Ese día nos habíamos levantado desanimados, como en los últimos días. Nada podía habernos preparado para lo que iba a suceder.

El grupo de expedición estaba ya listo, todos en nuestros puestos, con lo necesario para partir; los demás (mejor dicho, aquellos que tenían una razón para hacerlo) esperaban en la gran cueva para despedirnos. Entre esas personas estaba Jamie, frustrado como cada vez que partíamos. No había forma de que aceptara que no podía acompa?arnos, ya que, si le ocurría algo a Jamie, el corazón de Mel no podría soportarlo y el mío tampoco…

La tensión en la habitación crecía a niveles agobiantes mientras esperábamos; el ambiente cargado con suspicacia nos rodeaba. Jared había reiterado que no había razones para preocuparse, aunque podría jurar que había algo de nerviosismo en su tono; aparte de que Doc andaba muy misterioso últimamente. No me terminaba de encajar eso de que había sido una simple caída y Mel opinaba lo mismo. Sin embargo, ni Jared ni Ian habían dicho una sola palabra sobre el tema.

Nos íbamos de expedición a Albuquerque, Nuevo México, en busca de medicinas para tío Jeb; supuestamente su herida se había infectado y necesitábamos un medicamento específico que Candy había indicado. Otra razón para sospechar era que sólo Jared conocía el nombre de dicho medicamento. La expedición había sido improvisada sobre la marcha el día anterior y al principio sólo iban a ir Ian y Jared; Mel y yo prácticamente tuvimos que rogar para ir.

Las lluvias habían acabado hace unas semanas apenas, y el famoso accidente (del cual el único testigo era Jared) había sido hace tan sólo cuatro días. La versión "oficial" era que cuando el tío Jeb limpiaba los espejos de noche, se rompió un soporte de la escalera que Jared sostenía y Jeb cayó al suelo. Casualmente, nadie escuchó ningún ruido esa noche porque nos encontrábamos en la cocina, bastante lejos del lugar.

Ahora cuando visitábamos a tío Jeb en el hospital, debía ser por la noche y lo mantenían cubierto por sábanas. Lo único que reconocía de él era su típica cara de póker, aunque con un brillo extra?o en la mirada. Casi no pronunciaba palabras y a mí no dejaban de pasarme por la cabeza recuerdos de lo ocurrido con Walter. Me estremecía sólo con pensar lo que podría ocurrir si... No, no debía pensar en eso; tenía que hacer un esfuerzo para mantenerme positiva.

Debía relajarme … si Ian supiera algo, me lo diría ?verdad? ?l confiaría en mí, ?no es cierto?... Otra vez las mismas preguntas que me asaltaban desde hacía varios días. De hecho, en las cuevas las cosas también habían cambiado. La gente estaba desanimada, ya no había saludos alegres en los pasillos y de repente nos encontrábamos todos mirando el reloj para ver cuánto tiempo faltaba hasta la hora de ver a tío Jeb. Además, sin su autoridad presente, todos estábamos algo desorientados y susceptibles. Prueba de ello era el silencio reinante en la sala donde nos encontrábamos Trudy, Doc, Sol, Lily, Geoffrey, Jamie, Jared, Mel, Kyle, Ian y yo.

Doc miraba a Jared enigmáticamente. Trudy, Lily y Geoffrey estaban en el centro de la habitación esperando para despedirse. Jamie se mostraba casi esperanzado de que lo dejásemos ir en el último momento. Kyle y Sol se encontraban en una esquina apartada mirándose el uno al otro. Jared, Mel, Ian y yo sólo estábamos ahí sin saber muy bien qué hacer o decir. Sinceramente, ya no sabía qué íbamos a hacer en aquella expedición ni qué hacíamos todos en medio de la cueva esperando quién sabe qué.

Un carraspeo proveniente de mi espalda nos sacó a todos de nuestros pensamientos.

-Creo que es hora de irnos – la entonación que Jared le dio a la frase la hizo parecer una pregunta.

Inmediatamente, como si eso fuese lo que todos esperábamos, nos pusimos en marcha. Nos despedimos rápidamente y salimos del lugar como si despertáramos de un sue?o. Ante la perspectiva de unas cuantas horas juntos en un vehículo, suspiré audiblemente ganándome la mirada inquisitiva de Ian, que hasta entonces me había rehuido todo lo que le era posible.

Imité su expresión, intentando descubrir lo oculto en ella, quizás…el motivo por el cual, esos ojos zafiro que yo conocía tan bien, o eso creía hasta ahora, se encontraban tan fríos y distantes.

No me sorprendió cuando volteó bruscamente, aunque su actitud sí que me dolía... y Mel tampoco la estaba pasando muy bien. Jared había cambiado su actitud hacia ella. Bueno, hacia ella y hacia el resto de la cueva. Así nos afectaba a todos la enfermedad de Jeb; Jared, Ian, e incluso Doc, estaban más silenciosos y serios que nunca, no solamente con nosotras sino con todas las personas en las cuevas; Mel y yo sufríamos en silencio por la desconfianza que nos demostraban y, aunque jamás los escuché decir ni una palabra, sabía que Sharon y Jamie se sentían exactamente igual.

Finalmente, salimos de las cuevas en medio de un silencio casi tan agobiante como antes, aunque por lo menos ahora podía entretenerme con el hermoso paisaje. Empezamos a caminar a paso rápido hasta la cueva del Jeep mientras los primeros rayos de sol alumbraban nuestros rostros. Serían casi ocho horas hasta Albuquerque… y ?por qué Albuquerque? Porque según Candy, era el sitio más cercano donde podríamos conseguir lo que fuera que buscábamos.

Después de lo que me parecieron horas, finalmente llegamos al refugio donde escondíamos el jeep. Entramos sin decir una palabra y Jared, que iba al volante, arrancó el motor.

Una vez más nos mantuvimos en el más sepulcral silencio. A veces Mel y yo intercambiábamos miradas en el asiento trasero y casi podía escuchar sus pensamientos de frustración en mi cabeza. En momentos como este, me resultaba extra?o ver su cara y su cuerpo y recordar que ya no eran míos.

Casi había amanecido por completo cuando llegamos a cambiar de vehículo; usaríamos el sedán. En cuanto nos bajamos del jeep, le pusimos al sedán la tela para cubrir nuestras huellas y nos cambiamos de ropa, escuchamos a Kyle hablar:

- ?Yo manejo! – La emoción con la cual lo dijo me hizo pensar que intentaba aligerar el ambiente. Jared e Ian intercambiaron una mirada que no llegué a entender.

-Como quieras – respondió Jared mientras se encogía de hombros.

Observé a Ian sorprendida, pero él estaba ocupado viendo el suelo como si fuera lo más interesante del mundo. Mel nos observó a todos de forma calculadora y me sorprendí cuando se detuvo en Jared con una expresión de total enfado.

- ?Bien! – Exclamó Mel de repente, en un tono más alto del que sería prudente - ?Yo voy de copiloto!

Todos la miramos con estupor. Ella estaba furiosa y, aunque la había visto de peor humor (o mejor dicho oído), su expresión era bastante atemorizadora.

-Ni hablar – contestó Jared, cortante –. Yo iré de copiloto.

-Ah, y ?por qué, si es que acaso hay una posibilidad de que yo esté autorizada a obtener esa información? -, preguntó con todo el sarcasmo del cual fue capaz.

-Porque yo conozco el camino y tú no – el tono de Jared no admitía reproches de ningún tipo.

-No hay que ser un genio para saber usar un mapa – mi cabeza giraba de un interlocutor al otro como si estuviera en un partido de tenis.

-Yo seré el copiloto – esta vez Jared habló calmado, pero con la seguridad de quien tiene la razón. Abrió la puerta del copiloto y se sentó mientras Ian hacia lo mismo en la parte de atrás. Mel y yo intercambiamos una mirada de… ?confusión? Ella suspiró y me abrió la puerta, pero yo retrocedí dándole a entender que no quería entrar primero… bueno, en realidad, todos entendimos que no me quería sentar al lado de Ian. Sentí varios ojos en mí, pero yo me concentré en el suelo como Ian había hecho antes.

Mel entró rápidamente seguida por mí y, en cuanto cerré la puerta, Kyle arrancó el sedán sacándolo del escondite. En cuanto estuvimos lo suficientemente cerca de la salida a la autopista, Kyle se detuvo para que Ian y Jared quitaran las pesadas telas y las metieran en el maletero. Podía sentir en mí constantemente los ojos de Ian, pero preferí ignorarlo a volver a encontrarme con aquellos trozos de hielo. Me pregunté si él se daría cuenta de lo mucho que yo estaba sufriendo.

Después de unos diez minutos en la autopista, siempre con cuidado de ir bajo el límite de velocidad, el silencio era más perturbador que nunca. Volví a preguntarme cuál sería el verdadero sentido de esta expedición, ?qué sería tan grave como para separarnos a todos así? Como si me hubiera leído el pensamiento, escuché un sonoro suspiro de enfado proveniente de Mel.

- ?Bueno, ya basta! ?Estoy harta de ustedes dos, y les aseguro que no soy la única! ?Me explican ya mismo que es lo que está pasando o no estoy segura de cómo acabará esta expedición! – Melanie gritó viendo iracunda a Jared y a Ian alternadamente. Aferraba fuertemente los dos asientos enfrente de ella, pero, afortunadamente para todos, los nervios de Kyle no afectaron para nada su manera de conducir.

Silencio… otra vez.

- ?Debo recordarte en qué condiciones aceptaron venir? – dijo por fin Ian con una voz tan calmada y al mismo tiempo tan dura que me heló la sangre, ?cómo podía ser tan cínico?

- ?Ya no importa si dije que me iba a estar callada o no! ?Creo que tengo, mejor dicho, tenemos, derecho a una explicación por lo menos! ?O es que acaso la última vez que nos ocultaron cosas todo salió de maravilla? – todos nos encogimos ante los recuerdos. Walter… los intentos de remover las almas de los humanos… seguía muy fresco en mi memoria.

-Está bien Melanie, ?quieres una explicación? Yo te la daré – dijo Jared exasperado.