LEYENDA PENDRAGON

LIBRO I: LA PROFEC?A

EPILOGO Y PRELUDIO

Ciudad de Camelot, Tierra Media, diez meses después de la batalla de Uppsala…

Aquella ma?ana, un sentimiento de festividad inunda todo Camelot, hay agitación afuera y todos los habitantes de la capital del reino se han volcado a las calles, decorando estas con largas telas blancas y guirnaldas de flores, mientras en la plaza principal se prepara un gran estrado, mesas, comida, música y estandartes del dragón y el unicornio se despliegan en las reconstruidas murallas y en las puertas y ventanas de todos los edificios importantes, sobre todo en el palacio dorado, ya casi totalmente levantado, como en los tiempos de prosperidad del Rey Uther y la Reina Serenity.

En la ventana de una de las habitaciones de la parte alta, un joven de cabello plateado abre los cristales y deja que el sol matutino entre por esta, iluminando su rostro; Diamante Le Fay sonríe ese día como no había sonreído en mucho tiempo, y hay una alegría inmensa en su pecho, pues sabe que después de casi un a?o de haber salido de Camelot, su hermana regresa a su reino, vuelve de la larga campa?a de reconquista y pacificación del Norte de Albión, que le había tomado tanto tiempo reordenar y reforzar, y el joven lleva su mano al interior de su traje blanco de celebración, sacando la última carta de Serena que había recibido, llevada hasta la capital por una de las gemelas órnico de Lady Lancelot, mientras con sus ojos azules tan parecidos a los de su madre,

"... me duele un poco confesarte que, en realidad, pude haber regresado a Camelot hacía algunos meses, pero no quise dejar solas a Molly ya Kakyuu, en realidad tanto Lady Skadi, como Lady Catherine y Lady Temis, han ayudado a mi hermana con medios materiales y humanos para la reconstrucción de Antor, pero no quise dejarla sola, ni a ella ni a los pocos sobrevivientes que siempre sentí como mis paisanos, ya Antor como mi patria.

Por desgracia no fue ese el último ataque, hubo dos más en la frontera de Antor y Tintagel, pero Mina dice que fueron incidentales, producto de la desesperación de los soldados en la huida masiva del reino oscuro, no planeados como el primero, pero igual me siguen doliendo, Ante, y como te he contado en mis otras cartas, me ha costado mucho entender lo que Luna me ha pedido y mantener mi postura firme como reina con esta nueva amenaza de Le Fay, tengo demasiado que contarte, cosas que sólo puedo decirte a ti, te echo demasiado de menos, pero eso te lo digo siempre, ya quiero abrazarte y decirte tantas cosas, espero que también me hayas extra?ado y me cuentes todo lo que has pasado este tiempo, y no me refiero como regente, sino como mi hermano a quien quiero demasiado y tanta falta me hace, el último día de luna llena de este mes,estaremos de vuelta en Camelot, y de nuevo seremos tú y yo una familia, porque ya no quiero separarme tanto tiempo de ti nunca más ".

SERENA.

Diamante suspira feliz, y acaricia la carta con sus dedos, al fin, después de tanto esperar, vería de nuevo a su hermana, y una parte especial de sus palabras lo hacía sentirse muy dichoso: " estaremos de vuelta, y de nuevo seremos tú y yo una familia, porque ya no quiero separarme tanto tiempo de ti nunca más "…

El sonido de unos golpes en la puerta de su habitación hizo al muchacho salir de su abstracción y guardar deprisa la carta doblada de su hermana entre sus ropas, para acudir a abrir la puerta. Delante de él, luciendo su túnica blanca con plateado de gala, aparece el Arcano del Cristal de Plata, apoyado en su báculo.

—Lord Nimue —saluda el joven Le Fay.

—Lord Le Fay, lo estamos esperando para salir con la guardia real al camino a recibir el ejército de la reina, Lady Sagramore, Lady Percival, Lady Badevire y Hotaru esperan abajo. —Informa el Arcano, Diamante asiente y toma su capa azul, colocándosela en la espalda.

—Disculpe la demora, no pensé que tan pronto llegarían. —Sale el joven Le Fay con su maestro caminando por los pasillos del castillo.

—Los mensajeros avisaron que estaban cruzando el Bosque cerca de medio día, así que estarán aquí en cualquier momento. —Afirma sonriente el arcano, Diamante sonríe también.

—Veo que no soy el único emocionado por el retorno del ejército, usted no cabe en sí de felicidad, además está muy elegante. —Se permite el muchacho el comentario que el arcano no evade, sino que acepta con una amplia sonrisa pues ese día, contrario a su sencilla vestimenta gris de arcano utiliza su túnica de ceremonia blanca con plata y una capa gris con bordados del emblema de la media luna en perlas.

—Imagine si no tengo motivos, Lord Le Fay, regresa mi hija, y también regresa Luna, no puedo ser más feliz.

—Tiene razón, hoy regresa nuestra familia, y todo en Camelot, será de nuevo luminoso y feliz. —Reitera Diamante, bajando las escaleras con el hechicero.

—Y al fin Luna se hará cargo de su entrenamiento, como usted siempre deseó y esperó, y podrá quedarse al lado de su hermana mientras entrena con ella. —Afirma Artemis Nimue, el plan que ya había hablado con Luna y con el muchacho que asiente feliz.

—Podré hacerlo gracias a usted, a su paciencia y ense?anzas este tiempo para controlar mis dos poderes y al fin estar a la altura de iniciar mi entrenamiento con Lady Merlín, y ser lo que nací para ser. —Agradece Diamante, palmeando la espalda de su maestro.

os elegantes y gallardos soldados de armaduras aguamarina de las islas de Percival y la discreta y ordenada armada de Badevire, con sus caballos negros y sus arqueros de armadura color borgo?a. La peque?a ni?a de cabello negro y ojos amatista, monta sobre el enorme oso de Makoto Sagramore, sentada en la silla delante de la fuerte guerrera de las selvas y vestida con un traje de piel café, una peque?a hacha en su espalda y su cara pintada de verde alza la mano saludando a los recién llegados.

—?Abuelito! ?Mírame! ?Soy una guerrera de Sagramore! —Grita emocionada la peque?a, haciendo sonreír al arcano.

—La peque?a Hotaru se siente realizada junto a Lady Sagramore. —Comenta Diamante. —Su hija encontrará a la peque?a muy cambiada, está más alta y sus poderes han aumentado. ?Ya saben qué harán con ella? Para su entrenamiento. —Pregunta Diamante montando el caballo blanco junto al unicornio gris de Artemis Numie.

—Tengo un plan que proponerle a mi hija al respecto, después de los errores que cometí con ella, no quiero repetirlos con la ni?a, no deseo que Hotaru deje de ver a su madre en las tierras de Galahad, y pase espero la mitad del tiempo con ellos y la mitad en el santuario. Aún es muy peque?a para ser estrictos con su formación, y necesita a su familia y empaparse de todo lo que implica ser la heredera de su reino. —Asegura Artemis Nimue, y acerca su montura a las de las demás herederas, mientras Lady Michiru Percival da la orden de avance y la comitiva real se aleja por las calles de la ciudad de Camelot hacia la entrada de la muralla, para dar el encuentro a los recién llegado, que vuelven victoriosos.

Por el camino del bosque del silencio, la cabalgata real se detiene en lo alto de la primera colina, ahora cubierta de pasto y árboles, todo verde y florido, la reina de coletas rubias detiene el trote acelerado del unicornio blanco, dejando atrás a los soldados de armaduras plateadas de su armada ya Pellinor, y llega a la cima mirando con una enorme sonrisa las altas murallas y el castillo dorado de Camelot.

—?Luna! ?Rei! ?Mina! ?Llegamos! ?Miren cómo brillan las torres del palacio dorado con el sol! ?Estamos en casa! —Se emociona la muchacha, al momento se acercan cabalgando a su lado el veloz unicornio negro de Lady Rei Lancelot, el elegante caballo blanco de Lady Minako Tristán, y el potro café que monta el arcano de cabello azul.

—Definitivo eres la más emocionante de volver, Sere, tú y "?ngel" literalmente volaron para ver Camelot por vez primera desde aquí — asegura la pelinegra guerrera del Sur a la izquierda de la reina.

—Sí que es hermoso Camelot, se nota que han trabajado mucho y de prisa en su reconstrucción, no estaba así cuando nos fuimos. —Afirma la bella "Guerrera Dorada" llegando a su derecha.

—?Ahí viene la comitiva a recibirnos! veo los caballos por el camino y los estandartes del Dragón y el Unicornio. —Sigue emocionada como ni?a peque?a la heredera Pendragon. —Mi hermano debió recibir mi carta.

—También le informé a Artemis de nuestro regreso, además gracias a Tomoe y sus juglares errantes, se cantan las victorias que has tenido en el Norte por todos lados de Albión, así que el pueblo debe estar ansiosos de recibir una reina triunfante. —Afirma Luna con orgullo al lado de las herederas.

—?Vamos de prisa! ?No puedo esperar más! —Asegura emocionada la reina.

—Vamos entonces, no te detengas y ve a saludar a tu hermano. ?Una carrera? —Propone Rei Lancelot y tanto ella como la joven rubia de coletas asienten y arrancan a todo galope sus veloces unicornios, en encuentro de la comitiva de bienvenida, mientras que Luna niega con la cabeza al ver la emoción y alboroto de las dos chicas.

—Justo cuando creo que ha madurado, llega Lady Lancelot y acaba con mis ilusiones con una carrera como si fueran dos ni?as peque?as. —Afirma la hechicera.

No se fije en algo tan sencillo como un juego, la reina ha madurado muchísimo y ahora es toda una soberana, nada que ver con la ni?a asustadiza e insegura que salió de aquí hace un a?o, además hoy puede permitírsele la efusividad, vuelve a su reino, permítale disfrutar, mejor debería alcanzarlas, creo que Lord Artemis Nimue se sentiría muy decepcionado si no la ve llegar al lado de la reina. —Le gui?a un ojo Minako a la arcano, quien disimula su turbación con una leve tos.

—Por favor, Lady Tristán, no haga que pierda la excelente imagen que tengo de su seriedad y madurez con esos comentarios.

—Vaya al encuentro de la comitiva de bienvenida, yo me encargo de dirigir al ejército y de avisar a Ami ya Lady Bors, y no se avergüence por algo tan natural como emocionarse por ver a la persona que ama. —Palmea su hombro la bella heredera Tristán y se aleja con la gracia de siempre, hacia donde avanzan los soldados de la comitiva real, para dirigir el retorno. Luna suspira, pero sonríe, y acucia su montura para alcanzar a la comitiva real, pensando que quizá la sobrina de Catherine de Cornualles tenía razón y ese día de retorno podía permitirse emociones tan especiales como la que sentí en su pecho al saber que vería de nuevo a Artemis.

El encuentro en la llanura posterior al final del bosque es demasiado emotivo, la reina rubia baja de su unicornio blanco gritando el nombre de su hermano y corre a su encuentro atravesando los campos llenos de flores blancas, y Diamante Le Fay, quien también ha bajado de su cabalgadura, la espera con los brazos abiertos y los dos se funden en un abrazo que provoca lágrimas en los ojos azules de la reina.

—?Gracias a la diosa ya nuestra madre, estás a salvo, Serena! Y después de tantos peligros, de nuevo a mi lado y en tu hogar. —Dice emocionado el joven de coleta plateada besando la cabeza rubia de su hermana.

—?Hermano! no tienes idea de todo lo que te extra?é, del miedo que pasé y todo lo que enfrenté sin que estuvieras conmigo, pero de alguna manera, siempre te sentí cerca… —asegura la reina mostrándole la pulsera con la flor de luna encapsulada, Diamante sonríe y limpia las lágrimas de su hermana con un pa?uelo.

No había un solo día que no deseara estar a tu lado, esperaba noticias tuyas y no me tranquilizaba hasta saber que estabas a salvo, por las cartas o los cánticos de los trovadores, pero ahora todo terminó, estás de regreso en Camelot, a mi lado y no nos vamos a separar más. —Asegura con vehemencia el joven Le Fay.

—Nunca, jamás hermano. —Sonríe Serena, abrazada a su pecho. Junto a ellos, Rei Lancelot carga en su espalda a la peque?a Hotaru, que había bajado del oso de Lady Sagramore, corriendo al encuentro de su "Madre" y con la ni?a se acerca a saludar a su padre con un fuerte abrazo, ya Setsuna Badevire ya Makoto con un apretón de manos. Sólo Michiru Percival corre con su caballo blanco cruzando veloz la llanura, al encuentro de los soldados del ejército que aún no salían del camino del bosque, ansiosa por ver a Haruka Bors.

—Parece que la suerte te favoreció, volviste completa de la guerra, a no ser que nos ocultes alguna pierna de palo o cosa semejante. —Palmea la espalda de Rei la alta casta?a.

—Nada de eso, Mako, sana, completa y con nuevas fuerzas para seguir con la batalla de la reina para liberar por completo a Albión — responde la pelinegra. —Además con la novedad de que has convertido a mi hija en una guerrera de Sagramore. —Bromea Rei besando la mejilla pintada de líneas amarillas de la ni?a que se abraza a su cuello.

—Hotaru ha sido una maravillosa discípula, fuerte y dedicada, ha aprendido mucho y se ha vuelto la mejor amiga de Thor, mi oso. ?Cierto peque?a? —La despeina la casta?a, mientras la ni?a ríe.

—Cierto, me he portado bien, como te prometí, he obedecido a la tía Mako y al Abuelo, haciendo mis entrenamientos y siendo valiente cuando nos atacaron. —Responde orgullosa la ni?a de corto cabello oscuro.

—Doy fe de ello, la peque?a Lady Galahad dio muestra de su valor y de la sangre que fluye por sus venas en la batalla. —Responde la siempre seria Lady Setsuna Badevire.

—Todos estamos orgullosos de ella, hija, y aunque hay algunas quejas peque?as que debo darte en privado sobre comportamientos no tan correctos, lo dejaremos para después, ahora la felicidad acaba de regresar, con la vuelta triunfante del ejército y de nuestra se?ora. —Sonríe el arcano mirando a los dos hijos de Serenity Igraine hablar, pero algo en su interior parece ponerlo en alerta cuando nota la mirada de Diamante Le Fay brillar con fuerza al ver a su hermana, y hablar con ella con voz queda, sin perder detalle de todo lo que la efusiva jovencita le está narrando, mientras acaricia su mejilla… era esa misma sensación que había tenido hacía mucho tiempo, cuando Diamante le confesó que había prevenido de un peligro a su hermana con una conexión espiritual, sospecha que había confinado en lo profundo de su alma,

—?Padre! ... ?Qué te pasa? No nos estás escuchando… —le reclama Rei.

—Si hija… yo… lo lamento, estaba… algo distraído.

—No debería, Lord Nimue, porque justamente alguien que le interesa mucho viene llegando por la llanura… —sonríe divertida Makoto Sagramore, y entonces una sonrisa radiante acude a los labios del hombre de cabello blanco, al ver descender del caballo a la dama de ondulados cabellos azules, y apoyando en su báculo, deja a las chicas conversando y se acerca a ella, frenando su primer impulso de abrazarla tan estrechamente como acababa de abrazar a Rei, porque sabe que ese tipo de manifestaciones de efusividad pública no son por completo del agrado de la hechicera, entonces se limita a llegar a su lado y tomar su mano con fuerza.

—Luna… al fin… —murmura vehemente Artemis Nimue, mirando con amor evidente en sus ojos verdes a la hechicera.

—Artemis, estamos de vuelta, gracias a Selene ya la reina Serenity que nos protegió siempre, con la reina sana y salva, y muchas batallas ganadas para la causa. —Responde Luna Merlín con emoción que tampoco puede contener. Artemis entrelaza sus dedos con los de la arcano de la espada.

—Te extra?é demasiado ... esperaba tanto este momento ...

—Lo sé, pero ambos tenemos deberes específicos con la reina y su proyecto de reino, y no tienes idea de cuán orgullosa y feliz estoy al darme cuenta todo lo que Serena ha logrado en este viaje, ha usado el poder de ambas reliquias… ? De las dos, Artemis! ... ambas responden a su mandato, su poder es impresionante, capaz de destruir al poder oscuro y de llenar de esperanza a todo un ejército para ganar batallas imposibles.

—Lo sé, escuché con emoción los relatos de los juglares y trovadores sobre sus victorias, hay mucho que tenemos que contarnos, que hablar y que decirnos uno al otro, pero espero que no sea de lo único que hablemos. —Se permite Artemis besa el dorso de la mano de Luna, quien se sonroja, pero lo toma con calma dándose cuenta de que, en esos momentos de reencuentros, risas y felicidad, nadie estaba prestándoles demasiada atención. —Dime… ?Te fue posible cumplir la promesa que me hiciste al marcharte con la reina?

—Si te refieres a tenerle paciencia a tu hija, créeme que lo practiqué sobre manera y que muchas veces era tu recuerdo lo único que me detenía para no lanzarle un hechizo que la paralizara y evitar que su influencia con la reina la llevara a hacer tonterías ; no creas que todos los informes que tengo que darte de ella son positivos, puso en grave peligro a Serena, se saltó el protocolo más veces de las que puedo llevar la cuenta, retó mi autoridad… —molesta acusa Luna, pero el hombre de cabello blanco coloca un dedo sobre los labios de la hechicera, sin dejarla continuar.

—?Eso te parecen intentar quejas? ... créeme que son mucho menos de lo que esperaba, conociendo a Rei, aun así, gracias porlo al menos —sonríe Artemis. —Sabes que nada me haría más feliz que tú y ella, las dos mujeres más importantes de mi vida se lleven bien.

—Debo suponer que le hiciste la misma petición a ella, porque dentro de sus estándares, y aunque le costaba, varias veces cedió y respetó mis ordenes, además no todas sus ideas dementes fueron equivocadas, tuvo algunas que salvaron la misión ya Serena algunas veces , eso tengo que reconocerlo…

—Es un buen comienzo, gracias por el esfuerzo. —Sonríe Artemis, mirando embobado a la mujer de cabello azul. —Espero que después de la ceremonia de bienvenida del banquete, tengamos tiempo para los dos, lo merecemos.

—Lo tendremos. —Sonríe Lady Merlín. —Ahora dame el brazo y ayúdame a montar, hay que entrar a Camelot, y al fin llegan Lady Bors y Lady Gawain.

—?Por qué no venían con toda la comitiva? —Pregunta el arcano, enlazando la mano de Luna en su brazo.

—Porque Lady Bors decidió tomar la vigilancia de retaguardia con sus hombres, y Lady Gawain venían en la carreta cuidando a la general Zoicyte…

—Un momento ?A quién? —-Duda asombrado Artemis, Luna asiente.

—Lady Kakyuu y la reina Catherine la tomaron prisionera en un ataque a un puesto fronterizo de Uppsala, la reina y Lady Gawain tenían un proyecto para estudiar a fondo las raíces y efectos del poder oscuro en los generales y la llevaron a Uppsala con ese fin , sin embargo, nos encontramos con la enorme sorpresa de que Lady Bors la reconoció como su prima, hija del de su madre, una guerrera de la nobleza de Falias llamada Zoe Abimalek, a quien creía muerta hace a?os en combate.

—?Por Selene! ... ?Familia de Lady Bors? ...

—Así fue, la pobre mujer no recordaba nada de su pasado, ni reconocía a Lady Bors, al parecer lo que sea que Beryl y Neherenia hacen con esos generales, implica eliminar todo recuerdo de su vida anterior, y someterlos a dolorosísimos procedimientos para que una parte de podrido tejido del mismo Ghen habite en ellos como una especie de parásito.

—Si, algunas de mis indagaciones apuntaban en ese sentido, mis aprendices y yo intentamos conseguir sin éxito tejido vivo del mal para estudiar su simbiosis con los humanos, pero fue siempre imposible.

—Ahora es posible, Lady Gawain ha adelantado mucho en conocimiento sobre el poder oscuro a nivel científico, pero poco en ayudar a la pobre mujer, que se consume lentamente, viene en una carreta con muchas dificultades por el viaje, Lady Bors espera que puedas hacer algo por ella. —Pide la hechicera, mientras Artemis suspira.

No sé si sea posible ayudar a esa mujer, pero lo intentaré. —Lord Nimue ayuda a montar a Luna, y después sube él a su unicornio, pero sus ojos se reparten en una estructura circular extra?a, cubierta por telas blancas atadas con cuerdas sobre una carreta descubierta. —Luna… ?Qué traen en esa carreta? —Inquiere el hechicero de cabello blanco, ante una sonrisa de la mujer de cabello azul, quien coloca su mano sobre el brazo de su compa?ero.

—La reina encontró la tabla redonda en la biblioteca de Uppsala, Lady Skadi y yo le contamos su origen y le impactó tanto saber los planes de sus padres, que Lady Skadi se la obsequió, su nuevo plan es instaurar la orden de caballeros de la tabla redonda que el rey Uther deseaba crear. —Artemis sonríe igualmente.

—Infiero que no tuviste nada que ver en ese descubrimiento "casual" —infiere el arcano, Luna no responde, sólo sonríe.

—Vamos de regreso a Camelot, aún falta para dejar este reino funcionando como es debido. —Asegura Lady Merlín y ambos arcanos avanzan por el camino que conduce hacia las altas murallas doradas de la capital, mientras que en la llanura todos los que retornan siguen celebrando, riendo y disfrutando del reencuentro.

Palacio de Camelot, cinco horas después.

Diamante Le Fay avanza de prisa por los pasillos de la parte reconstruida y remodelada del castillo de Camelot, ataviado con su atuendo de fiesta, y con su cabello plateado recogido en una coleta, va hacia las habitaciones de su hermana, a quien prometió ir a buscar en cuanto descansara del largo viaje y se cambiara de ropa, para acudir al banquete de celebración preparado en su honor, después de la festiva entrada al reino.

Sin embargo, antes de llegar al ala de los aposentos reales, el hijo de Serenity Igraine se topó con la guerrera de Benwick, casi estrellándose ambos por la prisa de su caminar, pero deteniéndose con excelentes reflejos tanto del joven como de la chica, a pocos centímetros del choque desagradable.

—Lady Lancelot… disculpe no vi por donde iba… —se excusa Diamante ante la capitana de la reina, que por día excepcional de la fiesta de bienvenida luce un hermoso traje de saco y pantalón rojo con púrpura y su cabello negro de ordinario suelto y libre, ahora recogido en una coleta alta y botas. No un atuendo muy convencional, pero sí propio de las tierras del Sur para eventos importantes.

—No es sólo su culpa, Lord Le Fay, también iba distraída. Vengo de la habitación de Sere, me comentó que lo esperaba y creí mejor dejarlos a solas para no importunar, supongo que tienen mucho que hablar después de casi un a?o de ausencia. — responde seriamente la pelinegra, dando dos instintivos pasos atrás para evitar la cercanía con el joven, Diamante sonríe al ver la actitud a la defensiva que la guerrera de ojos amatista seguía teniendo con él, no sólo a nivel físico sino también espiritual, y esa capacidad de Rei Lancelot de mantener recesiva su aura para evitar que él la leyera le dejaba claro que esos meses de ausencia no han cambiado el mutuo recelo entre ambos.

No inoportuna jamás, Lady Lancelot, sé y entiendo que es usted la mejor amiga de mi hermana, y aunque noto que la desconfianza entre nosotros aún sigue presente, y por lo que intuyo nunca desaparecerá, quiero aprovechar este breve encuentro para agradecerle haber cumplido su promesa de traer sana y salva a Serena de regreso a casa. —Asegura el joven peliplata. Una sonrisa irónica de la hija de Ban Lancelot es la respuesta que desconcierta al muchacho, ?Por qué era tan difícil de predecir y leer todo lo relativo a Rei Lancelot?

—No merezco felicitación alguna, lord Le Fay, porque disté bastante de cumplir mi promesa, pero no por falta de voluntad, porque le consta cuánto quiero a Sere, sólo que me di cuenta en un punto de todo este peligroso, que ella no Necesito la protección de nadie, al menos no de nadie humano, porque la protege una fuerza mayor, la de la diosa y su herencia familiar, y es ella quien toma sus propias decisiones, así que me limité a acompa?arla y apoyarla, a tener siempre mi espada a su lado, pero dudo mucho que luego de todo lo que pasó en la campa?a de reconquista del Norte, Serena sea alguien que requiera protección, ni la mía, ni la de Lady Merlín, ni la de nadie…

—Lamento no coincidir con su razonamiento, Lady Lancelot, para mí, Serena es y siempre será mi hermanita peque?a, y la protegeré de todo y de todos. —Serio y algo molesto responde el joven Le Fay, Rei Lancelot sonríe de nuevo y niega con la cabeza palmeando el hombro del muchacho de modo familiar.

—Ya se dará cuenta por usted mismo de cuánto ha cambiado ella en todo este tiempo, y le recuerdo algo que siempre me decía mi padre, en el santuario: " Demasiada protección, también es desconfianza", honestamente dudo que Serena en este momento de su vida necesita un cuidador que la sofoque, ella necesita un hermano que la apoye, que crea en ella y la impulse. Disculpo su repentina ceguera sobre el tema por el cari?o que le tiene a su hermana y por la falta de objetividad que le da haber estado separado de ella tanto tiempo, pero es usted un hombre coherente, sensato e inteligente, así que le daré tiempo para comprobarlo y después retomamos la charla. —afirma la muchacha de cabello oscuro sonriendo con esa misma sonrisa de seguridad en sí misma que desconcertaba y casi desagradaba al muchacho. Diamante la ve alejarse y suspira hondo, relajando el estado de alerta de sus dones que siempre se encendía la tener cerca a Lady Lancelot y daban a sus encuentros esa atmósfera de incomodidad y reto que parecía ser la no pensar más en las duras palabras de Lady Lancelot, el joven llega a las habitaciones de su hermana y llama a la puerta con los nudillos.

—?Gealach ?, soy yo… —llama él a su hermana con ese nombre cari?oso que Serenity Igraine usaba con su hijita, un momento más la puerta se abre y el rostro sonriente de la joven de coletas rubias y ojos azules.

-?Apuesta inicial! Te esperaba hacía tiempo, no quería ir al banquete sola, Rei estuvo aquí haciéndome compa?ía, pero como no llegabas y ella también tiene deberes, se fue, pero me pidió que la excusara contigo. —Lo toma la joven rubia del brazo y camina con el dentro de la habitación.

—La vi hace un momento en el pasillo, nos topamos por accidente. —Evita Diamante especificar con su hermana el tema de su breve charla con la heredera de Benwick. —Veo que usas el vestido blanco con plata, yo mismo me encargué de supervisar la confección de tu guardarropa pensando en ti y en tus gustos y personalidad, espero que haya sido de tu agrado.

—Son vestidos hermosos, debo confesar que parece como si me conocieras de toda la vida, adivinaste exactamente los colores y decorado que me gustan sencillos y suaves, además confieso que ya extra?aba demasiado vestir como chica, ha sido un a?o completo de campa?a en que he usado únicamente ropa de combate, armadura y gruesos abrigos… ?Cómo me veo? —Pregunta la jovencita rubia dando una vuelta, el muchacho sonríe.

—Hermosa como siempre, y cada vez más parecida a nuestra madre, de no ser por el color de cabello, diría que eres ella tal como el recuerdo. —Afirma Diamante y acaricia el cabello rubio de la muchacha, quien sonríe.

—Sé que adoras mi cabello plata como el de nuestra madre y el tuyo, pero a mí me gusta el rubio, así lo he tenido desde peque?a y le pedí a Luna que no levantara el hechizo que lo mantiene de ese tono, aunque creo que al usar a Excálibur y el Cristal de Plata invariablemente regresa a su tono original, que luego de unos días desaparece. —Asegura Serena, Diamante asiente mirándola todo el tiempo.

—Has cambiado mucho estos meses que dejé de verte, estás más alta, más hermosa, creo que invariablemente ha desaparecido la adolescente que eras y te has convertido en una mujer, y en una reina poderosa y sabia, según he escuchado decir a todos. —Asegura con cierta melancolía el muchacho, Serena sonríe un poco sonrojada y niega con la cabeza.

No creo haber conseguido del todo eso que los demás aseguran, cada vez que pienso en la responsabilidad que delante me parece que me falta demasiado para ser la reina que todos esperan y desean, pero en algo sí he cambiado, Ante, ahora estoy muy consciente que quiero llegar a serlo, que me esforzaré al máximo para conseguirlo, y que de verdad la Diosa Selene y nuestros padres velan por mi desde donde estén, porque he logrado cosas que jamás creí posibles. —Afirma la muchacha, el asiente.

—Ya tendremos tiempo de que me cuentes con más realismo que la fantasía de Tomoe y sus trovadores, todo lo que viviste en ese viaje y esa guerra, pero hoy vamos a celebrar tu regreso al reino que siempre ha sido tuyo. Dime ?Te gustó lo que viste en tu recibimiento? La ciudad, el Palacio, tu habitación. —Pregunta con ternura el muchacho sin soltar las manos de su hermana, ella asiente sonriente.

—Muchísimo, ha cambiado demasiado desde que salí de aquí hace un a?o, es majestuoso…

—Lord Nimue, los ancianos del consejo y yo, que conocimos el esplendor de la ciudad de Camelot y del Palacio Dorado del rey Uther, hemos dirigido las obras para que todo sea tan maravilloso como lo era en tiempos de tu padre. De tu habitación, me encargué yo en persona, cada detalle que ves es como recuerdo que era la habitación de mamá, la que tenía cuando tu naciste, que era otra diferente a la que ocupaba con el rey, la cama, las cortinas, la ventana…

—?De verdad, Ante? —Se emociona Serena escuchando a su hermano mayor.

—Todo igual, tu cuna estaba aquí, al lado de la cama de mamá, y cuando yo llegaba de mis lecciones de manejo de dones, siempre traía flores de luna para colgar en tu cuna y cantarte con mamá para que durmieras. —Explica el muchacho de cabello plata acariciando la mejilla de la reina. —Además te tengo una sorpresa, ven conmigo. —Sigue emocionado Diamante y jala la mano de su hermana hasta el balcón con vitrales bellamente decorados con dragones y unicornios de cristal de colores que se reflejaban con el sol por toda la habitación. Al llegar abre los ventanales y sale a la torre del homenaje, el centro de todo el Palacio, desde donde se aprecia una vista panorámica de la bella ciudad.

—?Qué hermosa vista! No me había asomado al balcón. —Sonríe Serena Pendragon.

—Tu habitación es el centro del Palacio, pero lo que quería que vieras más allá de la hermosa vista es esto. —Se?ala Diamante la planta de enredadera que cubre todas las paredes externas del balcón y se extiende en torno a la ventana con una profusión de peque?as flores de campanilla blancas y olorosas.

—?Las flores de luna! —Aplaude Serena, volviendo por momentos a ser la misma adolescente efusiva que se emocionaba por cada detalle y acercando su nariz para oler el agradable y relajante aroma dulce y suave de las flores que la transportaba a sensaciones lejanas de su infancia. - ?Sabes algo? nunca me quité la pulsera que me obsequiaste, así te sentiste cerca. —Muestra ella a su hermano el colgante con la flor encapsulada en su mu?eca derecha.

—Lo sé, para eso te la di, además de te prometí que cuando regresaras de este viaje, yo mismo plantaría flores de luna en tu ventana para que siempre llenen con su aroma tu habitación. —Afirma feliz Diamante Le Fay.

—Me encanta saber que todo aquí es exactamente como recuerdas que era la habitación de nuestra madre, yo no tengo recuerdos suyos o de mi padre, y sentir que estoy en el mismo lugar en que pasaron todas esas cosas que me cuentas de mi infancia me hace muy feliz. —Afirma la joven.

—De ahora en adelante así será, voy a estar a tu lado siempre para cuidarte, apoyarte y acompa?arte. —Responde el joven mirando con cari?o el bello rostro de su hermana y corta unas flores blancas de la enredadera acomodándolas en el cabello de Serena, ahora sujeto en un peinado alto. —Justo lo que faltaba para que terminaras de ser la más bella de la fiesta.

—Mentiroso, habrá muchas damas mucho más bellas que yo, por no contar a las herederas, Mina, Michiru, Rei, son por mucho más bellas que yo. —Acepta la joven reina.

—No para mí, para mí tu eres y siempre serás la más hermosa. —Asegura Diamante tomando las manos de la chica y besando sus dorsos. —?Vamos? Todos nos esperan para iniciar la celebración. —Pone el mismo la mano de su hermana en su brazo.

—Si, vamos, justo te pedí venir por mi porque no quiero llegar sola, y porque eres mi hermano, ambos como herederos de la familia Igrine, debemos entrar juntos. —Asegura Serena Pendragon caminando con el muchacho de cabello plata hacia la salida de la habitación real, caminando con su hermana del brazo bajando las escaleras hacia la salida del palacio en cuya explicación se había organizado el enorme festejo de bienvenida para todo el pueblo de Camelot sin excepción; al paso de los dos hijos de Serenity Igraine por la alfombra que conduce a las afueras del palacio, la hilera de soldados de armaduras planteadas se cuadraban alzando sus lanzas, y al final de la alfombra, otro abrieron las largas puertas con el emblema del dragón y el unicornio, mientras las trompetas anunciaban con su toque la llegada de su soberana.

Ala Este del palacio dorado.

En una de las habitaciones del palacio dorado, una delgadísima mujer, de piel pálida y pómulos salientes, se haya recostada en una cama, con sábanas cubriendo su delgado cuerpo, la respiración de la mujer es difícil y entrecortada, y su pecho sube y baja alzando la sábana, mientras a su lado, el arcano del cristal de plata termina de ajustar unos vendajes en torno al cuello de la cadavérica creatura, quien además de su estado físico deteriorado, luce por dentro de su cuerpo muchas ramificaciones venosas oscuras, que cubren sus brazos, cuello, pecho y cara por completo dándole una apariencia aún más deplorable.

Del otro lado de la cama una alta mujer de cabello rubio corto, quien luce un traje masculino blanco con dorado, mira el proceso curativo atenta y con sus ojos azules angustiados ante cada leve gesto de la enferma, y tomando su brazo, una bellísima chica de ondulado cabello aguamarina, que usa un amplio vestido en tonos azul tornasol, espera también el final de aquel proceso.

Artemis Nimue finaliza la curación y saca de su túnica blanca brocada en plata una peque?a bolsa, dejándola junto a la mesa al lado de los materiales de curación.

—Listo, Lady Zoe, espero sienta el alivio poco a poco. —Le sonríe el a la delgada muchacha de la cama, quien entreabre sus ojos y esboza una leve sonrisa.

—Ya lo siento… gracias… ?Cuánto tiempo dura el efecto? —Pregunta con voz queda la débil mujer.

—Ocho horas, pero he dejado más polvo de cuarzo lunar para que la enfermera que designó la reina se lo aplique después, si ya ha terminado la celebración para entones se lo aplicaré yo mismo otra vez. —Contesta el arcano de cabello blanco y lava sus manos en el recipiente con agua de la mesa.

—No hace falta, vaya a su celebración, que la enfermera me lo aplique… al menos podré dormir unas horas. —Responde con esa misma voz débil y cavernosa la antigua general del ejército oscuro.

—Zoe, no hará falta que lo haga la enfermera, yo me quedaré aquí cuidándote y te haré la curación, ya vi cómo lo hizo Lord Nimue. —Suplica Haruka tomando la delgadísima mano de la mujer, la ex general Zoicyte la mira y niega con la cabeza.

—No quiero que hagas eso, la enfermera puede atenderme, tú debes ir a la celebración, tu lugar es al lado de la reina, eres la heredera Bors, no debes faltar este día… —cansada contesta la mujer rubia y sus ojos se posan en la bellísima heredera Percival. —Lady Michiru, convenza a mi prima de ir al festejo, yo estaré bien, seguramente dormiré mucho, fue un viaje largo y cansado… así que no vale la pena que se queden. —Suplica la enferma.

—Yo creo que Lady Zoe tiene razón, ella va a dormir por ocho horas y la enfermera puede cuidarla, debemos ir a la explicación del castillo, la reina no debe demorar en hacer su entrada. —Anima Artemis.

—Haruka, ya escuchaste a Lord Nimue ya tu prima, vamos. —Suplica Michiru, la heredera Bors asiente, aunque no de muy buena gana, y besa la frente de la joven enferma.

—Iré porque me lo pides, pero en cuanto termine todo el protocolo volveré a velar tu sue?o. —Advierte Haruka.

—No harás eso… Lady Percival no la deje… ustedes también necesitan relajarse, divertirse, olvidarse de esto por un tiempo… yo estaré bien, descansaré como no he hecho en meses… —balbucea la antigua general entrecerrando los ojos poco a poco con una debilidad evidente que se muestra en el agitado subir y bajar de su pecho.

—Creo que es lo más recomendable, Lady Zoe debe tener un sue?o reparador y tranquilo, el viaje en sus condiciones fue terrible. —Sugiere Artemis, y hace una se?a con su mano a la muchacha vestida de blanco que acababa de entrar en la habitación quien comprende y corre las cortinas del ventanal para dar a la estancia una confortable oscuridad.

—Dejémosla descansar, Ruka, vamos. —Jala Michiru Percival a la rubia del brazo, saliendo ambas junto con Artemis de la habitación, donde sólo queda la enfermera. Al salir de la habitación, Haruka Bors toma del brazo al arcano del cristal de planta y le pregunta ansiosa.

—?Cómo ve a mi prima, Lord Nimue? —Artemis mira los ojos azules de la guerrera del desierto y suspira preocupado.

No puedo hacer un diagnóstico tan de prisa, debo leer todos los informes médicos de Lady Gawain, sus avances han sido asombrosos manteniéndola con vida todos estos meses, pero no le puedo ocultar que me preocupa la forma como se ha consumido físicamente, aunque, siendo honestos y hasta donde yo sé cómo trabaja esa marca oscura de su cuello, no le daría muchas esperanzas. —A?ade honesto el arcano. Lady Bors suspira hondo abatida y Michiru toma su brazo.

—Gracias, Lord Nimue, por su sinceridad, le suplico haga todo lo posible por que al menos ella no sufra tanto. —Pide la guerrera de Bors.

—Haré todo lo que esté a mi alcance, ahora vamos a la celebración, debemos estar en el estrado reala tiempo. —Pide Artemis Nimue y acompa?a a ambas herederas por el pasillo encaminándose a la explanada central del palacio dorado, donde resuenan las trompetas de bienvenida a la reina junto con el clamor del pueblo que se ha reunido a la celebración de la Victoria ya que la heredera Pendragon había ordenado que esta fuera para todo el pueblo y los soldados, y no dentro de los bellos salones, recién reconstruidos, del palacio dorado.

Afuera, Artemis Nimue y las herederas de Percival y de Bors suben las escaleras del estrado de madera donde todas las herederas aguardan, Artemis se coloca junto con Lady Luna Merlín, quien usa un bellísimo vestido azul con estrellas planteadas y su cabello recogido, imponente y hermosa en su elegante sencillez, y la hechicera de cabello azul lo mira llegar y se toma de su brazo.

—?Llego tarde? —Pregunta el arcano de cabello blanco.

—Justo a tiempo, la reina y Lord Le Fay acaban de llegar. —Responde Lady Merlín, y en ese momento, la bella reina rubia del brazo de su hermano aparece en lo alto de la escalinata mientras los asistentes estallan en aplausos y vivas, y miles de papeles de color blanco caen from lo alto de las torres del palacio dorado, vitoreando de forma festiva a la heredera Pendragon, quien luce la corona símbolo de su poder en la cabeza. Las aclamaciones de todo el pueblo de Camelot, cesan cuando la joven reina alza sus manos pidiendo silencio y se adelanta al frente de la escalinata para agradecer a su pueblo.

—?Gente de Camelot! Gracias a todos por este recibimiento, quiero dejarles claro que hoy no se celebra a una sola persona, ni la valentía de una reina, se celebra a cada hombre, mujer, ni?o y guerrero que luchó por la libertad de Albión, tanto en las lejanas tierras del norte, como aquí en Camelot, porque una reina no lo es por si misma sino por las personas que le han otorgado su confianza, y sé que todos desde donde nos correspondió, luchamos por lo mismo, por la libertad de nuestra tierra, hoy la celebración es de todos, y quien debe gritar vivas a ustedes, soy yo, quien debe estar orgullosa de ustedes, soy yo, quien debe agradecer por ustedes, soy yo, y desde el fondo de mi corazón les digo que este día, se celebra a todo un reino, y espero se celebre cada a?o en delante en la misma fecha, y sea llamado "El día de la victoria de Albión "para que no olvidemos que el reino somos todos… ?Viva Albión! —Alza su brazo la joven reina ganando otra ola de plausos y vítores emocionados de sus súbditos, y también de los nobles, soldados y las herederas del reino, quienes aclaman felices a una reina que cada vez se gana más y más un lugar privilegiado en el corazón de su gente.

En ese momento la orquesta comienza a preludiar una contradanza alegre y festiva y muchas parejas se apresuran a presentarse en la explanada que hacía las veces de pista de baile, es entonces que Diamante Le Fay se acerca a su hermana.

—Vamos, Sere, creo que el pueblo estará feliz de que sea su reina quien abra el primer baile del día de la victoria. —Agrega el joven peliplata ante la mirada atónita de la joven rubia.

—Pero… Ante… yo… no sé bailar bien, es decir… —se asusta ella.

—Es importante que lo hagas, todos los ojos están puestos en nosotros, si después ya no quieres bailar, puedes excusarte, pero no en el primer baile. —Pide el joven Le Fay, Serena Pendragon mira en torno y se da cuenta que el efecto la orquesta alarga el preludio antes de iniciar, y que las parejas aguardan mirando el estrado real, así que suspira y toma el brazo de su hermano bajando con él las escaleras ante el aplauso de todos. —No te preocupes, yo te conduzco, ten confianza. —Pide el muchacho presionando la mano de su hermana que sonríe y asiente.

—Perdona hermano, es que en realidad este tipo de cosas de protocolo son en las que me siento más torpe y extra?a, aún más que en medio de una batalla. —Confiesa la joven rubia.

No tienes por qué, eres la reina, estás hermosa, te has ganado con esas palabras además de la admiración el cari?o de tu pueblo y yo estaré a tu lado para ayudarte cuando te cueste trabajo algo, dime… ?De verdad nunca has bailado ? —Duda el tomándola del talle mientras la ayuda a colocar su mano en su hombro y toma la otra.

—Formalmente no, en mis juegos ya solas a veces, pero de este modo… solo una vez, en una fiesta en Antor, una fiesta de máscaras… —recuerda la reina como con una imagen borrosa la música de la fiesta de la cosecha en la aldea, a los chicos y chicas enmascarados, ya ese joven misterioso de máscara planteada que se cruzó con ella. Diamante frunce el ce?o al recordar casi lo mismo y presiona la mano de su hermana con la suya.

—Olvida ese momento, no vale la pena recordarlo, vas a tener hoy tu primer baile formal, y yo en el nombre de tu padre, el rey Uther, te conduciré en él, así que sólo disfruta la música y déjate llevar. —Sonríe el joven le Fay y cuando la música inicia conduce a su hermana en la contradanza con habilidad, moviéndose con ella en la pista, seguido de las demás parejas, incluidas algunas de las herederas de Camelot.

Un momento en el estrado real solo quedan Artemis Nimue y Luna Merlín quienes han tomado asiento juntos, mirando el baile, y el arcano de cabello blanco comenta con la hechicera.

—De verdad la reina regresó mucho más madura, la noto con una seguridad al hablar que antes de irse no poseía, sigue dando discursos muy entusiastas y espontáneos, pero ahora se sabe y asume como la heredera Pendragon sin dudas ni miedo. —Observa él, Luna asiente.

—Este a?o ella pasó por mucho, se enfrentó a retos demasiado grandes y pudo salir airosa de todos ellos, gracias a la herencia divina que corre por sus venas como parte de la dinastía Igraine, y al valor y arrojo de su herencia Pendragon, ha dado importantes pasos hacia su destino, que es la reina más grande que han conocido estas tierras, aún le falta mucho por recorrer, pero no pudo tener mejor aprendizaje que todo lo que vivió en campa?a. —Afirma orgullosa Luna Merlín y un momento ambos se quedan en silencio mirando el baile de los hijos de Lady Igraine, hasta que Artemis.

—Cuando sea oportuno, me gustaría hablar contigo de una inquietud que tengo sobre Lord Le Fay, son algunas dudas de observaciones que ha venido realizando este tiempo que fui maestro suyo y debes conocer ya que te harás cargo de su formación en delante. —Pide el arcano del lago.

—Ya tendremos tiempo para eso, también yo tengo muchas preguntas que hacerte al respecto del futuro de Lord Le Fay en Camelot, pero será después, hoy y ma?ana serán días agitados, la reina tiene demasiados planes importantes. —Asegura la hechicera. Artemis toma su mano y besa su dorso.

—?Quieres bailar? —Pregunta el, la mujer sonríe y niega con la cabeza.

—Dudo que a nuestra edad y siendo quienes somos, sea correcto, y sabes bien eso, así que debo declinar por ambos, ya que creo que la lejanía y la emoción del regreso te han hecho olvidar que en teoría las relaciones más allá de lo político están prohibidas entre arcanos. —Comenta Lady Merlín con tono severo que solo gana una sonrisa del mago de cabello blanco.

—No lo olvido, solo creí que, en medio de este enorme festejo, nadie nos prestaría atención su bailamos. Aún recuerdo cuando éramos adolescentes y nos escabullimos a una reunión de palacio a la que invitaron a Lady Danna, y nos trajo de escoltas, en tiempos del padre del rey Uther, fue la primera vez que vimos un baile por la rendija de la puerta y entonces te pedí intentar y no te negaste… —sugiere Artemis tomando su mano.

—Teníamos 14 a?os, Artemis… —responde Luna con tono irónico, pero aun así el hechicero de coleta blanca se levanta de su asiento y tomándola de la mano la hace levantarse.

—Entonces imagina que de nuevo tenemos 14 a?os, y bailemos, mira en torno, nadie se extra?ará pues esto es un baile. —La condice el hacia las escaleras que bajan del estrado y ella se da cuenta que negarse o resistirse solo llamaría más la atención así que suspira hondo y rola los ojos, dejándose guiar.

En medio de la celebración y del baile, la joven de cabello oscuro y ojos morados, camina entre las mesas con comida y se sirve un vaso de una bebida roja con frutos, mirando a sus compa?eras y amigas bailar y divertirse junto con la masiva celebración de todo el reino, hasta que escucha una voz a su lado.

—Lady Lancelot… ?Me haría el honor de concederme este baile? —La hermosa heredera de Benwick sonríe y mira al apuesto capitán de la guardia plateada quien la contempla embobado.

—Lo lamento, Gillenhall, pero como ve no vengo vestida para bailar, estoy aquí para celebrar a Serena, pero nada más. Creo además que durante el viaje hablamos al menos tres veces de no tomarse tan en serio lo que hubo entre los dos, que fue bueno y divertido mientras duró, pero nada más. —Recalca con frialdad la belleza de ojos morados ante el rostro desencajado del capitán.

—?De verdad puedes olvidarlo? Porque yo no, aunque intente, estoy enamora… —Rei Lancelot corta la vehemencia de las palabras del atractivo guerrero posando su mano sobre sus labios.

No digas esa palabra, no ahora, ni eches a perder la bonita amistad que tenemos, Erick, por tu bien y el mío que todo queda hasta aquí ?Quieres? Anda a divertirte, veo demasiadas chicas mirándote de lejos con deseos de que las invites a bailar, así que, suerte. —Se despide la heredera de Benwick gui?ándole un ojo y se aleja bebiendo su ponche mientras el pobre soldado la contempla con un mundo de tristeza en su rostro.

Rei Lancelot sube de nuevo al estrado de las herederas y se sienta en uno de los asientos de madera, cuando una risa burlona la hace mirar a un lado, donde la bellísima mujer de largo cabello negro ataviada con un vestido de tonos amarillos con incrustaciones de oro y largos guantes la contempla burlona.

—?Te gusta romperle el corazón a Gillenhall? Creo que ya van cinco veces que te ruega bailar. —Comenta Lady Minako Tristán, abanicándose con su bello abanico bordado en minúsculos diamantes. Rei Lancelot se encoge de hombros.

—No es mi problema que se tome en serio las cosas, jamás lo quise. —Bebe ella de su copa.

—?Qué mala eres! Se correrá el rumor de que la capitana y campeona de la reina es un rompecorazones insensible — se burla la hermosa " Guerrera Dorada " y le quita la copa a la heredera de Benwick.

-?Oye! Ve por tu propia bebida y deja de molestarme ?No hiciste tú lo mismo con el guapo coronel Rudbeck antes de viajar? Se supo por todo Uppsala que eras la responsable de romperle el corazón y de la épica borrachera con golpes incluidos que protagonizó en una taberna. —Responde Rei Lancelot, ante una risa divertida de la hermosa heredera de Cornualles.

—Sí, ?Pobre! qué terrible manía de los hombres guapos de tomarse tan a pecho los momentos de placer, ?Puedes creer que Rudbeck ya quería hablar con tía Catherine para pedirle mi mano? —Se escandaliza Mina y ambas mujeres ríen divertidas. —Tuvo que ser así, era por su bien más que por el mío, aunque debo agradecerle los buenos momentos y también que gracias a él gané una hermosa espada de acero forjado de Benwick que ahora decora mi tienda de armas —presume con una sonrisa de lado la atractiva y elegante heredera Tristán. Rei Lancelot sonríe y asiente. -?No te importa?

-No mucho. La ganaste arteramente porque sabías que tenías ventaja con el guapo guerrero de Uppsala aún antes de apostar, además mi espada no te servirá más que de adorno, no reacciona su fuego más que al toque de alguien con sangre Lancelot.

—?Vaya! Y yo que quería usarla como encendedor de fogatas. —Se queja la rubia y ambas ríen. —?Te gustaría recuperarla? —Pregunta Minako Tristán y bebe de la copa de ponche que le quitó.

—Sabes que sí. ?Ya tienes un nuevo prospecto a la vista? —Contesta divertida la pelinegra, mientras que la rubia asiente.

—Lo tengo, y uno que será aún más divertido e interesante para quien gane sus favores, además esta vez no te haré trampa, ambas partimos con las mismas oportunidades. ?Te interesa?

—Aceptado, si lo conquisto yo me devuelves mi espada. —Alarga su mano Rei Lancelot, y Mina Tristán la toma enseguida.

—Y si lo conquisto yo, quiero tu unicornio negro. —Pide segura la rubia sobrina de Catherine de Cornualles. Una risa divertida de la heredera Lancelot es la respuesta.

—?Un "Belcebú" ? Bien, pero no respondo de que él quiera irse, y suele ser muy obstinado, no me reclames luego si ni siquiera te permite tocarlo o te derriba. —Advierte la pelinegra.

—Déjame a mi ese detalle, soy experta en domar animales desbocados. —Le gui?a un ojo la rubia, Rei niega con la cabeza.

—Bien, entonces, ?Con quién nos divertiremos este verano en Camelot, Lady Tristán? —Cuestiona la pelinegra.

—?De verdad no lo adivinas? Con el hombre más atractivo, misterioso e interesante de todo el reino… ?Lord Diamante Le Fay! —Palmea emocionada la rubia mirando de lejos al joven peliplata que con la reina de su brazo saluda a varios de los invitados del concejo de ancianos de Camelot. La sonrisa divertida y segura de Rei Lancelot desaparece de su rostro y se torna una expresión sombría y seria.

—?Estás loca? ?Es el hermano de Serena! —Estala la heredera de Benwick.

—?Y? que yo sepa no tiene novia ni compromiso y aún ni profesa como Arcano así que le quedan algunos a?os de deliciosa soltería sin llegar a ser y francamente me encantaría ense?arle las mieles del amor antes de eso, confieso que antes de esta tarde no me había prohibido fijado demasiado en él, pero lo que es hoy, con su cabello así y ese traje ajustado está hecho hecho una delicia ?No opinas lo mismo? —Comenta divertida la rubia.

-?No! Y si se trata de él damos por terminado el juego, no quiero participar en esto y no voy a usar al hermano de Serena como objeto de nuestros juegos. Aunque no lo creas tengo límites dentro de mi inconciencia y mi cinismo, y uno de ellos es la lealtad a Serena, jamás en toda mi vida o más allá de ella, usaría para jugar a alguien cercano a los afectos de mi mejor amiga. —Estalla indignada como pocas veces Rei Lancelot ante la incrédula mirada de su compa?era.

—Un momento, un moment, ?Por qué la excesiva reacción? Creí que estábamos en este juego porque ambas creíamos lo mismo y pensábamos igual sobre los hombres, además tu eres la que presume que ninguno se escapa de tus encantos, noble, plebeyo o de cualquier región de Albión. ?Por qué Lord Le Fay es diferente? —Escudri?a con sus inteligentes ojos azules la heredera Tristán las pupilas moradas de su compa?era. —Un momento ... ?no lo creo! ?Te gusta de verdad el hermano de la reina? ?Estás enamorada de él? ?La gran Lady Rei Lancelot du Lac que no cree en el amor ha caído por…

—?Quieres dejar de exagerar? Claro que no siento nada por él, apenas lo he tratado, comprendo que es atractivo, pero no es nada de lo que imaginas, simplemente no jugar creo que sea alguien con quien, no es como los demás, y si alguien comprende lo que implica la formación de un arcano soy yo, dejémoslo tranquilo, hay demasiados hombres en Camelot para divertirnos. —Posa Rei Lancelot su mano en el hombro de la bella rubia, y ella sonríe y asiente.

—Al menos en eso nos parecemos, ni tú ni yo creemos en el amor, jugamos con él solamente, y tenemos límites, tampoco me metería con alguien de la familia o de la familia de quien aprecio. —Asegura Minako Tristán.

—Y sin embargo pasará… —escuchan las dos jóvenes herederas una voz extra?a, grave ya la vez profunda y extra?a, como de alguien lastimado de la garganta que es difícil identificar como hombre o de mujer, y contemplan sentada en una de las sillas de las herederas a una misteriosa y peque?a figura encapuchada. —Estas son las palabras escritas en las estrellas y que el Oráculo de la encrucijada les advierte: "AQUELLA AVE ROJA Y AQUELLA AVE BLANCA QUE VUELAN CERCA DEL SOL ADMIRADAS Y RESPETADAS, SIN ENEMIGO CAPAZ DE DERROTARLAS, SI SU SOBERBIA LLEGA AL PUNTO DE RETAR A LA FUERZA M?S PODEROSA DEL UNIVERSO Y BURLARSE DE SUS ALCANCES, ESA FUERZA LES DAR? UNA MUESTRA DE SU PODER QUE APAGUE SU BRILLO Y DOBLEGUE SU ORGULLO ATANDO SU CORAZ?N CON ENREDADERAS DE ESPINAS A UN SER PROHIBIDO,

—?Nos habla a nosotros? —Duda Rei Lancelot ante la aparición tan cerca de ambas de la figura encapuchada que dice palabras tan extra?as.

—Sí, a ustedes, las dos heroínas más poderosas y admiradas de Albión, a Lady Rei Lancelot Du Lac de Benwick y Lady Minako Tristán de Cornualles, las más nobles, valientes, poderosa y cerca a la reina ya la vez las más temerarias, por jugar con la única fuerza de esta tierra que no pueden vencer ni siquiera ustedes, ganadoras de mil batallas: El amor. —Habla la misteriosa figura de quien no se ve el rostro, las dos herederas se levantan de sus asientos y caminan intrigadas hacia quién les habla. —Las he escuchado hablar y entiendo por qué se me ha establecido el deber sagrado de advertirlas.

—Disculpe… creo que está interviniendo en charlas particulares entre nosotras y no tiene derecho alguno a juzgarnos o malinterpretarlas. —Ofendida Minako Tristán le reclama a la encapuchada.

—Tengo el derecho que le asiste a quienes hemos vivido mucho y vemos el futuro, a quienes sabemos cómo terminan las historias cuando quienes en ellas intervienen juegan con fuerzas superiores, así que, nobles herederas, les pido dejar este juego suyo donde se burlan del amor y destrozan ilusiones y corazones, antes de que sea la misma fuerza del amor la que les ense?e a respetarla de la manera más dolorosa. —Afirma el extra?o personaje encapuchado. Tanto la pelinegra como la rubia se completa a unos pasos de llegar a la silla en que se haya sentado el encapuchado y se miran una a otra extra?adas.

—?Nos está amenazando? ?Lanzando alguna especie de maldición? —Duda la heredera de Benwick ofendida.

—No, jamás lo haría con las nobles guerreras y heroínas de Albión, solo soy un mensajero el Oráculo que conoce los caminos del destino, no olviden mis palabras y enderecen su camino antes de que sea tarde y ambas traicionen a quienes menos lo merecen— exclama el encapuchado, Minako Tristán luce desconcertada, pero Rei Lancelot frunce el ce?o, molesta.

—?Ya está bien de amenazas y maldiciones! ?Ahora mismo va a decirnos a la cara lo que desee, no oculto por esa capucha! —Camina decidida la temperamental guerrera, pero justo en ese momento en la explicación del baile se encienden los fuegos artificiales con atronadores destellos, y ambas chicas miran arriba la profusión de luces de colores que iluminan Camelot.

—Lancelot… se ha ido… —se?ala la rubia a la silla ahora vacía en donde segundos antes estaba la figura encapuchada.

—?Odio este tipo de juegos! ?Qué demonios se ha creído para pretender moralizarnos y amenazarnos? Voy a averiguar quién era. —Se molesta la chica de ojos amatista.

—Ya déjalo, será imposible en una fiesta de todo el pueblo, pudo ser cualquiera, no le des importancia, vamos a divertirnos, y para que te alegres, elige tú próximo al prospecto de nuestro juego y dejemos en paz a Lord Le Fay. —Asegura la heredera de Cornualles y sonríe a su compa?era bajando ambas del estrado donde al momento se les acercan varios caballeros ansiosos de ganar así sea un poco el favor de las dos más bellas heroínas del reino.

Mientras tanto Diamante Le Fay que miraba los fuegos artificiales dando el brazo a su hermana en el estrado real, se aleja hacia los tronos en busca de la capa de Serena, que ha sentido algo de frío, pero cuando la toma, nota que la bella capa bordada de perlas está sujeta a algo que no permite que la tome, jala un poco la tela y se da cuenta que una figura encapuchada y de baja estatura está de pie al lado del trono y el báculo en que se apoya tiene atrapada la punta de la capa de su hermana.

—Disculpe… ?Podría soltar la capa de la reina? Ella la necesita en estos momentos. —Suplica el joven peliplata.

—Podría, ciertamente, joven Le Fay, solo que así no podría darle el mensaje que necesita escuchar… —habla con esa voz grave y cavernosa tan extra?a la figura, ganando la desconfianza instantánea del muchacho quien no nota en la persona que le habla ningún tipo de energía en su alma, ni bondadosa ni maligna, lo cual es demasiado extra?o.

—?Un mensaje para mí? ?Quién es usted? ?Viene de la Monta?a prohibida? —Se pone en guardia Diamante ante el misterioso aspecto de la desconocida figura.

—No, joven Le Fay, no soy aliada del mal pero tampoco del bien, mi único deber es ser neutral y dar mensajes importantes cuando el destino de alguien corre peligro, como lo es su caso, escuche las palabras de la intérprete del Oráculo de la encrucijada, y tome las mejores decisiones, escuche el mensaje de las estrellas: " Quedarse no es lo adecuado, tome la opción que lo aleja del peligro de su corazón y del peligro de lo que más ama en este mundo, la distancia cura los sentimientos confusos, y cuando se ama de verdad, se elige lo mejor para el ser amado aunque se desgarre la propia alma, ante dos caminos, elige el que te lleve lejos"—A?ade la figura encapuchada dejando aún más perplejo al muchacho. —Así como yo suelto el manto de la reina, usted deberá soltar sus sentimientos por el bien de su hermana, aceptar la propuesta que le harán en unos días, y no se aferre a algo que desde su inicio fue antinatural. —al escuchar eso Diamante frunce el ce?o.

-?Apuesta inicial? Que pasa, tardaste demasiado y muero de frío - escucha el joven la voz de su hermana a sus espaldas y voltea a mirarla.

—Lo siento, Serena, es que… estaba atorada con… —Diamante mira hacia el trono donde la figura encapuchada ha desparecido y la capa real está libre. —Con… la orilla de tu trono, y no quería jalarla para no da?arla. Toma. —Sonríe el muchacho y coloca la capa en los hombros de su hermana.

—Gracias, vayamos de regreso aún faltan los últimos fuegos artificiales y enseguida el banquete. —Se toma la reina del brazo del joven y caminan de vuelta al estrado real, aunque los ojos azules del peliplata regresan de vez en vez hacia atrás, desconcertado ya su pesar pensativo por las palabras de esa figura encapuchada, ?Qué significaban sus palabras? Y ?Por qué le parecía que antes había visto esa peque?a figura en Camelot? quizás cuando ni?o en la torre donde el rey Uther estudiaba sus estrategias batallas… no puede precisarlo, así que aleja sus temores y mira el cielo de la ciudad dorada iluminado de colores, tratando de olvidar el incidente.

Mientras la fiesta por la celebración del triunfo de la reina continúa iluminando con luces la noche de Camelot, una figura encapuchada camina en dirección opuesta a la zona del festejo, dirigiéndose a las murallas de la ciudad, cubierta por el manto oscuro, y en cuando llega frente a las puertas abiertas con el puente levadizo abajo, se detiene al escuchar el sonido de las cuerdas de una lira, y alguien la llama.

—Increíble acontecimiento, luego de muchos a?os abandonas tu retiro en el Oráculo de la encrucijada para volver a Camelot. La última vez que te vi yo era un adolescente paje de la corte, fue aún en tiempos del rey Uther, querida Cyrconia… ?Cierto? —Detiene a la figura la voz del trovador de cabello blanco y ojo de diamante que aparece tras la fuente afinando su lira. La figura encapuchada baja su cogulla y muestra los rasgos arrugados y extra?os, sus ojos alargados y cabeza calva con un gorro extra?o en que destaca el dibujo de un ojo dentro de un triángulo.

—Souichi Tomoe. Recuerda que cada uno sigue el camino para el cual nació, el tuyo es cantar lo que ocurre en el presente, el mío, anunciar lo que depara el porvenir y se me revela en las estrellas. —Responde la anciana.

—?Viniste hasta Camelot a dar un aviso del oráculo? —Pregunta el trovador errante.

—Dos para ser exactos, ahora depende de los receptores lo que hagan para evitar desgracias. En tiempos del rey Uther mi primer oráculo fue desoído, él no quiso alejar de Camelot al peque?o Diamante Le Fay y de su mano vino la desgracia para todos, espero que ahora mis palabras encuentren mejor recepción antes que los da?os sean peores que en aquella ocasión . —A?ade la anciana.

—?Puedo saber a quién iban dirigidos tus presagios, Cyrconia? —Inquiere curioso el trovador.

—No puedes, las estrellas hablan a un solo receptor. Además, si te lo dijera, no lo entenderías. Mi labor aquí terminó, ahora seguiré mi camino en busca del siguiente receptor. —Se coloca de nuevo la capucha la anciana.

—?Y a dónde te llevan tus pasos? —Pregunta Tomoe.

—Al lejano reino de Guinevere, en los principales de occidente de tierra media, donde hay un príncipe que necesita recibir un mensaje de alerta antes de tomar decisiones trascendentales. —Responde la anciana y camina hacia la puerta de entrada.

—?Oye, oye! Aguarda, ?Un mensaje para el príncipe de Guinevere? ?Qué es lo que vas a decirle? —Grita Tomoe, pero la anciana no responde y alzando su báculo creando una especie de humo blanco que cubre el puente levadizo y hace toser al músico errante, quien se detiene de una pared. -?Maldita sea! Odio cuando hace eso… —se queja sin poder seguir a la anciana. —El reino de Guinevere, en la tierra media, debe ser importante para el futuro de Camelot, no lo olvidaré. —Afirma Tomoe y sonríe volviendo hacia la fuente donde sigue componiendo los acordes de su nuevo himno por la victoria de la reina, que, al día siguiente, cantaría por todo el reino.

Reino de Camelot, una semana después.

La reina Serena, montando un unicornio blanco y Diamante Le Fay en un caballo negro cabalgan aquella ma?ana con paso tranquilo por una zona de arcos florales dentro de los jardines del palacio dorado, y se elige junto a una cristalina fuente con enorme piedra de mármol blanco que se encuentra en un estrado, con un agujero largo en medio, donde se ha colocado la leyenda " En esta sagrada roca el rey Uther Pendragon clavó la espada sagrada con sus últimos alientos de vida, y de ella la sacó a?os después la única heredera al trono de Albión, la reina Serena Pendragon iniciando así un largo periodo de paz y prosperidad para todo el reino "Los dos jóvenes hijos de Serenity Igraine bajan de sus monturas y caminan por los senderos de flores hacia la fuente, la reina con su brazo tomando el de su hermano.

—?Te gusta lo que hicimos con la roca sagrada? —Pregunta Diamante a su hermana cuando ambos se encuentran frente a la placa dorada a leer la inscripción.

—Mucho, es un hermoso homenaje al sacrificio de mi padre, y de verdad me asombra cómo ha cambiado el palacio dorado, cuando vine por vez primera aquí y vi la espada en la piedra todo eran ruinas y estaba lleno de maleza, espinos y hierba , ahora es un jardín de ensue?o. —Asegura la jovencita de coletas rubias.

—Me alegra haberte sacado un poco de la sala misteriosa del trono, ?Ya me dirás qué cosas secretas haces ahí todo el día con Lady Merlín y los trabajadores? —Pregunta el muchacho de cabello plata a su hermana que sonríe y se suelta de su brazo subiendo al borde de la fuente, con esos destellos de ni?a que aún le quedaban, caminando alrededor, mientras su hermano camina abajo a su lado.

—Lo sabrán todos en dos días, cuando llegue Kakyuu y estemos completos, es algo muy importante y que definirá el rumbo de lo que Camelot hará en adelante para enfrentar al reino oscuro, y desde luego te quiero a mi lado, además será un buen homenaje para mis padres y la mejor forma de iniciar este reinado. —Asegura la joven soberana.

—Sabes que estaré a tu lado, lo estaré hasta que sea posible, hasta que necesites de mi o hasta que esté seguro de que te cases con un buen hombre… —asegura con melancolía el peliplata, Serena Pendragon detiene su camino sobre la fuente y mira a su hermano.

—?Por qué hablas de boda y de matrimonio, Ante? Aún falta mucho para eso, jamás he pensado en el amor. Me mucho para ser la reina que merece Albión como para estar preocupada por casarme. —Salta la jovencita rubia de la fuente y Diamante toma su mano presionandola con esa extra?a melancolía que lo acometía a veces.

—Lo digo porque pasará, es la ley natural de la vida, y en tu caso un deber ineludible. Albión necesitará un rey, tú un esposo y este reino, continuidad hereditaria de la sangre Pendragon e Igraine, sé que ahora quizá sea pronto, pero estoy seguro de que en dos o tres a?os Lady Merlín y Lord Nimue te hará la sugerencia quizás con varios prospectos buenos para el reino. —Asegura Diamante caminando con su hermana en torno a la fuente de la roca, sabiendo que pase lo que pase con su hija, su peque?a lucecita a quien le arrebató el Reino Oscuro, su terrible y vergonzoso origen le impediría ser considerado como heredera de su madre.

—?Así que incluso para casarme y tener esposo deberé hacerlo con sugerencias? ?No puede ser por mi gusto? —Decepcionada la jovencita. Diamante sonríe.

—Te prometo que velaré porque al menos en eso tengas voz y voto, y que elijas a quien desee, sea noble o plebeyo. Solo quiero verte feliz. —Acaricia Diamante su mejilla.

—Siempre he creído que me gustaría enamorarme de verdad, como lo hicieron mis padres, porque ser reina y elegir a un rey con quien compartir mi vida y responsabilidad debe ser algo muy trascendente, y definitivamente quiero una historia como la de mi padre y mi madre, ?No aceptaré nada menos! —Decidida Serena.

—Haces bien en pensarlo y lo mereces, te aseguro que estaré atento en ese momento para que elijas a tu gusto y defenderé tu derecho a enamorarte, que es la más maravillosa emoción de este mundo, y la más protegida por la diosa de Albión. —Promete Diamante. Serena lo mira de reojo y alza una ceja.

—Hermano, ?Tú has estado enamorado? —El joven se tensa un poco ante esa pregunta de Serena. —Lo pregunto porque hablas de una forma tan intensa de lo que significa el amor que supongo que ya tiene sentido… ?Me lo dirás? Quedamos de tenernos confianza siempre. —Se detiene Serena mirando a su hermano de frente. Diamante mira los ojos azules honestos y diáfanos de su hermanita y toma sus manos, cuestionándose si tiene o no derecho a empa?ar con una historia tan oscura como la de su encuentro en ese bosque de Antor, sus ilusiones, así que decide no decir todo…

—No he estado enamorado, sabes que mi formación en el reino oscuro prohibía todo tipo de sentimientos, pero sí conocí a alguien, a una mujer, hace mucho tiempo, de quien me habría gustado enamorarme. —Indica él con vaguedad.

—?Y qué pasó? ?Por qué no la seguiste viendo? —Curiosa Serena.

—Sólo la conocí una noche, en una fiesta a la que asistí por casualidad en una misión que hice para Neherenia, pero no volví a verla, aunque jamás olvidaré su rostro, sus ojos, su voz, ni el brillo de su bondadoso corazón… —A?ade el mirando el rostro de su hermana.

—?Qué pena! A mí me encantaría que mi querido hermano se enamorara de una buena chica y verlo feliz, y quizás tener sobrinitos tan guapos como tú, pero luego pienso que ninguna chica de las que conozco es digna de ti, ?Crees que sean celos de hermana? —Pregunta la muchacha, Diamante sonríe de lado.

—Eso debe ser, pero no te preocupes, en realidad a mí no me interesa casarme ni enamorarme, sabes que aspiro a ser arcano y las reglas sobre el servicio mágico y las relaciones afectivas son incompatibles. —Firme el muchacho.

—Pero aún no te ordenas… ?Te digo algo? ... he estado pensando mucho en qué chica te convendría, en quién sería la única que te merecería, además que he visto esta semana como tratas a las damas que te siguen porque eres el más guapo de la corte, a ninguna le dedicas más que una cortesía correcta, pero entonces me di cuenta de que hay una a quien sí tratas diferente, y esa es la única mujer yo aceptaría para ti. —Afirma la reina y se sienta en la orilla de la fuente, Diamante sonríe divertido y palmea la cabeza rubia de su hermanita.

—Veamos, peque?a Gealach, dime tus agudas observaciones, ?Quién es esa mujer que según tú trato de forma distinta a las demás? —Se sienta él al lado de Serena.

—Rei ...

-?What! —Salta ofendido el joven como si le había picado una avispa, ante la risa de su hermana. —Pero… ?qué dados! Ella sería justamente la última de entre todas las mujeres de Albión en quien pensaría.

—No me vas a negar que es muy bella, todos los hombres del reino mueren por ella y por Mina, pero en tu caso la miras mucho más a ella, incluso cuando no habla contigo la sigues con la mirada, además de los he descubierto a ambos hablando solos varias veces y se ven en una actitud de reto y tensión que, si no los conociera, supondría que se gustan. —A?ade orgullosa de sus deducciones la rubia reina.

No es por lo que supones, en realidad ella y yo nos llevamos muy mal, creo que somos demasiado opuestos, incluso no tenemos plena confianza uno al otro, lo único que nos une es nuestro cari?o hacia ti, y cuando decidiste ir a la guerra al norte, ella me juró protegerte, hablamos de ti, de tus avances, de lo que ahora necesitas de nosotros como hermano tuyo y como capitana de las herederas, es todo, pero nada de lo que imaginas. —Se defiende el joven Le Fay.

—Vale, te creeré porque ella ya me había confesado que te prometió cuidarme, pero que te quede claro que Rei sería la única mujer de todo Albión con quien me gustaría que te casaras, porque es mi mejor amiga y sé todo lo que vale, harían una pareja ideal. —Afirma la reina.

—Ideal para sacarnos los ojos. No lo vuelvas a suponer, y mejor no se lo sugieras a ella porque sé que tendrías una respuesta semejante a la mía. ?Seguimos el recorrido? —Se levanta Diamante y la joven rubia asiente dándole la mano.

A lo lejos, en una torre elevada del palacio dorado, Artemis Nimue realizaba anotaciones en largos pergaminos tras observar con atención varios frascos con sustancias calientes que pasaban de uno a otro con un poco de tejido oscuro atrapado en una urna de cristal, hasta que, fatigado de sus investigaciones, abre la ventana de la torre en busca de aire fresco que despeje su cabeza, y al hacerlo y mirar abajo, hacia los jardines reales, se topa con la escena de los hijos de Serenity Igraine caminando del brazo, entonces el hechicero suspira hondo reavivado sus preocupaciones sobre las actitudes de Diamante con su hermana, que esos días luego del festejo de aniversario, se ha avivado aún más.

—Me alegra descubrir que compartimos preocupaciones y observaciones, eso hará más fácil esta plática que hemos pospuesto desde hace días. —Escucha él la voz femenina a su lado y sonríe.

—De nuevo no te sentí llegar, pero creo que era ineludible este moment, a pesar de los días agitados que hemos tenido esta semana, tú con el proyecto secreto de la reina en la cámara del trono y yo trabajando con Lady Gawain por salvar la vida de la pobre Lady Zoe… —afirma Artemis, Luna mira también hacia abajo donde Diamante y Serena pasean.

No podemos dejarlo pasar, Artemis, porque después de la reunión de las herederas donde la reina develará su proyecto de la Tabla redonda, tendremos que tomar decisiones en bien de todos. Dime cuál es tu preocupación sobre Lord Le Fay y veamos si se conecta o no con la mía y si seguimos teniendo la misma empatía de cuando éramos aprendices. —Explica la bella hechicera de cabello azul.

—Hay algo que noté en el joven Le Fay hace casi un a?o. Cuando ustedes iban de camino a Uppsala, él logró hacer contacto espiritual a distancia con la reina, justamente para ayudarla en un momento de peligro a usar de forma correcta la espada Excálibur, entonces él me compartió lo que pasó y cómo se contactó con su hermana y comencé a dudar, porque tú y yo sabemos la relación especial y profunda a nivel espiritual y de sentimientos que debe existir entre dos personas para lograr algo como eso, que tú y yo podemos hacer, pero no alguien sin entrenamiento y sobre todo…

—Alguien que no tenga en su alma el sentimiento que tenemos nosotros… lo sé. Pensé lo mismo cuando Serena me describió cómo lograr destruir esa planta maligna del bosque cuando escuchó en su cabeza la voz de su hermano. —Completa la idea Luna Merlín tomando el brazo de Artemis y ambos se miran a los ojos dándose cuenta de que compartían la misma preocupación. —Si te tranquiliza saberlo, creo que el sentimiento está apenas iniciando y sólo en él, Serena dista mucho de compartirlo, además no lo llamaría "Amor" más bien cari?o extremo, deseo de protección y ternura.

—Creo como tú que esto ocurre sólo departe de Lord Le Fay, lo cual es entendible, es su hermana, alguien de su familia, un afecto nuevo y desconocido para él. En la Monta?a Prohibida, Neherenia, con ese entrenamiento que le dio desde ni?o, destruyó en él todo sentimiento positivo, pero su alma Igraine jamás los sepultó del todo y ahora ha encontrado con quién desbordarlos, además han estado separados tantos a?os que es difícil que él la vea como hermana, créeme que lo comprendo, pero no deja de preocuparme. Pienso que debemos hacer algo para evitar que un sentimiento como ese derive en algo de mayores y desagradables consecuencias, o tuerza el destino de ambos. —Responde siempre sabio el arcano del cristal, la mujer de cabello azul asiente.

—Me alegra que pensemos igual, estos días he ideado una forma lo más discreta y efectivamente posible para ello. —Luna camina dentro del estudio. seguida del mago de cabello blanco. —Vas a llevar a Lord Le Fay contigo al Santuario del Lago. —Indica ella.

—?Qué dados? —Se cuestiona Artemis. —Luna, sabes que yo me haré cargo de entrenar a la peque?a Lady Galahad, y que el muchacho va a iniciar su entrenamiento contigo, es lo que habíamos acordado, alguien con sus dones y nivel de control ya no tiene mucho que aprender de mí .

—Pero necesitamos alejarlo de la reina, no hay otra manera de cortar y limitar ese sentimiento, además en el santuario podrás entrenarlo en otras habilidades que nos ayuden a decidir más delante en cuál de los santuarios sería más útil. No me estoy negando a entrenarlo más adelante, Artemis, solo estoy atendiendo primero lo urgente, y Lord Le Fay debe alejarse un tiempo. —Puntualiza siempre firme la hechicera de cabello azul.

—?Cuánto?

—Al menos tres o cuatro a?os, que es el tiempo que he ideado dar como plazo a Serena para que busque al mejor candidato para ser el rey de Albión y su esposo, creo que una vez casada la reina, el joven Le Fay podrá volver sin problema al lado de su hermana ya sin riesgo de que sus sentimientos se vuelvan riesgosos para ambos. —Asegura la arcano de la espada.

—?Crees que sea necesario que Lord Le Fay sepa la razón de esta separación? —Inquiere Artemis.

—Debe saberlo, me haré cargo de comunicárselo para que cuando regrese contigo al santuario ya esté enterado de nuestros motivos y que Selene ilumine nuestra decisión que sabe tomamos por el bien de ambos hermanos. —A?ade la hechicera de cabello azul, Artemis Nimue la mira y toma su mano.

—Luna, este tiempo que he convivido con Lord Le Fay, sobre todo al entrenar sus poderes, me he dado cuenta de que oculta algo celosamente, un secreto importante, o de otro modo no lo ocultaría, de su tiempo en la Monta?a Prohibida, ?Sabes tú algo sobre eso? —Luna mira a su compa?ero de vida y de ministerio, algo dentro de ella le asegura que el gran secreto de la existencia de la ni?a de cabello rosado estaría a salvo con él, pero también le preocupa que alguien tan recto como Artemis Nimue juzgue sus decisiones al respecto, lo que eligió hacer con la recién nacida, y prefiere, como siempre, cargar ella sola con toda la responsabilidad.

—Su educación al lado de Neherenia con rencor y odio y potenciando sus poderes oscuros de su lado paterno debió ser terrible, Artemis, y si el joven Le Fay oculta un recuerdo doloroso e inconfesable de ese tiempo horrible de su pasado, creo que debemos respetarlo . Dudo que sea algo peligroso, más bien debe ser algo íntimo y personal, un secreto como todos lo tenemos. —Afirma la hechicera de cabello azul, y aleja sus ojos de las pupilas del arcano de cabello blanco, porque algo en su conciencia la hace sentir malestar de mentirle a la única persona en el mundo en que hasta ese día tuvo plena confianza.

—Comprendo, solo quería consultarlo contigo, si dices que no es algo peligroso lo olvidaré, así que tomaremos las medidas necesarias, ?sabes algo que no me gusta de todo esto? —Pregunta Artemis Nimue acercándose a la mujer y posando sus manos en sus hombros. —Que de nuevo vamos a separarnos por el bien de otros, por el bien del reino… —agrega el mago de cabello blanco con tono melancólico.

—Es nuestro deber, lo hemos sabido siempre, y entendemos por qué ser Arcano implica renunciar a todo amor que no sea el de la diosa y el de su deber, así que no pongamos sentimentales y hagamos lo que se requiera. —Firme la arcano de la espada, camina lejos de él, Artemis suspira hondo sabiendo que no tiene ningún argumento para refutar a Luna. En ese momento alguien llama a la puerta. —Adelante… —concede Artemisa.

—Lord Nimue, lamento la interrupción, pero Lady Ami Gawain pide su presencia con urgencia en el ala este, parece que Lady Zoe Abimalek está muy grave. —Informa el guardia, Artemis asiente y de prisa coloca en un cofre sus últimas pociones, en las que había estado trabajando esos días. —Vamos… —dice al guardia plateado y mira antes de salir a Luna quien cruza sus ojos azules con los suyos y asiente, dándole un sentido que todo seguía su curso, así a ambos les doliera.

Ala Este del palacio dorado.

El hechicero de cabello blanco llega a las afueras de la habitación destinada para la joven enferma, de cuya puerta ve salir a Lady Ami Gawain con su bolso de piel de instrumentos médicos visiblemente preocupada, y se detiene delante de ella.

—Lady Gawain, vine tan rápido como pude, ?Qué ocurre? —Pregunta el hechicero.

—Lo inevitable, las pociones no pueden más que hacerla aliviar temporalmente el dolor, pero acabo de revisar su cuerpo, está invadido por completo, y los dos sabemos qué pasará cuando el parásito estrangule el corazón, médicamente no se puede hacer más, espero usted haya encontrado algo que mágicamente la ayude. Está sufriendo mucho. —Dice la inteligente joven de cabello azul. Artemis niega con la cabeza.

—Por desgracia no ha logrado mucho, solo potenciar la fórmula de la poción que la alivia, pero sabemos usted y yo que no podemos detener la invasión de su cuerpo. Sea lo que sea que Beryl y Neherenia hacían con ellos en la Monta?a Prohibida para mantener recesivo el parásito nosotros no lo conocemos, creo que Lady Zoe morirá de todas formas. —Apesadumbrado Artemis, Ami Gawain, molesta como pocas veces, golpea con su pu?o la pared.

—?Odio sentir que nos ganan en conocimiento! Que perdemos una vida y que finalmente no adelantamos nada… ?Cuál es el secreto de los generales? ?Qué les hace ese parásito oscuro para que manejar a los monstruos del caos? - se desespera la chica. Artemis Nimue posa su mano en el hombro de Ami.

No lo sienta como un fracaso, Lady Gawain, usted adelantó muchísimo en su ciencia médica como para conservar viva a la general… es decir, a Lady Zoe, casi un a?o completo, yo jamás habría logrado algo así, y no se dé por vencida, quizás a ella no podemos salvarla, pero hemos aprendido más de lo que supone. Vamos dentro, quizás logre algo de alivio para ella en los últimos momentos o que sea menos doloroso, hablaremos usted y yo. —Pide el arcano, la heredera Gawain asiente y ambos regresan dentro de la habitación, donde una agonizante joven rubia recostada en el camastro respira con dificultad, todo su rostro cubierto de venas negras denotando el alto grado de infección y una delgadez aún peor que con la que llegó a Camelot.

Haruka Bors sostenía su mano sentada del lado derecho de la cama, mientras Michiru Percival refrescaba la frente de la enferma con una tela mojada en agua.

-… y entonces dijiste: Sí hay solución, y con tu cimitarra cortaste la cadena de las cercas de las caballerizas, y todos los caballos salieron desbocados, llevándose con ellos a los guardias, y nosotras corrimos por la barda y saltamos al patio de palacio con todas las granadas en tu sombrero… —ríe la fuerte joven de cabello corto, y la pobre moribunda solo sonríe levemente.

—Es un… muy bello recuerdo… Ruka… gracias por narrármelo, ahora al menos sé quién soy. —Responde con voz débil la enferma. —?Sabes algo? Aun cuando era Lady Zoycite, siempre quise saber qué había antes de mí, quién había sido, recuperar mi pasado… intenté… que Neherenia me lo revelara, y prometió hacerlo… si era buena general… entonces quise ser la mejor para saber quién había sido … Al menos lo supe antes de morir. —Mira la pobre mujer a su prima, y Haruka Bors, a pesar de la rudeza y fortaleza que siempre mostraba, derrama unas lágrimas que corren por sus mejillas.

—No digas eso, Zoe, vas a mejorar… ?Cierto, Lady Gawain? ?Cierto Lord Nimue? —Pregunta la guerrera del desierto. Ami niega con la cabeza y Artemis camina hacia la mesa al lado de la cama sacando su última poción la cual mezcla en un vaso con agua.

—Lo sentimos mucho, Lady Bors, Lady Zoe, pero Lord Nimue y yo no podemos contener más el avance de la infección, está llegando a su corazón. —Confiesa apesadumbrada la joven de cabello azul.

—Tengo una poción para calmar el dolor, aún más fuerte que las anteriores, si Lady Zoe desea puede beberla y dormir tranquila… —ofrece el arcano acercando el vaso a los labios renegridos por el veneno oscuro de la muchacha, pero ella ladea la cara .

—No… Lord Nimue… no más. Si he de morir que sea consciente, mirando a quienes les debo agradecer mis últimos… momentos… —a?ade ella valiente.

—Pero, Lady Zoe, el dolor es terrible, acéptela. —Pide Ami Gawain asombrada, pues conoce perfectamente las consecuencias físicas de esa decisión.

—No lo haré… quiero morir siendo consciente de lo que pase… además… prima, quiero una última voluntad. —Pide la enferma.

—Lo que desees, Zoe, dímelo y lo haré. —Valiente la guerrera del desierto.

—Deja que Lady Gawain y Lord Nimue usen lo que quede de mi cuerpo para estudiar sobre esta maldición, que al menos luego de muerta sea útil a la ciencia y la magia de la diosa… por favor… —mira la rubia mujer a su prima y luego al arcano ya Ami Gawain quienes asienten.

—Pero, Zoe, yo quería llevarte a la tumba de tu familia, donde está enterrado tu padre, tu madre, tus hermanos… —pide Haruka, ella niega con la cabeza.

—Ahí no serviré de nada… deja que sea útil a la reina… resarcir luego de muerta el da?o que hice. Júralo por el honor de Bors, por la memoria de… nuestros ancestros. —Presiona su mano con sus últimas fuerzas la enferma, Haruka asiente aún a su pesar, y la joven suspira hondo aliviada, luego mira a la bella joven de cabello aguamarina. —Lady Percival, cuide de Ruka… ahora sí se ha quedado sola…

—Nunca estará sola, siempre estaré a su lado. —Posa Michiru su mano sobre la de las dos primas, y cruza sus ojos color mar con los azules profundos de la heredera Bors, dándole el ánimo que le faltaba.

—Gracias a ambas, gracias a todos por… mantenerme viva… digan a la reina… que perdone mis acciones pasadas… .y que si viví como sierva del Reino Oscuro… muero como súbdita de la Reina Pendragon. —Termina la joven y poco a poco cierra los ojos con una sonrisa en su rostro.

—Zoe… ?Zoe! —La llama desesperada Haruka Bors y soltando su mano toma los hombros de la chica sacudiéndola, Michiru posa su mano en el hombro de la rubia y niega con la cabeza.

—No lo hagas, Ruka, se ha ido… —suplica la sensible princesa de Carbonek, y la guerrera del desierto se abraza a ella llorando en silencio. Artemis Nimue toma el brazo de Ami Gawain y ambos salen de la estancia.

—Es mejor darles espacio, son momentos de familia. —A?ade el prudente hechicero, Ami Gawain limpia de prisa sus ojos con la manga de su traje.

—Lady Zoe fue muy valiente, creo que estos meses en que intenté mantenerla con vida, se ganó mi respeto y se fue de mi alma todo el resentimiento que siempre tuve cuando fue la General Zoycite por el gran da?o que hizo a mi pueblo. —Confiesa la inteligente muchacha, Artemis asiente.

—El ofrecimiento que hizo Lady Zoe sobre usar su cuerpo para terminar de entender nuestras inconexas observaciones sobre cómo funciona el parásito de fuerza oscura, es algo que pensé hace tiempo, pero no me atrevía a decirlo, más que nada en consideración a Lady Bors. —Opina el hechicero. Ami sonríe.

—Usted no se atrevió, pero yo sí. En una sesión de curación y reconocimiento el día de ayer, le dije la verdad sobre su estado, la cual ella ya sospechaba y le hice la propuesta, no tenemos otra posibilidad, Lord Nimue, debemos aprender todo lo posible de los enemigos por el bien de Camelot y de la reina.

—Ya sabemos algo trascendental, no todos los organismos resisten el injerto de parásito del mal, solo aquellos excepcionalmente fuertes, nobles y con dones, como sabemos que los tuvo siempre Lady Zoe, que no solo era la mejor guerrera de Bors, sino parte de la familia real con altos dones de control de tierra. —Opina Artemis, Ami asiente.

—Y una simple y lógica deducción nos llevaría a la inminente resolución de que los otros tres generales… —deja Ami Gawain en el aire la conclusión, Lord Nimue asiente.

—También son o fueron en su momento nobles con sus memorias borradas, así que tenemos demasiado que organizar en torno a esta investigación, por lo que le ruego, Lady Gawain, darse un tiempo para viajar al Santuario del Cristal, en el lago, porque este enigma sólo se resolverá si trabajan juntas la ciencia y la fe. —Pide el hechicero, la joven peliazul asiente.

—Delo por hecho, Lord Nimue, ya lo había pensado. Será para mí un excelente ejercicio para encontrar la cura a una plaga semejante, y quizás con el tiempo logre curar también a mi madre. —Afirma con vehemencia la sabia joven de Uppsala, y el hechicero asiente entendiendo en la pasión y de la fortaleza de Gawain el deseo de salvar a Lady Skadi de la maldición que portaba ahora.

—Vayamos a avisar a la reina sobre el deceso de Lady Zoe, y los planes que tenemos en torno a las investigaciones a futuro. —Sugiere Lord Nimue, y avanza por el pasillo hacia la sala temporal de recepciones en el ala Norte.

Monta?a Prohibida, base del reino oscuro, polo Sur de Albión.

Neherenia Le Fay se vieron aquella tarde en una sala lateral a la sala del trono, sentada en un sillón largo junto a una hermosa y saludable bebita de cabello rosado que debía tener un poco más de un a?o, quien jugaba con un envoltorio de telas bajo la supervisión de tres soldados y de la bruja de piel morada y ojos amarillos, quien sonreía y acariciaba el cabello de la bebé, mientras que la ni?a balbuceaba y tocaba las u?as largas del líder del reino oscuro jugando con ellas.

El sonido de la puerta de metal al ser abierta hizo a Neherenia mirar a la recién llegada, que no era otra que Lady Beryl de Gaheris y esboza una sonrisa.

—Beryl, al fin regresas, algo retrasada, pero estás aquí, dame el informe. —Pide de prisa Neherenia. La mujer pelirroja camina hacia el sillón mirando a la ni?a Mordred, jugar con aquel extra?o envoltorio de tela.

—Mi se?ora, lamento la demora, preparaba el ejército y entrenaba con los nuevos poderes de Mordred, consulta las posibilidades para el ataque con los generales y esperamos sus órdenes para proceder. —Indica Beryl hincada delante de la bruja de ojos amarillos que sonríe de lado.

—?Y el nuevo medallón? ?Lograste manejarlo adecuadamente? —Inquiere Neherenia, la mujer pelirroja asiente y se quita del cuello el medallón de piedra negra que alarga a su ama, esta lo toma con su mano y lo mira un momento.

—Logré una mayor compenetración con el poder de Mordred, mi se?ora, los monstruos son mucho más poderosos, han cambiado a formas más feroces y terribles que los anteriores gracias a la sangre de la ni?a. —A?ade la servil hechicera, Neherenia asiente y le alarga el medallón a la bebé de cabello rosa que gatea hacia sus piernas, colocándoselo en las manos y mordiéndolo, al momento la gema oscura destella leves rojos que hacen reír a la ni?a pasando de la gema a sus brazos, sin afectarla en lo más mínimo a pesar del enorme poder que encerraba.

—Entonces el plan que he pensado no demorará en cumplirse, buen trabajo, Beryl, si sigues así harás que pronto olvide tu terrible fracaso anterior, ordena que en una hora los tres generales estén en la sala del trono, quiero reordenar responsabilidades y reasignar cargos , con la pérdida del Norte vamos a concentrarnos en hacer fuerte la frontera Sur y en continuar los ataques esporádicos, elegiré puntos específicos para que devasten aldeas y poblados como venganza a los triunfos de la reina. Designaré a Neflyte para esto último, ya Malachite ya Jedite los dejaré seguir su labor como gobernantes del Sur. —Afirma la líder del ejército oscuro.

—Mi se?ora, ante la muerte de Galathine, creo que alguno de los dos generales del Sur puede ocuparse de las misiones especiales y la búsqueda de las otras dos reliquias que faltan, si usted me tuviera la confianza que dice me he ganado de nuevo, quizá me asigne como nueva comandante del ejército y… —una risa de Neherenia desconcierta a Beryl.

—Veamos, Beryl, ?Qué te hace pensar que Galathine murió? ?Solo porque nos contaron que la heredera Pendragon la derrotó? ... si es así no la conoces… veamos, mi peque?a diosa de poder trae a tía Neherenia tu juguete. —Pide la bruja a la bebé, y la ni?a jala con fuerza en envoltorio de tela con el que jugaba antes.

—Mi se?ora, ?Debo entender con sus palabras que Galathine vive? —Duda Beryl, quien aún llevaba cicatrices en su cuerpo del enfrentamiento con Diamante Le Fay y no imaginaba que alguien, ni siquiera ese extra?o ser chupa sangre que era Erzebeth Galathine, sobreviviera a un poder mucho mayor, como lo era el de la reina Serena Pendragon. Por toda respuesta, Neherenia lanza a los pies de la hechicera el envoltorio de tela, que se deshace delante de los atónitos ojos de la mujer pelirroja mostrando la cercenada cabeza de un hombre. Beryl a pesar de su alma retorcida y de todo lo que había visto en su larga vida como sierva del reino oscuro, da unos pasos atrás, horrorizada por el grotesco espectáculo y por la cara de terror del hombre muerto.

—Como puedes ver, fue cercenado con colmillos, eso sólo lo hace ella, recuerda su colección privada con trofeos: Ban Lancelot, Geintz Sagramore, Dorcas Bors… —enumera Neherenia, Beryl la mira extra?ada.

—?Entonces Galathine vive? Y si es así, ?Por qué no se presenta ante usted para seguir a sus órdenes? ?Está segura de que no abandonará la causa del mal? —Duda la hechicera.

No aparece porque ella tiene su forma de hacer las cosas, su tardanza es porque debe estar recuperándose de la batalla, y volverá cuando esté lista, más fuerte que antes, el pacto que tenemos le conviene más a ella que a mí, así que olvídate de tomar su puesto, seguirás en lo tuyo. —Ordena Neherenia, Beryl la mira un momento.

—Mi se?ora… ?Fue impresión mía o la ni?a Mordred estaba… jugando con la cabeza cercenada? —Se atreve a preguntar la hechicera pelirroja. Una risa macabra de Neherenia Le Fay es la respuesta.

—No lo imaginaste, mi peque?a ni?a de luz y sombras jugaba con una cabeza humana y créeme que mostraba más entereza al verla de la que mostraste tú, aun siendo una carnicera. —Ironiza la bruja de ojos amarillos. —Muy pronto podrá iniciar su entrenamiento y será aún más poderosa de lo que en un momento fue su patético padre. —Acaricia con la u?a de su mano derecha Neherenia el corto y rizado cabello rosa de la bebita.

—?Y no teme que el joven Le Fay intente algo para recuperar a la ni?a? Porque en el último combate a mí me quedó claro que la recuerda y es su mayor debilidad. —Pregunta Beryl, una sonrisa de Neherenia enigmática y terrible es la única respuesta.

—No adelantemos hechos, que todo siga su curso, y si Diamante desea recuperar a su hija, que lo intente. —Termina Neherenia con un tono que le deja claro a Beryl que su ama tiene un plan para el futuro, uno que no le dirá pero que involucra a Diamante Le Fay. —Ahora deja de hacer preguntas y dedícate a lo que te ordené, me quedaré con el medallón, y te lo devolveré cuando vuelvas a entrenar, necesito que seas experta en los caminos de la fuerza de Morded. —La despide despectivamente Neherenia, Beryl se inclina con su mano en su pecho y se aleja de aquel sitio con mil dudas en la cabeza, una sola le queda clara, la ni?a de cabello rosado es la clave sobre la que se asienta el futuro de la victoria del Reino Oscuro.

Palacio Dorado, Reino de Camelot, tierra media.

Diamante Le Fay se encuentran aquella tarde en sus habitaciones, estudiando los gruesos libros de historia de Albión, con su traje blanco y su capa morada, aguardando a recibir el llamado de su hermana, que había citado a todas las herederas y arcanos en la sala del trono al ocultarse el sol para al fin revelarles el secreto de lo que tenía preparado. El joven leía, cuando una llamada insistente a su puerta lo hizo salir de su abstracción y dejar el libro sobre la mesa para acudir a open, al hacerlo, se encontró con la hechicera de ondulado cabello azul, quien, recargada en su báculo, aguardaba .

—Lady Merlín, pase, no esperaba verla hasta la hora de la cita en la sala del trono.

—Tenía que verlo y hablarle antes, Lord Le Fay, debí hacerlo hace días, pero el trabajo con la reina me lo impidió, además tenía que tomar muchos acuerdos con Lord Nimue para poder hablar con usted con todo resuelto. —Asegura la sabia hechicera. Diamante le indica que se siente en uno de los sillones de su amplia habitación llena de libros y pergaminos.

—Comprendo, sé que usted y Serena están muy involucrados en los trabajos especiales que los constructores y ebanistas están haciendo en la sala del trono para esa misteriosa reunión a la que nos citó mi hermana ?Sabe de qué se trata? —Inquiere el muchacho de cabello plata.

—Lo sé, pero no me corresponde decirlo, en pocas horas, cuando termine su reunión con Lady Badevire y Lady Sagramore, todos se enterarán de los planes que tiene la reina para el futuro de Camelot, pero antes de que eso ocurra, usted y yo debemos hablar. Se trata de una decisión importante y sumamente trascendente para su futuro entrenamiento, Lord Le Fay —insiste la arcano de la espada.

—Dígame, Lady Merlín, sabe que para mí usted es ya mi maestra y la obedezco en todo. —Anima Diamante.

—Bien, porque mi decisión es que usted necesita más tiempo y entrenamiento con Artemis en el tempo del lago, y que no podré tomar su tutoría de aprendizaje como arcano hasta pasado un tiempo prudente cuando Artemis indique que está usted preparado para el tipo de entrenamiento que recibiría a mi lado. —Lanza la hechicera, atenta a las reacciones del muchacho, quien parpadea un poco, confundido de aquella decisión que no esperaba.

—?Puedo preguntar el motivo de esa decisión, Lady Merlín? ?Hubo algo en las demostraciones de poder que tuvieron estos días que la llevar a pensar que no estoy listo para ser su aprendiz? —Inquiere decepcionado el hijo de Serenity Igraine.

—Justo en este momento, Lord Le Fay, podría decirle mil razones, unas menos verdaderas que otras, pero creo que entre usted y yo hay la suficiente confianza para decirlo de frente porque compartimos más de un secreto, la verdad sobre su hija, cosa que Artemis ignora. —Afirma con su tono siempre firme y conciso Luna Merlín, el rostro del joven de cabello plata tiene un cambio evidente ante la sola mención de la peque?a ni?a de cabello rosado, envolviéndolo enseguida en una sombra de dolor.

—?Quiere decir que el secreto de la existencia de mi hija es lo que la hace a usted rechazarme como aprendiz? —A?ade desesperado Diamante, la mujer de cabello azul niega con la cabeza.

—Se equivoca, no lo estoy rechazando como aprendiz, no podría cuando tan claro es su destino y sus habilidades innatas, y cuando hablé de su hija era por otro motivo, yo con conocimiento de causa y Artemis sólo con intuición, nos hemos percatado de lo intensos y fuertes sentimientos de cari?o y protección que ha desarrollado por su hermana este tiempo y nos preocupa que su constante derive en algún otro sentimiento más intenso e impropio de usted hacia ella que sólo pondría en peligro al reino entero y el honor de la casa de Igraine. —Afirma Luna con decisión ante un Diamante evidentemente desconcertado.

—?Me están creyendo capaz de tener sentimientos por Serena más allá de los de un hermano? —Inquiere el joven, más asustado que disgustado con sus ojos fijos en las pupilas azul oscuro de la hechicera, quien asiente.

No sabemos a qué nivel usted sienta algo por su hermana, Lord Le Fay, pero hemos visto actitudes que nos dan a entender que la cercanía de ambos, considerando su historia personal y lo lejos que crecieron uno de otro, puede llevarlo a desarrollarlos, más de su parte que de la de ella, además, usted y yo conocemos la historia detrás de la concepción de esa ni?a de cabello rosado, de la cual Serena sabe solo una parte de verdad pero usted es consciente de todo, así que no queremos arriesgarnos y preferimos cortar de una vez por todas con la cercanía de ambos, esa es la verdad tras nuestra decisión. —Indica estoica Luna.

Diamante se levanta de su silla y da unos pasos por la estancia, visiblemente preocupado, como si la revelación de la hechicera hubiera iluminado una parte de su ser que él mismo se negaba a ver… ?Sentimientos por Serena más allá de los fraternales? ?Era posible que en realidad todo ese deseo de protegerla, de estar a su lado, de verla feliz fuera que él se estaba ... enamorando de su propia hermana? Un sentimiento de intensa rebeldía surgió en su pecho ante ese pensamiento y se frotó desesperado el cabello tratando de entenderse a sí mismo y la decisión de sus maestros.

No se desespere, Lord Le Fay, sabemos que aún sus sentimientos no llegan a tal extremo, pero están ahí, su propia desesperación, ahora que se lo he rebelado, debe encender la alerta en usted, así que, por el bien de todos , en especial de la reina, es mejor la lejanía. —Aconseja Luna, el chico de cabello plata la mira desolado y triste, pero no niega nada.

—?No volveré a verla? ?Nos separaremos por siempre? —Angustiado Diamante con una opresión en su pecho, la misma que sintió cuando Serena partió a la guerra.

—Tampoco dije eso, irá usted por un tiempo prudente al santuario del lago donde seguirá aprendiendo con Artemis, y volverá cuando lo creamos lo suficientemente fuerte de espíritu para resistir esos sentimientos por Serena o en todo caso, cuando sea tiempo de que ella elija a un hombre por esposo y rey de Albión. —Terminante y firme Luna, en ese momento, Diamante suspira hondo, sintiendo una gran tristeza en su interior y muchos deseos de negarse, de decirle a Lady Merlín que en realidad no existe ese peligro que ella y Lord Nimue temen, que él es lo bastante fuerte para controlar esos sentimientos y no da?ar a su hermana, que no quiere alejarse de ella…

Pero justo en ese instante, las palabras de la figura encapuchada que le habló en la fiesta de la victoria, regresan a su mente con asombrosa claridad: " Quedarse no es lo adecuado, tome la opción que lo aleja del peligro de su corazón y del peligro de lo que más ama en este mundo, la distancia cura los sentimientos confusos, y cuando se ama de verdad, se elige lo mejor para el ser amado aunque se desgarre la propia alma, ante dos caminos, elige el que te lleve lejos "

Y hasta ese preciso momento, comprendió el sentido de las palabras de aquel ser que apareció para advertirle que, llegado el momento, eligiera lo que da?ara menos a Serena, así que lo que no habría aceptado por sí mismo, lo aceptó por ella.

—Comprendo, Lady Merlín, yo… asumo su decisión y la acepto, nadie desea el bien de Serena más que yo y honestamente no me había dado una cuenta de cuánto había cambiado mis sentimientos por ella, no es amor de pareja, no… de ninguna manera… pero acepto que a veces… a veces quisiera… —él se detiene sin lograr poner en palabras lo que siente dentro de su alma por su hermana.

No se esfuerce en confesiones que no sirven de nada en este momento, Lord Le Fay, en el santuario tendrá tiempo de sobra para meditar y poner en orden sus sentimientos y el entrenamiento suficiente para sofocar los que sean impropios de un futuro arcano y hermano de la reina de Albión. Confío en usted, y sé que cuando lo logre, podrá ser mi aprendiz y avanzar aún más de lo que con Artemis ha logrado, no hay nada que el tiempo y la voluntad no curen. —Luna posa su mano en el hombro del muchacho y el asiente.

—?Debo decírselo yo a Serena? O lo hará usted. —Pregunta el joven.

—Lo haré yo, aunque seguramente no lo tomará muy bien, porque se había ilusionado con la idea de tenerlo a usted a su lado como consejero, regente y hermano, pero ambos le diremos la misma versión de los hechos y terminará por entender. Ma?ana por la tarde, saldrá con la comitiva que parte al santuario del cristal de plata, con Artemis, los arcanos y la peque?a Lady Galahad. —Termina Luna ante el asentimiento del muchacho, pero en ese momento, el sonido de trompetas y campanas resuena por todo el castillo dorado, Diamante camina hacia la ventana de su habitación y la abre, viendo abajo la llegada de todas las herederas de Albión.

—Es momento, mi hermana está convocando a todos en la sala del trono. —Indica el muchacho de cabello plata, Luna asiente.

—Vayamos juntos, Lord Le Fay, es momento de que todos se enteren del gran deseo de la reina y de sus planos para volver a Albión el gran reino que siempre fue, el reino que el rey Uther y la reina Serenity siempre desearon forjar. —Invita la hechicera, apoyada en su báculo sagrado, mientras Diamante asiente en silencio y la sigue, pensando aún en todo lo que han hablado, en sus sentimientos confusos y sobre todo en el gran dolor de volver a separarse de su hermana… ?Sería posible que alguna vez pueda estar juntos sin problemas? En ese momento él lo consideraba casi imposible.

Sala del Trono del Palacio Dorado.

en dos hileras a la derecha e izquierda del trono, dejando despejado en pasillo principal. Junto a Diamante Le Fay se vieron charlando la pelirroja heredera de Antor, Lady Kakyuu, recién llegada aquella ma?ana de sus tierras, quien usaba la armadura roja con peto labrado del zorro de su escudo de Armas, luego de un momento de charla general, la joven reina se levantó de su trono, alzando el brazo derecho, y unos hombres tocaron una trompeta dentro de la estancia cuyo sonido hizo a todos guardar silencio y poner atención a las palabras de su se?ora.

—?Herederas de Albión! ha llegado el momento de compartir con ustedes, mis más cercanos colaboradoras y amigas, el plan que he trazado con ayuda de Luna para la reconstrucción del reino y para recuperar la soberanía de nuestro pueblo, para lo cual necesitaré de todo su apoyo y colaboración. —Pide Serena Pendragon de pie en lo alto de la escalinata mirando a todas las herederas. —Una vez, en este mismo lugar, hace más de un a?o, todas ustedes me juraron lealtad, yo antes de saber mi origen y mi destino, siendo una campesina de Antor, admiraba a cada una de ustedes y so?aba algún día poder hacer las proezas que hacían por Albión, y ahora, como reina, las sigo admirando aún más, y aprendiendo de ustedes cada día, de su valentía y de sus cualidades que espero tener algún día para ser la reina que merecen. —-Sonríe la joven rubia con su naturalidad y espontaneidad de siempre ganando las sonrisas de sus guerreras. —Luna… —otorga la palabra la reina a su consejera, quien se acerca a ella.

—Por desgracia, recuperar nuestro reino y regresarle la libertad que perdió nos sigue costando mucho, la victoria en el Norte sin duda traerá consecuencias para el reino, Neherenia Le Fay dejó un mensaje para la reina y ahora sabemos que la nueva táctica del Reino Oscuro es caer sobre poblados y destruirlo todo sin orden ni otra razón que la venganza, tal como pasó en el ataque al reino de Antor, por lo tanto, Albión no será libre hasta que el Reino Oscuro sea derrotado — declara la hechicera de cabello azul.

—Herederas de Albión, ante la amenaza que se cierne sobre nosotros, ?Debemos ceder a las presiones del líder del reino oscuro? ?Debemos rendirnos ahora que comenzó la liberación de nuestro reino? —Cuestiona la joven Serena Pendragon, caminando en medio del pasillo de los tronos.

—?Nunca! ?Antes morir que rendirnos! —Estalla furiosa Rei Lancelot, alzando la voz como la capitana de la reina, apoyada por gritos semejantes de apoyo e indignación por todas las herederas, incluso por la peque?a Lady Hotaru Galahad, que se encuentra de pie al lado de su tía, Serenaíe sonríe al ver la indignación de sus guerreras y de nuevo alza las manos, pidiendo silencio.

—Estaba segura de que su respuesta sería esta, porque las conozco a todas, y quiero que sepan que, como su reina, no tenía pensado ceder a las amenazas de esa bruja, voy a seguir con lo planeado para rescatar Albión, pero necesitaré de su ayuda para afrontar las consecuencias, ahora de una forma más comprometida que antes, vengan todas conmigo. —Anima ella y sonríe a su hermano quien asiente y le ofrece su brazo, caminando ambos delante, seguidos de los arcanos y de todas las herederas, hasta una enorme puerta lateral de madera con incrustaciones de plata. Protegida por dos guardias de armaduras plateadas con lanzas que se a un lado al ver a su hacen.

Serena Pendragon llega a la puerta con el escudo del dragón y el unicornio y la abre accionando un mecanismo de engranes que se mueven con sonido metálico y permiten el acceso a esa nueva y misteriosa estancia, iluminada por cristales de colores, que refractan la luz del sol sobre una gran mesa redonda labrada en plata, alrededor del cual se encuentran muchas sillas de madera, cubiertas por telas.

—Ami… ?Tú sabes qué es esto? ?Es lo que la reina cargaba en la carreta desde tu reino? —Pregunta Minako Tristán al lado de su amiga de cabello azul, quien sonríe y asiente.

—Sí lo es, esto, es la legendaria Tabla Redonda, uno de los pocos vestigios escritos del gran sue?o de los reyes de Albión, y de cómo deseaban construir el reino, fue un regalo del rey Uther a mi padre y estuvo guardada en la biblioteca de Uppsala por mucho tiempo, hasta ahora, que mi madre se la obsequió a la reina, y ella va a continuar con el sue?o de sus padres. —Asegura emocionada la heredera de Gawain.

La reina se coloca en el centro de la mesa, aún de pie, y las herederas en torno a ella, y toca con la palma de su mano la mesa de madera.

—En esta tabla, está labrado el "Código de la Verdad" el gran sue?o de mis padres para construir los cimientos de un reino libre y próspero, que ocurriría cuando los nobles juraran respetar estas virtudes y volverse protectores de Albión y de este código, volverse caballeros. Mi padre y mi madre idearon ese nombre, "Caballeros" para referirse a todos aquellos defensores de Albión que decidan dejar su vida y su alma en la defensa del inocente y el respeto a estas virtudes, Lord Nimue. —Pide la reina al hechicero de cabello blanco quien asiente y lee los símbolos arcanos labrados en la madera con plata.

- " Este es el código de la verdad, la base sobre la cual construiremos nuestro reino, un verdadero caballero de la tabla redonda las respetará siempre hasta la muerte y las encarnará en su actuar y en su vivir, para volverse un verdadero protector del reino , jurando respetarlo con su espada y con su vida: Valor, Sabiduría, Fortaleza, Liderazgo, Lealtad, Armonía, Justicia, Perseverancia y Verdad, sólo así, Albión será libre " . —Lee Artemis Nimue la inscripción.

—Albión necesita de ustedes ahora, como caballeros, así que quien esté lista para jurar respetar este código y proteger a la gente de este reino hasta con la última gota de su sangre, que ponga su espada sobre la mesa y repita esto… —la joven reina saca la brillante Excálibur de su funda y la alza, quitando la tela que cubría uno de los tronos con el escudo del dragón y el unicornio labrado en el respaldo de la madera, luego colocó la espada sobre la mesa. - Yo, Serena Pendragon de Igraine, pongo mi espada y mi vida en servicio del código de la verdad, por Albión y su gente, y juro respetarlo con mi vida y mis obras ahora y para siempre. —Enseguida, Artemis Nimue descubrió la silla al lado izquierdo de la reina, dejando ver otra silla con el escudo del águila flameante de Benwick, entonces Lady Lancelot sacó su espada de su cinto y la colocó con la punta junto a la de la reina, que apuntaba al centro de la mesa redonda.

- Yo, Rei Lancelot du Lac, pongo mi espada y mi vida en servicio del código de la verdad, por Albión, su gente y mi reina, y juro respetarlo con mi vida y mis obras, ahora y para siempre . —A?adió vehemente la guerrera de cabello oscuro, y la joven reina rubia la miró con una sonrisa, dándose cuenta de que su amiga y capitana, había a?adido al juramento que ella había creado, la lealtad a la reina, y asiente con la cabeza, alzando Excálibur y colocando la punta de esta en cada hombro de la guerrera de Benwick.

—Lady Lancelot, Albión y yo aceptamos su juramento y la nombramos caballero de la tabla redonda. —Afirma la reina. Luna Melín, descubre ahora la silla a la izquierda de la reina, donde destaca el escudo del cisne dorado de Cornualles, y la rubia guerrera saca su brillante y delgada espada, colocándola al centro de la mesa.

- Yo, Minako Tristán, pongo mi espada y mi vida en servicio del código de la verdad, por Albión, su gente y mi reina, y juro respetarlo con mi vida y mis obras, ahora y para siempre . - Serena Pendragón, repitió la ceremonia, colocando la espada sagrada en ambos hombros de la "guerrera dorada" y nombrándola caballero, tanto Luna como Artemis fueron descubriendo una a una las sillas a la izquierda o derecha de la circunferencia, y cada heredera fue prestando juramento y colocando su espalda al centro de la mesa, recibiendo la respuesta de la reina; en el estrado real, solo quedaron Diamante Le Fay y la peque?a Lady Galahad que miraba todo asombrada y emocionada.

—Lord Le Fay… ?No hay un trono para mí? Yo quiero jurar y servir a la reina en la tabla redonda —pregunta la peque?a, Diamante sonríe y posa sus manos en los hombros de la ni?a.

—No aún, peque?a, te falta mucho para ser armada caballero, pero estoy seguro de que alguna de esas sillas que ves, aún cubiertas con esas telas, son para ti y para muchos más caballeros nobles y valientes que se unan a la causa de la reina. —Anima Diamante Le Fay a la ni?a pelinegra que contempla todo emocionada.

Los dos arcanos, por su parte, se han apartado de la mesa redonda y miran la ceremonia de nombramiento de cada una de las herederas y es el mago de cabello oscuro el que inicia la charla.

—Al fin la reina comienza a dar continuidad a los planes de sus padres… dime, ?Esto es lo que viste en tus profecías? —Pregunta Artemis Nimue.

—Una parte, sí… la tabla redonda, las más poderosas herederas unidas en torno a la reina, sus victorias contra el reino oscuro y… —en ese momento la hechicera de cabello azul se queda callada, tratando de no revelar a nadie aquellas visiones del peligro futuro que sería esa peque?a ni?a de cabello rosado, con el poder de la luz y de las sombras, y ese lazo terrible imposible de negar con Serena y la familia Iragine.

—?Luna? ?Qué pasa? ?Qué más ibas a decir sobre el futuro de Albión y de la reina? Sabes que sea lo que sea, bueno o malo, puedes confiar en mí. —Anima el arcano del cristal.

—Lo sé, y no se trata de eso, pero sabes que las profecías son siempre ambiguas intentaba entender algunos detalles, pensar… hacer lo correcto. Lord Le Fay ya sabe la resolución, se lo dije sin rodeos, se desconcertó, pero aceptó todo, así que ma?ana saldrá contigo al santuario, así que hemos alejado el primero de muchos peligros que acechan a Serena.

—Lo estás haciendo bien, todo esto que ves, el reino reconstruido, el triunfo sobre el reino oscuro, la instauración de la tabla redonda y sus caballeros, lo bueno que está haciendo la reina y lo que hará en el futuro, es gracias a ti, a la decisión que tomaste ese día del ataque a Camelot, cuando salvaste a la peque?a ni?a y pasaste todos esos a?os ocultándola y protegiéndola estabas salvándonos a todos. —Artemis toma la mano de Luna presionándola con cari?o.

—A veces ya no sé si estoy haciendo lo correcto, Artemis, he tenido y sigo teniendo muchas dudas, como nos decía Lady Danna en nuestros entrenamientos, ver el futuro es a veces más una maldición que un don, pero de algo estoy muy segura , dejaré mi vida si es necesario para que Serena Pendragon de Igraine cumpla con su destino y yo con el mío. —Afirma la hechicera con su natural estoicismo y firmeza inquebrantable, aunque dentro de su corazón, a pesar del festejo general por la inauguración de la sala de la mesa redonda, Luna Merlín no puede estar tranquila, pues la sombra de esa ni?a de cabello rosado hija legítima de la reina y en manos de Neherenia Le Fay, se cierne como una amenaza constante sobre Serena, y sobre todo lo que vaya a construir en el futuro…

PRIMER FINAL LIBRO

Esta historia continúa en el segundo libro: "LA REINA" del cuál encontrarán el enlace en mi perfil de FF.

Gracias a todos los lectores anónimos y conocidos que llegaron hasta aquí, este es un proyecto personal que tengo a?os desarrollando, con mayor o menor constancia debido a mis estudios de posgrado pero que voy a terminar sin duda, lo pensé dividido en 3 libros, el primero, que culmina hoy: LA PROFEC?A, donde se detalla el origen y ascenso de la reina Serena Pendragon al poder, LA REINA, que es el segundo, donde se consolida el poder de la Reina Serena, y se comienza a convertir poco a poco en lo mismo que Arturo Pendragon, y se relatarán también las andanzas y proezas personales de los caballeros de la mesa redonda, ya que mi objetivo es equilibrar la historia de SM con las leyendas artúricas donde cada caballero tiene su propia historia, abracaremos la búsqueda del grial (copa lunar) y la lanza sagrada,y desde luego el momento en que la reina conoce al príncipe de Guinevere, que supongo todos sabemos quién será, y el triángulo amoroso con Lancelot que derivará en el tercer libro, que he titulado LA CAIDA cuyo título ya es muy sugerente para quienes las leyendas de Camelot.

Si alguien tiene la paciencia de esperarme, continuaremos leyéndonos por este medio, tengan por seguro que esta historia ya está planeada completamente de inicio a fin en mi cabeza, lo que a veces falta es tiempo a su servidora, pero tengan por seguro que no la abandonaré. Gracias especiales a mi asesora y consejera Amix Genbu sama, que me ayuda con correcciones y sugerencias en todo este loco XOver ya mi amigo Demian, que no ha dejado de animarme y preocuparse por mi y por que no abandone esto a pesar de tener encima mi tesis doctoral, amigo, no me rindo, here sigo, y voy a terminar. Gracias por tus ánimos.

Finalmente a todos, de verdad gracias por asomarse a este pedazo de mi imaginación.

ATTE: LEONOR DE ?BOLI.

" Cuanto más complicado, mejor, cuanto más imposible, más bello"