiel se soltara se dirigió a él.

— Tenemos que irnos a hablar con Lourdes, nos llevó más tiempo del previsto, son casi las cinco de la tarde y estoy cansado Tomás — le dijo con una sonrisa, el suizo asintió y ambos partieron de ahí.

Des entro en la habitación y observo a su novio, Maeda venía detrás de él, después de haber visto que Ithiel y Tomás se marchaban, ella y otros dos médicos debían trasladar a Leo a Inglaterra, sabía que en su patria podrían ayudar a Splinder con mejores aparatos y cuidados más especializados.

— Des, tenemos que preparar a Leo — le dijo la doctora, la cara de Aeva fue de sorpresa.

— Tan pronto… pensé que sería más tarde su traslado — murmuro apenado.

— Tenemos solo dos horas, fueron ordenes de Ithiel, una ambulancia aérea se encuentra cerca, ambos partirán esta misma tarde a Inglaterra, al Royal Brompton Hospital, Leo estará en las mejores manos — comento la médica.

— Gracias Doctora, por usted… Leo sigue aquí conmigo — las palabras de Des, conmovieron un poco a Maia, la cual extendió su mano, Aeva la estrecho, dejando atrás aquella enemistad que ambos tenían.

Leo estaba apacible, una vez que Maeda se acercó a él para verificar los aparatos Splinder, le pidió que se acercara.

— Maia, muchas gracias — le dio una cálida sonrisa, que causo que la Medica sonriera, después de terminar de preparar todo, los enfermeros llevaron la camilla de Splinder a la ambulancia, Des iba tras de ellos, la doctora dio un suspiro al ver aquella habitación vacía. Definitivamente esperaba poder ver a Leo y su pareja en otras circunstancias.

La morena estaba más tranquila después de comprobar que August estuviera bien, no hubiera soportado que algo malo le pasare, sentada afuera de aquel hospital tomando un poco de aire fresco, hubiera preferido conocer ese país sin el pesar que cargaba, dos hombres la arribaron, uno era el rubio tan parecido a su amigo, el segundo era el suizo que se había ganado su afecto.

— Se?orita Lovelance— la llamó Ithiel, sacando un par de boletos de su bolsillo se los tendió a la chica— Su vuelo de regreso a París.

— Se?or Ethan, no debió molestarse, aún tengo dinero — dijo la chica, intentando regresar aquellos boletos.

— No hay peros, quería agradecerle su intervención, sería otra historia si usted no hubiera mencionado a Tomás — le explico el rubio, tomando su móvil le mostro una foto a la chica — llegando a Paris, debe acudir a este lugar.

— ?Una funeraria? — preguntó la chica algo perturbada por la petición.

— Te entregara las cenizas de su amiga… lamento que haya pasado eso con ella — dijo Ithiel seriamente — es lo más digno que pude hacer por ella, mis hombres salvaron su cadáver y un amigo la tiene en resguardo, solo mencione su nombre y él te dará la urna.

Lourdes le dio un abrazo a Ithiel, lagrimas corrían por sus mejillas, Tomás se sintió conmovido, en verdad que el rubio estaba tomando más atribuciones de las que tenía responsabilidad.

—Gracias — le dijo la morena tomando de su mano los boletos, se puso de pie frente a Tomás y les dio un abrazo también al suizo, el cual se agacho para poder estrecharla con fuerza.

— Tomás… no dejes que se escape — susurro cerca de su oído, provocando un sonrojo por parte del aludido, ella le dio una sonrisa a ambos y se marchó al ver que los boletos eran para esa noche.

— Te estas librando de todos Ithiel — murmuro Tomás provocando un sonrojo en el rubio — ?Cuándo te libraras de mí?

Ithiel se acercó peligrosamente a Tomás y poniendo su mano en el pecho de este murmuro

— Alaskmi nos llevara a mi hogar, es un último favor que tuve que pedirle, debido a que William está en camino con Madd a Inglaterra— la sonrisa que le dio a Tomás esperaba que fuera su única respuesta.

El suizo le dio el brazo en un acto de caballerosidad, ambos caminaban a la salida de aquel nosocomio y observaron la camilla en la que era trasladado Leo, detrás de él Des iba acompa?ado de Lourdes, esta le dio un breve abrazo de despedida. Tomás cruzo su mirada con Aeva, el cual solo lo ignoro, era justo, el joven jamás le perdonaría todo lo ocurrido.

— Des estará bien… deberías preocuparte por nosotros, Nicholas vendrá por ti y por mí — comento con un tono amargo Ithiel, Tomás se quedó en silencio ante aquello, caminaron hacia su Jeep, esta vez Ithiel conducía; dirigiéndose al helipuerto de su amigo, el joven poseía el mismo disfraz con el cual había recibido al suizo y a Aeva después del rescate.

— Gracias por ayudarme de nuevo — le agradeció Ithiel, quien subió a su helicóptero mientras Tomás hacia lo mismo, ambos se ponían los cinturones, Alaskmi tomó el mando del vehículo.

— El placer es mío… se?or— la voz de ese hombre aun le causaba escalofríos a Tomás, no le daba buena espina, pero si Ithiel confiaba en él, no podría hacer mucho.

Tardaron poco menos de media hora, el sol se escondía en el horizonte, la mansión de Ithiel era majestuosa, pero un presentimiento en el pecho del suizo no lo dejaba tranquilo, el helicóptero se estaciono en el amplio jardín dispuesto para ello.

— A este lugar solo puedes llegar por medio de un avión o helicóptero — le explico Ithiel bajando de aquel aparato, Tomás aún se sentía intranquilo, pero ignoro la sensación.

— ?Estamos seguros?— preguntó el suizo, Ithiel solo asintió, notaba la desconfianza de su invitado, pero debía calmarlo.

— Nadie conoce la ubicación exacta, generalmente William traía poca gente, solo Alaskmi y ahora tú conocen el camino — mirando al de cabellos blancos, Ithiel le brindo un gesto amable. Este se despidió a la distancia y subió de nuevo al helicóptero.

— Tienes guardia o algún personal de seguridad — preguntó Tomás, mientras seguía al rubio por el camino empedrado de aquella mansión

— Si, alrededor de diez hombres, son los encargados de protegerme — ambos entraron a la impresionante construcción de paredes blanca, Tomás sintió un escalofrió recorrer su piel, la mano de Ithiel se aferró a la suya.

— Ithiel… hay que salir de aquí — soltó de pronto Tomás — Esto no me agrada.

— ?De qué hablas? — Pregunto extra?ado — no seas tonto Tom… estamos seguros.

Ithiel se sentía incómodo, pero no había notado ninguna se?al al estar absorto en el suizo, no vio que nadie recibió su llegada y que incluso la mansión sonaba inusualmente silenciosa, se dirigió a la cocina de aquel lugar y encontró una visión que le hizo lanzar un grito de horror.

Dos de sus sirvientas estaban tiradas en el suelo, con sendos disparos de balas, un reguero de sangre manchaba la blanca cocina, Tomás corrió y al ver la imagen entendió su temor, habían caído en su trampa.

— Pero, ?cómo?, él no pudo llegar aquí solo — grito desesperado Ithiel.

— Sabía que era muy extra?o ese amigo tuyo — murmuro Tomás — Es el único que pudo traerlo, William y Madd están a salvo al menos.

Ithiel busco un cuchillo peque?o y lo guardo en su bolsillo izquierdo, Tomás hizo lo mismo.

— ?Llama a tu guardia! — exclamo el suizo, Ithiel saco su móvil y llamó a su personal, pero nadie respondía.

— Es inútil, tal vez esté muerto… ?tengo que pedir ayuda! — volviendo marcar, llamó a uno de sus amigos del gobierno — Soy Ithiel, necesito que mandes a tus hombres ?estoy en peligro! ?Nicholas está en la mansión!

Tomás escucho pasos, y jaló a Ithiel fuera de ahí.

— Silencio — susurro, los pasos estaban más cerca — vamos Ithiel, ?cómo salimos de aquí?

— No podemos, solo escondernos hasta que la policía llegue, tardaran treinta minutos en volar hasta acá — murmuro asustado, las piernas le temblaban por el esfuerzo de saber que Nick estaba en su hogar y armado.

— Armas ?tienes alguna arma? — susurro Tomás, tenían que tener algo además de los cuchillos con que defenderse.

—Sí, en mi habitación hay un revolver, tenemos que subir al piso de arriba, ?tengo miedo Tom! — la voz débil del rubio le dio un poco de valor, jalando su mano se escabulleron con cuidado por uno de los pasillos.

— ?Dulce Ithiel!, Creías que no te encontraría, se dónde mandaste a Des, que tonto mandarlos a un lugar tan accesible, una vez que mate al bastado de Tom, ambos buscaremos al chico y nos divertiremos mucho —. Se burló gritando mientras caminaba por la mansión, detrás de él cuatro hombres totalmente armados lo seguían, estos poseían las mascaras de la banda, habían matado a todo el personal dentro de la mansión, la traición de Alaskmi se hacía evidente.

Ithiel tembló al ver más personas muertas tiradas en el suelo de la mansión, tenía poca gente a su servicio y agradecía que su hermano y asistente estuvieran lejos, Tomás estaba acostumbrado a las masacres que ocasionaba Nim, la piedad no era su máxima virtud.

— Les quitaron las armas a los guardias — murmuro Ithiel al ver a uno de sus guardaespaldas muerto y sin la pistola calibre cincuenta que tenían para su defensa.

— ?Ese cabrón! — exclamó Tomás, sujetando las manos del rubio para alejarlo de los cadáveres — ?Cuánto falta para llegar a tu habitación?

— Esta por este pasillo, que irónico, no pensé oírte decir esa frase en estas circunstancias— comento, ambos corrieron por aquel pasillo, los pasos de Nicholas retumbaban abajo, Tomás abrió la puerta con cautela y los dos llegaron al cuarto de Ithiel.

— Yo tampoco pensé conocer tu habitación escapando de tu ex — contesto Tomás — ?busca el arma Ithiel!, ?creo que están subiendo!

Los pasos de Nicholas retumbaban fuera de aquel cuarto, Ithiel saco aquel Revolver de debajo de su cama, la guardo en el bolsillo de su pantalón, Tomás atrancó la puerta de aquel cuarto con un peinador.

— Esto lo detendrá — comento cubriendo la puerta de la habitación — Ithiel, espero que esos amigos tuyos lleguen rápido.

— Vaya, miren a quien me encontré, los tortolos atrincheraron la puerta — grito Nicholas, unos disparos se escucharon resonar afuera — ?traigan algo con que derribarla!

Ithiel comenzó a llorar, mientras se refugiaba en los brazos de Tomás, los disparos cesaron, mientras ambos escuchaban como los secuaces de Nim buscaban con que derribar la puerta

— Tomás, ?te amo! — Murmuro Ithiel con el llanto surcando su rostro — ?quiero que sepas eso si es que morimos!

— Ithiel, no digas eso, claro que viviremos — intento calmarlo — Yo… aún no se si te amo, pero te juro, que te protegeré.

La puerta cayó ante sus ojos junto con aquel mueble, Nicholas entró, un arma en su mano derecha los apuntaba, sus hombres bloqueaban la salida, estaban atrapados. Ithiel soltó a Tomás y dio un paso al frente.

— Nos volvemos a ver Nick — dijo con una sonrisa falsa en el rostro, las lágrimas habían sido acalladas — y llegas arrasando con todo, ?como siempre!

— Por supuesto querido, ahora si me lo permites — la voz de Nicholas sonaba decidida, él y sus hombres apuntaban a Tomás, acabarían con su vida, pero Ithiel fue más rápido, sacando el arma de su bolsillo, le disparo al suizo ante la mirada perpleja de todos.

— ?Ithiel! — exclamó Tomás, su pecho sangraba, no comprendía lo que pasaba.

— ?Tú siempre logras sorprenderme! — dijo el capo riendo al ver al suizo en el piso, pero la sonrisa se borró al ver que Ithiel se apuntaba con el arma en la cabeza.

— ?Suelta las armas Nicholas! —Ordenó Ithiel — ?pídeles a tus hombres que se vayan!

Nicholas lo miró a los ojos, aquellos ojos que tanto le gustaban, sabía que no bromeaba, si no lo obedecía su búsqueda habría acabado con la muerte de aquel hombre que amaba, sabía que aún le quedaba Des, pero… no quería arriesgarse a perder a Ithiel, era un hombre codicioso.

— ?Retírense!— gritó Nicholas, sus hombres dudaron, pero al ver que la mirada asesina de su jefe los observaba, bajaron sus armas y cerraron la puerta de aquella habitación.— ?A qué estás jugando querido?

— Al único juego que ambos sabemos hacer muy bien — el arma aún seguía sobre su frente, odiaba haber tenido que hacerle eso a Tomás, pero era la única manera de que Nick no acabara con su vida. — Ahora, ?suelta la pistola!

Nicholas le hizo un gesto, dio un paso al frente con el arma aun en su mano, una parte de él sabía que Ithiel era muy cobarde para suicidarse, pero no quería tentar a la suerte. El rubio temblaba, la segunda opción le gustaba menos, en un cruce de balas con el capo tenía todas las de perder, Nicholas poseía una velocidad y precisión mortal, tenía que ganar tiempo.

— ?Baja el arma Ithiel! — Ordeno Nicholas — ?no me obligues a da?arte!

— ?Más da?o del que me has hecho Nick! — se burló Ithiel, un dolor atravesó su mano, obligándolo a soltar la pistola, la sangre corría por su rostro, Nick le había dado en la mano que sostenía el arma.

— ?Te lo advertí! — Nicholas se acercó al rubio, quien se dejó caer en el suelo, su mano derecha sangraba, pero la bala solo había rozado su piel. Unas manos lo sostuvieron de su cintura obligándolo a un abrazo.

— ?Suéltame! —grito Ithiel, pateando al capo, siendo callado por un beso por parte de Nim, la boca se estampo con fiereza en sus labios, al fin después de tanto tiempo volvía a saborearlos, estaba demasiado concentrado en hurgar en la boca ajena que no percibió lo que pasaba, hasta que fue muy tarde; un disparo atravesó su corazón, manchando de sangre a Ithiel. Quien cayó junto con el pesado cuerpo. A espalda de Nicholas, Tomás sujetaba el arma que Ithiel había tirado, la sangre emanaba de su tórax en grandes cantidades.

Ithiel aparto el cuerpo de Nicholas, los hombres de este no tardarían en subir, por lo que tomando el cuchillo remató al capo, cortándole el cuello. Esta vez se aseguraría de que estuviera muerto. Un helicóptero se escuchaba, y el megáfono de la policía anunciaba la llegada de las fuerzas armadas, las cuales bajaban con sinergia hacia la mansión.

— Tomás — dijo el rubio, mientras se agachaba a tomar la pistola que yacía en su posesión — Supongo que esto no era la manera que pensé que estaríamos juntos.

Las fuerzas armadas, sometieron a los secuaces de Nim, quienes no opusieron resistencia, el grupo entro en aquella habitación, encontrando el cadáver del capo y a su lado a un hombre herido siendo besado por el due?o de la mansión.

N.A. Okey me tarde dos semanas en terminar esta mierda, no sé, no me gustó del todo, siento que le faltó más acción, el siguiente será el capítulo. Dejen sus votos y sus insultos con amor. Saludos.